Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
El 7 de noviembre de 2022, en carta dirigida a la junta directiva de la Asociación Bancaria y de Entidades Financieras de Colombia (Asobancaria), su entonces presidente, Hernando José Gómez Restrepo, hizo un relato de dos páginas en el que confesó -y pretendió justificar a su manera- que le dio un beso en la boca a una subalterna suya el 31 de octubre de ese año en su oficina, a puerta cerrada. Un episodio que provocó su salida de la entidad por la puerta de atrás cuatro días después y un gran escándalo en Colombia del que ya nadie habla. Gómez Restrepo es uno de los hombres con mayor ascendencia en el mundo financiero. En su hoja de vida figuran cargos como la dirección de Planeación Nacional y la codirección del Banco de la República. Además, fue negociador del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y cabeza de su implementación. Hasta este episodio su reputación no tenía mácula.
En la carta, Gómez Restrepo relató que María Clara Sarmiento, quien entonces coordinaba las comunicaciones de Asobancaria, le pidió una cita ese día. Según dijo, ella llegó ese 31 de octubre a las 6 y 22 de la tarde “disfrazada de gata con maquillaje y una malla y trusa negra de cuerpo entero”. Una fotografía de Sarmiento en poder de El Espectador desmiente esa descripción. Solo traía una peluca blanca. En todo caso, Gómez dijo sentirse sorprendido, y así describió lo que ocurrió después: “De pie y separados (a) unos 50 cm, me acerco y la saludo con un beso de labios cerrados en su boca también cerrada, que duró lo que dura un saludo, no más de dos segundos, lo que comúnmente llamamos un pico (...) Me aparto inmediatamente. Esto fue una reacción espontánea, no premeditada y sin intención de ofender. Cabe anotar que normalmente saludo de beso en la mejilla a mis colegas cercanas”.
(Le recomendamos leer: La voz de la mujer que denunció a expresidente de Asobancaria por acoso sexual)
Gómez Restrepo añadió que Sarmiento le manifestó “su desacuerdo con este saludo” y que él se dirigió a su escritorio. “Le digo que si puede sentarse un momento, pues tenía el propósito de pedirle disculpas. Me responde que no, que prefiere retirarse de la oficina y así lo hace. Es decir, respeto su molestia cuando lo manifiesta. Todo esto ocurre en un lapso de tiempo (sic) inferior a dos minutos”. Posteriormente “le escribo ‘Lo siento’ vía Whatsapp (hora 6:27 p.m.). Este mensaje no lo responde”. El primero de noviembre, prosiguió su relato, “con la intención de disculparme personalmente, le escribo por Whatsapp que nos tomáramos un café. Este mensaje no fue respondido”. Gómez Restrepo dejó la siguiente constancia: “Este hecho fue puntual y único, en el contexto de un saludo y no constituye un hecho persistente ni repetido desde mi entrada a Asobancaria en enero de 2021”.
Esta es la carta completa de Hernando José Gómez Restrepo:
Ese primero de noviembre de 2022, María Clara Sarmiento, de 32 años, presentó renuncia motivada a su cargo: “El presidente de Asobancaria, sin mi consentimiento expreso ni tácito y de manera forzosa, me dio un beso en la boca”, escribió. En la tarde de ese día, la vicepresidenta administrativa de Asobancaria le hizo saber a Hernando José Gómez de la situación. En su carta a la junta, una semana después, Gómez Restrepo declaró sentirse sorprendido porque “el relato no corresponde a lo sucedido, pues dice que le di un beso en la boca ‘sin su consentimiento expreso ni tácito y de manera forzada’”. Y pretendió justificarse así: “Reitero que yo no la forcé, no hubo ningún acto de fuerza, fue un saludo, respeté su molestia y me disculpé por escrito”. Este último párrafo le parece indignante a Sarmiento, pues, para ella, pretendió mostrar como un simple saludo un acto de claro acoso sexual.
