La reunión completa entre Enrique Pardo Hasche y Juan Guillermo Monsalve
El diálogo entre el testigo Juan Guillermo Monsalve y el condenado Enrique Pardo, que la Corte evalúa como posible prueba para determinar si el expresidente Uribe y su círculo intentaron que Monsalve se retractara de sus acusaciones.
Catalina Vargas Vergara / Redacción Judicial
“A ese señor lo van a soltar”. Con esta frase empieza la conversación que el testigo Juan Guillermo Monsalve sostuvo con el condenado Enrique Pardo Hasche el pasado 22 de febrero en la cárcel de La Picota, que se ha convertido en el punto de partida de la investigación abierta por la Corte Suprema de Justicia contra el expresidente Álvaro Uribe por los presuntos delitos de soborno y fraude procesal. En criterio de la Corte, ese diálogo ratifica que sí hubo intentos por hacer retractar al testigo estelar contra Uribe.
El Espectador conoció la grabación completa del encuentro entre Juan Guillermo Monsalve y Enrique Pardo Hasche. A pesar de las dificultades técnicas de audio, porque se hizo con un reloj grabadora que Monsalve recibió de su esposa Deyanira Gómez para que lo hiciera, la conversación de 16 minutos permite escuchar cómo Pardo Hasche, de manera insistente, le advierte a Monsalve que lo mejor es que se ponga del lado de Uribe, al tiempo que resalta que, si se llega a retractar, lo pueden ayudar los abogados más poderosos del país.
(Lea: El expediente contra Uribe)
La conversación empieza con un comentario de Pardo manifestándole que se equivocó con el abogado Cadena, porque van a soltar a “ese señor”. Cuando Monsalve le pregunta “¿a Santiago?”, Pardo asiente y, tras una breve pausa, afirma: “A Uribe ni siquiera lo van a tocar. Al tipo lo van a soltar”. Y segundos después añade: “Nadie se va a poner a joder con esa gente ya, una vez que esa gente se monte en el país no vuelve a mirar para atrás. Cuando arranque ese país, el que se quedó atrás, se quedó atrás”.
A ese comentario, Juan Guillermo Monsalve responde que va a estar complicado y que el domingo casi se pone a llorar. Enrique Pardo le insiste en que la culpa es suya, y más tarde le recalca que “esa gente” está muy prevenida con él. Entonces el diálogo se vuelve a enfocar en Santiago (Uribe), y Pardo expresa demostrando que habla por terceros: “A nosotros nos gustaría que antes de que lo sienten, él diera un declaración a favor de Santiago”. Y luego reitera: “Nos va a ayudar mucho”. Monsalve le lleva la idea con breves frases.
Enrique Pardo le recuerda a su interlocutor que ha estado muy bien hasta ahora, pero también le advierte lo que puede pasar a raíz de las elecciones: “Si sale la izquierda y hace lo de la JEP, pues eso es otra cosa. Pero la izquierda va pa’ abajo, pero con toda. El pobre Cepeda va a quedar pero en la olla”. Y después agrega: “Entonces, usted lo que debe hacer es pasarse para el lado de este señor, que él lo va a tener en cuenta después”. Monsalve le contesta: “Yo que conozco tanto a Uribe y eso, yo sé que después me va a dar es garrote”.
Ante ese comentario, Pardo es enfático en decirle: “Nadie lo va a matar ni qué putas. Pero sí le va a ir mucho mejor porque está con el presidente”. Luego descalifica a Iván Cepeda, a lo cual Monsalve responde con un interrogante: “¿Pero qué podemos hacer ahí o qué?”. Entonces Pardo Hasche le dice: “Si quiere bajamos los dos”, y después le habla del abogado. Lo elogia, le dice que es joven y tiene mucha plata, le pregunta si le vio los relojes y que cuando salió tenía un poderoso esquema de seguridad, “con carros de $500 millones y camionetas detrás”.
