Fiscalía llama a declarar al arzobispo de Villavicencio en caso de abuso sexual
Monseñor Óscar Urbina y su vicario, William Prieto, fueron citados a declarar en una investigación contra 38 sacerdotes que habrían violentado sexualmente, y durante años, a una misma persona, incluso induciéndolo a la prostitución.
Monseñor Óscar Urbina, arzobispo de Villavicencio, fue citado por la Fiscalía a declarar en una investigación por violencia sexual. Se trata del caso en el que fueron denunciados 38 sacerdotes por abusar, todos, de la misma persona por años, desde que era menor de edad y hasta después de cumplir 18 años. Según una investigación del periodista Juan Pablo Barrientos, Urbina habría sido clave en encubrir a los miembros de su clero. El religioso, por su parte, suspendió a los involucrados el año pasado y ha dicho que está colaborando con las pesquisas.
Para conocer más sobre justicia, seguridad y derechos humanos, visite la sección Judicial de El Espectador.
La Fiscalía citó a Urbina para el próximo martes, 23 de noviembre, en la mañana. También fue llamado a declarar su vicario general, William Prieto. Al parecer, ambos recibieron las denuncias contra los sacerdotes involucrados en el abuso, que se perpetuó durante años, y no hicieron nada por evitarlo. Urbina le dijo a El Espectador en 2020 que recibió la denuncia en febrero de ese año y actuó de inmediato: suspendió a 19 de los sacerdotes involucrados en el episodio e informó de lo sucedido al Vaticano.
(Lea la entrevista completa con monseñor Óscar Urbina: “Estamos estudiando tres denuncias más de pederastia”)
Según las investigaciones de Barrientos, publicadas en su libro Este es el cordero de dios, la víctima sufrió agresiones sexuales desde sus 15 años y lo indujeron a la prostitución en un ciclo de violencias que se perpetuó hasta sus 30. Diferentes miembros de la Iglesia han intentado frenar la circulación del libro de Barrientos con tutelas e incluso el mismo Urbina dijo en el trámite de una de las demandas que las investigaciones del periodista “carecen de sustento fáctico y jurídico”. Sin embargo, todos los recursos les han sido negados.
El arzobispo de Villavicencio le dijo a este diario, también el año pasado, que le dio trámite a las denuncias y nombró una comisión para investigar otros casos de pederastia. “Una vez que recibimos los dos documentos, nombré a dos personas de la comisión para que hicieran el estudio de que realmente el caso era una realidad verosímil. Viendo que era una cosa muy grave, continué el proceso, que implica la suspensión de manera cautelar (de los sacerdotes); es una suspensión que no significa que estamos juzgando ni mucho menos condenando a nadie, pero de una manera cautelar se suspenden y se informa a la Santa Sede”, dijo.
(Le puede interesar: Caso por denuncia de pederastia en Arquidiócesis de Villavicencio se traslada a Bogotá)
En libro de Barrientos, no obstante, se sugiere que monseñor Urbina pudo haber menospreciado al denunciante. En el primer capítulo se lee: “Urbina y Prieto repitieron en público y en privado que Pedro —la víctima— tenía afán de dinero y nada más. Las abogadas —de la comisión—, tras conocerlo y escucharlo, quedaron convencidas de lo contrario. Su relato era real. Había sido víctima de un abuso y tenía que denunciarlo ante la Fiscalía y suspender a los agresores de inmediato. Monseñor Urbina no tuvo más remedio que asentir, pero no hizo nada más. Se mostraba huraño, indiferente, casi que con una mueca de desprecio a toda hora. Podía ser que estuviera asustado porque ya conocía esos hechos y los había guardado, les había echado tierra. O quizá tenía remordimiento y se sentía lejos de Dios por haberlos permitido”.
Monseñor Óscar Urbina, arzobispo de Villavicencio, fue citado por la Fiscalía a declarar en una investigación por violencia sexual. Se trata del caso en el que fueron denunciados 38 sacerdotes por abusar, todos, de la misma persona por años, desde que era menor de edad y hasta después de cumplir 18 años. Según una investigación del periodista Juan Pablo Barrientos, Urbina habría sido clave en encubrir a los miembros de su clero. El religioso, por su parte, suspendió a los involucrados el año pasado y ha dicho que está colaborando con las pesquisas.
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La Fiscalía citó a Urbina para el próximo martes, 23 de noviembre, en la mañana. También fue llamado a declarar su vicario general, William Prieto. Al parecer, ambos recibieron las denuncias contra los sacerdotes involucrados en el abuso, que se perpetuó durante años, y no hicieron nada por evitarlo. Urbina le dijo a El Espectador en 2020 que recibió la denuncia en febrero de ese año y actuó de inmediato: suspendió a 19 de los sacerdotes involucrados en el episodio e informó de lo sucedido al Vaticano.
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Según las investigaciones de Barrientos, publicadas en su libro Este es el cordero de dios, la víctima sufrió agresiones sexuales desde sus 15 años y lo indujeron a la prostitución en un ciclo de violencias que se perpetuó hasta sus 30. Diferentes miembros de la Iglesia han intentado frenar la circulación del libro de Barrientos con tutelas e incluso el mismo Urbina dijo en el trámite de una de las demandas que las investigaciones del periodista “carecen de sustento fáctico y jurídico”. Sin embargo, todos los recursos les han sido negados.
El arzobispo de Villavicencio le dijo a este diario, también el año pasado, que le dio trámite a las denuncias y nombró una comisión para investigar otros casos de pederastia. “Una vez que recibimos los dos documentos, nombré a dos personas de la comisión para que hicieran el estudio de que realmente el caso era una realidad verosímil. Viendo que era una cosa muy grave, continué el proceso, que implica la suspensión de manera cautelar (de los sacerdotes); es una suspensión que no significa que estamos juzgando ni mucho menos condenando a nadie, pero de una manera cautelar se suspenden y se informa a la Santa Sede”, dijo.
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En libro de Barrientos, no obstante, se sugiere que monseñor Urbina pudo haber menospreciado al denunciante. En el primer capítulo se lee: “Urbina y Prieto repitieron en público y en privado que Pedro —la víctima— tenía afán de dinero y nada más. Las abogadas —de la comisión—, tras conocerlo y escucharlo, quedaron convencidas de lo contrario. Su relato era real. Había sido víctima de un abuso y tenía que denunciarlo ante la Fiscalía y suspender a los agresores de inmediato. Monseñor Urbina no tuvo más remedio que asentir, pero no hizo nada más. Se mostraba huraño, indiferente, casi que con una mueca de desprecio a toda hora. Podía ser que estuviera asustado porque ya conocía esos hechos y los había guardado, les había echado tierra. O quizá tenía remordimiento y se sentía lejos de Dios por haberlos permitido”.