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Si algo tienen claro hoy los pocos funcionarios que han conocido la investigación en contra de Camilo Fidel Pinzón Gómez y María Liliana Laserna Jaramillo por la desaparición forzada de Helena Laserna Jaramillo —nieta de Mario Laserna, fundador de la Universidad de los Andes— es que a la familia Laserna, una de las más prestantes del país, le tomó más de un año denunciar que no había rastro de la hija de María Liliana. La joven, diagnosticada con autismo, vivía con su madre, diagnosticada con esquizofrenia, en una finca en Sesquilé (Cundinamarca). Cuándo y cómo murió es algo que ni la Fiscalía y ni siquiera su madre, al parecer, saben.
Los restos que la Fiscalía obtuvo en la finca de Sesquilé donde vivían ellas dos con Pinzón Gómez, novio de María Liliana Laserna desde 2007, fueron recolectados después de que la pareja fuera detenida en el centro comercial Centro Chía el pasado 10 de mayo. Se encuentran ya en poder de Medicina Legal, donde se conformó un equipo interdisciplinario de médicos patólogos, odontólogos, antropólogos forenses y un experto en rayos X. Estos funcionarios tienen la misión de examinarlos para saber, en primer lugar, si son o no restos humanos; y, en segundo lugar, si corresponden a Helena Laserna Jaramillo.
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“La rapidez para determinarlo depende de la prioridad que la Fiscalía le haya asignado al caso”, explicó a este diario un funcionario de Medicina Legal. “Por ejemplo, las muestras de los tres menores desaparecidos en Usaquén (Bogotá) fueron procesadas como un tiro. También dependerá de si hay con quién hacer los cotejos genéticos. Los padres, los abuelos y los hermanos son las personas ideales para ello”. Pero Helena nunca vivió con su padre biológico (es un alemán) y sus abuelos maternos fallecieron. Solo queda su madre, con quien sí se podría hacer el cotejo, aunque “depende también del estado de la osamenta”.
Esto último podría representar un obstáculo para la investigación. La periodista Ángela Patricia Janiot —la primera en revelar el trágico destino que afrontó Helena Laserna— y la revista Semana señalaron que, hacia noviembre de 2016, Camilo Fidel Pinzón Gómez hizo una quema dentro de la finca. Janiot asegura que en ella participó también Laserna; Semana dice que fue la hermana de él, Claudia Patricia Pinzón, quien ayudó. El hecho es que los restos que se llevó la Fiscalía estaban incinerados, por lo que, aun si fueran de Helena Laserna, sería imposible descartar o confirmar otro indicio del que habló Janiot: abusos físicos y sexuales contra la joven.
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De por medio, y eso lo tiene claro la Fiscalía desde el inicio, hay mucho dinero. María Liliana Laserna heredó propiedades de sus padres en Cundinamarca y Tolima —en Notariado y Registro hay 15 a su nombre— y está aún pendiente que se resuelva la sucesión por los bienes de su hermano, el senador conservador Juan Mario Laserna, quien murió en un accidente automovilístico en 2016. De ese siniestro sobrevivió Andrés Restrepo, cercano colaborador del congresista en el Tolima, quien también conocía a María Liliana Laserna y afirma que su trastorno mental era evidente desde hacía mucho tiempo.
“La última vez que ella vino a verme fue hacia noviembre de 2016, cuatro meses después de la muerte de Juan Mario. Yo estaba en silla de ruedas”, le dijo Restrepo a este diario. Es decir, poco antes o poco después de que Helena Laserna hubiera muerto. “Lili estuvo aquí en mi apartamento (en Ibagué) y me habló del trasplante de células madre, que esa era la solución para mí, que su hija estaba en un tratamiento similar y ya había aprendido 500 palabras. Ella era obsesiva con dos temas: los laboratorios farmacéuticos y la circuncisión. De los laboratorios hablaba siempre en contra. De la circuncisión solía decir que los nazis se la habían hecho a todos los violadores”.
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Camilo Fidel Pinzón Gómez, cuenta Restrepo, “era un personaje. Un día me dice Juan Mario: ‘Está mi cuñadito en la finca (del Tolima), acompáñeme’. Lo encontramos en tanga roja, tenis, gafas lobísimas de mujer, un vaso de whisky en la mano y un palillo en la boca. Él montó una empresa como de sonido, con parlantes, y se le pegó al cuñado en campaña para que lo contratara en sus eventos políticos. Juan Mario me pidió que fuera el puente porque él no se lo aguantaba. Entonces lo contratamos, le pagábamos $2 o $3 millones por evento, pero yo siempre lo enviaba a lugares donde no estaba Juan Mario. Ese era mi trabajo”.
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Son varias las mentiras que Camilo Fidel Pinzón Gómez ha echado al aire desde que fue detenido. La primera, por ejemplo, se la dijo al hombre que la Defensoría Pública asignó para asesorarlo, antes de que comenzara la audiencia para legalizar su captura y la de María Liliana Laserna: “Soy un neurocirujano”. El defensor no tenía cómo saberlo entonces, pero Pinzón Gómez no alcanzó a pasar del bachillerato. Conoció a María Liliana Laserna, una de los cinco hijos de Mario Laserna, cuando fue a arreglarle un televisor. Ella, en la audiencia, cada tanto gritaba: “¡Él es hijo de un embolador!”.
La segunda mentira fue sobre la profesión de su pareja. Pinzón Gómez le dijo al defensor público que ella era optómetra y que juntos vivían en una finca —la única parte cierta de esa versión—. Pero María Liliana, pintora y escultora graduada del Instituto de Bellas Artes de Boston, nada tenía que ver con el cuidado de los ojos. Ante esa posición supuestamente prestante de ambos, el defensor público concluyó que Pinzón Gómez tenía recursos para pagar un abogado privado y renunció a defenderlo, lo cual llevó a una extraña escena: el juez del caso designó como su abogado a una persona que se encontraba entre el escaso público de la audiencia.
