“Las cárceles son fundamentales para la paz total”: director del Inpec
El coronel Daniel Gutiérrez revela que ha tenido que negociar con jefes criminales para reducir los homicidios de sus guardianes. En entrevista con El Espectador, el director habla sobre las posibilidades de tener inhibidores de señal en las cárceles y cuenta que está listo para recibir a Mancuso, así como le tocó recibir a Jorge 40.
Jhoan Sebastian Cote
Hace dos semanas, Kéneber Cárdenas Murillo alias Kener, jefe de la banda Los Cebolleros, amenazó con matar a guardias del Inpec si no lo trasladan de cárcel. ¿Cómo se negocia una situación así?
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Hace dos semanas, Kéneber Cárdenas Murillo alias Kener, jefe de la banda Los Cebolleros, amenazó con matar a guardias del Inpec si no lo trasladan de cárcel. ¿Cómo se negocia una situación así?
No es la primera vez. Hace 10 meses fue la primera amenaza con una granada. Para mí fue un tema muy nuevo, aunque en nuestro trabajo las amenazas y los ofrecimientos (ilegales) son constantes, pero siente uno un respaldo institucional muy grande. Yo trabajé muchos años en antinarcóticos y tenía la posibilidad de decir no, capturar a ese criminal y extraditarlo con el apoyo de embajadas. Pero cuando venimos acá, a una institución que no tiene capacidades investigativas y operativas, con la primera amenaza, yo llegué a ese dilema. Llega un panfleto diciendo que me iban a matar unos guardianes, diciendo que eran el grupo de Los Magos. Y a los ocho días matan a un guardián en Tuluá.
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Ahí fue cuando yo dije que tocaba buscar un equilibrio. Y aparte envían otro panfleto diciendo que van a matar más guardianes. Ya ahí tuve que coger el toro por los cachos. Con las capacidades investigativas que tenemos en la Policía, logramos identificar quién fue el que me envió la amenaza y a partir de ahí hicimos un trabajo más de calle y dijimos: ¿Cuál es la solución? Terminó siendo una negociación para evitar que maten a los guardianes. En términos de que ellos dicen que tienen muchos enemigos y que los van a envenenar, dicen que necesitan una comida diferente o alguien que les cocine. Yo les respondo que voy a mirar, negocio y llegamos al acuerdo de dejar quietos a los guardianes.
¿Está negociando con Kener?
No. Uno tiene que estudiar las amenazas y quién las hace. ¿Quién es Kener? Es una persona que amenaza por cualquier cosa y constantemente. Hay delincuentes en las cárceles que sabemos que tienen capacidad de ordenar asesinatos o de hacer atentados. Otros delincuentes aducen esas capacidades, pero no las tienen. Con Kener tenemos la posibilidad de decir que no se va a trasladar. Después de que él mandó a publicar los panfletos, hicimos una reunión de seguridad con el Ejército y la Policia, quienes nos enviaron patrullas y tuvimos cómo mitigar el riesgo. El dilema está en negociar o defendernos como instituciones.
Usted habla de 11 amenazas directas en su contra, ¿de quiénes son?
Las principales amenazas fueron inicialmente del grupo La Inmaculada, de alias Pipe Tuluá. Las otras han sido por el Negro Ober, Los Rastrojos, Kener, de Los Cebolleros y Los Juanitos. También salió un grupo criminal en el Meta que se llaman Las Ratas Asesinadas, que hicieron un video pidiendo el traslado de unos internos. Son unos descarados porque se pusieron máscaras, dijeron que iban a atentar en contra mía y de mi familia. Afortunadamente, la Fiscalía está investigando.
¿Y alguna de las denuncias ha tenido algún resultado en términos de acusaciones o condenas? El victimario lo tienen ahí mismo, en la cárcel.
No, por ahora no. También entiende uno la cantidad de denuncias e investigaciones. Estamos a la espera de que el próximo año lleguen capturas.
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¿Las cárceles juegan un papel importante del Gobierno en el proyecto de paz total?
