Eso no fue un baldado de agua fría, eso fue un tsunami: Guerra sobre su condena
En diálogo con El Espectador el exsenador de Cambio Radical, condenado a más de 13 años de prisión por el escándalo de corrupción de Odebrecht, anunció que apelará la decisión de la que está inconforme. Aseguró que la sentencia de más de 400 páginas tiene “pruebas que fueron creadas para condenarlo”. Respaldó el salvamento de voto del magistrado Jorge Caldas que solicitaba su absolución.
El exsenador Antonio Guerra, condenado a 13 años, ocho meses y un día de prisión por los delitos de tráfico de influencias, concierto para delinquir y enriquecimiento ilícito, se convirtió esta semana en el tercer excongresista en ser declarado responsable por actos de corrupción que se presentaron en el entramado de corrupción que se suscitó con la firma brasilera Odebrecht.
La Sala de Primera Instancia de la Corte Suprema de Justicia, con ponencia del magistrado Ariel Torres dijo que “Antonio Guerra quebrantó gravemente y sin justa causa el bien jurídico de la seguridad pública, pues la criminalidad de cuello blanco de la que participaron miembros del Congreso y otros altos funcionarios del Estado genera más alarma social que la delincuencia individual”. Para el alto tribunal es claro que el exsenador hizo parte de un grupo de congresistas denominados buldócer que hicieron lobby para favorecer a la firma brasilera.
En el caso especial de Guerra, se conoce que realizó gestiones ante los ministerios de Comercio, Industria y Turismo y de Hacienda y Crédito Público, para que se aprobara y firmara un contrato de estabilidad jurídica que había presentado la Concesionaria Ruta del Sol II desde septiembre de 2010. Del mismo modo, habría tenido una participación esencial en la aprobación del tramo Ocaña-Gamarra. Todo el entramado de corrupción en lo que se refiere a la actuación de Guerra, dice el alto tribunal, se trató de una actuación de lobby por los cuales recibió alrededor de $200 millones.
El exsenador en diálogo con El Espectador, aseguró que pese a la decisión en su contra confía en la justicia y espera salir bien librado en la segunda instancia.
¿Cómo recibió el fallo de la Corte Suprema?
La verdad, un golpe duro, un golpe fuerte. Como decimos coloquialmente: puede que no se perciba desde el exterior, pero la procesión va por dentro, indudablemente. Lo he venido asimilando a pesar de las pocas horas de haberse proferido la sentencia, y digo duro porque he pregonado y sigo pregonando mi inocencia frente a este proceso. Y duro también porque se ha hecho una defensa con pruebas, con la mayor altura, siempre consultando el hecho de que nunca nada tuve que ver con los delitos que se imputan, citando personas que aún no conozco. Tanto del extranjero como nacionales que rindieron sus testimonios en las dos instancias, en la Sala de Instrucción y en la Sala de Primera Instancia.
¿Cuál es su defensa?
Fueron tal vez 40, o 39 personas, para ser un poco más exactos, los que dijeron no conocerme y no saber de ninguna participación mía en nada de lo que se me estaba asociando. Otros, sencillamente dijeron que no les costaba absolutamente nada, y que no sabían nada de mi participación en los hechos que se me han imputado. Solo una persona mediante un dicho, el testigo de carne, Bernardo Elías (el Ñoño Elías), es quien me asocia a dos eventos relacionados con Odebrecht.
¿Y sobre Otto Bula y Federico Gaviria, testigos estrellas en estas investigaciones?
Otras dos personas que delinquieron con Elías. Ellos dicen que no les consta nada de Antonio Guerra porque nunca se reunieron con él. En el caso de Federico Gaviria, no me conoce. Que lo poco o mucho que hayan dicho en otros procesos, e incluso en mi propio proceso, fue porque le oyeron a Bernardo Elías, no porque a ellos les costara. Es una sentencia que ciertamente deja mucho que desear. Yo soy una persona que a lo largo de la vida he confiado y estoy convencido de la justicia, así a veces, la entienda, la acepta, pero no la comparto, como en este caso.
Usted dice que confía en la justicia ¿cree que con la apelación que presentarán el panorama cambie?
Vamos para adelante y vamos a presentar nuestro recurso ante la Sala Penal confiado nuevamente en que ahí se obre como debe ser, y como siempre ha sido, a mi juicio, con todo rigor jurídico para que prevalezca esa parte por encima de cualquier sesgo de subjetividad o de cualquier otra consideración que de pronto vaya a afectar un fallo.
En su expediente ha sido cuestionado por usar sus influencias como congresista para favorecer a Odebrecht…
El tráfico de influencia, supuestamente, en la imputación de la Sala de Instrucción está edificado sobre la hipótesis de que Bernardo Elías dijo que yo lo había acompañado a hacer una averiguación ante el Ministro de Hacienda en el año 2012. También lo edifican, falsamente, diciendo que la versión de Elías aseguraba que yo lo había acompañado a la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI) a que él preguntara en qué iba el otrosí de la Ruta del Sol 2. Y la tercera, en supuestas consecuciones de citas con gerentes de bancos públicos y privados. Sobre esas tres consideraciones, construyeron el presunto delito de tráfico de influencia.
¿Cuáles fueron sus explicaciones a esos señalamientos?
La explicación es que nunca se dio esa cita en conjunto con Bernardo Elías en el despacho del ministro de Hacienda en 2012, recién posicionado Mauricio Cárdenas. El acervo probatorio muestra una prueba documental que recogió la Procuraduría que fue cotejar las entradas de Bernardo Elías y mi persona entre octubre y diciembre del 2012, para ver si coincidía alguna en tiempo, hora y lugar. El resultado de ese ejercicio indica claramente que no hubo un solo día en que coincidiera, ni en día, ni en hora, ni en el piso. Los registros dicen que nunca hubo la cita. De manera que, en mi opinión, en ese tema el tráfico de influencia quedó desvirtuado, pero obviamente, las Salas tienen sus interpretaciones acomodadas, descontextualizadas y no le dieron veracidad a lo que acabo de decir.
