Estos son los cables desclasificados de EE.UU. a la Comisión de la Verdad
La Comisión de la Verdad utilizó estos documentos para construir su informe final. Entre los archivos se encuentran cables de la Embajada de Estados Unidos en Colombia, la CIA e información del Pentágono. Los documentos fueron desclasificados gracias al trabajo de la organización estadounidense National Security Archive, dirigida por el periodista Michael Evans.
La Comisión de la Verdad hoy hizo públicos más de 15 mil archivos desclasificados de agencias del gobierno de los Estados Unidos y que usó para construir el informe final, el cual presentó a todo el país a finales de junio pasado. Todos esos documentos tienen información sobre el conflicto armado colombiano y a los cuales esta comisión tuvo acceso desde 2018 gracias a la organización no gubernamental National Security Archive (NSA).
Aquí puede encontrar los cables de Estados Unidos sobre el Conflicto Armado en Colombia.
Los archivos desclasificados, dice la Comisión de la Verdad, abarcan más de seis décadas de historia, como las relaciones diplomáticas entre Colombia y Estados Unidos, la lucha contra las drogas, actuaciones de los grupos armados y violaciones de derechos humanos e infracciones al derecho internacional humanitario. Según el organismo nacido del Acuerdo de Paz con las Farc, los documentos también dan cuenta de percepciones de altos funcionarios estadounidenses y decisiones políticas referidas al conflicto armado en asuntos como las operaciones antiterroristas, las estrategias contra cultivos ilícitos, la cooperación militar, la extradición y las operaciones antiguerrilla, entre otros.
La Comisión de la Verdad utilizó algunos de los archivos mencionados para la elaboración del Informe Final, e incluyó entre sus recomendaciones al Estado colombiano la de solicitar al gobierno estadounidense la desclasificación acelerada de documentos sobre temas que aún mantienen reserva. “La Comisión de la Verdad es una oportunidad para que estos archivos ocultos por tanto tiempo hablen. Y para nosotros, en National Security Archive, es un momento clave de muchos años de trabajo, buscando la desclasificación de los registros de seguridad nacional de Estados Unidos”, aseguró Michael Evans, director del proyecto de documentación Colombia de NSA.
Lea: Los archivos secretos de Estados Unidos sobre Colombia
En junio pasado, El Espectador tuvo acceso a ellos y encontró documentos que daban cuenta de por ejemplo, el conocimiento que tenía Estados Unidos de las alianzas entre los militares colombianos con los paramilitarismo. Uno de esos documentos fue escrito cuatro años después del asesinato de Rodrigo Lara Bonilla, cuando Estados Unidos tenía enfilados todos sus esfuerzos en dar con el paradero de Pablo Escobar y la lucha armada se tornaba cada vez más sanguinaria en las regiones.
El tema principal del informe se centra en la participación de comandantes del Ejército en “una ola de asesinatos contra presuntos líderes de izquierda”, principalmente en Medellín y el Urabá. En concreto, los informantes señalan que detrás de esos asesinatos estarían hombres del comando de inteligencia del Ejército, conocida como el B2, que se habrían concertado con narcotraficantes y paramilitares. En esa época, el genocidio del partido Unión Patriótica estaba en pleno despliegue.
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Según los agentes, resultaba “poco probable” que esa coordinación ocurriera sin el conocimiento del comandante de la Cuarta Brigada, con sede en Medellín. Los informantes de la CIA fueron más allá con los detalles de estos vínculos ilegales. De acuerdo con el documento, los vínculos entre el Ejército y los grupos paramilitares resultaron en lo que se conoció como las masacres de Honduras y La Negra, ocurridas en marzo de 1988 en el corregimiento Currulao de Turbo (Antioquia).
Para conocer más sobre justicia, seguridad y derechos humanos, visite la sección Judicial de El Espectador.
La Comisión de la Verdad hoy hizo públicos más de 15 mil archivos desclasificados de agencias del gobierno de los Estados Unidos y que usó para construir el informe final, el cual presentó a todo el país a finales de junio pasado. Todos esos documentos tienen información sobre el conflicto armado colombiano y a los cuales esta comisión tuvo acceso desde 2018 gracias a la organización no gubernamental National Security Archive (NSA).
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Los archivos desclasificados, dice la Comisión de la Verdad, abarcan más de seis décadas de historia, como las relaciones diplomáticas entre Colombia y Estados Unidos, la lucha contra las drogas, actuaciones de los grupos armados y violaciones de derechos humanos e infracciones al derecho internacional humanitario. Según el organismo nacido del Acuerdo de Paz con las Farc, los documentos también dan cuenta de percepciones de altos funcionarios estadounidenses y decisiones políticas referidas al conflicto armado en asuntos como las operaciones antiterroristas, las estrategias contra cultivos ilícitos, la cooperación militar, la extradición y las operaciones antiguerrilla, entre otros.
La Comisión de la Verdad utilizó algunos de los archivos mencionados para la elaboración del Informe Final, e incluyó entre sus recomendaciones al Estado colombiano la de solicitar al gobierno estadounidense la desclasificación acelerada de documentos sobre temas que aún mantienen reserva. “La Comisión de la Verdad es una oportunidad para que estos archivos ocultos por tanto tiempo hablen. Y para nosotros, en National Security Archive, es un momento clave de muchos años de trabajo, buscando la desclasificación de los registros de seguridad nacional de Estados Unidos”, aseguró Michael Evans, director del proyecto de documentación Colombia de NSA.
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En junio pasado, El Espectador tuvo acceso a ellos y encontró documentos que daban cuenta de por ejemplo, el conocimiento que tenía Estados Unidos de las alianzas entre los militares colombianos con los paramilitarismo. Uno de esos documentos fue escrito cuatro años después del asesinato de Rodrigo Lara Bonilla, cuando Estados Unidos tenía enfilados todos sus esfuerzos en dar con el paradero de Pablo Escobar y la lucha armada se tornaba cada vez más sanguinaria en las regiones.
El tema principal del informe se centra en la participación de comandantes del Ejército en “una ola de asesinatos contra presuntos líderes de izquierda”, principalmente en Medellín y el Urabá. En concreto, los informantes señalan que detrás de esos asesinatos estarían hombres del comando de inteligencia del Ejército, conocida como el B2, que se habrían concertado con narcotraficantes y paramilitares. En esa época, el genocidio del partido Unión Patriótica estaba en pleno despliegue.
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Según los agentes, resultaba “poco probable” que esa coordinación ocurriera sin el conocimiento del comandante de la Cuarta Brigada, con sede en Medellín. Los informantes de la CIA fueron más allá con los detalles de estos vínculos ilegales. De acuerdo con el documento, los vínculos entre el Ejército y los grupos paramilitares resultaron en lo que se conoció como las masacres de Honduras y La Negra, ocurridas en marzo de 1988 en el corregimiento Currulao de Turbo (Antioquia).
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