La monja Gloria Cecilia Narváez arribó a Colombia tras su liberación en octubre
Integrantes de la congregación Franciscanas de María Inmaculada y un equipo de la Dirección Antisecuestro y Antiextorsión de la Policía Nacional, encabezado por el coronel Gustavo Adolfo Camargo recibieron a la religiosa en el Aeropuerto Internacional Eldorado.
Un poco más de un mes después de su liberación, la religiosa colombiana Gloria Cecilia Narváez arribó a territorio nacional este martes. La monja que fue secuestrada el 7 de febrero de 2017 por el grupo terrorista Al Qaeda en Malí, África, en donde realizaba una labor humanitaria, fue recibida por integrantes de la congregación Franciscanas de María Inmaculada y un equipo de la Dirección Antisecuestro y Antiextorsión de la Policía, encabezado por el coronel Gustavo Adolfo Camargo.
Las misionarias que agradecieron el acompañamiento de la Policía durante todo el secuestro de Narváez, resaltaron la labor que adelantó el coronel Camargo quien estuvo durante varios años en el país africano en búsqueda de su liberación. “Con nosotros está el coronel Camargo que estuvo varios años allá en Balí trabajando por la liberación de nuestra hermanita que Dios se lo pague”, dijo una de las integrantes de la congregación que celebró la llegada de la religiosa.
Para conocer más sobre justicia, seguridad y derechos humanos, visite la sección Judicial de El Espectador.
El oficial, por su parte, expresó su admiración a Narváez: “Me asombra su fortaleza. Usted estaba en un inclemente desierto. Yo lo que tengo es admiración y sé hoy en día que la oración es lo único que nos hace mantenernos en pie en este trabajo tan difícil pero con una profesión tan bonita como la de ustedes que es servirle a la humanidad. Recibí allá los testimonios de esos niños y mujeres a quienes usted ayudaba y cuando usted se fue lloraron mucho. Hicieron manifestaciones (...) en el nombre del Gaula y de todas sus hermanas que oraron mucho, bienvenida a la libertad”.
Con la bienvenida que le dio el oficial, la religiosa que portaba una gorra del Gaula de la Policía en sus manos agradeció por la labor que adelantaron durante su secuestro y clamó por la paz de Colombia. Además, resaltó que el secuestro trae consigo enormes sufrimientos al ser humano. “Coronel Camargo y a todos los integrantes que han venido del Gaula, a mis hermanas de la comunidad, como San Francisco de Asís dijo: el señor me dio la alegría de tener hermanas y hermanos. Yo estoy muy agradecida con usted, con todo el trabajo que han hecho. De todo corazón les agradezco. Están en mi corazón, en mis oraciones. Que la virgencita los siga protegiendo. Yo creo que es la fe lo que nos mantiene siempre con la esperanza. Yo pensaba en todas las personas que permanecen secuestradas, no solo en Colombia sino también en Malí (...) Pido que Colombia alcance esa paz que tanto anhelamos”, dijo la religiosa.
Lea aquí: Liberan a Gloria Cecilia Narváez, monja colombiana secuestrada por Al Qaeda
La religiosa liberada en octubre pasado fue secuestrada cerca de la localidad de Koutiala, 400 kilómetros al este de la capital, Bamako. Entonces trabajaba como misionera desde hacía seis años en la parroquia de Karangasso. Durante un poco más de cuatro años de cautiverio, el grupo terrorista suministró pruebas de supervivencia.
Un poco más de un mes después de su liberación, la religiosa colombiana Gloria Cecilia Narváez arribó a territorio nacional este martes. La monja que fue secuestrada el 7 de febrero de 2017 por el grupo terrorista Al Qaeda en Malí, África, en donde realizaba una labor humanitaria, fue recibida por integrantes de la congregación Franciscanas de María Inmaculada y un equipo de la Dirección Antisecuestro y Antiextorsión de la Policía, encabezado por el coronel Gustavo Adolfo Camargo.
Las misionarias que agradecieron el acompañamiento de la Policía durante todo el secuestro de Narváez, resaltaron la labor que adelantó el coronel Camargo quien estuvo durante varios años en el país africano en búsqueda de su liberación. “Con nosotros está el coronel Camargo que estuvo varios años allá en Balí trabajando por la liberación de nuestra hermanita que Dios se lo pague”, dijo una de las integrantes de la congregación que celebró la llegada de la religiosa.
Para conocer más sobre justicia, seguridad y derechos humanos, visite la sección Judicial de El Espectador.
El oficial, por su parte, expresó su admiración a Narváez: “Me asombra su fortaleza. Usted estaba en un inclemente desierto. Yo lo que tengo es admiración y sé hoy en día que la oración es lo único que nos hace mantenernos en pie en este trabajo tan difícil pero con una profesión tan bonita como la de ustedes que es servirle a la humanidad. Recibí allá los testimonios de esos niños y mujeres a quienes usted ayudaba y cuando usted se fue lloraron mucho. Hicieron manifestaciones (...) en el nombre del Gaula y de todas sus hermanas que oraron mucho, bienvenida a la libertad”.
Con la bienvenida que le dio el oficial, la religiosa que portaba una gorra del Gaula de la Policía en sus manos agradeció por la labor que adelantaron durante su secuestro y clamó por la paz de Colombia. Además, resaltó que el secuestro trae consigo enormes sufrimientos al ser humano. “Coronel Camargo y a todos los integrantes que han venido del Gaula, a mis hermanas de la comunidad, como San Francisco de Asís dijo: el señor me dio la alegría de tener hermanas y hermanos. Yo estoy muy agradecida con usted, con todo el trabajo que han hecho. De todo corazón les agradezco. Están en mi corazón, en mis oraciones. Que la virgencita los siga protegiendo. Yo creo que es la fe lo que nos mantiene siempre con la esperanza. Yo pensaba en todas las personas que permanecen secuestradas, no solo en Colombia sino también en Malí (...) Pido que Colombia alcance esa paz que tanto anhelamos”, dijo la religiosa.
Lea aquí: Liberan a Gloria Cecilia Narváez, monja colombiana secuestrada por Al Qaeda
La religiosa liberada en octubre pasado fue secuestrada cerca de la localidad de Koutiala, 400 kilómetros al este de la capital, Bamako. Entonces trabajaba como misionera desde hacía seis años en la parroquia de Karangasso. Durante un poco más de cuatro años de cautiverio, el grupo terrorista suministró pruebas de supervivencia.