La historia de “Alber”, el “duro” del crimen organizado en Bello que fue detenido
Durante dos años, la Policía y la Fiscalía le siguieron la pista a alias Alber, popular delincuente en el bajo mundo antioqueño. Fue sicario del cartel de Medellín y luego militó en el Bloque Centauros junto a alias Otoniel, quien es hoy el hombre más buscado por las autoridades. Ninguno se desmovilizó y hoy son dos caras visibles de la cadena del narcotráfico en Colombia.
David Escobar Moreno
“Tengo COVID”: esas fueron las primeras palabras que pronunció Alber el pasado 9 de agosto, cuando miembros de la Policía y el ente investigador llegaron a uno de sus apartamentos en una zona conocida como la Loma del Indio, en el lujoso barrio El Poblado de Medellín, para recapturaro. En 2013 había sido detenido, pero recuperó la libertad en febrero de 2018 . Investigadores del caso señalaron que este reconocido criminal llevaba más de 25 años delinquiendo y que, mientras estuvo preso, siguió coordinando actividades de los Pachelly tras la rejas. “Por eso, tan pronto pisó un pie en la calle, le volvimos a seguir la pista”, dice uno de los uniformados que coordinó los seguimientos.
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“Tengo COVID”: esas fueron las primeras palabras que pronunció Alber el pasado 9 de agosto, cuando miembros de la Policía y el ente investigador llegaron a uno de sus apartamentos en una zona conocida como la Loma del Indio, en el lujoso barrio El Poblado de Medellín, para recapturaro. En 2013 había sido detenido, pero recuperó la libertad en febrero de 2018 . Investigadores del caso señalaron que este reconocido criminal llevaba más de 25 años delinquiendo y que, mientras estuvo preso, siguió coordinando actividades de los Pachelly tras la rejas. “Por eso, tan pronto pisó un pie en la calle, le volvimos a seguir la pista”, dice uno de los uniformados que coordinó los seguimientos.
Tras dos años de seguimientos, la Policía y la Fiscalía recapturaron a la cabeza de uno de los grupos narcotraficantes claves en Colombia. Se trata de Alber Antonio Henao Acevedo, alias Alber, jefe de los Pachelly, una organización criminal que ha operado en Bello (Antioquia) durante las últimas dos décadas. Esta banda, que toma el nombre de uno de los barrios de ese municipio, a su vez hace parte del cuerpo colegiado de la Oficina, la estructura criminal que agrupa varias grupos ilegales que delinquen en el Valle de Aburrá y que fue creada por el capo del cartel de Medellín, Pablo Escobar, en los años ochenta.
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Los Pachelly son el grupo criminal más antiguo en Bello y ha logrado extender sus tentáculos al mundo del comercio legal y la política regional. La organización empezó a tomar vuelo a comienzos del 2000, cuando ya el cartel de Medellín estaba desmantelado, y optaron por copar esos espacios de la mano de tres hermanos. En las investigaciones del CTI y Policía reposa que alias Alber es uno de los fundadores de los Pachelly junto a Rodrigo Henao Acevedo, alias Perica, Antonio Henao Acevedo, alias Abelito; y Nelson de Jesús Henao Acevedo, alias Nelson. En los noventa, dicen fuentes de la Policía, la mayoría de los sicarios eran reclutados por la banda La Terraza en ese barrio de Bello.
Sin embargo, Alber terminó a finales de los años noventa siendo parte del Bloque Centauros de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc) las cuales estuvieron al mando de Miguel Arroyave, más conocido como Arcángel. En esa época conoció a alias Otoniel, hoy por hoy el hombre más buscado por las líder de las autodenominadas Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC) -rótulo que rechaza la familia de Jorge Eliécer Gaitán porque no representa las banderas del político liberal-. Alber y Otoniel se desmovilizaron en 2004 en medio del proceso que inició el gobierno de Álvaro Uribe con estos grupos armados, sin embargo, los dos volvieron a delinquir y se convirtieron en una fichas clave del narcotráfico en Colombia.
Aunque no hay evidencia que indique que estos dos tengan contacto directo, las autoridades han hecho capturas en las que aparecen involucrados en un mismo hecho miembros de las AGC (o Clan del Golfo) y gente de Los Pachelly. En la operación San Rafael, como se denominó al plan para dar con la captura de Alber, se logró establecer que este presuntamente lideraba actividades de narcotráfico, extorsiones, homicidios selectivos y minería ilegal en las subregiones del Nordeste y Bajo Cauca antioqueño. Alber sería igualmente el coordinador y responsable de las confrontaciones con la banda de El Mesa (una disidencia de los Pachelly) por el control de las rentas criminales y el monopolio del narcotráfico en Bello y la capital antioqueña.
