Las confesiones de Jorge Arabia, testigo clave en Interbolsa

El Espectador conoció decenas de documentos de este expediente, en los que Arabia hizo una radiografía cruda de uno de los mayores descalabros financieros del país.

Juan David Laverde Palma / @jdlaverde9
04 de julio de 2017 - 02:00 a. m.
 Jorge Arabia Watemberg./ Revista Semana.
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Foto: Jorge Arabia REVISTA SEMANA
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Jorge Arabia Watemberg, el vicepresidente financiero de Interbolsa que terminó pidiendo perdón en una carta, por “cómo miles de personas fueron perjudicadas por la irresponsabilidad y arrogancia de Interbolsa”, será un testigo clave de la Fiscalía en los juicios que se realizarán por el descalabro de la excomisionista más grande del país. Estos involucran a responsables de este fraude como Víctor Maldonado, Alessandro Corridori, Juan Carlos Ortiz, Tomás Jaramillo y su padre, Rodrigo Jaramillo, fundador de Interbolsa. Él ya fue condenado a siete años de prisión domiciliaria, pero aún tiene pendiente un proceso por concierto para delinquir y operaciones no autorizadas.

Jaramillo, uno de los principales protagonistas del mayor descalabro financiero en la historia reciente de Colombia, está en detención domiciliaria desde diciembre de 2013. Tras aceptar los delitos de manipulación de especies y administración desleal, Jaramillo purga su pena en su exclusivo apartamento en el barrio El Poblado, de Medellín. Arabia, que fue su mano derecha en la comisionista, se convirtió en su principal verdugo. Desde su cargo se enteró de los secretos mejor guardados de esta estafa billonaria y le dio a la Fiscalía las claves para descifrar la ruta del desangre; por eso obtuvo un principio de oportunidad y desde hace cuatro años es el testigo de testigos en este expediente.

El Espectador conoció seis horas de revelaciones en video y documentos inéditos que Arabia le entregó a la justicia. En uno de ellos, titulado “El verdadero control de Rodrigo Jaramillo en el manejo del grupo Interbolsa”, Jorge Arabia derrumbó la tesis de Jaramillo, según la cual su error fue no haber estado más al tanto de los hilos del poder en su firma. Nada más alejado de la realidad, de acuerdo con el testigo. “Rodrigo Jaramillo estaba completamente al tanto de todas las decisiones y movimientos que se hacían en absolutamente todos los negocios del Grupo Interbolsa. Jaramillo era el único funcionario del Grupo que era accionista, dueño, presidente y miembro de la Junta Directiva (…) Todas estas calidades demuestran claramente que su nivel de mando era incuestionable y absoluto”.

Según Arabia, Rodrigo Jaramillo definía y nombraba a los miembros de la junta directiva del grupo Interbolsa y de cada uno de los negocios; era el único que autorizaba la contratación de cualquier ejecutivo de primer y segundo nivel, manejaba la asignación y nivelación de salarios de la compañía y las bonificaciones que se otorgaban al final del año. Tanto así que esas cuentas las mantenía en su computador personal. Un nivel de microgerencia que revela los manejos de los círculos de poder de Jaramillo en la hasta entonces más grande comisionista de bolsa del país. Cada viernes, tras el visto bueno de Jaramillo, se aprobaban todos los giros en la compañía. “Estos pagos iban desde el café que se compraba hasta las grandes inversiones en tecnología o activos fijos”, relató el testigo.

Tal fue su nivel de control que en varias ocasiones se molestó con sus subalternos porque no le estaban consultando las cosas. Entonces les recordaba que él era el amo y señor de Interbolsa. “Las grandes contrataciones del grupo en materia de asesores estratégicos, legales, contables y tributarios sólo podían ser autorizadas por Rodrigo Jaramillo. La realización de viajes internacionales y los eventos lúdicos como fiestas empresariales y eventos con clientes solamente eran autorizadas por Jaramillo”, insistió Arabia. Y puso como ejemplo concreto de su poder lo ocurrido en abril del 2012 —seis meses antes del colapso de Interbolsa—. Según él, Jaramillo le ordenó a su gerente de riesgos no presentarle a la junta directiva “nada referente a la exposición en Fabricato”. Es decir, el hueco que terminó por sepultar a Interbolsa.

El declarante manifestó que tan imperioso era el expresidente de la compañía que no soportaba siquiera un cuestionamiento. Y a ese comportamiento se debió que Interbolsa terminara apalancando, con casi medio billón de pesos, los negocios del empresario Alessandro Corridori, para inflar la acción de Fabricato de $20 a $90. “Rodrigo Jaramillo era amo y señor absoluto en Interbolsa (…) En su calidad de presidente del grupo, accionista mayoritario, fundador y miembro de junta directiva siempre supo que era lo que estaba pasando y fueron sus decisiones las que llevaron al descalabro del grupo. Obviamente, hay mucha responsabilidad en los ejecutivos, pues ninguno tuvo el carácter ni la determinación para enfrentarse a Rodrigo Jaramillo. En la mayoría de los casos, se limitaban a adular sus decisiones”.

