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En una entrevista de 14 minutos y 29 segundos, que quedó grabada en video, una indígena de 12 años le contó a funcionarios de la Fiscalía 48 local de Ipiales (Nariño) sobre la experiencia que afrontaron ella y una primea con dos soldados del Grupo Mecanizado N°3 General José María Cabal el pasado 2 de julio. Ambas niñas son habitantes del resguardo indígena Cuaspud Carlosama, comunidad Sol de los Pastos. Su testimonio llevó a que los uniformados fueran capturados el fin de semana que acaba de pasar, justo en el momento en que el Ejército está seriamente cuestionado por casos de violencia sexual de sus integrantes contra mujeres indígenas. (Dos militares capturados por violencia sexual contra menores de edad en Nariño)
La niña indígena le contó a la Fiscalía que el miércoles 1° de julio ella y su prima, también de 12 años, se encontraron con un soldado del mencionado grupo, el cual, entre otras, fue la primera unidad militar del país en ser sometida a cuarentena a raíz del nuevo coronavirus a principios de mayo de este año, tras la confirmación de 57 casos, pues en esta zona fronteriza con el Ecuador hay decenas de pasos ilegales que han dificultado la contención del virus. Ese día, dijo la niña, “un soldado llamó a mi prima”. ¿Cómo sabía que era un soldado?, le preguntaron. “Por el uniforme que llevaba puesto y el armamento”, contestó.
Según este relato, el soldado le pidió su número a la niña. Ella no se lo quiso dar y, en cambio, pidió el de él. Se fueron para la casa. Ella le escribió luego a saludarlo y él, al rato, le respondió que qué hacía y que por qué no se veían en la noche. “Le dijo que no, que ella sola no podía ir”. Pero, más tarde, ellas cambiaron de opinión. “Como ya no teníamos nada qué hacer le dijimos que sí podíamos ir y entonces nosotros salimos, ellos nos llegaron a buscar (…) nosotros estábamos como entre que sí y que no queríamos ir, entonces nos decidimos y fuimos”. Y se fueron. Empezaron a jugar “retos” y terminaron dándose besos en la boca. (Así fue la investigación que cercó a militares a aceptar abuso de niña embera)
Al día siguiente, uno de los soldados escribió a su prima a preguntarle si podían verse de nuevo. Ella le respondió que no estaba segura, pero, al final, volvieron a aceptar la invitación. “Quedamos a ir a las ocho de la noche, quedamos en una casa de dos pisos que era de rojo”, siguió contando la niña indígena. “Más allá hay un paso para pasar a la escuela”, contó. Por escuela se refería a la base militar. “Nosotras no queríamos pasar el paso y Gheins la haló a mi prima y la pasó, entonces yo no quería y él me cogió del brazo y me pasó a mí también”. Gheins es como les dijo el soldado que se llamaba. El otro, David. Sus nombres, confirmó la Fiscalía hoy, son Gheil Flórez y David Guerrero. (Los nukaks makús, ¿a un paso de su extinción?)
La niña indígena que habló con la Fiscalía explicó que ella se quedó a solas con David, mientras su prima se fue con Gheins. Contó cómo la empezó a besar y a intentar tocar por debajo de la ropa en sus partes íntimas, “pero yo no lo dejé, lo rempujé y entonces ahí fue donde le grité a mi prima que vámonos rápido, le dije, yo salí corriendo”. Ella llegó a su casa y le contó a sus padres lo ocurrido, quienes se fueron hasta la base junto con ella para pedir explicaciones. De inmediato llamaron a formación y le pidieron que reconociera a los dos soldados en cuestión. “David me estaba diciendo que diga la verdad y nosotras estábamos diciendo la verdad”.
Los dos uniformados, contó , sabían que tanto ella como su prima tenían 12 años porque ellas mismas se lo dijeron. “Ellos mintieron porque el comandante les había preguntado a ellos que si nosotros éramos mayores de edad y ellos habían dicho que sí”. Ahí terminó la entrevista de la niña, quien estuvo acompañada de su madre en la diligencia. La recomendación de los funcionarios judiciales a continuación fue “ver la totalidad de lo manifestado por la menor y apreciar el lenguaje tanto verbal como no verbal utilizado para expresarse”. El testimonio se tomó el pasado 3 de julio, es decir, el día siguiente a los hechos que denunció esta niña indígena del resguardo Cuaspud Carlosama. (El relato de una nukak makú de 15 años a quien habrían violado dos soldados)
El 4 de julio, con la Procuraduría ya enterada del asunto, el fiscal 48 de la URI de Ipiales recurrió a un juez para que este avalara las órdenes de captura, las cuales se ejecutaron este domingo 5 de julio. “La unidad, apenas tuvo conocimiento de estos hechos, informó de manera expedita a las autoridades y entidades competentes”, dijo la Tercera División (a la cual está adscrito el grupo de Ipiales) el viernes pasado. El mismo día de las capturas el comandante del Ejército, general Eduardo Zapateiro, indicó que los dos uniformados, a quienes les quedaba pocos días de servicio militar, fueron retirados de la institución. Los dos se declararon inocentes en la audiencia de imputación de cargos.
#Atención | En el marco de la Ley, en Orden Administrativa de Personal n.º 1668, del @ejercito_COPER, fueron retirados 2 soldados orgánicos del Grupo de Caballería Mecanizado N.º 3 General José María Cabal, adscritos a la #Brigada23. (1)
— Gral. Eduardo Enrique Zapateiro Altamiranda (@COMANDANTE_EJC) July 5, 2020
Este es el tercer episodio que se conoce, en un rango de 15 días, de violencia sexual por parte de militares en contra de niñas y adolescentes indígenas. El primero ocurrió el pasado 23 de junio en zona rural de Pueblo Rico, Risaralda: siete soldados retuvieron a una embera chamí de 12 años por 15 horas y abusaron de ella. En menos de una semana los uniformados fueron detenidos y aceptaron cargos. Luego se conoció que dos soldados retuvieron en el batallón de San José del Guaviare a una nukak makú de 15 años en 2019 y la violaron cinco días seguidos. Según el general Zapateiro, desde 2016 se han reportado al menos 100 denuncias de violencia sexual que involucra a militares y 76 uniformados han salido de la institución por eso.