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En febrero de 2018, cuando recobró la libertad Alber, se presentó uno de los periodos de violencia más difíciles en Bello y que se extendió hasta pocos meses antes de que iniciara la cuarentena por el COVID-19 en Colombia. Incluso, durante este tiempo se presentó una multitudinaria procesión fúnebre para despedir a alias el Oso, líder de la banda Niquía Camacol, otro grupo criminal que se enfrenta con los Pachelly por las rentas criminales del municipio, como el narcotráfico, las extorsiones, el mercado negro de armas, entre otros negocios del bajo mundo. Las autoridades también indican que venden tierras ilegales y piden cuotas a cuanto proyecto inmobiliario se inicia en el municipio.
Alber, dicen quienes le siguieron la pista en los últimos meses, “es propietario de diferentes bodegas de gaseosa y bebidas para abastecimiento y distribución en el municipio de Bello; este no es un dato menor, en el sentido de su propiedad es producto de las rentas ilícitas, con el agravante que mediante coacción, extorsión y uso ilegal de fuerza criminal, ejerce presión para que las tiendas, supermercados, colegios y todo establecimiento que requiera, le compren solo a él, pretendiendo abarcar con cobertura la totalidad de el municipio. Es un tema del cual él hace alarde y presume en el mundo criminal”.
La última vez que los Pachelly figuraron en los titulares de prensa fue en mayo pasado, cuando las autoridades españolas y colombianas los reseñaron como uno de los eslabones de una sofisticada red de narcotráfico que enviaba droga desde Colombia y Ecuador hasta Europa. En esa red terminaron vinculados dos colombianos: el médico esteticista Mauricio Vergara y el exjugador de fútbol Edwin Congo. Los dos han señalado que son inocentes. La Policía colombiana también señala que los Pachelly tienen nexos en la costa Caribe con el grupo criminal de los Pachencas, que también se dedica al tráfico de cocaína a nivel internacional.
Tras la pista de Alber también estuvieron autoridades británicas que prestaron apoyo tecnológico para dar con su paradero. El capo de esta organización se movía entre la zona rural de Bello (en fincas de su propiedad); en Laureles, El Poblado y Belén en Medellín. En el último tiempo no salió de la capital de Antioquia y no volvió a su municipio natal, ni para finales de julio pasado cuando su madre falleció de cáncer. “El sepelio se realizó en Guarne, pero nosotros sabíamos que no se iba hacer presente, era exponerse mucho. Sin embargo estuvimos pendientes a que alguna persona de su círculo se hiciera presente y que nos diera pistas de su paradero”, dice uno de los investigadores de la Policía.
Por medio de estrictas rutinas de vigilancia y el apoyo de drones, se pudo constatar la ubicación de Alber en 27° piso de un edificio en El Poblado. Cuando entraron al apartamento, las autoridades se encontraron con que este hombre de 46 años tenía una peluca y un gorro. También se presentó con una cédula falsa. “Cuando inició la cuarentena fue difícil seguirle la pista porque hay muy poca actividad humana que nos pueda dejar un rastro de la gente más cercana a Alber, sin embargo, logramos ubicarlo de nuevo”, señaló la fuente policial.
En los últimos meses, Alber no tenía por más de 10 días el mismo celular o lugar de residencia; además, solo tres personas tenían contacto con él “las cuales le hacían todo. Redujo su círculo personal por temor a contagiarse de COVID-19. Cuando llegamos al apartamento donde se escondía encontramos una prueba que salió negativa. Sin embargo, ante la advertencia de Alber de que estaba contagiado, estamos esperando cómo sale el nuevo test, por eso las audiencias en su contra se postergaron”, señalan fuentes de la Policía. Además agregó que cuando llegó al centro de reclusión destinado a personas que son sospechosas de estar contagiadas fue recibido con benevolencia por parte de los reclusos.
El reclutamiento de menores en Bello ha permitido que durante dos décadas siempre exista un relevo dentro de la organización si alguno muere o es puesto tras las rejas. “La jerarquía criminal nadie la puede combatir, esta gente tiene gran apoyo por parte de las comunidades e infunden respeto por su apoyo a barrios populares con alimento. Es muy difícil enfrentar este tema cuando una sociedad avala estas organizaciones y tiene tanto arraigo en donde operan”, manifestó un miembro de la Fiscalía que pidió anonimato. Hasta donde se sabe, el poder de los Pachelly pasaría a manos del clan Mazo Pulgarín, un ala de la organización de vieja data.