Aquí han venido muchas delegaciones, la que más viene son del ELN que está actualmente en la mesa de negociación con el Gobierno. Las cárceles juegan un papel fundamental en el proyecto de paz total, entendiendo que muchas personas que están privadas de la libertad todavía ejercercen un control criminal de las estructuras que están en las calles. Tenemos privados de la libertad con una carrera criminal de más de 10 o 20 años en las calles, con una jerarquía, un poder o un nombre. Eso hace que los que están en la calle todavía crean en su criterio o de su posibilidad de incidir en un proceso.
Desafortunadamente, el tejido social en Colombia está desorganizado por eso. El crimen organizado tiene mucha fuerza en las calles. Son estructuras que salen a partir de las sociedades donde hay mucha necesidad. Esos delincuentes de alto nombre aprovechan a los jóvenes para meterlos a estructuras criminales y se convierten en una segunda familia. Cuando entra a la cárcel el cabecilla, siguen creyendo en la palabra de él. Ahí es cuando entra la paz total. Hay que tenerlos en cuenta desde la cárcel, porque es allí donde dan indicaciones frente a los homicidios y más afectaciones a seguridad.
¿Quiénes más se acercan a negociar?
El ELN, la Oficina de Envigado y los Shostas y los Espartanos. Cada una tiene su mesa de negociación con el Gobierno Nacional, desde la Oficina del Alto Comisionado para la Paz. La función del Inpec es permitir las negociaciones, que estén agrupados medianamente y algunos temas diferenciales, frente a su estadía en la cárcel.
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La alimentación en las cárceles sigue siendo un caos, ¿es hora de que ustedes tomen esos contratos?
Los problemas están en la salud, la alimentación y la infraestructura, que la maneja la Unidad de Servicios Penitenciarios y Carcelarios (Uspec). En noviembre hicieron una transición a unos nuevos operadores de alimentos, porque los anteriores llevaban muchos años porque eran los que tenían experiencia en cárceles y cumplían con ese criterio de los pliegos de contratación. Ahora, se amplió esa posibilidad y hubo más participación. Eso ha hecho que haya un cierto traumatismo porque no tienen la misma experiencia. Y hay muchos nichos de corrupción en las entregas de los insumos. Tenemos información de que, en las cárceles, algunos funcionarios les cobran extorsión a los consorcios. Si van a entrar 100 kilos de carne, se quedan con 10 kilos. Ese es el ritmo de la corrupción.
Entonces el operador viejo sabe que para entrar a tal cárcel tiene que dejar tanto en carne, tanto en papa, tanto en arroz, como en plata. El operador nuevo viene creyendo que todo es transparente, pero se enfrenta con ese monstruo. Ese es el reto para nosotros. Si lo asumiera el Inpec, tenemos que identificar esas redes de corrupción que se roban los insumos de alimentos. Por ahora, la Uspec va a continuar con eso. Yo le decía al ministro de Justicia, Néstor Osuna, que si la Uspec no cumple con la alimentación y la salud, los internos se me amotinan, hacen huelga de hambre, se enferman, y quienes sufren las consecuencias son los guardias.
Solo en el último año, ustedes han incautado más de 33.000 celulares en cárceles, que es la principal herramienta para extorsionar. ¿Han pensado en estrategias de tajo?
Voy a hacer una analogía en algo que medianamente tengo experiencia. Es como cuando hablamos de narcotráfico. O lo legalizamos o lo controlamos. Llevamos 30 años luchando contra el narcotráfico y no se ha terminado, aunque cayeran los Carteles de Medellín, de Cali, del Norte del Valle. Pero nacieron las Bacrim. Y sigue mutando a lo largo de los años. Pero si legalizamos, afecta a la ciudadanía por la salud pública.
