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La odisea de un científico que terminó amenazado en Sucre

El investigador denunció que los Urabeños quieren asesinarlo porque se negó a ayudarles en un proyecto clandestino para procesar coca. Hoy está escondido y teme por su vida.

Juan David Laverde Palma
12 de abril de 2015 - 02:35 a. m.
El investigador científico Miguel Antonio Leyva, en el año 2006, cuando se disponía a viajar a Rusia. El Tiempo
El investigador científico Miguel Antonio Leyva, en el año 2006, cuando se disponía a viajar a Rusia. El Tiempo
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A sus 31 años el sucreño Miguel Antonio Leyva Ricardo se ha labrado a pulso un espacio en el mundo de la investigación biotecnológica en Colombia. En 2006, aún como estudiante de ingeniería química de la Universidad Industrial de Santander, viajó a Rusia con su grupo académico para representar a Colombia en el Congreso Internacional de Ciencias Analíticas. Un año después, en desarrollo de sus observaciones sobre el calentamiento global, fue finalista del programa Bayern Juvenil Ambiental de la Región Andina. En 2009 la Cámara Júnior de Colombia lo destacó como uno de los diez jóvenes más sobresalientes del país y ese mismo año el Senado lo condecoró.

Un vertiginoso recorrido académico que fue cobrando protagonismo en Sincelejo. Sus estudios se han concentrado en la composición química de plantas aromáticas y medicinales que podrían ser aprovechadas en la industria farmacéutica. Lleva casi una década con esa obsesión a cuestas. Para ello desarrolló una plataforma tecnológica para la extracción de aceites esenciales. En 2008 se ganó la convocatoria 523 de Colciencias y obtuvo una financiación de $300 millones para crear los primeros prototipos de sus experimentos. Con esos avances, pronto se embarcó en dos proyectos: uno de productos biotecnológicos para el sector agrícola y otro sobre la extracción de esencias y aceites aromáticos de especies vegetales.

El investigador Leyva comenzó a atraer la atención de políticos locales y de distintas universidades. Creó su firma Naturus Fragrances & Flavors y poco a poco fue consolidando un reconocimiento en su campo. Una vez fueron evaluados sus conocimientos aplicados, con el objetivo de promover la competitividad regional, sus proyectos fueron aprobados por el Sistema Nacional de Regalías después del visto bueno de los Órganos Colegiados de Administración y Decisión (OCAD). Para ello se dispuso de una partida presupuestal de $5.600 millones, que fueron entregados mediante un convenio de cooperación entre el departamento de Sucre, la Alcaldía de Sincelejo, la Universidad de Córdoba, la asociación Asoproagros y la empresa de Leyva, Naturus Fragrances.

Según Leyva, estos dos proyectos que ideó son el piloto de un megaproyecto de $150 mil millones que busca convertir en los próximos años a varias regiones de la Costa en un polo científico agroindustrial, uno de los más grandes de Latinoamérica. Por disposición del panel de evaluación de Colciencias y la OCAD, se determinó que Leyva sería el investigador y director científico, pero antes de que se oficializara el convenio de cooperación con varias entidades de Sucre, en septiembre de 2014, comenzaron los líos para Leyva.

De acuerdo con él, la directora regional de Colciencias, Luz Elena Zabala, lo contactó con el senador liberal Mario Fernández Alcocer a fin de que le ayudara a agilizar los trámites para la firma del convenio con el alcalde de Sincelejo, Jairo Fernández Quessep, quien es su tío. El objetivo era que la alcaldía entregara un terreno de 14 hectáreas para que allí funcionara el polo científico agroindustrial. Según Leyva, a instancias de Zabala se produjo una reunión con el senador Fernández y su tío, y así comenzó una relación fluida por mensajes de Whatsapp con el congresista.

Finalmente, el 26 de septiembre de 2014 se firmó el convenio de cooperación por $5.600 millones entre el gobernador Julio César Guerra Tulena, el alcalde Jairo Fernández, la rectora de la Universidad de Córdoba Alba Durango, el rector de la Universidad de Sucre Iván Darío Núñez y el investigador científico Miguel Leyva Ricardo. Según se lee en el convenio, el objetivo era implementar un programa para el sector agrícola que pretendía controlar enfermedades de cultivos de ñame y arroz, la creación de un centro de investigaciones microbiológicas para el uso sostenible de la biodiversidad regional y la obtención de aceites y extractos vegetales.