También se habla de entradas a la ANI…
Se hizo el mismo ejercicio por la policia judicial y el CTI, sobre los registros de entradas y salidas a las oficinas de la ANI de Bernardo Elías conmigo, para hablar con (Luis Fernando) Andrade (expresidente de la ANI). Ninguna coincide, ni siquiera en la agenda privada que le confiscaron a Luis Fernando Andrade. Sin embargo, Elías en su testimonio, en la matriz de colaboración para obtener beneficios, dijo que Antonio Guerra lo había acompañado a preguntar cómo iba el otrosí. El magistrado le pregunta: cuál fue el papel de Antonio Guerra, y él dice: leve, simplemente leve.
Y sobre las citas con presidentes de las entidades bancarias…
Supuestamente, Elías me había encargado que le ayudara a sacar una cita con bancos públicos y privados. Quedó probado, por testimonio de los presidentes de los bancos en documentos en respuesta a derecho de petición. Nunca hubo entrevista de ninguna especie todo eso está documentado, todo eso se escuchó también testimonialmente en audiencia de juzgamiento.
¿Cuál era su relación con Bernardo “Ñoño” Elías antes de todo esto?
Mi relación con él empieza cuando llega al Congreso. Él llega a la Cámara de Representantes, yo estoy en el Senado de la República, coincidencialmente, a él lo eligen presidente de la Comisión Económica de la Cámara, y a mí me eligen presidente de la Comisión Económica del Senado. A partir de ese momento empezamos a interactuar juntos.
¿Lo consideraba su amigo?
En ese momento empezamos a interactuar juntos y empezamos a generar una amistad. Posteriormente, en 2010, llega al Senado. Yo regreso al Senado y coincidimos en la Comisión de Asuntos Económicos. Ahí, por diferentes motivos, empezamos a acercar las relaciones de amistad, aunado a que él también tiene su origen en la costa Caribe como la tengo yo, en ciudades vecinas como Sincelejo, en mi caso, y él, de Sahagún. En muchos de los temas que llegaban a la Comisión nosotros coincidíamos. En otras circunstancias había otro tipo de escenarios donde coincidimos, incluso, lo puedo decir sin ningún inconveniente: Hubo escenarios folklóricos donde también coincidimos porque tanto a él, como a mí, nos gusta el tema de la música vallenata, pero nunca hubo una relación íntima que yo pueda calificarla como tal.
¿Qué considera usted que llevó a Bernardo Elías a mencionarlo en el escándalo?
En 2018, él decidió radicar una matriz de colaboración ante la Corte Suprema en la búsqueda de supuestos beneficios por la vía de colaboración efectiva, pero eso tiene un antecedente. Cuando él empieza a trabajar con Odebrecht y se relaciona con Bula, él le mencionaba a Bula que varios compañeros de las comisiones económicas lo estaban acompañando en sus vueltas. Esto lo contó Bula en varios testimonios, en los que dijo que Elías mencionaba a Antonio Guerra. Claro, yo entiendo por qué me mencionaba a mí.
¿Por qué?
Primero, porque Otto Bula me conoció cuando él entró al Congreso como suplente de Mario Uribe, en el 2000 o 2001, fue mi primer periodo en el Congreso. Adicionalmente, Bula tenía conocimiento de mí porque él es de Sahagún y regionalmente, uno sabe quiénes tienen alguna visibilidad,.
¿Pero eso qué tiene que ver con el hecho de que el Ñoño Elías lo haya mencionado a usted como su enlace en sus andanzas ilegales?
Si Bernardo Elías le decía que en su vuelta lo acompañaba, por decir nombres de la Comisión Económica que no fueran cercanos a ellos, Bula no se lo iba a creer. Pero le mencionó el de Antonio Guerra y a ese sí le daba crédito porque sabía que podía haber una amistad.
¿Usted nunca le pidió explicaciones de por qué estaba haciendo esos señalamientos?
No, porque él estaba aislado en la Picota. Yo jamás pensé que él llegaría a eso, pero, en el 2018, sucedió lo que tenía que suceder, y bueno, ahí yo no tenía nada más que hacer que encarar mi propia defensa y ahí pues sálvese quien pueda.
En el expediente está claro que Bernardo Elías es el testigo clave en su contra, pero ¿cómo se llega a la hipótesis de que usted recibió $200 millones para favorecer a Odebrecht?
Eso empieza cuando capturan a Otto Bula en enero de 2017. Él, ante la Fiscalía, empieza su recorrido en búsqueda de beneficios. Empieza a contar lo que él hizo con el Ñoño Elías y lo que Elías le decía. Elías le dijo que me había entregado $200 millones por, supuestamente, haberlo acompañado a hacer una averiguación ante el ministro de Hacienda. Ahí es donde nace la compulsa de copias de la Fiscalía a la Corte.
En el expediente reposa que su enriquecimiento ilícito fue por $587 millones y no solo de esos $200 millones. ¿Qué puede decir al respecto?
Esto empieza cuando a mí me asociación al tema. La Procuraduría General solicita que se abra una investigación disciplinaria a cuatro congresistas de la época: mi persona, Plinio Olano, Bernardo Elías y Ciro Rodríguez. En el auto interno, el procurador (Fernando) Carrillo le pide al delegado para asuntos disciplinarios que se adelante un estudio sobre las finanzas de Antonio Guerra y de su cónyuge. La dirección de investigaciones internas designa al economista Francisco Sánchez. Él lo que hizo fue oficiar al Senado, a la DIAN, a la movilidad de tránsito en Bogotá para que le contestaran una serie de preguntas y construyó su ejercicio con las respuestas que le llegaron. Con base en eso, hizo su primer informe en julio de 2018. Según él, se generaba un incremento patrimonial entre el 2012 y el 2017 de mi parte por $1.200 y de mi esposa $122 millones.
Pero eso sucedió en el marco del proceso en la Procuraduría...