Lo mismo pasa con los celulares en las cárceles. Son un medio de comunicación que no todo es utilizado para extorsión. Claro: 33.000 celulares son muchos, casi cubre el 30 % de la población intramuros, pero no todos son para extorsionar. Y cuando vamos a establecimientos, encontramos teléfonos de punto que tienen más de 25 años. No hay tecnología para que la gente se comunique con sus familiares, que las madres llamen a sus hijos a preguntarles si ya comieron o para el hijo que está en la cárcel y llama a su mamá a preguntarle si está enferma.
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No hay una solución para que la gente se comunique, pero sí estamos quitando los teléfonos porque sirven para extorsionar. Por eso lanzamos la operación Dominó y llegamos a la conclusión de focalizar esfuerzos y mirar de esos 33.000 celulares, cuáles son utilizados para la extorsión. Por eso bajamos a la cifra de 1.900 celulares en tres meses, en siete establecimientos donde está el foco de la extorsión.
¿Y qué tal instalar bloqueadores de señal?
Los inhibidores de señal no van a funcionar. A no ser que aparezca una nueva tecnología que hablábamos con los alcaldes, sobre las cárceles militares. Allí hicieron contratación con una empresa donde saben que hay 40 personas, a quienes les instalan cinco teléfonos con videollamadas, pero también el inhibidor en el mismo espacio. Tienen la posibilidad de llamar pagando, pero se les obliga a únicamente utilizar el teléfono dispuesto ahí. Quisiera yo que en las cárceles funcionara algo así. Pero la inversión tiene que ser muchísima.
Quizás al Ministerio de Justicia y a la Fiscalía General les interese la idea…
Sería el ideal. Porque a los internos les das la posibilidad de que se comuniquen, pero lo obligas a que pague y les bloqueas la señal en el sitio. El bloqueo es muy detallado. No afecta a los barrios aledaños. Como todavía no está la tecnología, es un sueño. Queremos trabajar con los nuevos alcaldes en la inversión para rayos x y la tecnología para el ingreso. Metamos arcos y más seguridad electrónica para que me pite cuando el celular vaya entrando. Necesitamos incautarlos antes de que entren.
En ese mismo sentido, hay registros de que han sido capturados 125 funcionarios, al parecer porque permitían el ingreso de celular y otro tipo de elementos. ¿Cuáles son los casos por los que más resultan judicializados?
Van 125 funcionarios por tratar de ingresar celulares, marihuana o comida. En Barranquilla, por ejemplo, han capturado funcionarios por dejar ingresar celulares para extorsionar. En La Modelo permitieron el ingreso de marihuana y de celulares. Eso tiene que ser extremo: que los implementos de seguridad hagan pitar hasta los zapatos. Si tuviéramos un sistema más robusto, el guardia corrupto no podía ingresar nada. Habrá recursos para eso, no tanto como los inhibidores, pero al menos podemos mitigar este asunto.
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¿En qué condiciones carcelarias está alias Satanás, el líder del Tren de Aragua, y por qué sigue extorsionando desde la cárcel?
Cuando capturan en Bogotá a alias Satanás, en noviembre pasado, empezamos a pensar a dónde lo podíamos enviar para cumplir con la orden de mantenerlo privado de su libertad. Incluso, pensamos en enviarlo a pabellones especiales, de zonas reducidas y aislado, con cámaras y un control más directo. Al comienzo tratamos de tenerlo en Popayán, pero allá ya teníamos el antecedente de que personas como alias Kener y alias el Negro Ober ya habían amenazando a funcionarios. Eso impacta la moral de la gente. Entonces, llegó Satanás y el Gaula nos avisó que seguía amenazando y en acciones criminales.
Por eso lo trasladaron a Girón en diciembre pasado...
Sí. Allá la naturaleza permite que no haya señal. Ubicamos un pabellón que tiene capacidad para 30 privados de la libertad, aislados, encerramos y quietos. Allá le aplicamos las normas penitenciarias de la operación Dominó. Requisas diarias con el Inpec, requisas semanales con el Gaula y sin contacto con otros privados de la libertad.
Otro de los casos complicados es el del feminicida de Michel Dayana, la niña de 15 años que fue asesinada el 7 de diciembre pasado...