El testigo Monsalve añade que no era por seguridad de Lombana, a lo que Enrique Pardo replica: “No, Lombana también tiene sus vainas. Yo con Lombana no he hablado nada, pero yo sé que es como si fuera el papá”. Segundos después Pardo asegura que es íntimo amigo suyo, que se va a casar con su sobrina, y que si quiere se pueden sentar a hablar con él de una vez. “¿Pero cuando?”, le pregunta Monsalve, y su interlocutor le contesta: “Dígame, esta tarde él viene porque la vaina de ese señor es en estos días”.
(Lea: Las conversaciones claves para la investigación que se adelanta en contra de Álvaro Uribe)
De manera reiterativa, Pardo le manifiesta: “Si eso es antes, se retracta y eso sale, cuando este señor salga lo va a tener en cuenta”. Monsalve replica: “Eso es verdad, si no va a comer mierda uno”. Pardo repite la misma frase y luego recalca: “Entonces aproveche. Mire, yo le digo, Dios para ellos es Uribe”. Por unos momentos Monsalve y Pardo critican a un tercero que urgía en que firmara como fuera, hasta que Pardo concluye: “Entonces usted me dirá”. Y después agrega: “Si yo fuera usted me pasaba pa’l otro lado”.
En tono convincente, Pardo le plantea una disyuntiva: “¿A usted qué le importa ahora declarar a favor del uno o a favor el otro, dígame?”. Monsalve, siempre llevando la conversación, comenta: “Donde yo me llegue a retractar eso me meten…”, una fracción de pausa y afirma: “Eso sería bueno hablarlo con él (abogado)”. Y después aporta su propia aspiración: “Eso es lo que yo le digo, de ocho a 11 años”. Pardo elogia al abogado Lombana, Monsalve añade que tiene el contrapeso del abogado Granados, y Pardo le da su comparación.
En seguida, a manera de conclusión dice: “Entonces lo que podemos hacer es que vengan ambos, que se siente usted con Lombana y con el otro (Cadena), yo los llamo ya y les digo”. Entonces Juan Guillermo Monsalve pregunta: “¿Cuándo vienen?” y Pardo responde: “Lo más pronto posible. A los dos, y usted asegura un par de cositas”. Ante este comentario, Monsalve expresa: “Sí, yo necesito una garantía”, y Pardo asevera: “¿Quiere saber cómo va a ser la garantía? De que no le pase nada y de que este señor lo va a tener en cuenta cuando salga de presidente”.
(Le puede interesar: Ni Lombana ni yo nos reunimos con el testigo Monsalve: María Mercedes Williamson)
Ahí termina la conversación conocida por este diario. En términos de modo y lugar, su contenido es avalado por la Corte Suprema en su decisión del pasado 24 de julio, cuando precisó que por conducto del abogado Reinaldo Villalba, apoderado de Iván Cepeda, se enteró de que el testigo Juan Guillermo Monsalve estaba recibiendo mensajes para que se retractara de sus señalamientos al expresidente Uribe Vélez. En particular, la Corte detalla que el 21 de febrero, un abogado acudió a la cárcel de La Picota para hablar con el testigo, que no quiso recibirlo.
Al parecer, por eso es que el diálogo entre Pardo y Monsalve comienza recriminándole su conducta. En el documento de la Corte se lee que el 22 de febrero (el mismo día de la conversación), el alto tribunal acudió al CTI de la Fiscalía para iniciar la investigación. Y, después, usando un reloj especial, Monsalve grabó su coloquio con Pardo. Esa misma fecha, mientras el abogado Diego Cadena conversaba con el testigo Monsalve, en otra mesa se quedó Pardo con el abogado Jaime Lombana y María Mercedes Williamson.
La Corte revela que el abogado Cadena le manifestó a Monsalve actuar en nombre de Álvaro Uribe y le pidió firmar un documento, previamente elaborado, con el fin de presentarlo con el recurso de reposición contra la decisión del 16 de febrero que ordenaba investigar a Uribe, y cuyo plazo se vencía el 23 de febrero. Según la Corte, Cadena le ofreció a Monsalve presentar una acción de revisión en su caso sin cobrarle honorarios y gestionar, en su favor, mejores condiciones de reclusión y seguridad para él y su familia.
