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A pesar de las evidencias que cada vez más lo acorralan como uno de los capos del cartel de la toga, el expresidente de la Corte Suprema de Justicia José Leonidas Bustos se aferra con las uñas a su inocencia. Ante el tribunal que presidió hace apenas dos años, declaró este 9 de octubre, ante el magistrado Luis Antonio Hernández, que está convencido de que todo se trata de un complot contra la Corte para dejarla herida de muerte en sus decisiones del pasado contra la parapolítica y la corrupción del gobierno de Álvaro Uribe. “No puede olvidar, señor magistrado, que la Corte en 2007 destapó las relaciones entre los políticos y el paramilitarismo, que condenó a 60 miembros del Congreso, que condenamos a cinco ministros del despacho y a cuatro directores del Departamento Administrativo, que condenamos como nunca antes se había visto en la historia, y eso ha generado una cruzada para deslegitimar nuestras decisiones para que digan: ‘cómo esa Corte corrupta nos condenó a nosotros’”.
Así de vehemente fue Bustos en su declaración de una hora y 45 minutos que fue conocida por El Espectador. “Se busca generar una acción de revisión de esos procesos —continuó Bustos—. Es mejor decirle a un electorado que ellos fueron condenados por no pagarle a un magistrado determinada suma de dinero, a decirle que fueron condenados porque había pruebas de corrupción”. Antes de entrar en los detalles que lo salpican en un presunto cartel que torcía expedientes y ponía órdenes de captura en remojo, Bustos lanzó una advertencia: “Yo soy el primer interesado en que las cosas se esclarezcan y se le dé una respuesta al país, pero lo que sí no podemos, señor magistrado, es dejarnos intimidar ni parcializar, ni amedrentar por los medios de comunicación”. En calidad de testigo, José Leonidas Bustos contestó un extenso interrogatorio dentro del expediente del congresista Musa Besaile, hoy detenido en la cárcel La Picota en Bogotá.
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Bustos relató que conoció al exfiscal Luis Gustavo Moreno —hoy su principal delator— en la Universidad Libre hacia el año 2005. Según dijo, su relación nunca fue de amistad y menos de trabajo. Era, en sus palabras, una “relación académica”, pues veía en Moreno a un estudiante “diligente y con ganas de salir adelante”. Ese hombre diligente, 12 años después, lo acusó como parte de la mafia que corrompió la cúpula del Poder Judicial. Luis Gustavo Moreno confesó que le entregó personalmente a Bustos $200 millones de los $600 millones que habría pagado el senador liberal Álvaro Ashton para poner en el congelador su investigación por parapolítica. La versión de Bustos, en cambio, es diametralmente opuesta. Sostuvo que todo lo dicho por Moreno y su socio de andanzas, el abogado Leonardo Pinilla, es falso. Insistió en que jamás supo que Moreno defendiera casos de parapolítica y que sólo se vino a dar cuenta de esa circunstancia en el proceso del exsenador Luis Alfredo Ramos.
Una tesis difícil de creer, dado el grado de cercanía que el propio Moreno tenía con Bustos y que ya le admitió a la justicia. “Tampoco supe que él (Moreno) fue el defensor del senador Andrade. Lo vine a saber con motivo de todo este escándalo del cual soy completamente ajeno”, aseguró el exmagistrado. Cuando le preguntaron si fue por orden suya que Gustavo Moreno abrió oficina con el exmagistrado Francisco Ricaurte –también detenido en La Picota–, Bustos declaró: “Jamás le sugerí eso. Me vine a enterar que ellos estaban compartiendo oficina mucho tiempo después”. Aunque reconoció su amistad con Ricaurte, añadió que éste nunca le comentó sobre ningún proceso. “Con ningún magistrado de la Corte hablaba de procesos, ni fui a la oficina de ningún magistrado para obtener apoyo por una ponencia (…), lo que dice el señor Pinilla en esas grabaciones (las de la DEA) es mentiroso: ni constituí una banda de delincuentes ni me alié con el doctor Ricaurte para arreglar negocios”, aseveró Bustos.
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Y agregó: “Jamás puse la función de administrar justicia al servicio de mezquinos intereses ni por dádivas ni por amistad. Fui un magistrado probo, decente, estudioso y vertical”. También negó el supuesto padrinazgo que le achacan con relación a Gustavo Moreno: “Él me decía a mí doctor Bustos o su señoría. Jamás le di un trato como si fuera su tutor y él mi pupilo, o como si fuera mi ahijado y yo su padrino, ni como si él fuera mi hijo y yo su papá”. Además, relató que ni el proceso de Musa Besaile, ni el de Álvaro Ashton, ni el de Julio Manzur, ni el de Hernán Andrade los tenía su despacho. El exmagistrado recalcó que Moreno seguramente pidió dineros a su nombre, “de una forma rastrera”, abusando de la relación académica que tenían. “Él se valió de esa amistad seguramente para mostrarse ante sus clientes”. En ese contexto, Bustos relató que su teoría es que el exfiscal extraditable busca beneficios procesales a cambio de mentiras.
“Él (Moreno) ve una salida: negociar un principio de oportunidad con la Fiscalía, y así todas sus fechorías se quedan en veremos, la Fiscalía renuncia a la persecución penal con el cuento de que él está destapando el cartel de la toga, ‘la banda de delincuentes de aquí de la Corte Suprema’, y entonces bajo esos parámetros se hace acreedor de un principio de oportunidad, y negocia con Estados Unidos, que haría un excelente papel si un magistrado de la Corte es condenado. Esa es mi teoría”, declaró el exmagistrado para reforzar su tesis de que oscuros intereses se están moviendo tras bambalinas no para develar el peor caso de corrupción en la justicia, sino para cercenar el poder de una Corte que puso tras las rejas a parapolíticos y corruptos. Una estrategia que para muchos resulta problemática, pues Bustos y compañía están siendo procesados por, presuntamente, tratar de afectar las investigaciones por parapolítica en favor de varios pesos pesados del Congreso.