Harold Andrés Echeverry Orozco está en Combitá, con condiciones especiales de seguridad. Va a quedar aislado para evitar que haya atentados en contra de su vida. Hemos pensado en un pabellón o una celda solo para él, para que no vaya a ser agredido.
¿Qué lo hizo dudar entre Combitá y La Tramacúa?
Las dos tienen condiciones de seguridad alta. Solo que en Tramacúa tenemos varios allá por esos mismos delitos. A veces es bueno acumularlos, pero a veces no. Allá murió Luis Alfredo Garavito. También está Rafale Uribe Noguera y el feminicida de Rosa Elvira Cely. De todas maneras, dependiendo del tema, Harold Echeverry puede terminar en La Picota o en La Tramacúa.
Hay la posibilidad de que Mancuso llegue a Colombia. ¿Ya tiene preparado algún espacio? Su situación de seguridad también es crítica...
No nos han dado ninguna instrucción sobre la situación. Todas las personas que llegan a las cárceles son clasificadas en alta, media o baja seguridad según sus delitos y condena, o condenas. Irá a una cárcel de máxima seguridad.
Tener a uno de los mayores artífices de la guerra en Colombia, ¿qué tipo de responsabilidad le representa?
Mucha. Pero nosotros ya tenemos a muchos personajes similares. Por ejemplo, a Jorge 40, quien está en Ibagué. También a Hernán Giraldo, que está en Itagüí. La responsabilidad y el compromiso siempre es alto. Ese es el reto y hay que asumirlo.
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¿Cómo le ha ido con esos capos?
Ellos ya tienen una visión diferente. Ya tienen una edad avanzada, tienen entre 50 y 60 años. Quieren estar tranquilos, no meterse en problemas. No llaman la atención. Molestan más los jóvenes, como Pipe Tuluá, el cabecilla de La Inmaculada, que tiene 32 años. Estas personas han ido y vuelto de la cárcel. Como Guacamayo, del Norte del Valle, que ahora está en Tramacúa. Pero ellos no suenan. No es común que pidan cosas. Están tranquilos.
Usted es el director del Inpec que más ha durado en los últimos años. ¿Cómo lo hace sentir eso?
Las lecciones aprendidas le ayudan a uno. La formación policial ayuda muchísimo. En la Policía tuve cargos de dos meses, seis meses, tres años o seis años. Uno viene acostumbrado al ritmo de que lo que pueda hacer en ese tiempo, lo debe hacer hasta el último día bien. Hagamos las cosas como que vamos a durar mucho tiempo. Yo en enero tenía la duda de si diseñar estrategias, por si en cualquier momento me sacaban. Pero dije: planeemos. Y dejemos un legado. A mí me gusta meterle mucha pasión a las cosas. Hoy en día me gusta esto, porque es una labor diferente, que impacta en la sociedad muchísimo.
Yo les decía a los directores de establecimientos que tenemos que mirar cómo en 2024 trabajamos para que la gente deje de salir de las cárceles a seguir robando. Mirar cómo les ponemos trabajo, como salen bachilleres. Son 102.000 personas que tenemos nosotros bajo nuestra responsabilidad, que no es solamente cuidarlos, sino buscar que sean mejores personas. El grado que yo tengo todavía muy pequeño para tener una responsabilidad tan grande y estoy aquí en un tema nacional. Aquí manejo 16.000 hombres y 102.000 internos.
Me pueden decir en cualquier momento que vuelva a la Policía a zonas rojas. Está en uno asumirlo o no asumirlo, pero yo conozco casi todo el país. Pero esa es la vida. Vivir con eso y tratarlo de hacerlo bien. A mí me gusta mucho que hay mucho por hacer y hay oportunidades de cambiar vidas. Pero hay días difíciles. A todos los guardianes les puede pasar algo. Siempre se acuesta uno pensando qué va a pasar, que acabe el año bien, que no haya fugas, que no haya riñas, que no haya escándalos.
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