Alias “Sonia” habla sobre la relación de las Farc con la pasta de coca
La mujer que controlaba las finanzas del frente 14 de las Farc, extraditada a Estados Unidos, en diálogo con este diario reveló detalles de cómo se involucró la exguerrilla de las Farc con el negocio de la pasta de coca en el sur del país.
Felipe Morales Sierra
Omaira Rojas, conocida en la guerra como Sonia, llegó a ser una de las mujeres más buscadas por la justicia. Hoy se dedica a trabajar para que otros excombatientes de las Farc no se rearmen. Dirigía las finanzas del frente 14, que operaba en la zona del Caguán, región del Caquetá en donde la guerrilla se movía a sus anchas. Fue capturada en 2004, extraditada a Estados Unidos y volvió a Colombia en 2018. Al año siguiente, la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) ordenó su libertad, condicionada a que cuente la verdad sobre uno de los capítulos de esta guerra: cómo se financió la exguerrilla con el narcotráfico. Esto le dijo Sonia a El Espectador.
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Omaira Rojas, conocida en la guerra como Sonia, llegó a ser una de las mujeres más buscadas por la justicia. Hoy se dedica a trabajar para que otros excombatientes de las Farc no se rearmen. Dirigía las finanzas del frente 14, que operaba en la zona del Caguán, región del Caquetá en donde la guerrilla se movía a sus anchas. Fue capturada en 2004, extraditada a Estados Unidos y volvió a Colombia en 2018. Al año siguiente, la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) ordenó su libertad, condicionada a que cuente la verdad sobre uno de los capítulos de esta guerra: cómo se financió la exguerrilla con el narcotráfico. Esto le dijo Sonia a El Espectador.
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Usted terminó en EE. UU. por narcotráfico, ¿qué le ha dicho a la JEP de ese tema?
Yo fui extraditada por ese delito, pero quiero dejar claro que las Farc nunca tuvo un involucramiento directo con el narcotráfico. Las Farc optó fue por cobrar un impuesto al gramaje de la coca, con el objetivo de sostener el ejército revolucionario. El conocimiento que yo tengo y en lo que yo viví, las Farc nunca envió droga a otros países.
¿A quién le cobraban ese impuesto al gramaje?, ¿a los campesinos, a los narcos?
El impuesto se cobraba a las personas que llegaban a esas zonas y solicitaban la pasta base de la coca. Hacíamos la socialización entre el campesino y quien iba a comprarla, para que estas personas pagaran lo justo y no abusaran del campesino que sembraba estas plantas porque no había otra opción. Por ejemplo, si sembraban yuca o plátano y lo iban a llevar al municipio más cercano, Cartagena del Chairá, la única vía era por el río, pero les cobraban más por el transporte que lo que ganaban con el producto.
Las Farc cobraban a los narcos y hacían el puente con los campesinos, ¿es así?
La organización era así: unas personas de confianza recibían el dinero a quienes pedían la pasta base. Eran ellos quienes les compraban a los campesinos y, finalmente, se la entregaban al comprador. De ahí cobrábamos el impuesto. Eso se hacía cada semana. Hubo ocasiones en las que nadie llegaba a comprar, entonces el campesino la guardaba o intercambiaba para pagar, con pasta de coca, la gasolina, la comida o los medicamentos.
Entonces, ¿es cierto que la pasta de coca se volvió la moneda en el Caguán?
Es cierto. No todo el tiempo, pero sí ocurría. Con la pasta de coca, los campesinos compraban los productos de primera necesidad.
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¿El impuesto se cobraba solo al gramaje o también por la seguridad de las rutas?
Nos enfocamos en cobrar por el gramaje. Ni de rutas ni de seguridad sabíamos. El trabajo mío era cobrar un impuesto y después de que cobrábamos perdíamos el contacto con quienes se llevaban la pasta.
¿Qué sabe de la pista de donde salía la base en avioneta?
Tengo entendido que la pista funcionó entre 1980 y 1986. No estoy del todo segura, porque en esa época no estaba en el Caguán. Pero sé, por la investigación que he hecho, que la pista funcionó durante un tiempo, hasta que el Ejército la bombardeó.
Después de ese bombardeo, ¿por dónde salía la pasta de coca?
Los compradores la sacaban río arriba hacia Cartagena del Chairá. Ahí había una base militar donde había un retén día y noche, sobre el río y sobre la carretera. De ahí no tengo conocimiento cómo harían para sacarla o para entrar el dinero. Eso no era de mi competencia. Esas investigaciones no las hacíamos ni brindábamos seguridad para ello.
¿Qué narcos acudían a su intermediación para comprar pasta de coca?
No tengo registro de eso porque, primero, las personas que llegaban eran muchas veces con nombres de apodos y yo tampoco me enfocaba en preguntar sus nombres o investigar sus vidas. A mí me correspondía cobrar el impuesto y no tengo un registro de las personas que llegaban, ni si quiera sé si eran los narcotraficantes o sus emisarios.
¿En qué consistía lo que las Farc llamaron Fondo de Economía Solidaria?
A pesar de que una de nuestras formas de financiamiento era el impuesto al gramaje de la pasta de coca, también trabajábamos con los campesinos para que optaran por cultivos lícitos. Es decir, que cultivaran comida: plátano, yuca, y demás. Como había campesinos que no tenían con qué comprar ganado, del impuesto a la coca sacábamos un porcentaje para el Fondo de Economía Solidaria. Se compraban, por ejemplo, diez vacas y un torete; se le entregaba a un campesino y a los cinco años se recogían las vacas, cumplido su ciclo de reproducción, se vendían y ese dinero volvía al Fondo.
¿Qué porcentaje del dinero del impuesto al gramaje iba a parar al secretariado?
Lo que no se gastaba yo lo entregaba al comandante del frente y, por ende, a la dirección del Bloque Sur. De ahí no tengo conocimiento de a dónde iba a parar. No sé si al secretariado o si se invertía en armas.
Usted fue la primera guerrillera en ser extraditada a EE. UU. ¿Cómo vivió esos años?
Fue una experiencia dura y, aunque no hubo debido proceso, enfrenté la situación con dignidad y la frente en alto. Me dieron 16 años y 8 meses de prisión, pero por buena conducta me quitaron dos. Al final cumplí 15 años de cárcel, contando todo el regreso y la detención acá. Me llevaron a otro país por un delito que no cometí, no conocía el idioma y estaba lejos de mi familia. Fue difícil, pero no imposible de superar. Lo importante es que la pena está cumplida y hoy aporto a la reincorporación.
¿En qué consiste su trabajo de reincorporación?
Primero, para que se haga efectiva la Ley 1820 de 2016 por la cual los excombatientes presos se hicieron merecedores de libertad. Luego, conformamos Corpo-Reconciliación, que hace acompañamiento a quienes se encuentran fuera de los espacios territoriales (ETCR) con el objetivo de que no vuelvan a la guerra. Tenemos más de mil muchachos y hacemos presencia en Huila, Caquetá, Putumayo, Córdoba y Valle.
Ahora que está en libertad, ¿qué es lo más importante en su proceso de reincorporación?
Lo más importante es seguirle apostando a la paz, honrar el Acuerdo con el compromiso que hemos hecho de seguir aportando al sistema de verdad, justicia y reparación. Y, de esta manera, mostrarle al pueblo colombiano que estamos comprometidos y que le apostamos a la paz, a pesar de que nos están matando.