Sí. Yo contraté a un contador y un abogado. Se hizo la oposición a ese dictamen, se allegaron unas pruebas para documentar todos mis ingresos. En enero de 2018, sacó un segundo informe en el que menciona que mi esposa no registraba incremento patrimonial a justificar, y que, en el caso de Antonio Guerra todavía, a pesar de que se redujo, existían incrementos patrimoniales creo que por $1.160 millones. Volvimos a presentar otro ejercicio donde se mostraba que no había incremento patrimonial a justificar de mi parte.
Eso en materia disciplinaria, pero en lo penal…
La Sala de Instrucción solicita que se allegue al expediente ese informe de la Procuraduría y ahí es donde empiezan los yerros de la Corte, inducidos por el trabajo equivocado, precario, y que yo califiqué como un desastre, por parte del economista Francisco Antonio Sánchez.
¿Por qué dice que indujo a errores?
Porque a partir de ahí fue que ellos usaron esa figura para decir que yo tenía incrementos injustificados patrimoniales en esos cinco años. La Sala de Instrucción le oficia al CTI para que una experta contadora realice un estudio sobre el trabajo de Francisco Antonio Sánchez. Designaron internamente a la contadora Nini Johana Coloma. Ella le responde a la Sala que no puede adelantar un estudio como el que le pide porque ese trabajo no se realizó conforme a lo que corresponde un dictamen pericial. Que no se hicieron comparaciones patrimoniales como corresponde. Que dejó de lado parte de la normatividad tributaria que estaba vigente y consultó unas que ya no estaban en rigor. La Sala de juzgamiento le solicita al CTI una experticia por vía de un dictamen sobre el trabajo, del señor de la Procuraduría y, designan a la contadora Carolina Cortés.
¿Qué encontró ella?
Reconoce que todo su trabajo lo hizo desde su apartamento, enviando solicitudes a diferentes entidades, y lo que llegó fue lo que acopió. Resultó que el ejercicio de ella terminó en que se incrementaba mi patrimonio en $1.400 millones.
¿Ustedes objetaron ese informe?
Junto con mi defensa entramos a operar. Se presentó un informe ante el magistrado ponente Jorge Caldas. Le pasaron el informe a Carolina ella lo revisó otra vez. Devolvió su trabajo rebajando de $1.400 a $557 millones el incremento patrimonial a justificar. Es decir, como digo yo vulgarmente, la friolera de $1.000 millones menos de un trabajo a otro, en menos de dos meses ¿qué credibilidad podía dar eso? La defensa interpuso ante la Sala otra objeción volviendo a demostrar y profundizando que no había incremento patrimonial a justificar en ningún año. Ese trabajo dice que no era posible determinar un enriquecimiento ilícito, cuando en tantas experticias, y a partir de tres supuestos expertos, había tantas contradicciones.
¿Qué cree que pudo pasar ahí respecto del análisis?
Los dos magistrados se dedicaron a tomar apartes de un dictamen y a realizar sus propias cuentas para concluir en un incremento por justificar, y como si fuera poco, dieron por sentado que yo recibí los $200 millones. Que me había enriquecido ilícitamente y los sumaron a los $387, una cosa que contablemente no es posible porque, además, la misma Carolina en un aparte de su informe dice que no encontró que hubiera un detrimento al erario y tampoco un incremento patrimonial del procesado por cuenta de esos $200 millones. Entonces por las cuentas de esos dos magistrados me condenan por el delito de enriquecimiento ilícito de $587 millones, a pesar de que está documentado, certificado y justificado todos mis ingresos. El único que no justifiqué fueron los $200 millones que nunca los recibí y nunca ingresaron a mi patrimonio.
Las cuentas de la Corte dice que tiene un incremento patrimonial de $587 millones pero lo absuelve por cohecho que es recibir dinero de manera ilegal ¿Qué opinión le merece?
Paradójicamente los magistrados se están contradiciendo. Por un lado, me absuelven de cohecho que, supuestamente quiere decir que no se probó que yo hubiera aceptado una oferta, pero sí lo incluyen como parte del enriquecimiento ilícito porque incrementa mi patrimonio de manera irregular. Yo me cuestiono cómo dos magistrados de este nivel puedan llegar a una situación de esa.
En cuanto al tráfico de influencias ¿usted en algún momento ha hablado con el exsenador Otto Bula?
Nunca. La última vez que hablé con él fue en época del Senado en el 2001.
Es decir, tampoco lo encaró…
Antes de la audiencia que tuve con él, no. Yo con él tuve dos audiencias: una cuando estaba la magistrada Patricia Salazar que lo llevé como testigo y fui yo quien lo interrogó. Ahí él repitió que él si me conocía, pero que nunca habló conmigo desde hacía más de 12 o 15 años. Luego, en la audiencia de juzgamiento volvió a lo mismo, que si me conoce, pero que nunca tuvo una amistad conmigo ni nada y que nunca más se volvió a ver conmigo.
¿Cree que hubo irregularidades en su condena?
Como dice el mismo magistrado Caldas en su salvamento de voto, en mi caso hasta se construyeron pruebas para poder condenarme en uno u otro delito. En ese sentido, el magistrado Caldas no se equivoca. Ahí en esa sentencia hay de todo. Descontextualización, segmentaron los testimonios. A Bernardo Elías le creyeron su primer testimonio en el año 2018, pero luego las dos audiencias que tuvo en Sala de Juzgamiento ya no le creyeron lo que dijo porque no les servía para condenar a Antonio Guerra.
¿A qué se refiere?
Le doy un ejemplo muy claro: Elías dijo en 2018 que yo había estado en reuniones para que Odebrecht se quedara con el otrosí del contrato de Ruta del Sol 2. Pero después, ante la Sala de Juzgamiento, él mismo dijo dos veces que Antonio Guerra no tuvo nada que ver. Y eso no lo tuvieron en cuenta en mi condena. Es increíble ver cómo construyeron esta sentencia. Estaba perfilada para condenarme.
¿Usted ha pensado en denunciar al “Ñoño” Elías por falso testimonio?