En medio del escándalo, se conoció una carta que el 12 de abril le hizo llegar Enrique Pardo a la Corte Suprema, contándole de sus conversaciones con Monsalve. En dicha carta, es claro que Pardo ya sabía que había sido grabado y se explaya en relatar su versión a manera de denuncia. En ese documento de 11 páginas, escrita de puño y letra, Pardo dice que conoce a Monsalve desde 2009, que siempre culpaba al expresidente Uribe de que no lo hubieran aceptado en Justicia y Paz, pero que estaba dispuesto a retractarse.
(Lea: La carta de uno de los declarantes del caso Uribe a la Corte Suprema)
Ahora es la Corte la que debe dilucidar la verdad detrás de estos hechos. Según Pardo, el testigo Monsalve vio la oportunidad de acomodarse en las casas fiscales de La Picota y se echó para atrás en la retractación, hecho que le sirvió a alias Don Mario y a alias El Canoso para retrasar su extradición. Tanto Pardo como estos exparamilitares, y en general todos los personajes del capítulo Monsalve en La Picota y los abogados buscando su vuelta de tuerca en el escándalo, son piezas de un rompecabezas judicial que está lejos de terminar.
Por lo pronto, Enrique Pardo Hasche seguirá cumpliendo su sentencia a 29 años de prisión por el secuestro del empresario Eduardo Puyana, ocurrido en abril de 1991. Doce años después, en septiembre de 2003, la Corte ratificó la decisión en la que se lee que los captores de Puyana (suegro del expresidente Andrés Pastrana) exigieron $800 millones por su liberación, pero en abril de 1993 apareció su cuerpo sin vida con un disparo en el cráneo, en Samaná (Caldas). Según el fallo, el secuestro ocurrió por enfrentamientos del empresario con la familia Pardo Hasche.
El caso es poco conocido, pero tiene particulares ingredientes. Por ejemplo, que Enrique Pardo fue capturado en Florida (Estados Unidos) en octubre de 2000, en cumplimiento de una solicitud de extradición por parte de la justicia colombiana y que, como pocos casos en Colombia, se cumplió el requerimiento. Fue así como, en octubre de 2006, Pardo fue extraditado al país. En ese momento, ya la Corte Suprema de Justicia había expedido la sentencia que ratificó las decisiones de la denominada Justicia sin Rostro, con la condena a 29 años. Ese mismo Pardo es hoy pieza crucial del caso Uribe Vélez.
“A ese señor lo van a soltar”. Con esta frase empieza la conversación que el testigo Juan Guillermo Monsalve sostuvo con el condenado Enrique Pardo Hasche el pasado 22 de febrero en la cárcel de La Picota, que se ha convertido en el punto de partida de la investigación abierta por la Corte Suprema de Justicia contra el expresidente Álvaro Uribe por los presuntos delitos de soborno y fraude procesal. En criterio de la Corte, ese diálogo ratifica que sí hubo intentos por hacer retractar al testigo estelar contra Uribe.
El Espectador conoció la grabación completa del encuentro entre Juan Guillermo Monsalve y Enrique Pardo Hasche. A pesar de las dificultades técnicas de audio, porque se hizo con un reloj grabadora que Monsalve recibió de su esposa Deyanira Gómez para que lo hiciera, la conversación de 16 minutos permite escuchar cómo Pardo Hasche, de manera insistente, le advierte a Monsalve que lo mejor es que se ponga del lado de Uribe, al tiempo que resalta que, si se llega a retractar, lo pueden ayudar los abogados más poderosos del país.
(Lea: El expediente contra Uribe)
La conversación empieza con un comentario de Pardo manifestándole que se equivocó con el abogado Cadena, porque van a soltar a “ese señor”. Cuando Monsalve le pregunta “¿a Santiago?”, Pardo asiente y, tras una breve pausa, afirma: “A Uribe ni siquiera lo van a tocar. Al tipo lo van a soltar”. Y segundos después añade: “Nadie se va a poner a joder con esa gente ya, una vez que esa gente se monte en el país no vuelve a mirar para atrás. Cuando arranque ese país, el que se quedó atrás, se quedó atrás”.