La pesadilla

Fue entonces cuando empezó el calvario del joven investigador Leyva Ricardo. Según denunció a la Fiscalía, no solo fue sacado a empellones de los proyectos que él ideó y que fueron avalados por Colciencias, sino que recibió amenazas de integrantes de los Urabeños. En documentos enviados a la Fiscalía de Sincelejo, Leyva señaló que en virtud de los desarrollos tecnológicos en los que participaba, así como de los permisos para el uso de insumos controlados, fue acosado por emisarios de este grupo ilegal que tendrían conexiones con altos dirigentes políticos de Sucre.

En concreto, Leyva aseguró que una persona identificada como Gustavo Adolfo Gil, “quien se ganó mi confianza por ser conocido de Fabio Araque, secretario general de la Alcaldía de Sincelejo, y del senador Mario Fernández Alcocer”, le propuso emplear los solventes y reactivos que se comprarían para el proyecto agroindustrial para “la refinación de clorhidrato de cocaína”; y que su organización estaba pensando traer a la región una droga sintética denominada krokodil, conocida como la droga caníbal porque necrosa paulatinamente los tejidos de quienes la consumen. Incluso, Gil le dio una muestra y le advirtió que formaba parte “de un cartel internacional de gente muy poderosa de Bélgica”.

El científico desechó la oferta, le dijo a Gustavo Adolfo Gil que se alejara de él y que pondría al tanto de lo ocurrido al senador Mario Fernández Alcocer, a quien Leyva mantenía informado de todos los pormenores del proyecto. La respuesta de Gil dejó frío al científico, pues según la denuncia, Gil se sonrió y le dijo que el congresista tenía conocimiento de todo y que se cuidara. Miguel Antonio Leyva adjuntó a su denuncia los chats de Whatsapp que se cruzó con el congresista Fernández Alcocer entre el 15 de enero y el 14 de febrero de 2015. En ellos se nota un trato amable, que se concertaron varias reuniones y que al final Leyva le expresó que estaba siendo amenazado.

De acuerdo con su relato, a pesar de la gravedad de lo que le contó al senador Fernández, su actitud “fue evasiva, pues contestaba los mensajes con las frases: ‘no entiendo’ o ‘no alcanzo a leer’”. Además, Leyva sostuvo que a principios de febrero de este año fue objeto de seguimientos y alumnos suyos de la Universidad de Sucre lo alertaron de los posibles nexos del tal Gustavo Adolfo Gil con miembros de los Urabeños. Leyva contó que el pasado 14 de febrero tomó un taxi y durante su traslado observó que el taxista iba chateando. El taxista le dijo que si podía parar a recoger a un amigo borracho. Así pasó, pero éste sacó un arma y Leyva alcanzó a lanzarse del vehículo y salir corriendo.

Esa misma noche, angustiado y desconcertado por lo que ocurría, recibió múltiples llamadas de un número desconocido que no contestó. Entonces bajó una aplicación para identificar de dónde provenían las llamadas y constató que el número era del tal Gustavo Gil y que este estaba al lado de su casa. Desesperado buscó a un amigo periodista para comentarle lo que ocurría y él a su turno lo contactó con Juan David Díaz, hijo del asesinado alcalde de El Roble, Edualdo Díaz, quien es vocero del Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado en Sucre. El científico le contó su odisea y ante la inminencia de un atentado convinieron hacer una entrevista en video con destino al presidente Santos.

En ese video de 65 minutos, grabado a principios de marzo, en poder de El Espectador, Leyva contó con pelos y señales su recorrido académico, la investigación que adelantó con la científica rusa Elena Stashenko, los pormenores del polo científico agroindustrial, su obsesión por desarrollar tecnología para extraer aromas y aceites para elaborar productos de exportación, su idea de empoderar a indígenas y campesinos en proyectos del sector agrícola. En la larga entrevista manifestó que consiguió una alianza de capacitación con la Universidad de Yale, que ahora quieren cambiar por una de “garaje” y que le arrebataron la dirección científica del proyecto, que hoy lidera Alexánder Pérez.

También sostuvo que está escondido y amenazado, que desde el principio quisieron sacarlo del proyecto, que no entiende qué está pasando pues fue el gestor del mismo, que le ofrecieron un cargo en la Alcaldía para mantenerlo monitoreado y que fue en esa época donde apareció el tal Gustavo Gil. Según Leyva, Gil le comenzó a preguntar por todo el proyecto, por la maquinaria y el material requerido y le propuso usar de manera ilegal los reactivos disolventes para procesar coca y drogas sintéticas. Leyva se negó, le informó al congresista Mario Fernández Alcocer y luego vinieron las amenazas.

