La historia secreta del papel de EE. UU. en el holocausto del Palacio de Justicia
Documentos desclasificados muestran un historia poco conocida en expediente del holocausto: el papel de Estados Unidos en la toma y retoma. Hay detalles como el contacto que tuvo ese país con rehenes, el envío de explosivos al Ejército y las conclusiones sobre el presidente Betancourt, quien le tuvo “miedo” a sus militares.
Jhoan Sebastian Cote
El Archivo de Seguridad Nacional (NSA), una biblioteca de documentos desclasificados de Estados Unidos, reveló una serie de comunicaciones secretas que entidades oficiales de ese país mantuvieron durante el holocausto del Palacio de Justicia en 1985. Los archivos muestran detalles de una pieza del rompecabezas poco explorada en el caso: el papel de Estados Unidos durante la toma guerrillera y la desproporcionada acción militar, cuyo desenlace fue el asesinato y la desaparición de más de 100 personas, entre magistrados, empleados, militares, abogados, visitantes y guerrilleros del M-19. Los textos escaneados prueban el apoyo norteamericano al Ejército y revela una mirada inédita las motivaciones del expresidente Belisario Betancourt para ordenar la sangrienta retoma.
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El Archivo de Seguridad Nacional (NSA), una biblioteca de documentos desclasificados de Estados Unidos, reveló una serie de comunicaciones secretas que entidades oficiales de ese país mantuvieron durante el holocausto del Palacio de Justicia en 1985. Los archivos muestran detalles de una pieza del rompecabezas poco explorada en el caso: el papel de Estados Unidos durante la toma guerrillera y la desproporcionada acción militar, cuyo desenlace fue el asesinato y la desaparición de más de 100 personas, entre magistrados, empleados, militares, abogados, visitantes y guerrilleros del M-19. Los textos escaneados prueban el apoyo norteamericano al Ejército y revela una mirada inédita las motivaciones del expresidente Belisario Betancourt para ordenar la sangrienta retoma.
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Para empezar, un documento que habría sido redactado por funcionarios de inteligencia y fue enviado al Departamento de Defensa estadounidense sostiene que las autoridades colombianas sabían de la posible toma del Palacio de Justicia, a manos del M-19, desde una semana antes de que ocurriera el ataque. El oficio corresponde a un reporte de hechos sobre lo ocurrido durante el mediodía del 6 de noviembre de 1985, cuando Colombia ya estaba enterada que guerrilleros habían entrado al Palacio y tenían rehenes en su poder. En el archivo se lee que a Estados Unidos se le comunicó que, a eso de las 11:25 a.m., un camión con cubierta de lona entró al edificio, que los guerrilleros ya habían asesinado a los dos guardias de seguridad y que todo el cuarto piso estaba bajo el dominio del M-19.
“Las fuerzas armadas de seguridad habían sido alertadas por inteligencia hace más de una semana de que el Palacio de Justicia era uno de los posibles objetivos del M-19″, señala el cable. Helena Urán, hija del magistrado Carlos Horacio Urán, asesinado en circunstancias aún sin esclarecer, argumenta que ese documento es clave para avanzar en la teoría que, hasta ahora, no ha sido comprobada por la justicia: que los militares debilitaron a propósito la seguridad del Palacio, para tender una trampa. Como se estableció la Comisión de la Verdad del Palacio en 2010, a esto se le llamó la teoría de la ratonera. “La sorpresa era esa, encerrarlos. Los dejaron entrar, quitaron la guardia ese día, una vez adentro cerraron todo, y una vez allí, se hizo lo que se hizo”, le dijo Urán a RTVC Noticias.
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Otro de los oficios es una comunicación. de la Embajada estadounidense en Bogotá con destino a la Secretaría de Estado gringa, que describe el desarrollo de las primeras horas de la toma. La Embajada ya conocía detalles de la “operación Antonio Nariño”, como la llamó la guerrilla, y reportó que se había comunicado con dos de los potenciales rehenes por teléfono, incluido una víctima escondida en una oficina secreta de la Corte Suprema. Era la tarde del 6 de noviembre y Estados Unidos ya tenía conocimiento de que el presidente Belisario Betancourt estaba reunido en el Palacio de Nariño para coordinar los “esfuerzos de contraataque”.
Fue entonces cuando, a través de cadenas de radio, el M-19 dio a conocer sus peticiones, entre ellas, la presencia de Betancourt en el Palacio, con el objetivo de hacerle un juicio político y exigirle que entregara pruebas de su interés en el proceso de paz con la guerrilla. Sin embargo, la respuesta de la Presidencia fue totalmente opuesta. A las 2:00 p.m., dos tanques del Ejército, cuyos militares dependían de las órdenes del hoy retirado teniente coronel Luis Alfonso Plazas Vega, comandante de la Escuela de Caballería, tumbaron la puerta principal del Palacio. Y, al tiempo, empezó a desprender humo desde sus ventanas. Iniciaba el incendio que, durante esa noche, consumió a decenas de víctimas de la retoma.