(En contexto: Hernando José Gómez: el lateral izquierdo que preside Asobancaria)
Las pruebas del caso
Chats, fotografías, testimonios y el relato de Sarmiento contradicen la carta justificatoria del expresidente de Asobancaria. Lo que él no le contó a la junta directiva, según la víctima, es que existen conversaciones privadas con ella, ya puestas en conocimiento de la Fiscalía, en las que se evidencia cómo, desde su posición de poder, le lanzaba constantemente mensajes sobre su forma de vestir y su apariencia física y en los que la invitaba a salir haciendo explícita referencia a que eran salidas sociales y no laborales. El Espectador entrevistó a María Clara Sarmiento, quien entregó los chats que se cruzó durante un año con su exjefe y que demostrarían que esta denuncia de acoso sexual no fue un asunto de un día o un simple pico “espontáneo”, como expresó Gómez Restrepo, sino que fue reiterado y sistemático.
La evolución de los mensajes del expresidente de Asobancaria hacia Sarmiento fue subiendo de tono. Ella llegó a la entidad en 2019, durante la presidencia de Santiago Castro. Tras su salida, en enero de 2021, la junta directiva designó al reputado economista Hernando José Gómez Restrepo en su reemplazo. Eran tiempos de pandemia y de virtualidad. Al principio chocaron mucho. “Me trataba muy mal y no le gustaba mi trabajo. Era grosero y siempre me preguntaba quién era yo, qué era lo que hacía y por qué estaba ahí”, le contó a El Espectador. Según su versión, el propio Gómez Restrepo llegó a quejarse de que ella era “muy seria” y que no se reía de sus chistes, que ella consideraba sexistas. “Entonces uno angustiado porque le van a quitar el trabajo, pues empecé a reírme en las reuniones y él le empezó a hacer preguntas a mi jefe sobre cuánto medía yo o de dónde era”.
(En contexto: Hernando José Gómez renuncia a la presidencia de Asobancaria)
En el segundo semestre de 2021, tras la llegada de la alternancia laboral, por fin se vieron personalmente y Asobancaria retomó los eventos presenciales, muchos de los cuales eran en Cartagena. “Hasta ahí la relación era normal, él seguía haciendo sus chistes y, si yo no me reía, el man como que se emberracaba y devolvía todas las presentaciones”, manifestó. El 2021 terminó con una relación cordial, pero en 2022, según ella, el contexto político y electoral los obligó a trabajar y a interactuar a diario. Había campañas de comunicaciones que ella tenía que liderar, con la aprobación del hoy expresidente de Asobancaria. Fue entonces cuando los mensajes de Hernando José Gómez Restrepo cruzaron la raya. Por ejemplo, el 25 de marzo de 2022, le escribió: “Ayer estabas muy elegante y bonita. ¡Te luce ese vestido!”.
Entre peticiones laborales y jornadas de trabajo extensas, Gómez Restrepo fue deslizando sus intenciones. El 31 de mayo de 2022 le preguntó a Sarmiento que si estaba en Asobancaria para que subiera a su oficina. Ella le dijo que no y que qué necesitaba, a lo que contestó: “Eran solo las ganas de verte”. No solo fue esa vez. Entre junio y octubre de ese año mensajes de ese calibre, así como otros comportamientos suyos en encuentros privados en su oficina, aumentaron. De acuerdo con Sarmiento, comenzó a abrazarla, le tocaba el cabello y le daba besos en la frente. “Siempre me llamaba, me chismoseaba algo, me daba el abrazo, me respiraba y me sobaba el pelo. Yo sudaba y estaba tiesa”. Muy incómoda, ella le contó lo que ocurría a un compañero de trabajo. Bautizaron la situación como la terapia del conejo. “Me tiene jarta. Me soba como un conejo”, le decía.