La verdad no hemos hablado con el abogado de eso, porque se supone que en una instancia como esta, nuestro juez natural que es la Corte Suprema debía haber valorado si el hombre estaba mintiendo o no. Y, según esta sentencia, el hombre mintió parcialmente, pero dijo la verdad parcialmente. Yo no me he tomado la molestia de hacer ninguna denuncia por falsos testimonio.
¿Qué sabe usted del contrato de estabilidad jurídica del que se supone es por el que recibe el soborno?
De la figura de estabilidad jurídica claro que tenía conocimiento por mi profesión, por mi interés en asuntos de país y por mi presencia en el Congreso. Claro que sabía de la figura de la estabilidad jurídica. Eso se instauró en el Gobierno del presidente Álvaro Uribe. Pero en particular que la Concesionaria Ruta del Sol 2 estuviera tramitando un contrato de estabilidad jurídica lo vine a saber, y a investigar en detalle, cuando estalla el escándalo y me veo involucrado en ese tema.
¿Qué supo en específico?
Ahí es cuando empiezo a acercarme a buscar los antecedentes, no solo de la figura del contrato de estabilidad jurídica en este país, sino todo lo que tenía que ver con este específicamente. Me encuentro con el hecho de que Néstor Humberto Martínez fue la persona que se encargó de la parte técnica y jurídica de conducir esa solicitud ante el Gobierno Nacional cuya instancia era el Comité de Estabilidad Jurídica, pero eso había pasado desde 2010, solo que, en mi caso, esto engancha es en el 2012, y se hace por cuenta de dos temas.
¿Cuáles?
Uno es el de la reforma tributaria donde el mismo Otto Bulla dijo que el Ñoño Elías le había dicho que congresistas o amigos estaban dedicados a obstaculizar la reforma tributaria para presionar al Gobierno a que aprobara el contrato de estabilidad jurídica para Odebrecht. Después, en otras declaraciones, el mismo Otto Bulla dice que no, que él nunca supo que hubiera presiones, ni mucho menos actuaciones indebidas para dilatar ese proceso.
¿Y que tiene que ver usted en ese proceso?
Ahí me involucran a mí porque yo era ponente de ese proyecto. Adicionalmente, y de manera equivocada, la Sala de Instrucción insistió en que, por cuenta mía, ese proyecto se aprobó en sesiones extraordinarias y no en las sesiones ordinarias, olvidando que no es el Congreso quien decreta las sesiones extraordinarias, sino el presidente de la República. Pero, además, nosotros demostramos que de las últimas seis reformas tributarias, cuatro se aprobaron en sesiones extraordinarias. Afortunadamente, de lo poco rescatable de la sentencia es que, precisamente no me condenan por cohecho, es decir, ni recibí dinero ni hice nada para que ese proyecto fuera aprobado.
¿Qué sabe de la actuación del exfiscal Martínez en la consecución de ese contrato?
Néstor Humberto Martínez fue el encargado de conducir por parte de la concesionaria Consol todo este proceso. ¿Qué hicieron los señores de Odebrecht para que esto resultara aprobado en su afán a no más del 31 de diciembre del 2012? Pues lo que públicamente se sabe que parece que le dieron una plata o acordaron una plata con Otto Bula, y este a su vez, con Bernardo Elías. Eso lo niega Néstor Humberto Martínez de plano y dice que si él hubiera sabido en su momento que Odebrecht andaba en esas, no solo lo hubiera puesto a conocimiento de la justicia, sino que hubiera renunciado a seguir siendo el apoderado en ese caso.
Usted ha dicho unos adjetivos fuertes sobre la decisión de la Corte y estos dos magistrados mayoritarios. Desde su perspectiva de lo que vivió en el proceso, ¿cree que la Corte tiene algún interés en su caso?
Sí.
¿Por qué?
Odebrecht es una temática de orden mundial por el entramado criminal que montó, especialmente a nivel de Latinoamérica. Obviamente ese es un interés especial. Yo me quito el sombrero con el ejercicio que hay en el salvamento de voto del magistrado Caldas para desvirtuar el delito de concierto para delinquir. Yo no tengo ningún argumento válido que me lleve a confirmar que hay un interés particular de estos dos magistrados en fregarme, pero sí me genera suspicacia el contenido de la sentencia por los términos que conozco del salvamento de voto.
Si usted pudiera hablar con el Ñoño Elías, ¿qué le diría?
Lo evitaría. El solo saludo podría producirme otra mentira adicional de cualquier otro tema o cualquier otro naturaleza. Lo evitaría.
Ha sido reiterativo en la diferencia que existe entre el salvamento de voto y la sentencia…
Esta sentencia me produjo impotencia. No es ira sino inconformidad porque yo no alcanzo a entender cómo en una Sala de tan reducido número haya una diferencia entre lo que se plantea y lo que finalmente resulta. Es decir, una supuesta condena por cuatro delitos, que luego termina en tres, y una real ponencia derrotada por absolución total termine en tremenda diferencia. Es decir, un abismo entre una y otra, no logro entenderlo. No soy capaz de digerirlo ¿Cómo llegaron a tan extremas diferencias? Conceptualmente es válido que haya pasado, pero estoy convencido de que, si hubiese sido la decisión de los tres o por lo menos dos, basado en las pruebas aportadas y recaudadas en el expediente, no hay la menor duda que ese fallo en derecho no hubiera sido como resultó: condenatorio.
¿Tiene fe de que las cosas pueden cambiar si su percepción de la justicia es esa?
Yo sigo creyendo en la justicia. Soy un convencido de que, aún con sus imperfecciones, tiene que seguir operando, pero hechos como estos que me suceden a mí que a diario le pueden suceder a otros ciudadanos, son los que nos llevan a dudar y a generar suspicacias sobre la pronta y correcta administración de justicia. A pesar del golpe, de la impotencia, del tamaño de la pena, sigo confiando en la justicia y por ello vamos a adelantar la apelación. Estoy confiado y con la conciencia tranquila que vamos a lograr nuestro cometido que es salir absuelto. Sobre un posible interés en mi caso, yo no quisiera pensar que lo hubiera, ni mucho menos ingredientes políticos. Quisiera llegar a la segunda instancia desprovisto de cualquier sesgo de esa naturaleza solo con la convicción que se imparta justicia en rigor a la jurisprudencia y a la técnica del derecho
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El exsenador Antonio Guerra, condenado a 13 años, ocho meses y un día de prisión por los delitos de tráfico de influencias, concierto para delinquir y enriquecimiento ilícito, se convirtió esta semana en el tercer excongresista en ser declarado responsable por actos de corrupción que se presentaron en el entramado de corrupción que se suscitó con la firma brasilera Odebrecht.
