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                                                                                                                                La saña de la mafia contra El Espectador

                                                                                                                                Asesinatos, exilios, amenazas, atentados, incendios: de todo intentaron Pablo Escobar y sus secuaces para acallar a este diario. No lo lograron.

                                                                                                                                Redacción Judicial

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                El primer golpe directo sobrevino el 16 de agosto de 1986, cuando fue asesinado el corresponsal de El Espectador en Leticia (Amazonas), Roberto Camacho Prada. El periodista había denunciado en las páginas del diario la penetración del narcotráfico en la región, documentando ante la Procuraduría la omisión de las autoridades para frenarlo. Guillermo Cano denunció en concreto al narcotraficante Evaristo Porras Ardila como uno de los promotores del crimen y demandó de las autoridades investigar a fondo sus intenciones para encubrir y respaldar a los carteles de la droga.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                En vez de ello, el 17 de diciembre de 1986, cuando salía del periódico que dirigió durante 36 años, fue asesinado Guillermo Cano Isaza. El primer juez que asumió la investigación, Andrés Enrique Montañez, dos años después fue procesado y condenado por el delito de prevaricato, al permitir la libertad del capo Jorge Luis Ochoa Vásquez a través de un dudoso habeas corpus, cuando estaba a punto de ser extraditado. En adelante, el narcotráfico se concentró en la tarea de borrar toda posibilidad de la justicia para esclarecer la verdad en el magnicidio del director de El Espectador.

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Hacia marzo de 1998, gracias a los trabajos del periodista y abogado del diario, Héctor Giraldo Gálvez, fue capturado en Medellín Luis Carlos Molina Yepes, propietario de la cuenta de la cual se giraron los dineros para comprar la moto desde la que fue asesinado Guillermo Cano. Días después, sin mayores explicaciones, Molina se fugó del DAS. En agosto de ese año, la jueza Consuelo Sánchez Durán ordenó la captura de Pablo Escobar Gaviria y otros, y de inmediato comenzó a ser amenazada. Al poco tiempo abandonó el país y la investigación quedó al garete.

                                                                                                                                El 29 de marzo de 1989, cuando aportaba valiosa información para enderezar el rumbo de las pesquisas, fue asesinado en Bogotá el periodista y abogado Héctor Giraldo Gálvez. Cinco meses después, el turno correspondió al magistrado del Tribunal Superior de Bogotá Carlos Ernesto Valencia García, quien había confirmado la vinculación de Escobar y los suyos en el magnicidio de Guillermo Cano. A pesar de este nuevo traspié, no cedieron las amenazas, volvieron los exilios y el narcotráfico incendió una propiedad de la familia Cano en Islas del Rosario, en Cartagena.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                El primer golpe directo sobrevino el 16 de agosto de 1986, cuando fue asesinado el corresponsal de El Espectador en Leticia (Amazonas), Roberto Camacho Prada. El periodista había denunciado en las páginas del diario la penetración del narcotráfico en la región, documentando ante la Procuraduría la omisión de las autoridades para frenarlo. Guillermo Cano denunció en concreto al narcotraficante Evaristo Porras Ardila como uno de los promotores del crimen y demandó de las autoridades investigar a fondo sus intenciones para encubrir y respaldar a los carteles de la droga.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                En vez de ello, el 17 de diciembre de 1986, cuando salía del periódico que dirigió durante 36 años, fue asesinado Guillermo Cano Isaza. El primer juez que asumió la investigación, Andrés Enrique Montañez, dos años después fue procesado y condenado por el delito de prevaricato, al permitir la libertad del capo Jorge Luis Ochoa Vásquez a través de un dudoso habeas corpus, cuando estaba a punto de ser extraditado. En adelante, el narcotráfico se concentró en la tarea de borrar toda posibilidad de la justicia para esclarecer la verdad en el magnicidio del director de El Espectador.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Hacia marzo de 1998, gracias a los trabajos del periodista y abogado del diario, Héctor Giraldo Gálvez, fue capturado en Medellín Luis Carlos Molina Yepes, propietario de la cuenta de la cual se giraron los dineros para comprar la moto desde la que fue asesinado Guillermo Cano. Días después, sin mayores explicaciones, Molina se fugó del DAS. En agosto de ese año, la jueza Consuelo Sánchez Durán ordenó la captura de Pablo Escobar Gaviria y otros, y de inmediato comenzó a ser amenazada. Al poco tiempo abandonó el país y la investigación quedó al garete.

                                                                                                                                El 29 de marzo de 1989, cuando aportaba valiosa información para enderezar el rumbo de las pesquisas, fue asesinado en Bogotá el periodista y abogado Héctor Giraldo Gálvez. Cinco meses después, el turno correspondió al magistrado del Tribunal Superior de Bogotá Carlos Ernesto Valencia García, quien había confirmado la vinculación de Escobar y los suyos en el magnicidio de Guillermo Cano. A pesar de este nuevo traspié, no cedieron las amenazas, volvieron los exilios y el narcotráfico incendió una propiedad de la familia Cano en Islas del Rosario, en Cartagena.

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                En 1990 asumió la Presidencia César Gaviria y puso en marcha una política de sometimiento a la justicia con rebaja de penas a los narcotraficantes. El Espectador la criticó, porque permitió a la mafia saldar sus cuentas a través de vagas confesiones. Entre ellas, la arremetida contra El Espectador, admitida sin detalles de cómplices ni autores. El expediente por el magnicidio de Guillermo Cano fue a dar al despacho de la jueza sin rostro Rocío Vélez Pérez, quien confirmó la responsabilidad de Pablo Escobar y sus secuaces, y fue asesinada en Medellín con sus tres escoltas el 18 de septiembre de 1992.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Hasta la muerte de Escobar en diciembre de 1993 no fue posible que la justicia castigara a la mafia por sus ataques a El Espectador. El proceso Guillermo Cano pasó por despachos de Bogotá y Medellín sin que nadie se atreviera a cerrarlo. Finalmente, por orden de la Corte Suprema, llegó al Juzgado 73 Penal del Circuito de Bogotá, que el 6 de octubre de 1995 condenó a seis sindicados. Uno fue absuelto porque era un homónimo del verdadero sicario. De los cinco restantes, ninguno estaba preso. El fallo fue apelado y el 30 de julio de 1996 fueron absueltos tres de los condenados. Dos más seguían evadidos.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                El 18 de febrero de 1997 fue capturado en Bogotá Luis Carlos Molina Yepes, de cuya cuenta bancaria había salido el dinero para pagar la moto utilizada para el asesinato de Guillermo Cano. Desde marzo de 1988, cuando se fugó de la sede del DAS en Medellín, era fugitivo. Como además estaba condenado a 16 años de prisión, fue llevado a la cárcel. Sin opción a la reapertura del caso, solo purgó seis años de prisión. Por los demás ataques a El Espectador, resumidos en asesinatos, exilios, amenazas o atentados, incluidas las víctimas del poder judicial, no quedaron sentencias.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                El 2 de julio de 2010, la Fiscalía admitió que el asesinato de Guillermo Cano hizo parte de una persecución sistemática contra el periódico y lo declaró crimen de lesa humanidad. Es decir, imprescriptible. Desde entonces lleva seis años tratando de recobrar lo que no hizo durante tres décadas. En 2007, este diario pudo acceder al expediente y ha aportado información útil para recobrar verdades. A ello se suman hallazgos divulgados en debates de control político en el Congreso. Sin embargo, un manto de impunidad sigue extendido sobre la época en que El Espectador defendió a Colombia a muerte.

                                                                                                                                Por Redacción Judicial

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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