A ese comentario, Juan Guillermo Monsalve responde que va a estar complicado y que el domingo casi se pone a llorar. Enrique Pardo le insiste en que la culpa es suya, y más tarde le recalca que “esa gente” está muy prevenida con él. Entonces el diálogo se vuelve a enfocar en Santiago (Uribe), y Pardo expresa demostrando que habla por terceros: “A nosotros nos gustaría que antes de que lo sienten, él diera un declaración a favor de Santiago”. Y luego reitera: “Nos va a ayudar mucho”. Monsalve le lleva la idea con breves frases.
Enrique Pardo le recuerda a su interlocutor que ha estado muy bien hasta ahora, pero también le advierte lo que puede pasar a raíz de las elecciones: “Si sale la izquierda y hace lo de la JEP, pues eso es otra cosa. Pero la izquierda va pa’ abajo, pero con toda. El pobre Cepeda va a quedar pero en la olla”. Y después agrega: “Entonces, usted lo que debe hacer es pasarse para el lado de este señor, que él lo va a tener en cuenta después”. Monsalve le contesta: “Yo que conozco tanto a Uribe y eso, yo sé que después me va a dar es garrote”.
Ante ese comentario, Pardo es enfático en decirle: “Nadie lo va a matar ni qué putas. Pero sí le va a ir mucho mejor porque está con el presidente”. Luego descalifica a Iván Cepeda, a lo cual Monsalve responde con un interrogante: “¿Pero qué podemos hacer ahí o qué?”. Entonces Pardo Hasche le dice: “Si quiere bajamos los dos”, y después le habla del abogado. Lo elogia, le dice que es joven y tiene mucha plata, le pregunta si le vio los relojes y que cuando salió tenía un poderoso esquema de seguridad, “con carros de $500 millones y camionetas detrás”.
El testigo Monsalve añade que no era por seguridad de Lombana, a lo que Enrique Pardo replica: “No, Lombana también tiene sus vainas. Yo con Lombana no he hablado nada, pero yo sé que es como si fuera el papá”. Segundos después Pardo asegura que es íntimo amigo suyo, que se va a casar con su sobrina, y que si quiere se pueden sentar a hablar con él de una vez. “¿Pero cuando?”, le pregunta Monsalve, y su interlocutor le contesta: “Dígame, esta tarde él viene porque la vaina de ese señor es en estos días”.
(Lea: Las conversaciones claves para la investigación que se adelanta en contra de Álvaro Uribe)
De manera reiterativa, Pardo le manifiesta: “Si eso es antes, se retracta y eso sale, cuando este señor salga lo va a tener en cuenta”. Monsalve replica: “Eso es verdad, si no va a comer mierda uno”. Pardo repite la misma frase y luego recalca: “Entonces aproveche. Mire, yo le digo, Dios para ellos es Uribe”. Por unos momentos Monsalve y Pardo critican a un tercero que urgía en que firmara como fuera, hasta que Pardo concluye: “Entonces usted me dirá”. Y después agrega: “Si yo fuera usted me pasaba pa’l otro lado”.
En tono convincente, Pardo le plantea una disyuntiva: “¿A usted qué le importa ahora declarar a favor del uno o a favor el otro, dígame?”. Monsalve, siempre llevando la conversación, comenta: “Donde yo me llegue a retractar eso me meten…”, una fracción de pausa y afirma: “Eso sería bueno hablarlo con él (abogado)”. Y después aporta su propia aspiración: “Eso es lo que yo le digo, de ocho a 11 años”. Pardo elogia al abogado Lombana, Monsalve añade que tiene el contrapeso del abogado Granados, y Pardo le da su comparación.
En seguida, a manera de conclusión dice: “Entonces lo que podemos hacer es que vengan ambos, que se siente usted con Lombana y con el otro (Cadena), yo los llamo ya y les digo”. Entonces Juan Guillermo Monsalve pregunta: “¿Cuándo vienen?” y Pardo responde: “Lo más pronto posible. A los dos, y usted asegura un par de cositas”. Ante este comentario, Monsalve expresa: “Sí, yo necesito una garantía”, y Pardo asevera: “¿Quiere saber cómo va a ser la garantía? De que no le pase nada y de que este señor lo va a tener en cuenta cuando salga de presidente”.