Arabia conoció tanto las minucias del negocio y los ríos de dinero que beneficiaron a Jaramillo que en otro documento calculó que, entre 2008 y 2012, el expresidente de Interbolsa ganó $15.425 millones distribuidos así: en salarios, $6.960 millones; en bonificaciones, $1.800 millones más y en dividendos, $6.665 millones. Números fabulosos que, sin embargo, no han visto las víctimas, puesto que Jaramillo no ha devuelto ni un solo peso para repararlas. No es todo. A esa vida de lujos se sumó que Interbolsa compró un avión Dassault Falcon, con matrícula NMR 349, en el que semanalmente Jaramillo se desplazaba entre Medellín y Bogotá. “Esto, claramente, lo señala como uno de los principales responsables de la debacle y muestra que era uno de los más interesados con todas las operaciones en el grupo”, dijo Arabia.

En otro documento conocido por El Espectador, el testigo estelar hizo una relación de bienes y cuentas en el exterior de Rodrigo Jaramillo. Por ejemplo, señaló que poseía un lujoso apartamento en El Poblado, en Medellín; otro apartamento en La Florida (Estados Unidos); una finca, Las Palmeras, ubicada en Jericó (Antioquia) y una cuenta en el EFG Bank de Bahamas. Asimismo, Jorge Arabia informó que Tomás Jaramillo, hijo de Rodrigo, tenía una finca en Tabio (Cundinamarca), el lote Cabo Tortuga en Santa Marta, tres apartamentos ubicados en Brickell Avenue en Miami, el yate Gaira Sunseeker 52, otra cuenta en el EFG Bank de Bahamas, entre otros bienes. Arabia, igualmente, dio pistas de la fortuna del italiano Alessandro Corridori (señalado cerebro del negocio de Fabricato) y de Víctor Maldonado.

El exvicepresidente financiero de Interbolsa le ha entregado a la Fiscalía, durante los últimos cuatro años, 46 informes con 1.157 folios de pruebas de sus afirmaciones. Datos que contienen la trazabilidad del dinero que se ferió y las maniobras administrativas a las que acudieron para ocultarlo. Además, mostró las conexiones entre Interbolsa y el Fondo Premium, controlado por Tomás Jaramillo y Juan Carlos Ortiz, quienes aceptaron su responsabilidad parcial en este caso. “El fondo Premium siempre fue una papa caliente para todo el mundo porque uno nunca sabía eso cómo funcionaba, era como una caja negra (…) En realidad nunca se le explicó a la gente (que invirtió en Premium, en Curazao) que la plata lo que hacía era dar una vuelta para traerla a Colombia e invertir en compañías que los socios querían, o sea Ortiz, Jaramillo y Maldonado”.

Jorge Arabia incluso llego al detalle de calcular las ganancias de Juan Carlos Ortiz y Tomás Jaramillo en Premium. Lo hizo sobre la base de las comisiones que crearon por administrar esos recursos. En total, ambos recibieron más de US$5,52 millones por el manejo de US$174 millones que captaron de más de 1.200 clientes. Al “roto” de Premium vinieron a sumarse otros malos negocios. Por ejemplo, la apertura de Interbolsa Brasil, o Interbolsa Estados Unidos, filiales que generaron pérdidasimportantes, así como la inversión en los negocios de Coltejer, el Fondo Tribeca, Acercasa e Interbolsa Energy. Entre 2007 y 2011, con ocasión de esos negocios, se invirtieron $231.000 millones. “Era una estrategia de crecimiento desmesurado que buscaba mostrar a Interbolsa como una compañía dinámica y con presencia regional, pero asumiendo riesgos muy altos”, declaró el testigo.

En síntesis, las revelaciones de Jorge Arabia le dieron la ruta a la justicia para entender la cadena de delitos cometidos por las directivas de Interbolsa. En un último documento, denominado “Errores cometidos que contribuyeron al descalabro del grupo”, Jorge Arabia concluyó que 10 cosas permitieron el desangre y la millonaria estafa: “Arrogancia y soberbia por encima de todo; ambición y codicia; sentimiento de grandeza de los accionistas y la administración; necesidad de poder; falta de código de ética y principios morales en la compañía; sensación de enriquecimiento fácil y adicción a la riqueza; predominio de los conflictos de interés; enriquecimiento personal de pocos a costa de muchos; sensación de que de todo se puede salir bien librado y el fin justifica los medios”.

Parece, a primera vista, un recetario de autosuperación. Pero, en criterio de investigadores consultados, fue la verdad monda y lironda de un proceso que afectó a miles de colombianos.

 

Por Juan David Laverde Palma / @jdlaverde9

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