El Espectador se comunicó con Colciencias para verificar los proyectos aprobados al investigador Miguel Antonio Leyva. Voceros de esa entidad confirmaron que están acompañando dos convocatorias: una sobre una incubadora de empresas en Sucre para refinar aceites y la otra sobre el mencionado programa de productos biotecnológicos para el sector agrícola. Sobre los líos de este último, Colciencias aseguró que Leyva sí figura como el formulador de la metodología general ajustada y “se verifica que hace parte del proyecto en calidad de investigador principal”. Finalmente los voceros manifestaron que la denuncia de Leyva también le fue enviada a esa entidad el pasado 11 de marzo y remitida a la Unidad Nacional de Protección.

Este diario dialogó con el senador Mario Fernández Alcocer, salpicado por la denuncia de Miguel Antonio Leyva. Según dijo, no tiene idea de quién es el tal Gustavo Adolfo Gil, indicó que lo único que ha hecho desde hace cuatro años es ayudarle al joven científico a sacar adelante su proyecto, que incluso lo ha financiado con viáticos para asistir a conferencias en el exterior, con tiquetes entre Sincelejo y Bogotá, con contactos en el alto gobierno, entre otras cosas. “A Miguel lo conozco desde hace cuatro años y no he hecho más que ayudarlo. Esta denuncia me provoca tristeza, indignación y rabia. No sé quién es Gustavo Gil, he preguntado por él y nadie me da razón, todo esto es muy extraño y recuerde que estamos en un año electoral”.

Según el congresista, Miguel Antonio Leyva es su amigo, de estar dos o tres veces por semana en su casa, a quien le entregó toda la confianza y a quien ayudó para que sus proyectos científicos se realizaran. “Yo me sumaba a la iniciativa de todos sus proyectos. Lo senté con gente de Colciencias, le costeé tiquetes, el último a España en septiembre del año pasado. Yo oficié casi que como un padrino de él, le ayudaba en cualquier urgencia, yo quisiera que si Migue tiene algo que reprochar de mi conducta, que me lo diga personalmente, porque no sé quién es ese tal Gil. Sí debo decir que cuando él me empezó a hablar de amenazas lo noté raro y eso me causó extrañeza. Pero la denuncia es una infamia, es una injusticia”.

El parlamentario le envió a El Espectador un correo que se cruzó con Miguel Leyva el 19 de febrero pasado. En este mensaje, Miguel le aseguraba que había un sujeto extraño rondándolo, que descargó una aplicación para localizar los puntos de las llamadas que le hacían, le mencionó la palabra Bélgica y al final le dijo: “favor sáqueme de este peligro en el que estoy, están aliados con U”. (En el video, Leyva explicó que cuando hablaba de U se refería a los urabeños). Ese mismo día el congresista le preguntó: “¿Quién te está amenazando?”. Sin embargo, pocas horas después Leyva cambió su versión y se retractó. ¿Por qué lo hizo? Según Juan David Díaz, por miedo.

Al margen de la controversia, en los chats que adjunta a la Fiscalía, se lee que Leyva le asegura al congresista que está siendo amenazado, que hay un grupo político que lo quiere sacar, que un sujeto de negro ha ido a visitarlo averiguando por él en la Alcaldía, que este señor viene de Urabá, que está muy estresado, que hay personas interesadas en que se aprueben cosas distintas a las estipuladas en el convenio, que el proyecto del polo científico “ha generado muchas incomodidades”, que a él no le gusta la política sino la ciencia y que tiene pruebas de que quieren “hacerme la vuelta”. Al final le dice que renuncia a todos los proyectos.

Hoy el joven científico está escondido y atemorizado. El congresista que fue su padrino en los proyectos de desarrollo resultó salpicado por su denuncia. El senador Fernández dice estar desconcertado por estos hechos y asegura que llegará hasta las últimas consecuencias para probar su inocencia (ver comunicado). El Espectador contactó al secretario de la alcaldía de Sincelejo, Fabio Araque, también mencionado en la denuncia, quien aseguró que tampoco conoce al tal Gustavo Gil, que deplora que su nombre aparezca en la denuncia y que se dispone a tomar las acciones legales del caso. Este diario intentó localizar al científico para conocer de viva voz sus acusaciones, pero no fue posible.

