El día que fue capturado “Otoniel”, líder del Clan del Golfo
El pasado 23 de octubre, el líder del Clan del Golfo cayó en una operación de la Fuerza Pública. Un oficial de la Policía, que le siguió la pista siete años, cuenta los pormenores de ese día crucial. Luego el delincuente le dijo a la JEP que él se entregó.
Capitán de la Policía que dirigió el operativo
Para lograr la captura de Otoniel estuvimos desde julio de 2021 trabajando muy fuerte y teníamos la idea que pronto iba a caer. Para ese momento el director de la Policía, el general Jorge Luis Vargas, nos sentó al grupo de trabajo de la operación Agamenón -que fue creada para dar con la captura del líder del Clan del Golfo- con un plan para ejecutarlo y lograr sacar a Otoniel del Nudo de Paramillo, donde estaba escondiéndose en los últimos años. El plan era hacerle creer que íbamos a hacer una cosa, pero en realidad íbamos a hacer otra. Es decir, montábamos operaciones ficticias, pero nosotros sabíamos por dónde se estaba moviendo.
Lea: La historia del cantante de música popular que ordenó matar “Otoniel”
Cuando logramos sacarlo de esa región por Tierralta, Córdoba, hasta San Pedro de Urabá, (Antioquia), posteriormente llegó a zona rural de Turbo, donde estaba gente que él conocía y donde se sentía más cómodo. Allí alias Chiquito Malo, quien podría sucederlo como líder del grupo criminal, lo ayudó a resguardarse, pero también se desprendió de varios colaboradores y se quedó con un círculo muy pequeño de personas de su entera confianza. No es que haya dejado de protegerse, porque el día de su captura encontramos armamento pesado camuflado, sino que ya las personas que lo portaban lo tenían escondido, pero presto para usarlo.
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El 15 de octubre ya teníamos certeza del espacio por donde se movía Otoniel, así que enviamos a algunos infiltrados a esa parte para que hicieran seguimientos y verificaran información sobre el lugar e ir cercándolo paulatinamente. Fue una labor muy difícil para esos agentes infiltrados, por las condiciones del clima y la presencia de serpientes que en cualquier momento pudieron atacarlos letalmente, porque hubiera sido muy difícil sacarlos de esa zona sin levantar sospecha. Mientras hacíamos estas labores silenciosas, en el Nudo de Paramillo seguíamos haciéndole creer al Clan del Golfo que teníamos ubicado a Otoniel en esa zona.
Otras noticias: “Otoniel” habló en la JEP de paz y de que el Clan del Golfo quiere desmovilizarse
Las operaciones del día de la captura estaban bajo mi mando, pues llevaba más de siete años tratando de capturarlo. Desde muy joven empecé a seguirlo y, por ende, a Otoniel le conozco todo, cuánto calza, sus dolencias, sus gustos, los alias que ha usado. Todo. En este tipo de operaciones con criminales de tan alto perfil es fundamental recopilar la mayor cantidad de información, porque esto puede arrojar pistas sobre su paradero. Cuando lo teníamos cercado, a veces me ponía a pensar: “¿Qué debe estar pensando o haciendo este tipo?, ¿cuál puede ser su siguiente movimiento?”. Tenía que tratar de ponerme en sus zapatos y evitar que se nos escapara.
Para no permitirlo, por ejemplo, se hizo una burbuja con el fin de que no se filtrara información de la operación. Éramos muy pocas las personas que sabíamos a fondo las operaciones que se estaban haciendo para capturarlo. Haciendo un cálculo, de las 800 personas que participaron en ese operativo, no más de 20 sabían desde antes que ese día íbamos a capturar a Otoniel. Las unidades militares y de Policía que llegaron al lugar fueron informadas pocos minutos antes de que el objetivo iba a ser el líder del Clan del Golfo. Prácticamente, se les dijo lo que tenían que hacer cuando iban a bordo de los helicópteros. La tensión y la emoción de ser parte de este operativo eran grandísimas.
Para ese momento llevábamos casi 10 días sin dormir bien, pero íbamos muy motivados. Era como estar en la final del mundo de fútbol, estar ahí. Con las labores de inteligencia logramos determinar que Otoniel se escondía en una casa, y ese era el objetivo de nuestras unidades. Esta era una de las casas por donde él rotaba con el fin de hacer difícil su captura. Cuando llegan al lugar y hacen la revisión, uno de mis hombres informa sobre lo que había en ese lugar. Yo le pedí que me dijera la talla y la marca de la ropa, y la comida que había, porque era lo único en lo que se daba lujo. Entonces estaba totalmente seguro de que Otoniel estaba cerca y que teníamos que seguir cercándolo lo más rápido posible.