La Sala de Primera Instancia de la Corte Suprema de Justicia, con ponencia del magistrado Ariel Torres dijo que “Antonio Guerra quebrantó gravemente y sin justa causa el bien jurídico de la seguridad pública, pues la criminalidad de cuello blanco de la que participaron miembros del Congreso y otros altos funcionarios del Estado genera más alarma social que la delincuencia individual”. Para el alto tribunal es claro que el exsenador hizo parte de un grupo de congresistas denominados buldócer que hicieron lobby para favorecer a la firma brasilera.
En el caso especial de Guerra, se conoce que realizó gestiones ante los ministerios de Comercio, Industria y Turismo y de Hacienda y Crédito Público, para que se aprobara y firmara un contrato de estabilidad jurídica que había presentado la Concesionaria Ruta del Sol II desde septiembre de 2010. Del mismo modo, habría tenido una participación esencial en la aprobación del tramo Ocaña-Gamarra. Todo el entramado de corrupción en lo que se refiere a la actuación de Guerra, dice el alto tribunal, se trató de una actuación de lobby por los cuales recibió alrededor de $200 millones.
El exsenador en diálogo con El Espectador, aseguró que pese a la decisión en su contra confía en la justicia y espera salir bien librado en la segunda instancia.
¿Cómo recibió el fallo de la Corte Suprema?
La verdad, un golpe duro, un golpe fuerte. Como decimos coloquialmente: puede que no se perciba desde el exterior, pero la procesión va por dentro, indudablemente. Lo he venido asimilando a pesar de las pocas horas de haberse proferido la sentencia, y digo duro porque he pregonado y sigo pregonando mi inocencia frente a este proceso. Y duro también porque se ha hecho una defensa con pruebas, con la mayor altura, siempre consultando el hecho de que nunca nada tuve que ver con los delitos que se imputan, citando personas que aún no conozco. Tanto del extranjero como nacionales que rindieron sus testimonios en las dos instancias, en la Sala de Instrucción y en la Sala de Primera Instancia.
¿Cuál es su defensa?
Fueron tal vez 40, o 39 personas, para ser un poco más exactos, los que dijeron no conocerme y no saber de ninguna participación mía en nada de lo que se me estaba asociando. Otros, sencillamente dijeron que no les costaba absolutamente nada, y que no sabían nada de mi participación en los hechos que se me han imputado. Solo una persona mediante un dicho, el testigo de carne, Bernardo Elías (el Ñoño Elías), es quien me asocia a dos eventos relacionados con Odebrecht.
¿Y sobre Otto Bula y Federico Gaviria, testigos estrellas en estas investigaciones?
Otras dos personas que delinquieron con Elías. Ellos dicen que no les consta nada de Antonio Guerra porque nunca se reunieron con él. En el caso de Federico Gaviria, no me conoce. Que lo poco o mucho que hayan dicho en otros procesos, e incluso en mi propio proceso, fue porque le oyeron a Bernardo Elías, no porque a ellos les costara. Es una sentencia que ciertamente deja mucho que desear. Yo soy una persona que a lo largo de la vida he confiado y estoy convencido de la justicia, así a veces, la entienda, la acepta, pero no la comparto, como en este caso.
Usted dice que confía en la justicia ¿cree que con la apelación que presentarán el panorama cambie?
Vamos para adelante y vamos a presentar nuestro recurso ante la Sala Penal confiado nuevamente en que ahí se obre como debe ser, y como siempre ha sido, a mi juicio, con todo rigor jurídico para que prevalezca esa parte por encima de cualquier sesgo de subjetividad o de cualquier otra consideración que de pronto vaya a afectar un fallo.
En su expediente ha sido cuestionado por usar sus influencias como congresista para favorecer a Odebrecht…
El tráfico de influencia, supuestamente, en la imputación de la Sala de Instrucción está edificado sobre la hipótesis de que Bernardo Elías dijo que yo lo había acompañado a hacer una averiguación ante el Ministro de Hacienda en el año 2012. También lo edifican, falsamente, diciendo que la versión de Elías aseguraba que yo lo había acompañado a la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI) a que él preguntara en qué iba el otrosí de la Ruta del Sol 2. Y la tercera, en supuestas consecuciones de citas con gerentes de bancos públicos y privados. Sobre esas tres consideraciones, construyeron el presunto delito de tráfico de influencia.
¿Cuáles fueron sus explicaciones a esos señalamientos?
La explicación es que nunca se dio esa cita en conjunto con Bernardo Elías en el despacho del ministro de Hacienda en 2012, recién posicionado Mauricio Cárdenas. El acervo probatorio muestra una prueba documental que recogió la Procuraduría que fue cotejar las entradas de Bernardo Elías y mi persona entre octubre y diciembre del 2012, para ver si coincidía alguna en tiempo, hora y lugar. El resultado de ese ejercicio indica claramente que no hubo un solo día en que coincidiera, ni en día, ni en hora, ni en el piso. Los registros dicen que nunca hubo la cita. De manera que, en mi opinión, en ese tema el tráfico de influencia quedó desvirtuado, pero obviamente, las Salas tienen sus interpretaciones acomodadas, descontextualizadas y no le dieron veracidad a lo que acabo de decir.
