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La lucha de la familia Díaz Mancilla

En la Fiscalía se radicó una petición para reabrir uno de los casos emblemáticos de desaparición forzada en el país.

Natalia Herrera Durán
05 de septiembre de 2011 - 10:31 p. m.
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Al mediodía de este lunes el abogado Pedro Mahecha presentó ante la Fiscalía un derecho de petición para que se reabriera un caso emblemático de desaparición forzada en el país: el de Miguel Ángel Díaz. Ese mismo día y hora, pero hace 27 años, Díaz fue desaparecido en el Magdalena Medio junto a otro dirigente del Partido Comunista Colombiano. El episodio cambió la vida de Gloria Mancilla de Díaz, quien, por emprender una batalla jurídica y social para encontrar a su esposo, fue forzada desde entonces al exilio junto a sus tres hijas, ante la gravedad de las amenazas. Hoy pide que el crimen sea considerado de lesa humanidad y continúe su investigación.

Si la Fiscalía accede a reabrir esta investigación, de acuerdo con la petición radicada , deberá indagar la responsabilidad penal que puedan tener otros funcionarios que para la época de la desaparición (1984) fungían como autoridades nacionales y locales.

El 5 de septiembre de 1984, Miguel Ángel Díaz y Faustino López se dirigieron a la oficina de Registro de Instrumentos Públicos de Puerto Boyacá (Boyacá) para legalizar la escritura de una casa de propiedad del Partido Comunista. A las 11:30 a.m., Miguel Ángel fue a recoger la escritura y al momento de salir de la oficina fue introducido a la fuerza en un carro Renault 12, al que seguía una motocicleta roja, conducida por el detective rural del DAS Jorge Luis Barrero.

Siete horas después, cuatro encapuchados y el agente del DAS irrumpieron en el apartamento de Faustino, de donde, de acuerdo a la versión de los vecinos, lo sacaron en un costal y lo subieron a un carro. Por estos hechos, el Juzgado Primero Penal del Circuito de Tunja, el 29 de mayo de 1986, condenó por el delito de secuestro simple al agente Barrero, capturado el 17 de julio de 1987 y recluido en la cárcel El Barne, hasta el 27 de febrero de 1990, cuando fue puesto en libertad por pena cumplida.

Las amenazas y los seguimientos a Gloria y sus hijas fueron recurrentes desde el día de la desaparición. Eran comunes las llamadas telefónicas que decían “las vamos a matar a todas, dile a tu mamá que no lo siga buscando, porque las vamos a matar”. Por esas circunstancias, cada dos años cambiaban de vivienda, hasta que en 2002, cansadas de la persecución, se exiliaron en España. Gloria volvió a Colombia en 2003, pero, dos años después, luego de que personas extrañas entraran a su casa, revolcaran todo y le dejaran sobre su escritorio un libro escrito por el jefe paramilitar Salvatore Mancuso, volvió al exilio. Recientemente, en el mes de febrero, un mural con la foto de Miguel Ángel, que realizaron sus familiares para exaltar su memoria, fue tachado con mensajes que lo calificaban como terrorista.

La historia de Miguel Ángel y su familia, sin embargo, no empieza con su desaparición. En septiembre de 1979 fue declarado insubsistente de su cargo en el Instituto Colombiano de Cultura, junto a su esposa, por participar en un paro nacional de trabajadores al servicio del Estado. Ocho años después, el 7 de octubre de 1987, el Tribunal Contencioso Administrativo de Cundinamarca les dio la razón y ordenó el reintegro de Miguel Ángel a su cargo. Pero él no asistió, llevaba tres años desaparecido. Tres meses después, el entonces director de Colcultura revocó el reintegro argumentando simplemente que Miguel Ángel Díaz no se presentó.

Como si fuera poco, por todas las dificultades derivadas de la desaparición forzada de su esposo, Gloria Mancilla empezó a atrasarse en el pago de una casa que había adquirido con su esposo a través de un crédito. Y el Fondo Nacional del Ahorro (FNA) inició un proceso de embargo que terminó el pasado 12 de mayo, cuando la mitad de la casa fue rematada por el juez 26 Civil del Circuito de Bogotá, Leonardo Antonio Caro, cumpliendo órdenes de la Sala Civil del Tribunal Superior de Bogotá. Ese día, el juez recibió en sobre cerrado 12 ofertas. Pero sólo una prometía una suma por la mitad de la casa. Las otras 11 contenían una hoja con el rostro de Miguel Ángel y un letrero que decía: “Los bienes de los desaparecidos no se rematan”.

Veintisiete años después de la desaparición de Miguel Ángel Díaz, en el derecho de petición de 26 páginas que radicó ayer su apoderado, Gloria Mancilla expresa: “No es fácil describir el impacto emocional familiar por la desaparición de Miguel Ángel. Aquí sólo menciono lo difícil que ha sido explicar a las niñas la ausencia de su padre, el esfuerzo de mitigar su dolor (...) El impacto para los padres de mi esposo fue tan grande que los fue consumiendo la tristeza, hasta que finalmente se los llevó”. La historia de Miguel Ángel Díaz hace parte de los cerca de 27.000 casos de desaparición forzada que existen en el país.

Por Natalia Herrera Durán

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