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Los últimos tres años para el clan esmeraldero de los Triana han sido difíciles y turbulentos. Dos de sus principales miembros se encuentran en medio de procesos judiciales en Colombia y Estados Unidos por sus nexos con el mundo del narcotráfico, oficinas sicariales de cobro y paramilitares. Horacio Triana, el jefe de la familia, denominado el nuevo zar de las esmeraldas tras la muerte de Víctor Carranza, en 2013, desde hace tres años encara un proceso penal por delitos de narcotráfico ante una Corte de Florida junto a otros pesados de las esmeraldas, señalados de estar detrás de homicidios y vendettas del gremio.
El Espectador conoció el documento de la condena contra Triana, emitida el 29 de septiembre pasado y hasta ahora desconocida. El juez Rodney Smith le decretó una pena a catorce años y cinco meses de prisión y después de cumplir su pena tendrá que estar otros cinco años en libertad bajo vigilancia. La sentencia también le restringe asociarse con otros duros de las esmeraldas que también están en ese país e implicados en el mismo proceso en el que se aliaron con paramilitares para enviar cocaína a EE. UU: Gilberto, Ómar y Pedro Rincón, quienes también fueron sentenciados a 188, 210 y 235 meses de prisión, respectivamente.
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El otro emproblemado, pero con la Fiscalía colombiana, es el heredero de Horacio Triana, Yerson Stiven Triana, ya que es investigado por varios asesinatos en Bogotá y otras partes del país en asocio con una temida banda de sicarios que operó en el San Andresito de la 38 en la capital. Para aceptar cargos en Estados Unidos, don Horacio —como llaman en el gremio a su padre— pidió que su hijo no fuera procesado allá; condición que fue aprobada, pero está sujeta a que Yerson Triana sea procesado en Colombia. Él quedó en libertad en agosto pasado, luego de que se cumplieran 120 días desde que se radicó la acusación en su contra y no se realizara la audiencia para leer el documento.
Como se ignora qué información estaría entregando Horacio Triana, lo delicado de este asunto es que en el gremio surgen varias versiones, pero sin sustento alguno. Dos personas del entorno de los Triana comentan que las especulaciones han generado un escenario tensionante. “De eso [de la colaboración de Triana en EE. UU.] no se puede ni hablar; muy complicado, peligrosísimo. Gente que está metida aquí todavía en el narcotráfico piensa que don Horacio los está vendiendo”, dice una de las fuentes; quien agregó que uno de los preocupados es un viejo conocido del mundo judicial por sus negocios opacos de la chatarrización, pero prefirió omitir su nombre.
Este diario también consultó a tres conocidos esmeralderos y preguntó sobre el caso Triana en EE. UU. Pidieron que sus nombres no fueran revelados por motivos de seguridad. Uno de ellos, que hace parte de los antiguos clanes que explotaron la codiciada piedra, señaló que el panorama se puede caldear de nuevo cuando la gente que está por fuera vuelva, pues las nuevas generaciones aprendieron que la violencia no conduce a nada”. Este esmeraldero se refiere al propio Triana, Pedro Rincón Castillo (alias Pedro Orejas) y sus hermanos Gilberto y Ómar Rincón Castillo, también condenados este año por una Corte del distrito de Florida.
En marzo pasado, cuando empezaban las medidas para frenar el COVID-19 en las Américas, la misma Corte que condenó a Horacio Triana hizo lo propio con Pedro Orejas, a 19 años y cinco meses de prisión, seguidos de cinco años de libertad supervisada (vigilada), y a Ómar Rincón Castillo, a 17 años y cinco meses de prisión y con los mismos años de libertad supervisada. En la acusación contra Triana y los Rincón hay señalamientos de que se aliaron con los paramilitares de Freddy Rendón Herrera, alias el Alemán, cabeza de las Auc en Urabá, quien habría sido contactado por otro esmeraldero: Yesid Nieto. Triana también es señalado de lavarle plata a un capo de la droga que ya fue extraditado a EE. UU. y volvió al país.
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Se trata de Julio Lozano Pirateque, narcotraficante que hizo parte de los hombres de confianza de alias el Loco Barrera. El diario el Tiempo señaló el año pasado, cuando Triana aceptó cargos ante las autoridades gringas, que Pirateque aparecía entre los testigos en contra del Chapo Guzmán y de haber infiltrado dineros del narcotráfico al club de fútbol profesional Santa Fe, aunque finalmente el equipo capitalino no terminó con líos judiciales. Cuando Triana admitió haber enviado droga durante años a Estados Unidos, también aceptó estar detrás del asesinato de un esmeraldero que reunía pruebas que lo vinculaban con el bajo mundo.
¿Otros esmeralderos bajo la lupa?
Desde mayo de 2020, cuando se supo que Edwin Congo, el exfutbolista colombiano que jugó en el Real Madrid, era señalado en España de integrar un red internacional de narcotráfico, también se supo que las autoridades ibéricas tienen en la mira a un esmeraldero, que tendrá que comparecer ante las autoridades de ese país. Una fuente de la Policía antinarcóticos española comentó que su pedido en extradición se demoró a causa de la pandemia, el verano europeo y las complicaciones de tráfico aéreo. “En su momento, lo pediremos en extradición y tendrá que venir a dar explicaciones”, dice la fuente.
En octubre pasado El Espectador también registró el papel fundamental de comerciantes de las esmeraldas como parte de dos estructuras narcotraficantes. En el primer caso, un conocido empresario de la piedra verde sería la cabeza de la red de narcotráfico que operó en la finca del exembajador Fernando Sanclemente, en Guasca. El otro caso en el que figura un esmeraldero es el de alias “Don R”, un narco que es familiar de Pacho Herrera, extinto jefe del cartel del Cali. Según la Policía, de esta red haría parte un integrante del clan Carranza. Sin embargo, se ignora el nombre de los esmeralderos implicados en el narcotráfico y si se trata de tres casos o es una sola persona.