Los mensajes a su teléfono personal cada vez le incomodaban más. Al principio, parecían sutiles. El 10 de junio de 2022 le escribió para despedirse: “Abrazo, bella dama”. Fue un mensaje a medianoche. Al día siguiente, le preguntó: “¿Dónde estás desaparecida?”. Ella le dijo que estaba en una reunión y él le contestó: “¡Huy, apareció! Puede que ya sea una niña grande, pero no se desaparezca así”. El 13 de junio, le chateó: “Un saludo especial para ti” y, tres días después, le dijo: “¡Qué bueno verte, linda dama!”. El 17 de junio, ella le pidió su opinión sobre una pieza gráfica para una campaña de Asobancaria. Él le contestó: “Sí, se ve bien y muy versátil. Como la dama que escribe (lo siento, no me contuve)”. El 19 de julio le comentó: “Siempre me alegra verte” y, una semana después, tras una videollamada laboral, le escribió este chat: “En cámara te ves radiante. Una observación objetiva”.
El patrón siempre fue el mismo, cuenta ella. Ella le hablaba de asuntos laborales y él le contestaba hasta cierto punto así, y luego agregaba mensajes como estos del 4 y 31 de agosto de 2022, respectivamente: “¡Estás muy bonita!”, “¡You look charming! (Estás encantadora)”. En septiembre los mensajes fueron más crípticos. El 9 de ese mes la invitó a cenar en Cartagena y el 18 de septiembre le escribió la siguiente reflexión: “A veces los domingos en la noche me siento como cuando en la montaña rusa se comienza a subir lentamente y arrancar a toda velocidad el lunes 7 am y no parar hasta el viernes 7 pm”. El 23 de septiembre le chateó: “¡Excelente tu compañía! Me estoy malacostumbrando”. El domingo de esa semana volvió a escribirle: “¡Hola! You are on my mind (Estás en mis pensamientos)”. Y el martes siguiente le dijo: “¡Me gusta tu pinta setentera inglesa de hoy!”.
María Clara Sarmiento tuvo varias conversaciones con su amigo de Asobancaria en las que le explicó que se sentía amenazada, que la estresaba verse a solas con Gómez Restrepo, que empezó a pensar cómo vestirse para evitar mensajes insinuantes o súbitas invitaciones y que no sabía cómo manejar la situación, pues ella dependía de su trabajo. Su compañero le recomendó que le hiciera saber a Hernando José Gómez lo incómoda que estaba. A finales de septiembre viajaron a Cartagena a un evento. “Salimos y me di cuenta de que íbamos hacia los ascensores. ‘¿Para dónde vamos?’, le dije. Me dijo: ‘Acompáñame a mi cuarto que tengo que sacar no sé qué’. Lo miré y le dije: ‘¿Qué?’. Y me dijo: ‘¿Tienes miedo?’. Lo miré y le dije: ‘¿Miedo de qué? A usted lo veo como mi papá y para usted soy como una hija. Aquí no puede pasar nada’. Él se río”, recordó Sarmiento en diálogo con El Espectador.
Y continuó: “Subimos al cuarto. Él abrió la puerta y me dijo: ‘Siéntate’. Él se sentó en el computador. Luego me dijo: ‘¿Me puedo sentar al lado tuyo?’. Y se me sentó y me echó el brazo encima. Yo le dije: ‘Nononó, no tenemos nada que estar haciendo acá solos, absolutamente nada. Vámonos’. Él man se rió y me dijo: ‘Bueno, vamos’”. Episodios como este se los contó a su compañero a través de chats que ella le aportó a la justicia. En uno de ellos le describió ese momento en el cuarto y le contó que Gómez le dijo esa vez: “Tranquila, no va a pasar nada”. En esa conversación, ella le dijo a su compañero que estaba jarta “con la tocadera” y que su jefe la justificaba diciéndole lo siguiente: “Es que abrazarte me genera paz”. Su amigo le preguntó: “‘¿Y qué le dijiste?’. ‘Pues que me iba a entecar. Le dije que le iba a tocar hacer yoga para sentir paz porque no me gustaba que me tocaran’”.