(Le puede interesar: Ni Lombana ni yo nos reunimos con el testigo Monsalve: María Mercedes Williamson)
Ahí termina la conversación conocida por este diario. En términos de modo y lugar, su contenido es avalado por la Corte Suprema en su decisión del pasado 24 de julio, cuando precisó que por conducto del abogado Reinaldo Villalba, apoderado de Iván Cepeda, se enteró de que el testigo Juan Guillermo Monsalve estaba recibiendo mensajes para que se retractara de sus señalamientos al expresidente Uribe Vélez. En particular, la Corte detalla que el 21 de febrero, un abogado acudió a la cárcel de La Picota para hablar con el testigo, que no quiso recibirlo.
Al parecer, por eso es que el diálogo entre Pardo y Monsalve comienza recriminándole su conducta. En el documento de la Corte se lee que el 22 de febrero (el mismo día de la conversación), el alto tribunal acudió al CTI de la Fiscalía para iniciar la investigación. Y, después, usando un reloj especial, Monsalve grabó su coloquio con Pardo. Esa misma fecha, mientras el abogado Diego Cadena conversaba con el testigo Monsalve, en otra mesa se quedó Pardo con el abogado Jaime Lombana y María Mercedes Williamson.
La Corte revela que el abogado Cadena le manifestó a Monsalve actuar en nombre de Álvaro Uribe y le pidió firmar un documento, previamente elaborado, con el fin de presentarlo con el recurso de reposición contra la decisión del 16 de febrero que ordenaba investigar a Uribe, y cuyo plazo se vencía el 23 de febrero. Según la Corte, Cadena le ofreció a Monsalve presentar una acción de revisión en su caso sin cobrarle honorarios y gestionar, en su favor, mejores condiciones de reclusión y seguridad para él y su familia.
En medio del escándalo, se conoció una carta que el 12 de abril le hizo llegar Enrique Pardo a la Corte Suprema, contándole de sus conversaciones con Monsalve. En dicha carta, es claro que Pardo ya sabía que había sido grabado y se explaya en relatar su versión a manera de denuncia. En ese documento de 11 páginas, escrita de puño y letra, Pardo dice que conoce a Monsalve desde 2009, que siempre culpaba al expresidente Uribe de que no lo hubieran aceptado en Justicia y Paz, pero que estaba dispuesto a retractarse.
(Lea: La carta de uno de los declarantes del caso Uribe a la Corte Suprema)
Ahora es la Corte la que debe dilucidar la verdad detrás de estos hechos. Según Pardo, el testigo Monsalve vio la oportunidad de acomodarse en las casas fiscales de La Picota y se echó para atrás en la retractación, hecho que le sirvió a alias Don Mario y a alias El Canoso para retrasar su extradición. Tanto Pardo como estos exparamilitares, y en general todos los personajes del capítulo Monsalve en La Picota y los abogados buscando su vuelta de tuerca en el escándalo, son piezas de un rompecabezas judicial que está lejos de terminar.
Por lo pronto, Enrique Pardo Hasche seguirá cumpliendo su sentencia a 29 años de prisión por el secuestro del empresario Eduardo Puyana, ocurrido en abril de 1991. Doce años después, en septiembre de 2003, la Corte ratificó la decisión en la que se lee que los captores de Puyana (suegro del expresidente Andrés Pastrana) exigieron $800 millones por su liberación, pero en abril de 1993 apareció su cuerpo sin vida con un disparo en el cráneo, en Samaná (Caldas). Según el fallo, el secuestro ocurrió por enfrentamientos del empresario con la familia Pardo Hasche.
El caso es poco conocido, pero tiene particulares ingredientes. Por ejemplo, que Enrique Pardo fue capturado en Florida (Estados Unidos) en octubre de 2000, en cumplimiento de una solicitud de extradición por parte de la justicia colombiana y que, como pocos casos en Colombia, se cumplió el requerimiento. Fue así como, en octubre de 2006, Pardo fue extraditado al país. En ese momento, ya la Corte Suprema de Justicia había expedido la sentencia que ratificó las decisiones de la denominada Justicia sin Rostro, con la condena a 29 años. Ese mismo Pardo es hoy pieza crucial del caso Uribe Vélez.