También se habla de entradas a la ANI…
Se hizo el mismo ejercicio por la policia judicial y el CTI, sobre los registros de entradas y salidas a las oficinas de la ANI de Bernardo Elías conmigo, para hablar con (Luis Fernando) Andrade (expresidente de la ANI). Ninguna coincide, ni siquiera en la agenda privada que le confiscaron a Luis Fernando Andrade. Sin embargo, Elías en su testimonio, en la matriz de colaboración para obtener beneficios, dijo que Antonio Guerra lo había acompañado a preguntar cómo iba el otrosí. El magistrado le pregunta: cuál fue el papel de Antonio Guerra, y él dice: leve, simplemente leve.
Y sobre las citas con presidentes de las entidades bancarias…
Supuestamente, Elías me había encargado que le ayudara a sacar una cita con bancos públicos y privados. Quedó probado, por testimonio de los presidentes de los bancos en documentos en respuesta a derecho de petición. Nunca hubo entrevista de ninguna especie todo eso está documentado, todo eso se escuchó también testimonialmente en audiencia de juzgamiento.
¿Cuál era su relación con Bernardo “Ñoño” Elías antes de todo esto?
Mi relación con él empieza cuando llega al Congreso. Él llega a la Cámara de Representantes, yo estoy en el Senado de la República, coincidencialmente, a él lo eligen presidente de la Comisión Económica de la Cámara, y a mí me eligen presidente de la Comisión Económica del Senado. A partir de ese momento empezamos a interactuar juntos.
¿Lo consideraba su amigo?
En ese momento empezamos a interactuar juntos y empezamos a generar una amistad. Posteriormente, en 2010, llega al Senado. Yo regreso al Senado y coincidimos en la Comisión de Asuntos Económicos. Ahí, por diferentes motivos, empezamos a acercar las relaciones de amistad, aunado a que él también tiene su origen en la costa Caribe como la tengo yo, en ciudades vecinas como Sincelejo, en mi caso, y él, de Sahagún. En muchos de los temas que llegaban a la Comisión nosotros coincidíamos. En otras circunstancias había otro tipo de escenarios donde coincidimos, incluso, lo puedo decir sin ningún inconveniente: Hubo escenarios folklóricos donde también coincidimos porque tanto a él, como a mí, nos gusta el tema de la música vallenata, pero nunca hubo una relación íntima que yo pueda calificarla como tal.
¿Qué considera usted que llevó a Bernardo Elías a mencionarlo en el escándalo?
En 2018, él decidió radicar una matriz de colaboración ante la Corte Suprema en la búsqueda de supuestos beneficios por la vía de colaboración efectiva, pero eso tiene un antecedente. Cuando él empieza a trabajar con Odebrecht y se relaciona con Bula, él le mencionaba a Bula que varios compañeros de las comisiones económicas lo estaban acompañando en sus vueltas. Esto lo contó Bula en varios testimonios, en los que dijo que Elías mencionaba a Antonio Guerra. Claro, yo entiendo por qué me mencionaba a mí.
¿Por qué?
Primero, porque Otto Bula me conoció cuando él entró al Congreso como suplente de Mario Uribe, en el 2000 o 2001, fue mi primer periodo en el Congreso. Adicionalmente, Bula tenía conocimiento de mí porque él es de Sahagún y regionalmente, uno sabe quiénes tienen alguna visibilidad,.
¿Pero eso qué tiene que ver con el hecho de que el Ñoño Elías lo haya mencionado a usted como su enlace en sus andanzas ilegales?
Si Bernardo Elías le decía que en su vuelta lo acompañaba, por decir nombres de la Comisión Económica que no fueran cercanos a ellos, Bula no se lo iba a creer. Pero le mencionó el de Antonio Guerra y a ese sí le daba crédito porque sabía que podía haber una amistad.
¿Usted nunca le pidió explicaciones de por qué estaba haciendo esos señalamientos?
No, porque él estaba aislado en la Picota. Yo jamás pensé que él llegaría a eso, pero, en el 2018, sucedió lo que tenía que suceder, y bueno, ahí yo no tenía nada más que hacer que encarar mi propia defensa y ahí pues sálvese quien pueda.
En el expediente está claro que Bernardo Elías es el testigo clave en su contra, pero ¿cómo se llega a la hipótesis de que usted recibió $200 millones para favorecer a Odebrecht?
Eso empieza cuando capturan a Otto Bula en enero de 2017. Él, ante la Fiscalía, empieza su recorrido en búsqueda de beneficios. Empieza a contar lo que él hizo con el Ñoño Elías y lo que Elías le decía. Elías le dijo que me había entregado $200 millones por, supuestamente, haberlo acompañado a hacer una averiguación ante el ministro de Hacienda. Ahí es donde nace la compulsa de copias de la Fiscalía a la Corte.
En el expediente reposa que su enriquecimiento ilícito fue por $587 millones y no solo de esos $200 millones. ¿Qué puede decir al respecto?
Esto empieza cuando a mí me asociación al tema. La Procuraduría General solicita que se abra una investigación disciplinaria a cuatro congresistas de la época: mi persona, Plinio Olano, Bernardo Elías y Ciro Rodríguez. En el auto interno, el procurador (Fernando) Carrillo le pide al delegado para asuntos disciplinarios que se adelante un estudio sobre las finanzas de Antonio Guerra y de su cónyuge. La dirección de investigaciones internas designa al economista Francisco Sánchez. Él lo que hizo fue oficiar al Senado, a la DIAN, a la movilidad de tránsito en Bogotá para que le contestaran una serie de preguntas y construyó su ejercicio con las respuestas que le llegaron. Con base en eso, hizo su primer informe en julio de 2018. Según él, se generaba un incremento patrimonial entre el 2012 y el 2017 de mi parte por $1.200 y de mi esposa $122 millones.
Pero eso sucedió en el marco del proceso en la Procuraduría...
Sí. Yo contraté a un contador y un abogado. Se hizo la oposición a ese dictamen, se allegaron unas pruebas para documentar todos mis ingresos. En enero de 2018, sacó un segundo informe en el que menciona que mi esposa no registraba incremento patrimonial a justificar, y que, en el caso de Antonio Guerra todavía, a pesar de que se redujo, existían incrementos patrimoniales creo que por $1.160 millones. Volvimos a presentar otro ejercicio donde se mostraba que no había incremento patrimonial a justificar de mi parte.
