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A pesar del optimismo del Gobierno con respecto a los diálogos con las Farc, hay voces que han alertado hasta el hartazgo sobre la posibilidad de que con esa guerrilla suceda lo mismo que con los paramilitares: que tras una negociación muchos de sus miembros se nieguen a desmovilizarse y terminen al servicio de ese esperpento que las autoridades han optado por llamar bandas criminales. Con cifras y datos sobre el estado actual de las Farc, el centro de investigación InSight Crime se suma a las voces que temen que el fantasma de Santa Fe de Ralito reencarne en La Habana.
InSight Crime, en un informe de 42 páginas que será dado a conocer hoy, es enfática: “Si las negociaciones llegan a un acuerdo, hay un riesgo muy real de que elementos de las Farc se nieguen a entregarse, o simplemente se criminalicen y conserven para sí mismos millones de dólares, que en la actualidad financian su lucha (...) En efecto, es inevitable que algunos guerrilleros se criminalicen”. El narcotráfico —como ocurrió con los ‘paras’— será el combustible de esta posible “rebelión”.
De acuerdo con cálculos de este centro de investigación, las Farc pueden estar ganando anualmente entre US$500 millones y US$1.000 millones por cuenta del narcotráfico. Las Farc siguen negando sus vínculos con esa actividad ilegal, pero en Colombia las autoridades cuentan con suficiente información que prueba lo contrario.
InSight Crime dice en su informe, realizado por el investigador Jeremy McDermott, que hay reportes de vínculos entre la organización guerrillera y las bandas criminales en Antioquia, Cauca, Chocó, Córdoba, Nariño, Norte de Santander, Meta, Putumayo y Valle del Cauca. “Incluso, ha habido rumores de que las Farc han proporcionado entrenamiento militar a los miembros de las bandas criminales”, alerta InSight Crime.
Precisamente, el pasado domingo, murió en combates con el Ejército el jefe de la columna móvil Antonia Santos de las Farc, Ernesto Hurtado Peñaloza, alias El Negro Eliécer, señalado enlace de esta guerrilla con las bandas criminales que hacen presencia en la frontera con Venezuela y con el comandante de la disidencia del Epl, Víctor Ramón Navarro, alias Megateo, un capo por el que se ofrece una recompensa de hasta $2.000 millones.
En la detallada radiografía elaborada por InSight Crime se lee que en los Llanos Orientales hay nexos entre algunos frentes del bloque Oriental de las Farc y la disidencia del Ejército Revolucionario Popular Anticomunista (Erpac), comandada en otros tiempos por Pedro Guerrero, alias Cuchillo. Por otra parte, hay pruebas de que los frentes 5, 18 y 57 del bloque Iván Ríos de las Farc, que hacen presencia en Chocó y Antioquia, le venden pasta de coca a Los Urabeños y a Los Paisas. Se cree, incluso, que el comandante del frente 57, Gilberto de Jesús Torres, alias Becerro, tiene un acuerdo con Los Urabeños para sacar droga hacia Panamá. Por cuenta del narcotráfico, tan sólo esta estructura estaría ganando US$50 millones anualmente.
En lo que al frente 5 concierne, hay datos de que uno de sus miembros, Luis Carlos Úsuga Restrepo, es familiar del jefe de Los Urabeños, Dairo Antonio Úsuga David, alias Otoniel, y que habría sido el contacto entre la organización guerrillera y la banda criminal. Estimativos de InSight Crime apuntan a que este frente recibe al año US$12 millones por cuenta del narcotráfico. Esta telaraña de redes comunicantes se documentan en el documento.
En el sur del país hay preocupación por un posible acuerdo entre el frente 48 –que durante años comandó el fallecido jefe guerrillero Luis Édgar Devia, alias Raúl Reyes– y el cartel de Sinaloa para sacar droga de Colombia aprovechando contactos de esa organización en Ecuador. Estos frentes, principalmente aquellos vinculados al bloque Iván Ríos –cuyo nombre se debe al fallecido comandante guerrillero Manuel de Jesús Muñoz, alias Iván Ríos– son los que suponen mayor riesgo de criminalizarse en un futuro.
“Muchos comandantes locales están construyendo sus propias arcas de guerra y amasando dinero en efectivo, con poca claridad de lo que pueda suceder en el futuro y comenzando a mirar hacia sus propios intereses. Si esta tendencia aumenta, los riesgos de fragmentación y criminalización también aumentarán”, advierte InSight Crime. Su conclusión es clara: “Con el desmantelamiento de los carteles de Medellín, Cali y Norte del Valle, y la desmovilización de las Autodefensas, las Farc son el ejército ilegal más poderoso que sigue en pie. Si los guerrilleros deciden entrar en el negocio por sí mismos, podrían convertirse en el grupo criminal más poderoso de Colombia”.