En esa línea de despotricar en contra de Moreno –de quien muchos aseguran todavía que es su protegido–, José Leonidas Bustos sostuvo que jamás postuló ni recomendó a Moreno para ningún cargo o contrato, que tampoco es verdad que se lo hubiera impuesto al fiscal Néstor Humberto Martínez en la Unidad Anticorrupción y que mucho menos le hubiera hecho algún favor en la Corte. “No sé cómo habrá llegado el doctor Moreno a la Fiscalía, cómo pudo acceder a ese cargo con todos los problemas que últimamente le he conocido, una persona de ese pasado y de esa calaña cómo pudo pasar las pruebas”. En ese escenario, indicó que la fotografía que le tomaron con Gustavo Moreno en Panamá en 2012 y el encuentro que sostuvieron en el Marriott de Miami para fin de año de 2014, no fueron más que coincidencias. Y lanzó la siguiente teoría: “El doctor Moreno como que me perseguía, como que de pronto alguien le decía dónde estaba yo en algún evento, y allá se presentaba”.
Según su convicción, ni Moreno era su ahijado ni se reunieron nunca para cuadrar platas o procesos, y que todos sus encuentros fueron el resultado de una “persecución” del exfiscal para tratar de colarse en su círculo íntimo. Una explicación que, según varios investigadores, deja muchas dudas. En su testimonio, le preguntaron a Bustos por su amistad con el exfiscal Eduardo Montealegre. El exmagistrado dijo que eran muy cercanos desde que estudiaron en el colegio San Simón de Ibagué. Montealegre fue noticia el viernes pasado, pues denunció al exfiscal Moreno –a quien le entregó un contrato de $139 millones en 2015–. Montealegre afirmó que supo los detalles de la declaración de Gustavo Moreno en la Corte Suprema, en donde éste dijo que el exfiscal general intentó favorecer al senador Álvaro Ashton porque eran cercanos. También le preguntaron a Bustos por el exprocurador Alejandro Ordóñez, de quien manifestó que no eran amigos, que apenas eran “unos conocidos”.
Bustos señaló que es imposible que Moreno lo visitara 29 veces en su despacho de la Corte entre 2012 y 2015, tal como lo certificó la propia Corte tras revisar los libros de ingreso del Palacio de Justicia. Según Bustos, si lo atendió dos veces, no lo atendió más, siempre para charlas académicas o para comentar “los escollos del sistema acusatorio” y la congestión judicial. “En esos registros se ve que entró un día a las tres de la tarde y salió a las seis pasadas. Yo nunca le dedicaba a una persona más de cinco o diez minutos”. En cambio, sí advirtió que él sólo le autorizó el ingreso una sola vez a su oficina en la Corte, “los demás, fueron autorizados por judicantes”. Por último, Bustos refirió que, una vez salió de la Corte en 2016, tomó el caso del exgobernador del Valle Juan Carlos Abadía, investigado por corrupción, y que se enteró después de que Moreno también lo había representado. Cuando le preguntaron por esa coincidencia, contó que lo hizo porque Abadía le estaba ayudando en el Congreso a su esposa, Martha Cristina Pineda.
Ella había sido ternada por el gobierno Santos para integrar la Comisión de Disciplina Judicial, el órgano que, en teoría, debe reemplazar la desprestigiada Sala Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura. Bustos manifestó que Abadía le hizo “lobby” a Pineda con los expresidentes César Gaviria y Álvaro Uribe. No obstante, indicó que dejó esa defensa porque el propio Abadía se lo solicitó. El caso Abadía, de todas maneras, hoy forma parte del rastreo sobre los tentáculos del cartel de la toga en la Fiscalía. Al punto, incluso, que hace varias semanas salió del ente investigador el fiscal Alfredo Bettín, señalado de favorecer a Abadía por órdenes del detenido Francisco Ricaurte. Al final, el exmagistrado recalcó que jamás le regaló un apartamento a Gustavo Moreno, que todo su patrimonio lo consiguió en sus 37 años de trabajo y que el apartamento que hoy posee en el exclusivo sector de la Cabrera, en Bogotá, logró comprarlo luego de que un banco le diera un crédito por $1.300 millones. Bustos sí reconoció que este año se encontró con Moreno porque tenía la idea de montar un curso de casación penal y se lo presentó mientras tomaban un café para ver cómo le parecía.
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Entre un recuerdo y otro, y entre una precisión y otra que le solicitó la Corte, Bustos admitió que Gustavo Moreno lo visitó en su apartamento unas seis veces. “Creo que este momento aciago de la Corte debe servir para que se investiguen a fondo todos los temas. A la ciudadanía hay que darle una respuesta pronta, no puede quedar en el ambiente ninguna clase de manipulación ni de tráfico de influencia, ni de nada que se le parezca”, concluyó su declaración José Leonidas Bustos. Su situación judicial no es nada fácil. El fiscal Jaime Camacho lo tildó como uno de los jefes de esta red criminal. En su estrategia jurídica, parece claro que su mejor defensa es el ataque. Tal como ya lo hizo el magistrado Gustavo Malo durante su indagatoria, el objetivo es restarle credibilidad a su principal acusador, Gustavo Moreno.