Eso en materia disciplinaria, pero en lo penal…
La Sala de Instrucción solicita que se allegue al expediente ese informe de la Procuraduría y ahí es donde empiezan los yerros de la Corte, inducidos por el trabajo equivocado, precario, y que yo califiqué como un desastre, por parte del economista Francisco Antonio Sánchez.
¿Por qué dice que indujo a errores?
Porque a partir de ahí fue que ellos usaron esa figura para decir que yo tenía incrementos injustificados patrimoniales en esos cinco años. La Sala de Instrucción le oficia al CTI para que una experta contadora realice un estudio sobre el trabajo de Francisco Antonio Sánchez. Designaron internamente a la contadora Nini Johana Coloma. Ella le responde a la Sala que no puede adelantar un estudio como el que le pide porque ese trabajo no se realizó conforme a lo que corresponde un dictamen pericial. Que no se hicieron comparaciones patrimoniales como corresponde. Que dejó de lado parte de la normatividad tributaria que estaba vigente y consultó unas que ya no estaban en rigor. La Sala de juzgamiento le solicita al CTI una experticia por vía de un dictamen sobre el trabajo, del señor de la Procuraduría y, designan a la contadora Carolina Cortés.
¿Qué encontró ella?
Reconoce que todo su trabajo lo hizo desde su apartamento, enviando solicitudes a diferentes entidades, y lo que llegó fue lo que acopió. Resultó que el ejercicio de ella terminó en que se incrementaba mi patrimonio en $1.400 millones.
¿Ustedes objetaron ese informe?
Junto con mi defensa entramos a operar. Se presentó un informe ante el magistrado ponente Jorge Caldas. Le pasaron el informe a Carolina ella lo revisó otra vez. Devolvió su trabajo rebajando de $1.400 a $557 millones el incremento patrimonial a justificar. Es decir, como digo yo vulgarmente, la friolera de $1.000 millones menos de un trabajo a otro, en menos de dos meses ¿qué credibilidad podía dar eso? La defensa interpuso ante la Sala otra objeción volviendo a demostrar y profundizando que no había incremento patrimonial a justificar en ningún año. Ese trabajo dice que no era posible determinar un enriquecimiento ilícito, cuando en tantas experticias, y a partir de tres supuestos expertos, había tantas contradicciones.
¿Qué cree que pudo pasar ahí respecto del análisis?
Los dos magistrados se dedicaron a tomar apartes de un dictamen y a realizar sus propias cuentas para concluir en un incremento por justificar, y como si fuera poco, dieron por sentado que yo recibí los $200 millones. Que me había enriquecido ilícitamente y los sumaron a los $387, una cosa que contablemente no es posible porque, además, la misma Carolina en un aparte de su informe dice que no encontró que hubiera un detrimento al erario y tampoco un incremento patrimonial del procesado por cuenta de esos $200 millones. Entonces por las cuentas de esos dos magistrados me condenan por el delito de enriquecimiento ilícito de $587 millones, a pesar de que está documentado, certificado y justificado todos mis ingresos. El único que no justifiqué fueron los $200 millones que nunca los recibí y nunca ingresaron a mi patrimonio.
Las cuentas de la Corte dice que tiene un incremento patrimonial de $587 millones pero lo absuelve por cohecho que es recibir dinero de manera ilegal ¿Qué opinión le merece?
Paradójicamente los magistrados se están contradiciendo. Por un lado, me absuelven de cohecho que, supuestamente quiere decir que no se probó que yo hubiera aceptado una oferta, pero sí lo incluyen como parte del enriquecimiento ilícito porque incrementa mi patrimonio de manera irregular. Yo me cuestiono cómo dos magistrados de este nivel puedan llegar a una situación de esa.
En cuanto al tráfico de influencias ¿usted en algún momento ha hablado con el exsenador Otto Bula?
Nunca. La última vez que hablé con él fue en época del Senado en el 2001.
Es decir, tampoco lo encaró…
Antes de la audiencia que tuve con él, no. Yo con él tuve dos audiencias: una cuando estaba la magistrada Patricia Salazar que lo llevé como testigo y fui yo quien lo interrogó. Ahí él repitió que él si me conocía, pero que nunca habló conmigo desde hacía más de 12 o 15 años. Luego, en la audiencia de juzgamiento volvió a lo mismo, que si me conoce, pero que nunca tuvo una amistad conmigo ni nada y que nunca más se volvió a ver conmigo.
¿Cree que hubo irregularidades en su condena?
Como dice el mismo magistrado Caldas en su salvamento de voto, en mi caso hasta se construyeron pruebas para poder condenarme en uno u otro delito. En ese sentido, el magistrado Caldas no se equivoca. Ahí en esa sentencia hay de todo. Descontextualización, segmentaron los testimonios. A Bernardo Elías le creyeron su primer testimonio en el año 2018, pero luego las dos audiencias que tuvo en Sala de Juzgamiento ya no le creyeron lo que dijo porque no les servía para condenar a Antonio Guerra.
¿A qué se refiere?
Le doy un ejemplo muy claro: Elías dijo en 2018 que yo había estado en reuniones para que Odebrecht se quedara con el otrosí del contrato de Ruta del Sol 2. Pero después, ante la Sala de Juzgamiento, él mismo dijo dos veces que Antonio Guerra no tuvo nada que ver. Y eso no lo tuvieron en cuenta en mi condena. Es increíble ver cómo construyeron esta sentencia. Estaba perfilada para condenarme.
¿Usted ha pensado en denunciar al “Ñoño” Elías por falso testimonio?
La verdad no hemos hablado con el abogado de eso, porque se supone que en una instancia como esta, nuestro juez natural que es la Corte Suprema debía haber valorado si el hombre estaba mintiendo o no. Y, según esta sentencia, el hombre mintió parcialmente, pero dijo la verdad parcialmente. Yo no me he tomado la molestia de hacer ninguna denuncia por falsos testimonio.
