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Al excandidato presidencial y líder conservador Álvaro Gómez Hurtado lo asesinaron el cartel del Norte del Valle y sus aliados el 2 de noviembre de 1995. A partir de esta conclusión, argumentada en la decisión de la Fiscalía de declarar el hecho como crimen de lesa humanidad el pasado diciembre, el ente investigador decidió encarar el caso de una vez por todas. Eso explica la determinación adoptada hace una semana de citar a indagatoria a tres expolicías que, en su opinión, ayudaron a desviar la investigación cuando apenas empezaba.
Más allá de la vinculación judicial de los expolicías Marcos William Duarte Valderrama, Luis Guillermo Parra Niño y Amín Antonio Acuña Severiche, para que expliquen a la Fiscalía por qué dos semanas después del magnicidio indujeron al ente investigador a encaminar sus pesquisas hacia un grupo de delincuentes comunes de Sincelejo que nada tenían que ver con el crimen, el eje del nuevo intento de la justicia por esclarecer este magnicidio tiene nombre propio: el coronel (r) de la Policía Danilo González Gil, cuya historia aún está por escribirse.
Nacido en Buga (Valle) y el menor de una familia de ocho hijos, desde que ingresó a la Policía González se destacó como un hombre capaz de enfrentar al delito. Lo hizo desde la especialidad de la inteligencia y se formó junto a los mejores asesores norteamericanos en los años 70. Una década después ya era notorio su ascenso, y cuando llegó la época de los Extraditables y Pablo Escobar se destacó como uno de sus enemigos. Por eso hizo parte del Bloque de Búsqueda que se integró para confrontar al capo.
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Hoy es claro que, además del Bloque de Búsqueda, Danilo González fue determinante para la conexión de la Fuerza Pública con los perseguidos por Pablo Escobar (Pepes), aparato ilegal conformado por hombres de la mafia y el paramilitarismo que ayudó a la caída del narcotraficante en 1993. Cuando terminó la guerra contra Escobar y González ascendió a coronel, él tomó una polémica decisión: jugar también a la sombra con el cartel del Norte del Valle. Entonces se volvió incondicional de Orlando Henao Montoya, conocido como el Hombre del Overol.
En 1995, cuando estalló el escándalo del proceso 8.000, como coletazo de la narcofinanciación de la campaña política de Ernesto Samper a la Presidencia un año antes, y empezó a rumorarse que el jefe de Estado podía caer, el narcotráfico optó por mover sus fichas. Y como se decía que el líder conservador Álvaro Gómez Hurtado podía encabezar un nuevo gobierno, el cartel del Norte del Valle decidió asesinarlo. La orden la dio Orlando Henao y la autoría material corrió a cargo de su socio, el coronel (r) Danilo González.
Tuvieron que pasar 15 años para que esta hipótesis fuera considerada por la justicia. Antes, la Fiscalía dio pasos de ciego buscando responsables en Sincelejo o en Bucaramanga, involucrando incluso a civiles y militares, antes de que un jefe paramilitar, en el marco de la Ley de Justicia y Paz, aportara información para cambiar el rumbo de la historia. Fue Hebert Veloza, alias H.H., quien en agosto de 2008 declaró que Orlando Henao y Danilo González habían buscado a Carlos Castaño para consumar el magnicidio.
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A partir de esa declaración, la Fiscalía empezó a sumar testimonios que se encargaron de ratificar que el cartel del Norte del Valle estuvo detrás del asesinato. El aporte más significativo lo hizo el extraditado narcotraficante Luis Hernando Gómez Bustamante, alias Rasguño, quien en 2010, desde una cárcel en Estados Unidos, relató cómo Carlos Castaño le compartió su disgusto con Orlando Henao y Danilo González por el magnicidio. Rasguño agregó que días después fue testigo de una discusión entre Henao y Castaño por el tema.
De igual manera, Rasguño reveló que cuando indagó a Orlando Henao sobre los reclamos de Castaño, éste le dijo que Álvaro Gómez estaba fomentando un golpe de Estado entre los militares y los ricos de Bogotá, y que había recibido razones desde la capital de que había que pararlos porque iban a extraditar a todo el mundo. Cuando Rasguño le preguntó a Henao quién lo hizo, él respondió: “Danilo fue el que hizo la vuelta”. Rasguño le preguntó a González por qué, y el oficial le contestó: “Dejá de ser tan godo, mira que la extradición se va a caer”.