Entretanto hay preguntas por resolver: ¿Dónde está el tal Gustavo Gil? ¿Es ese su nombre real? ¿Por qué si la relación entre Leyva y Fernández era tan cercana, este no le dijo con nombre propio que Gustavo Gil lo estaba amenazando? ¿Por qué en su momento Leyva se retracta? La justicia indaga qué pasó en este caso y a qué horas un prometedor científico avalado por Colciencias terminó escondido y amenazado por los violentos.

Un perfil del joven científico

Cuando sólo tenía 22 años, y sin haber terminado la universidad, Miguel Antonio Leyva entró a las grandes ligas de la ciencia en Colombia gracias a que fue escogido como representante del país en el Congreso Internacional de Ciencias Analíticas en Moscú (Rusia). El sincelejano se convirtió entonces en uno de los jóvenes científicos más sobresalientes del país.
 
La carrera de ingeniería química la cursó en la Universidad Industrial de Santander, a donde ingresó sin presentar examen de admisión gracias al alto puntaje obtenido en las pruebas Icfes. Desde que inició su carrera, el hombre de 31 años, que sufrió hace algún tiempo una isquemia cerebral, se vinculó como investigador al Centro de Excelencia del Centro Nacional de Investigaciones para la Agroindustrialización de Especies Aromáticas y Medicinales (Cenivam), donde conoció a la rusa Elena Stashenko, quien ha sido su mentora desde entonces. 
 
Sus condiciones económicas lo obligaron por mucho tiempo a tramitar con instituciones la financiación que le permitiera participar en los congresos y conferencias a los que lo invitaban. Hoy ha logrado financiación de Colciencias para sus proyectos. Sin embargo, denunció que lo sacaron como director científico de uno de ellos, además de amenazas en su contra.
 
La respuesta del senador Mario Fernández 

“No me extraña que justo cuando se acerca la jornada electoral, las ya acostumbradas prácticas sucias de la política local sucreña estén tratando de enlodar mi buen nombre con injurias y calumnias, como lo han intentado hacer en oportunidades anteriores, sin pruebas que validen las afirmaciones malintencionadas de terceros en mi contra”, dijo el senador Mario Fernández Alcocer en respuesta a la denuncia de Miguel Leyva.

Fernández indicó que está dispuesto a acudir a la autoridad competente que requiera su testimonio para aclarar el caso, toda vez que, según él, siempre ha actuado apegado a la ley. Además, sostuvo que pretende  esclarecer quién y por qué motivos “amenaza” la vida de Miguel Leyva, a quien siempre “le brindé mi respaldo”. “Con el señor Leyva he tenido una buena relación. Desde el inicio creí en sus ideas, pues consideré que sus iniciativas podrían impactar positivamente el desarrollo de mi ciudad, por lo cual le di todo el apoyo que estuvo a mi alcance, y por supuesto me parece de suma importancia que se protejan su vida e integridad”, concluyó.

Los Urabeños en Sucre

Esta organización ilegal tiene actualmente el máximo control del tráfico de drogas del país. Los Urabeños, conocidos también como clan Úsuga, tienen dominio de las rutas de distribución de cocaína de toda la Costa Pacífica, y en el Caribe principalmente en el Golfo de Urabá, La Guajira y Golfo de Morrosquillo. Este último corresponde al punto de salida de estupefacientes que coordinan hombres del clan —aproximadamente 40 que actúan bajo el mando de Manuel Alejandro Correa, alias el “Viejo”— y cuya zona de influencia se extiende hasta Sincelejo, San Onofre, Tolú, San Marcos, Majagual, Coveñas y Guaranda.

Según informaron las autoridades, Gustavo Adolfo Gil, quien es acusado por el científico Miguel Antonio Leyva de ser miembro de esta agrupación ilegal, no figura dentro de las listas de integrantes que se tienen identificados en el departamento de Sucre.

El comandante de la Policía del departamento, el coronel Óscar López, indicó que ya se le esta brindando protección a Leyva a través de la asignación de un escolta, y que además ya se remitió la solicitud a la Unidad Nacional de Protección para que realice la evaluación de riesgo y tome decisiones definitivas sobre la seguridad que requiere el joven científico.

 

Por Juan David Laverde Palma

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