Era Cristian Camilo Erazo, abogado de la pareja Pinzón Laserna para temas civiles, no penales. El propio Erazo solicitó el uso de la palabra y así se lo manifestó al juez, al tiempo que el delegado de la Procuraduría indicaba que lo que estaba sucediendo era absolutamente irregular. El juez, admitiendo una confusión de su parte, revirtió su decisión; el abogado de la Defensoría Pública tuvo que representar a Pinzón Gómez y la audiencia arrancó ese mismo 10 de mayo a las 4:52 de la tarde en una sala de audiencias en Zipaquirá (Cundinamarca). El abogado de María Liliana Laserna no objetó la detención, el de Pinzón Gómez sí. Igual, ambas fueron legalizadas.
En enero pasado la Procuraduría creó una agencia especial para este caso, a solicitud de la Fiscalía, que tenía ya en su poder una denuncia radicada a raíz de la desaparición de Helena Laserna por Yann Schonwald, quien fuera una de las personas de mayor confianza de Juan Mario Laserna. El caso, desde entonces, ha avanzado bajo un estricto sigilo, al punto que la Fiscalía no anunció las capturas de los Pinzón Laserna ni de la hermana de este, Claudia Patricia Pinzón, a quien la Fiscalía le imputó el mismo cargo que a ellos: desaparición forzada agravada. Los tres se declararon inocentes; los tres fueron enviados a la cárcel mientras las indagaciones siguen.
María Liliana Laserna sí tiene un diagnóstico de esquizofrenia reconocido y, por eso, la Procuraduría se opuso a que la enviaran al Buen Pastor, aunque igual fue encarcelada. Pinzón trató de argumentar lo mismo y por esa vía llegó su tercera mentira en la audiencia: entre llantos y gritos, cuando la diligencia estaba por iniciar, dijo que era un paciente psiquiátrico y que necesitaba su medicación. Los funcionarios judiciales presentes comenzaron a discutir la posibilidad de enviarlo a un hospital y de realizar allí la audiencia.
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Según Ángela Patricia Janiot, la periodista que reveló por primera vez los detalles de esta enmarañada historia, el 30 de octubre de 2017 María Liliana Laserna elaboró su testamento, lo registró en la Notaría Octava de Bogotá y nombró a Camilo Fidel Pinzón Gómez como el “único heredero de todos (sus) bienes, a título universal”. Janiot explicó: “Al declarar a su pareja como heredero único universal de todos sus bienes, Camilo Fidel tendría acceso a la herencia que Liliana recibiría de su madre, incrementada por los bienes que podría heredar cuando se resuelva la sucesión patrimonial de su hermano Juan Mario Laserna. Este testamento tendría efectos a la muerte de Liliana”.
De acuerdo con información de las oficinas de registro público, hay al menos 15 bienes a nombre de María Liliana Laserna Jaramillo. Entre ellos, un apartamento de 189 metros cuadrados ubicado cerca del Parque de la 93, una de las zonas más costosas de Bogotá. Es suyo desde 2007, y entre 2013 y 2015 permaneció embargado. También hay otros lotes en Buenos Aires, zona rural de Ibagué, a su nombre, y decenas de hectáreas en Sesquilé (Cundinamarca) que un día pertenecieron a su madre y que ella empezó a traspasarle desde finales de la década de los 90. Es allí donde está la finca en la que vivieron ella, Camilo Fidel Pinzón Gómez y Helena Laserna Jaramillo.
Una de las inquietudes que tiene la familia Laserna es si Pinzón Gómez buscaba acabar con la vida de Laserna, cuya hija ya había fallecido al momento de constituirse el testamento, para quedarse con todas sus propiedades. Ese presunto propósito, sin embargo, enfrenta un obstáculo adicional al hecho de que toda esta historia se hubiera hecho pública: que los bienes de ella quedaron con medidas cautelares. Durante los próximos seis meses, María Liliana Laserna no podrá tocar nada de lo que está a su nombre, por orden del juez de Zipaquirá que lleva el caso. Además, la última controversia de este tema pasa por una frase que ella consignó en su testamento: “Me hallo en cabal y completo uso de mis facultades mentales”.
La enfermedad mental que padece Laserna, esquizofrenia, es la que pone un manto de duda sobre esa aseveración. “Las personas que sufren de esquizofrenia tienen una alteración sensoperceptiva”, le explicó a este diario Yahira Guzmán, una reconocida psiquiatra. “Significa que ellos ven, escuchan o perciben cosas que no están en la realidad. Las personas con esquizofrenia suelen tener, sobre todo, alucinaciones auditivas. Oyen voces y muchas veces esas voces les ordenan qué hacer. El paciente obedece y actúa de acuerdo a ello. Por eso, en los pacientes con esquizofrenia hay que ver realmente qué de lo que hacen es voluntario. A veces también sienten que las personas a su alrededor les quieren hacer daño y que hacen complots en su contra”.
Cuánto influirá la condición de María Liliana en el proceso penal que ahora enfrenta por la desaparición de su hija es todavía un interrogante. Hay medicamentos que ayudan a que se disminuyan las alucinaciones o los pensamientos delirantes, pero no se sabe mucho aún de cómo ha sido tratada Laserna. Se espera que su defensa solicite un examen de Medicina Legal, para que se determine con base en dictámenes oficiales cuánto de responsabilidad habría podido tener frente a la suerte que corrió su hija, una joven que no pasó de los 18 años y que, con su autismo —una condición que afecta principalmente la capacidad de socializar de los niños— vivió una vida accidentada a pesar de los recursos de su familia.