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Lo que Colombia no sabía, y que reveló NSA, es que las fuerzas de seguridad colombianas solicitaron apoyo a Estados Unidos durante la crisis. Como sostiene un documento secreto enviado al Departamento de Defensa, la solicitud de asistencia llevó al Comando Sur de los Estados Unidos (SouthCom), el cual apoya a gobiernos centro y suramericanos a enfrentar amenazas, a enviar un avión C-130 y un equipo de apoyo conformado por seis personas: tres expertos en explosivos y tres en comunicaciones. El “apoyo” también consistió en el envío de explosivos C4 y Detcord. Asimismo, el cable sostiene que, para la hora en que se envió la comunicación, el Palacio estaba en llamas y “ellos (fuerzas de seguridad) explotaron tres cargas en frente del edificio”. Y, por último, que un capitán de apellido Mosquera tenía claro que la decisión era “terminar la situación esta noche”.
Lo que dijo la CIA sobre la toma y retoma del Palacio de Justicia
Otro documento confidencial, enviado al Departamento de Defensa, establece que Colombia solicitó 12 trajes de asbesto para que sus militares entraran al edificio en llamas. Hasta ahí llegan las comunicaciones reveladas por el NSA con respecto a los momentos de crisis. Sin embargo, otros cables desclasificados ofrecen información de interés con respecto a los días siguientes al holocausto. Por ejemplo, un documento titulado “temas de conversación” de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) establece que el M-19 solo pretendía hacer una operación para darse publicidad y poder criticar al gobierno y promover sus causas. No obstante, el Ejército “lanzó un contraataque masivo que dejó muertos a todos los guerrilleros, a 15 de los 24 magistrados de la Corte Suprema y a unas 55 personas más”.
Ese mismo cable, con fecha del 18 de noviembre de 1985, señala que el expresidente Betancourt tenía “miedo” de que, si no actuaba con fuerza ante semejante toma guerrillera, terminara por “enojar a los líderes militares”. Para la CIA, esa fue de las principales razones detrás de su decisión de retomar con vehemencia el Palacio de Justicia, en lugar de someterse a las negociaciones. La CIA, además, estableció que las decisiones de Betancourt permitían ver a un Gobierno que carecía de recursos para combatir a los grupos armados simultáneamente y que, por lo tanto, apuntaba a eliminar al M-19 y, luego, negociar con las FARC. Dada la barbarie presentada en pleno centro de Bogotá y la reacción gubernamental, la CIA esperaba más secuestros y extorsiones por parte de las guerrillas.
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Un mes después del holocausto, la Embajada norteamericana título un documento como “Después del Noviembre Negro” con información aún más delicada. Aunque la entidad reconoció que Betancourt “actuó bien”, también alertó sobre teorías alternativas de que el contraataque, es decir, la retoma, se “realizó sin liderazgo claro del presidente”. Que la retoma no logró siquiera llevar a los líderes del M-19 al Palacio de Justicia, ni rescatar a los rehenes de “mayor rango”. La Embajada consideró que, aunque la situación fue crítica, hubo una pausa durante las primeras horas del 7 de noviembre, cuando las “las comunicaciones podrían haberse reabierto fácilmente con los líderes del M-19 si hubiera habido algún deseo de hacerlo.” No obstante, la Embajada tuvo información de que jamás se consideró esa opción.
Al contrario, Betancourt, según el cable revelado, optó por llamar a expresidentes y otros “poderosos”. El documento menciona que fueron personas de una “élite colombiana” con la cual hubo consenso de que entrar a negociar con el M-19, en plena toma, dañaría inaceptablemente la legitimidad y el respeto público del gobierno. “Si bien es un hombre de paz, no es ni pacifista, ni débil”, compartió la Embajada en un documento confidencial dirigido a la Secretaría de Estado. Tal decisión, como lo determinó la Corte Interamericana de Derechos Humanos, le costó al Estado una condena internacional en 2014 por graves violaciones de derechos humanos por cuenta de la reacción desproporcionada de las autoridades, que terminó en desapariciones y ejecuciones extrajudiciales. Un capítulo de la barbarie nacional que, casi cuatro décadas después, todavía tiene a los familiares de víctimas buscando respuestas. Y ahora, desde Estados Unidos, llegan pistas para seguir armando el confuso rompecabezas.
En este link puede leer todos los documentos desclasificados por la NSA.
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