En la casa encontramos un colchón ortopédico, porque Otoniel tiene una hernia inguinal, ya que en la última década estuvo moviéndose a lomo de mula entre las trochas. También le gustaba estar informado con radio, televisión y algún periódico. Lo conozco como si fuera mi papá. Sé hasta qué medicamentos toma. En todo ese tiempo Otoniel aprendió a sobrevivir durante días en situaciones muy difíciles, se volvió un animal de monte. Entonces había que seguir pisándole los talones y evitar que la noche llegara porque se nos podía escabullir. El siguiente paso fue delimitar la zona en cuadros pequeños y empezar a rastrearlo. Aquí fue muy importante el Halcón de la Policía (un helicóptero) con sus mapas de calor.
En este punto la presión era bastante, porque existía el riesgo de que por algún mal movimiento Otoniel se nos fugara. Además, el día anterior, un anillo de seguridad de él había matado al intendente Edwin Blanco. Recibíamos información de 62 grupos en terreno y toda esa información teníamos que procesarla e ir tomando decisiones al instante, era una locura. Uno de esos grupos informó, en un momento de ese sábado 23 de octubre, que escucharon un movimiento y que capturaron a una persona. Ahí salimos del sitio de comunicaciones dos coroneles y yo. Esperaba que esa persona fuera Otoniel y lo único que atiné a hacer fue arrodillarme y darme la bendición.
Pero en medio de esa locura no habíamos confirmado que fuera Otoniel, así que volvimos al sitio de comunicaciones y las unidades enviaron una foto. Todo el mundo se me queda viendo para que confirmara que era él. Estaba totalmente seguro porque llevaba siete años detrás de ese hombre, desde que tenía 23 años. Todo el mundo me agarraba y me miraba para confirmar que era el líder del Clan del Golfo. Ahí mismo arranco en un helicóptero hasta el punto. Pido que lo aseguren a él y todo el perímetro. Eso parecía una película por el despliegue de seguridad. No le hablé. Sin embargo, lo vi de frente. Es menudo, 1,65 metros, aproximadamente.
Aunque estaba seguro de que era Otoniel, desde Bogotá se enviaron a expertos en dactiloscopia para verificar su identidad. Sin embargo, el mismo se identifica: “Soy Otoniel”. Él estaba sorprendido, pensaba que iba a morir en su ley, pero nunca detenido. Tenía una risa nerviosa, pero su semblante cambió cuando le leímos todos los procesos que tiene pendientes y sus condenas, entre ellas la masacre de Mapiripán de julio de 1997. Lo que pudimos establecer es que el ahí terminó solo, abandonado por su anillo de seguridad. Después de haber acumulado tanto poder quedó sin el apoyo de nadie. A partir de ahí solo habló lo necesario. Solo me acerqué una vez, pero no le di la cara por cuestiones de seguridad. Con esa sonrisa disimulada que apareció en las fotos de la captura me dijo: “Me tuvieron corriendo los últimos años”.
Para lograr la captura de Otoniel estuvimos desde julio de 2021 trabajando muy fuerte y teníamos la idea que pronto iba a caer. Para ese momento el director de la Policía, el general Jorge Luis Vargas, nos sentó al grupo de trabajo de la operación Agamenón -que fue creada para dar con la captura del líder del Clan del Golfo- con un plan para ejecutarlo y lograr sacar a Otoniel del Nudo de Paramillo, donde estaba escondiéndose en los últimos años. El plan era hacerle creer que íbamos a hacer una cosa, pero en realidad íbamos a hacer otra. Es decir, montábamos operaciones ficticias, pero nosotros sabíamos por dónde se estaba moviendo.
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Cuando logramos sacarlo de esa región por Tierralta, Córdoba, hasta San Pedro de Urabá, (Antioquia), posteriormente llegó a zona rural de Turbo, donde estaba gente que él conocía y donde se sentía más cómodo. Allí alias Chiquito Malo, quien podría sucederlo como líder del grupo criminal, lo ayudó a resguardarse, pero también se desprendió de varios colaboradores y se quedó con un círculo muy pequeño de personas de su entera confianza. No es que haya dejado de protegerse, porque el día de su captura encontramos armamento pesado camuflado, sino que ya las personas que lo portaban lo tenían escondido, pero presto para usarlo.
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El 15 de octubre ya teníamos certeza del espacio por donde se movía Otoniel, así que enviamos a algunos infiltrados a esa parte para que hicieran seguimientos y verificaran información sobre el lugar e ir cercándolo paulatinamente. Fue una labor muy difícil para esos agentes infiltrados, por las condiciones del clima y la presencia de serpientes que en cualquier momento pudieron atacarlos letalmente, porque hubiera sido muy difícil sacarlos de esa zona sin levantar sospecha. Mientras hacíamos estas labores silenciosas, en el Nudo de Paramillo seguíamos haciéndole creer al Clan del Golfo que teníamos ubicado a Otoniel en esa zona.
