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“Necesitaba volver a la cárcel La Modelo a cerrar un ciclo doloroso”: Jineth Bedoya

En la mañana de este miércoles, la periodista y sobreviviente Jineth Bedoya recibió un mural de reparación simbólica por el secuestro que tuvo que vivir hace 24 años a las afueras del centro penitenciario. El Espectador habló con Bedoya sobre su regreso a la cárcel.

19 de junio de 2024 - 11:02 p. m.
Jineth Bedoya regresó a la cárcel La Modelo después de 24 años para recibir un mural de reparación simbólica.
Jineth Bedoya regresó a la cárcel La Modelo después de 24 años para recibir un mural de reparación simbólica.
Foto: Óscar Pérez
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Este miércoles 19 de junio, la periodista Jineth Bedoya regresó a la cárcel La Modelo para recibir un mural de reparación por los hechos de violencia que tuvo que vivir el 25 de mayo del 2000. Para esa época, Bedoya se trasladó a la cárcel a entrevistar a un líder paramilitar que le iba a brindar respuestas a las amenazas que enfrentaba ella y su madre, Luz Nelly Lima. Su ingreso al plantel se vio interrumpido por hombres armados, la secuestraron y en una bodega a las afueras de Bogotá, la violaron y torturaron.

Pasaron más de dos décadas en las que Bedoya no puso un solo pie en una cárcel de Colombia. Durante 24 años, su vida se ha resumido en buscar justicia. Aunque la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) falló a su favor en el año 2021 y declaró al Estado colombiano responsable por lo que tuvo que vivir, pese a esto, la justicia aún tiene una deuda con ella. Según la periodista, la Fiscalía ha alimentado la impunidad de su caso y quienes dieron la orden de violentarla, aún permanecen en libertad.

Por estas razones, como acto de reparación, el ministerio de Justicia, Néstor Osuna, y el viceministro de Política Criminal, Camilo Umaña, realizaron la entrega oficial del mural por la memoria ‘Fragmentos que Florecen’ en el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia Sexual en los Conflictos, una fecha que se conmemora cada 19 de junio desde el 2015.

El mural tenía fijado el pasado 25 de mayo como fecha de entrega. Sin embargo, días antes, el 16 de mayo, fue asesinado el coronel (r) Élmer Fernández Velasco, quien ejercía como director del centro penitenciario, lo cual dificultó la entrega oficial. El Espectador habló con Jineth Bedoya, quien cuenta cómo fue el proceso para regresar a este lugar y lo que significa este acto simbólico para las víctimas de violencia sexual en el conflicto armado.

Después de 24 años sin entrar al lugar que desencadena todos los hechos de violencia que ha tenido que vivir, ¿cuál fue el proceso para poder estar este día en uno de los pasillos de la cárcel La Modelo?

Regresar a la cárcel fue una decisión de vida. Necesitaba volver a este lugar para cerrar un ciclo que ha sido extremadamente doloroso, pero también volví para reencontrarme con la reportera de hace 30 años. Una mujer muy joven que no le tenía miedo a nada, que denunció las más graves atrocidades que ocurrían en el país y que eso le costó la vida misma.

Desde el año pasado venía pensando cómo empezar a cerrar muchas de las cosas difíciles, que sigo afrontando en medio de la impunidad que rodea mi caso. El ministro de Justicia me brinda la autorización para ingresar a la prisión el 17 de enero de este año, es decir, 24 años después. Creo que ese regreso fue un antes y un después, porque me dejó muchos días con una profunda depresión, regresaron las pesadillas y muchas cosas duras que han hecho parte de este proceso. Sin embargo, quería dejar plasmado algo de memoria en la prisión y pensé en un mural que pudiera hablar sobre cómo las mujeres quedamos afectadas después de la violencia sexual.

¿Esta medida de reparación simbólica tiene como respuesta algún perdón para sus victimarios o es la forma en la que ha transformado el dolor de ese hecho?