¿Qué sabe usted del contrato de estabilidad jurídica del que se supone es por el que recibe el soborno?
De la figura de estabilidad jurídica claro que tenía conocimiento por mi profesión, por mi interés en asuntos de país y por mi presencia en el Congreso. Claro que sabía de la figura de la estabilidad jurídica. Eso se instauró en el Gobierno del presidente Álvaro Uribe. Pero en particular que la Concesionaria Ruta del Sol 2 estuviera tramitando un contrato de estabilidad jurídica lo vine a saber, y a investigar en detalle, cuando estalla el escándalo y me veo involucrado en ese tema.
¿Qué supo en específico?
Ahí es cuando empiezo a acercarme a buscar los antecedentes, no solo de la figura del contrato de estabilidad jurídica en este país, sino todo lo que tenía que ver con este específicamente. Me encuentro con el hecho de que Néstor Humberto Martínez fue la persona que se encargó de la parte técnica y jurídica de conducir esa solicitud ante el Gobierno Nacional cuya instancia era el Comité de Estabilidad Jurídica, pero eso había pasado desde 2010, solo que, en mi caso, esto engancha es en el 2012, y se hace por cuenta de dos temas.
¿Cuáles?
Uno es el de la reforma tributaria donde el mismo Otto Bulla dijo que el Ñoño Elías le había dicho que congresistas o amigos estaban dedicados a obstaculizar la reforma tributaria para presionar al Gobierno a que aprobara el contrato de estabilidad jurídica para Odebrecht. Después, en otras declaraciones, el mismo Otto Bulla dice que no, que él nunca supo que hubiera presiones, ni mucho menos actuaciones indebidas para dilatar ese proceso.
¿Y que tiene que ver usted en ese proceso?
Ahí me involucran a mí porque yo era ponente de ese proyecto. Adicionalmente, y de manera equivocada, la Sala de Instrucción insistió en que, por cuenta mía, ese proyecto se aprobó en sesiones extraordinarias y no en las sesiones ordinarias, olvidando que no es el Congreso quien decreta las sesiones extraordinarias, sino el presidente de la República. Pero, además, nosotros demostramos que de las últimas seis reformas tributarias, cuatro se aprobaron en sesiones extraordinarias. Afortunadamente, de lo poco rescatable de la sentencia es que, precisamente no me condenan por cohecho, es decir, ni recibí dinero ni hice nada para que ese proyecto fuera aprobado.
¿Qué sabe de la actuación del exfiscal Martínez en la consecución de ese contrato?
Néstor Humberto Martínez fue el encargado de conducir por parte de la concesionaria Consol todo este proceso. ¿Qué hicieron los señores de Odebrecht para que esto resultara aprobado en su afán a no más del 31 de diciembre del 2012? Pues lo que públicamente se sabe que parece que le dieron una plata o acordaron una plata con Otto Bula, y este a su vez, con Bernardo Elías. Eso lo niega Néstor Humberto Martínez de plano y dice que si él hubiera sabido en su momento que Odebrecht andaba en esas, no solo lo hubiera puesto a conocimiento de la justicia, sino que hubiera renunciado a seguir siendo el apoderado en ese caso.
Usted ha dicho unos adjetivos fuertes sobre la decisión de la Corte y estos dos magistrados mayoritarios. Desde su perspectiva de lo que vivió en el proceso, ¿cree que la Corte tiene algún interés en su caso?
Sí.
¿Por qué?
Odebrecht es una temática de orden mundial por el entramado criminal que montó, especialmente a nivel de Latinoamérica. Obviamente ese es un interés especial. Yo me quito el sombrero con el ejercicio que hay en el salvamento de voto del magistrado Caldas para desvirtuar el delito de concierto para delinquir. Yo no tengo ningún argumento válido que me lleve a confirmar que hay un interés particular de estos dos magistrados en fregarme, pero sí me genera suspicacia el contenido de la sentencia por los términos que conozco del salvamento de voto.
Si usted pudiera hablar con el Ñoño Elías, ¿qué le diría?
Lo evitaría. El solo saludo podría producirme otra mentira adicional de cualquier otro tema o cualquier otro naturaleza. Lo evitaría.
Ha sido reiterativo en la diferencia que existe entre el salvamento de voto y la sentencia…
Esta sentencia me produjo impotencia. No es ira sino inconformidad porque yo no alcanzo a entender cómo en una Sala de tan reducido número haya una diferencia entre lo que se plantea y lo que finalmente resulta. Es decir, una supuesta condena por cuatro delitos, que luego termina en tres, y una real ponencia derrotada por absolución total termine en tremenda diferencia. Es decir, un abismo entre una y otra, no logro entenderlo. No soy capaz de digerirlo ¿Cómo llegaron a tan extremas diferencias? Conceptualmente es válido que haya pasado, pero estoy convencido de que, si hubiese sido la decisión de los tres o por lo menos dos, basado en las pruebas aportadas y recaudadas en el expediente, no hay la menor duda que ese fallo en derecho no hubiera sido como resultó: condenatorio.
¿Tiene fe de que las cosas pueden cambiar si su percepción de la justicia es esa?
Yo sigo creyendo en la justicia. Soy un convencido de que, aún con sus imperfecciones, tiene que seguir operando, pero hechos como estos que me suceden a mí que a diario le pueden suceder a otros ciudadanos, son los que nos llevan a dudar y a generar suspicacias sobre la pronta y correcta administración de justicia. A pesar del golpe, de la impotencia, del tamaño de la pena, sigo confiando en la justicia y por ello vamos a adelantar la apelación. Estoy confiado y con la conciencia tranquila que vamos a lograr nuestro cometido que es salir absuelto. Sobre un posible interés en mi caso, yo no quisiera pensar que lo hubiera, ni mucho menos ingredientes políticos. Quisiera llegar a la segunda instancia desprovisto de cualquier sesgo de esa naturaleza solo con la convicción que se imparta justicia en rigor a la jurisprudencia y a la técnica del derecho
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