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Las operaciones del día de la captura estaban bajo mi mando, pues llevaba más de siete años tratando de capturarlo. Desde muy joven empecé a seguirlo y, por ende, a Otoniel le conozco todo, cuánto calza, sus dolencias, sus gustos, los alias que ha usado. Todo. En este tipo de operaciones con criminales de tan alto perfil es fundamental recopilar la mayor cantidad de información, porque esto puede arrojar pistas sobre su paradero. Cuando lo teníamos cercado, a veces me ponía a pensar: “¿Qué debe estar pensando o haciendo este tipo?, ¿cuál puede ser su siguiente movimiento?”. Tenía que tratar de ponerme en sus zapatos y evitar que se nos escapara.
Para no permitirlo, por ejemplo, se hizo una burbuja con el fin de que no se filtrara información de la operación. Éramos muy pocas las personas que sabíamos a fondo las operaciones que se estaban haciendo para capturarlo. Haciendo un cálculo, de las 800 personas que participaron en ese operativo, no más de 20 sabían desde antes que ese día íbamos a capturar a Otoniel. Las unidades militares y de Policía que llegaron al lugar fueron informadas pocos minutos antes de que el objetivo iba a ser el líder del Clan del Golfo. Prácticamente, se les dijo lo que tenían que hacer cuando iban a bordo de los helicópteros. La tensión y la emoción de ser parte de este operativo eran grandísimas.
Para ese momento llevábamos casi 10 días sin dormir bien, pero íbamos muy motivados. Era como estar en la final del mundo de fútbol, estar ahí. Con las labores de inteligencia logramos determinar que Otoniel se escondía en una casa, y ese era el objetivo de nuestras unidades. Esta era una de las casas por donde él rotaba con el fin de hacer difícil su captura. Cuando llegan al lugar y hacen la revisión, uno de mis hombres informa sobre lo que había en ese lugar. Yo le pedí que me dijera la talla y la marca de la ropa, y la comida que había, porque era lo único en lo que se daba lujo. Entonces estaba totalmente seguro de que Otoniel estaba cerca y que teníamos que seguir cercándolo lo más rápido posible.
En la casa encontramos un colchón ortopédico, porque Otoniel tiene una hernia inguinal, ya que en la última década estuvo moviéndose a lomo de mula entre las trochas. También le gustaba estar informado con radio, televisión y algún periódico. Lo conozco como si fuera mi papá. Sé hasta qué medicamentos toma. En todo ese tiempo Otoniel aprendió a sobrevivir durante días en situaciones muy difíciles, se volvió un animal de monte. Entonces había que seguir pisándole los talones y evitar que la noche llegara porque se nos podía escabullir. El siguiente paso fue delimitar la zona en cuadros pequeños y empezar a rastrearlo. Aquí fue muy importante el Halcón de la Policía (un helicóptero) con sus mapas de calor.
En este punto la presión era bastante, porque existía el riesgo de que por algún mal movimiento Otoniel se nos fugara. Además, el día anterior, un anillo de seguridad de él había matado al intendente Edwin Blanco. Recibíamos información de 62 grupos en terreno y toda esa información teníamos que procesarla e ir tomando decisiones al instante, era una locura. Uno de esos grupos informó, en un momento de ese sábado 23 de octubre, que escucharon un movimiento y que capturaron a una persona. Ahí salimos del sitio de comunicaciones dos coroneles y yo. Esperaba que esa persona fuera Otoniel y lo único que atiné a hacer fue arrodillarme y darme la bendición.
Pero en medio de esa locura no habíamos confirmado que fuera Otoniel, así que volvimos al sitio de comunicaciones y las unidades enviaron una foto. Todo el mundo se me queda viendo para que confirmara que era él. Estaba totalmente seguro porque llevaba siete años detrás de ese hombre, desde que tenía 23 años. Todo el mundo me agarraba y me miraba para confirmar que era el líder del Clan del Golfo. Ahí mismo arranco en un helicóptero hasta el punto. Pido que lo aseguren a él y todo el perímetro. Eso parecía una película por el despliegue de seguridad. No le hablé. Sin embargo, lo vi de frente. Es menudo, 1,65 metros, aproximadamente.
Aunque estaba seguro de que era Otoniel, desde Bogotá se enviaron a expertos en dactiloscopia para verificar su identidad. Sin embargo, el mismo se identifica: “Soy Otoniel”. Él estaba sorprendido, pensaba que iba a morir en su ley, pero nunca detenido. Tenía una risa nerviosa, pero su semblante cambió cuando le leímos todos los procesos que tiene pendientes y sus condenas, entre ellas la masacre de Mapiripán de julio de 1997. Lo que pudimos establecer es que el ahí terminó solo, abandonado por su anillo de seguridad. Después de haber acumulado tanto poder quedó sin el apoyo de nadie. A partir de ahí solo habló lo necesario. Solo me acerqué una vez, pero no le di la cara por cuestiones de seguridad. Con esa sonrisa disimulada que apareció en las fotos de la captura me dijo: “Me tuvieron corriendo los últimos años”.