Yo hoy no venía aquí a perdonar a mis victimarios, porque hay cosas que son imperdonables. Volví a esta prisión a transformar el dolor y transformar, es poder encontrar la luz en lo más oscuro y barbárico y pese a eso, en esta cárcel hay mucha luz.

Yo hablé públicamente de mi violación en 2009 y en ese año nació No es Hora de Callar. En ese momento empecé a estudiar cómo eran los procesos de transformación y sanación, y eso me permite acompañar a colectivos de mujeres a nivel nacional e internacional que pasaban por la misma situación. En ese trayecto encontré que la música y el arte son unos de los elementos más importantes para reparar. Casualmente, con el secuestro que tengo que pasar, el neurólogo me dice que esa afectación a mi salud puedo afrontarla con el arte y así inició una reparación para mí misma que la justicia colombiana deja en “veremos”.

Este evento se tenía previsto para el mes de mayo. Sin embargo, el 16 de ese mes asesinan al director de La Modelo, el coronel (r) Élmer Fernández Velasco. ¿En algún momento de esos días pensó en desistir del evento, por qué seguir viniendo a la cárcel cuando hace un mes silenciaron al director?

El asesinato del coronel Élmer Fernández sucede una semana antes de que se terminara el mural y fue un golpe muy difícil, que todavía pesa. Yo tomé la decisión de regresar a la cárcel a hacer un proceso de memoria para decirle al país que en la cárcel también existen procesos de resocialización. En ese trayecto matan a una de las personas que más ilusión tenía en este momento.

Que lo asesinaran fue una manera de decirme que tenía que callar y creo que en parte el asesinato de él era para decirnos que no podíamos continuar con el proceso. Pese a eso, yo tomo la decisión de continuar con el acto. Hoy me voy muy recargada y espero que eso me dure mucho tiempo, porque no vienen días fáciles, vienen momentos muy duros y este mes me ha quedado claro con todo lo que ha pasado en esta prisión. Mi mensaje para mis victimarios es que no me voy a callar y si llegase a pasar, que físicamente no esté, mi voz van a hacer los periodistas y las sobrevivientes.

¿Qué sensaciones le deja volver a la cárcel y además seguir luchando para que se haga justicia por parte del Estado colombiano?

Hay cosas que nunca se van a ir de mi vida y hay un dolor profundo que va a estar ahí todos los días. Las personas a veces me dicen: “ay, qué bien, que lo superaste” y no es así. La violencia sexual y más de la forma como yo la tuve que afrontar es imposible superarla, pero la vida me enseñó que se puede transformar.

Durante los últimos 24 años de mi vida, puedo decir puntualmente cuáles han sido mis momentos felices. Todos han sido llenos de mucho dolor. Hoy siento alegría en este lugar y creo que es la respuesta de un proceso muy largo al que todavía le falta mucho. Yo gané una batalla ante la Corte Interamericana, pero en Colombia la perdí. Mi caso está en la completa impunidad y es muy difícil levantarse todos los días sabiendo que me pueden matar y sabiendo que mis victimarios están en la calle. Esa sonrisa de hoy es la batería que necesito para seguir dando la pelea en los próximos años.

Para conocer más sobre justicia, seguridad y derechos humanos, visite la sección Judicial de El Espectador.

Por Dayana Herrera Valbuena

Comunicadora Social y Periodista de la Universidad Central. Me interesan los temas relacionados con derechos humanos, conflicto armado, paz y memoria.DayanaMHVdherrera@elespectador.com

Por Jhoan Sebastian Cote

Comunicador social con énfasis en periodismo y producción radiofónica de la Pontificia Universidad Javeriana. Formación como periodista judicial, con habilidades en cultura, deportes e historia. Creador de pódcast, periodismo narrativo y actualidad noticiosa.@SebasCote95jcote@elespectador.com

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