La Fiscalía no se quedó con esa declaración y en noviembre de 2011, en Miami, escuchó a otro de los capos del cartel del Norte del Valle: Diego León Montoya Sánchez, alias Don Diego. El extraditado narcotraficante ratificó que el coronel Danilo González era un hombre fundamental de la organización. “Nos sirvió mucho, tenía muchos vínculos en la Policía. Si necesitaba mover un mayor o un capitán, eso era lo que hacía”, dijo. Luego aclaró que cuando lo conoció, González era el jefe del Gaula Antisecuestro.
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También declaró el hermano de Don Diego, Juan Carlos Montoya Sánchez, extraditado en mayo de 2005. El narcotraficante recalcó que Orlando Henao acostumbraba decir que, si tenía el dinero y el poder de la Policía, lo tenía todo, y que por eso volvió a Danilo González su jefe de inteligencia y seguridad. “Hasta los generales le tenían pavor”, resaltó Montoya. Y Henao supo aprovechar esa ventaja. “Por eso desafió a los Rodríguez Orejuela, a todo el mundo, él sabía del poder con Danilo”. Y agregó: “Su capacidad era inmensa, trabajó con las agencias americanas, le hablaba al oído al director de la Policía y manejaba los Gaula”.
Como la mayoría de capos manifestaron que existía un policía llamado Hinginio Langarejo que andaba todo el tiempo con Danilo González, la Fiscalía lo ubicó y tomó su declaración en 2011. Langarejo aclaró que, cuando ingresó a la Policía, fue trasladado a Buenaventura y luego a Cali, donde se sumó a la Sijín y a la Unidad Antisecuestro. Después de pasar por Medellín lo vincularon al Gaula, que dirigía en Bogotá Danilo González. También recalcó que desde su retiro en 2001 acompañó al cuestionado coronel, quien nunca fue investigado por la justicia.
El declarante manifestó que él todavía no había conocido a Danilo González cuando mataron a Álvaro Gómez Hurtado, aunque Don Diego le aseguró a la Fiscalía que desde que conoció al coronel (r), hacia 1990 —cinco años antes del magnicidio—, Langarejo “andaba con él para todos lados”. El expolicía aceptó que fue escolta de González Gil hasta tiempo antes de que fuera asesinado, que lo acompañó varias veces a reuniones con Rasguño y que a través de él conoció a personajes como los abogados Gerardo Candamil e Ignacio Londoño. “A Orlando Henao (Danilo González) siempre lo trataba como compadre”, confirmó.
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El narcotraficante Eugenio Montoya Sánchez, también interrogado en Estados Unidos por la Fiscalía en 2011, agregó que, en cabeza de Elizabeth Montoya de Sarria, conocida como la Monita Retrechera, se recogieron recursos para la campaña de Ernesto Samper en 1994, y que fue testigo de la reunión en la que Carlos Castaño le recriminó a Don Diego el crimen de Gómez Hurtado. Según él, Orlando Henao fue el responsable de ese crimen, y Danilo González le aclaró a Carlos Castaño que fue para hacerles un favor a políticos corruptos.
Cierto o no, las declaraciones de los capos del cartel del Norte del Valle apuntan a un mismo personaje: el coronel (r) Danilo González Gil, quien fue asesinado el 25 de marzo de 2004 en Bogotá, mientras regresaba de almorzar a la oficina de un abogado del cartel del Norte del Valle, en el norte de la ciudad. Tenía 50 años, 23 de ellos portando el uniforme de la Policía. Poseía una enorme fortuna, que incluía hoteles en Brasil, locales comerciales, apartamentos, fincas y hasta pases de futbolistas. Sin embargo, sus principales secretos se los llevó a la tumba.
Hoy, la Fiscalía, casi 23 años después del asesinato de Álvaro Gómez Hurtado, trata de reconstruir lo que pasó, partiendo por reconocer que el cartel del Norte del Valle aportó sus hombres y balas para consumar el crimen. Lo demás empieza a desentrañarse: la alteración de la escena del asesinato, la desviación de las pesquisas para culpar inocentes y unos cuantos crímenes para asegurar la impunidad. Sin embargo, tanto la familia Gómez Hurtado como los guardianes de la memoria quieren saber quiénes fueron los políticos que se concertaron con el crimen organizado para perpetrar el magnicidio.