A esto habría que agregar un complejo panorama: “No es sólo el dinero el que puede motivar a los guerrilleros a criminalizarse. Ellos tienen un estatus en sus comunidades, predominantemente rurales. Mientras que muchos tienen poca educación formal, ellos son incluso venerados. La idea de convertirse en agricultores o en guardias de seguridad en una ciudad que no conocen es poco atractiva”.
Más allá de las cifras, hay antecedentes que preocupan sobre los destinos que podrían tomar comandantes guerrilleros dados sus vínculos con bandas criminales. A finales de los años 80, por ejemplo, se llegaron a acuerdos con la guerrilla del Epl y, sin embargo, aunque los pactos en su mayoría se respetaron y fueron exitosos, hoy los más importantes capos de la droga y jefes de las bandas criminales son antiguos miembros del Epl. Es el caso del jefe de Los Urabeños, Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel.
Otro “hijo” del Epl es Javier Antonio Calle, alias Comba —que hasta su entrega a la DEA en octubre del año pasado fue el comandante de Los Rastrojos—, iniciado en el mundo criminal con esta organización guerrillera. Lo mismo ocurrió con Diego Fernando Murillo, alias Don Berna. De esa organización guerrillera pasó a las filas del cartel de Medellín, la casa Castaño y la comandancia de la temida Oficina de Envigado que hoy, aunque diezmada y con Don Berna en Estados Unidos, sigue viva.
Pero quien ejemplifica de mejor manera las fallas de una desmovilización como la del Epl es Víctor Ramón Navarro, alias Megateo, jefe de la disidencia de esa organización guerrillera y quien con 100 hombres bajo su mando controla el narcotráfico en Norte de Santander y la frontera con Venezuela. Megateo es socio de las Farc y del Eln en el tráfico de estupefacientes y quien le vende pasta de coca a Los Rastrojos. Con este panorama, InSight Crime se pregunta: Si 20 años después de su desmovilización el mundo criminal estaba dominado por el Epl, que era sólo una fracción del tamaño de las Farc y nunca estuvo tan involucrado en el narcotráfico, ¿qué podemos esperar de las Farc en el futuro del crimen organizado colombiano?”.
Hay otro antecedente que oscurece el panorama: el exterminio de la Unión Patriótica, el partido que surgió de los diálogos de paz de 1984. Al respecto InSight Crime establece que “en caso de que el Gobierno sea incapaz de proteger a los miembros de las Farc que entren a la política, esto podría motivar a muchos a tomar las armas de nuevo (...). Es difícil subestimar el impacto que la destrucción de la Unión Patriótica ha tenido en la psique de las Farc”.
El centro de investigación no cuestiona en su informe el intento del Gobierno de dialogar con las Farc. De hecho, advierte que las condiciones no son las mismas con las que guerrilla y Gobierno se sentaron a dialogar en el Caguán hace 14 años. “Hoy en día es el Gobierno quien tiene la sartén por el mango. Se podría decir con seguridad que las Farc han sido estratégicamente derrotadas por las fuerzas de seguridad respaldadas por Estados Unidos. Ciertamente, su objetivo de derrocar al Gobierno e imponer un régimen socialista no es más que una fantasía”.
Lo que hace InSight Crime es advertir al Gobierno que “hay un riesgo significativo de separación o criminalización de las Farc. El Gobierno debe ser consciente de esto durante las negociaciones, una vez que un acuerdo haya sido firmado, y más aún si la guerrilla se desmoviliza. Deben tomarse medidas para prevenir la ruptura de la guerrilla y para asegurar que cualquier fragmentación o criminalización no arruine las posibilidades de poner fin a casi cinco décadas de conflicto”.
El autor del informe, Jeremy McDermott, le dijo a este diario que si hay un proceso de paz exitoso es inevitable que un porcentaje de las Farc se criminalice. “Mucho del grado de criminalización dependerá de qué tan generoso sea el acuerdo del Gobierno, qué tan eficaz sea el aparato de justicia para juzgar a los responsables y qué tan rápida sea la transición a un partido político. Nuestro temor es que, con los antecedentes que hay, el panorama no es muy alentador”.
Del informe también se desprende una advertencia para las Farc: “Será extremadamente difícil mantener el control de hasta 8.000 combatientes y 30.000 milicianos, muchos acostumbrados a manejar grandes cantidades de dinero en efectivo y con muy pocas habilidades útiles en el ámbito legal”. Los diálogos no han terminado, pero ya hay algunas luces sobre lo que podría suceder. El Gobierno debe hacer lo posible para que estas preocupaciones no se conviertan en realidad con una paz a medias y que casos como el de Megateo y Otoniel sean cosa del pasado.