Sarmiento fue contundente en su denuncia a El Espectador: “Cada que iba a la oficina me daba un abrazo. Me cogía la cara y me daba un beso en la frente. Siempre sentía miedo. Sentía que en cualquier momento me iba a dar un beso y pensaba: ‘¿En qué momento no me lo dará en la frente sino en la boca’. Él me cogía la cara duro y quedaba medio inmovilizada. Me tensaba un montón. A él le daba risa”. Octubre, según ella, fue un infierno. Gómez Restrepo continuó con sus mensajes. “Chévere tu pinta marinera”, le escribió el 23 de ese mes; al día siguiente fue más explícito cuando ella le dijo que no estaba en la oficina: “Manejaré como pueda el síndrome de abstinencia de verte. Ya tengo ansiedad y tembladera”; y el 27 de octubre, después de un discurso de Gómez Restrepo en un evento, le chateó lo siguiente: “¿Por qué pasas por delante para hacerme perder la concentración?”.
(Le recomendamos leer: Las estudiantes de especialidades médicas también sufren acoso sexual y laboral)
El 28 de octubre, como quedó constancia en los chats, María Clara Sarmiento recibió el siguiente mensaje de su jefe: “Solo te falta vestirte de látex con un látigo en la mano, oh dominatrix”. Varios días atrás, ella ya le había dicho explícitamente a Gómez Restrepo que su relación era estrictamente laboral. Un día, agregó, su jefe le cogió la mano y ella se despachó: “Le dije: ‘No me gusta que me toque. ¿Cómo más se lo tengo que decir?’. Y él se rió. Le dije: ‘Vamos a dejar una cosa clara: Yo lo aprecio, lo admiro, le agradezco la oportunidad profesional, pero esta es una relación laboral, por si se está confundiendo. A usted lo quiero como un papá’. El man se rió y me dijo: ‘Claro, ¿qué más va a ser?’”. Incluso, relató que en otro evento en Barranquilla su jefe se ofreció a regalarle una joya y ella se negó y le dijo: “A mí joyas me da mi novio, usted qué me va a dar algo”. Él, según ella, se volvió a reír.
El día de Halloween
Todo desembocó en ese lunes 31 de octubre de 2022. “Yo sabía que tenía que estar en la oficina porque él siempre pedía cosas y estábamos pendientes de la aprobación del presupuesto. Trabajamos normal y con la gente del equipo hablamos de llevar cosas de Halloween. Yo llevé una peluca, pero estaba vestida con ropa de trabajo normal”, contó María Clara Sarmiento. A diferencia de lo afirmado por su exjefe de que estaba “disfrazada de gata con maquillaje y una malla y trusa negra de cuerpo entero”, una fotografía en poder de este diario desmiente esa afirmación. Sarmiento tenía una peluca blanca, un saco de color negro y blanco y un pantalón. Aún más, añadió, “si hubiera estado así, no justifica nada; o sea, yo hubiera podido entrar a esa oficina en bikini y el tipo no tenía ninguna justificación para tocarme. Cuando conocí la carta donde refería eso, me ofendió esa mentira”.
De vuelta a su relato, Sarmiento contó que al final de la tarde de ese 31 de octubre su jefe le envió el siguiente mensaje a su celular: “Ven a donde el big bad wolf (gran lobo feroz)”. Ella entró y lo vio en una reunión virtual y, cuando se disponía a irse para no interrumpirlo, él le dijo que siguiera. “Cerró la puerta, me miró, se rió, me cogió la cara y me dio un beso en la boca. Yo lo empujé: ‘¿Usted qué está haciendo?’. Y me dijo: ‘Es un beso y ya’. Yo le dije: ‘¡Pero en la boca!’. Me dijo: ‘No te preocupes, siéntate’. Yo le contesté: ‘Obviamente me voy a ir’. Yo salí verde. Entré a la oficina de mi amigo y le dije: ‘Tengo que renunciar ya. Hernando José me dio un beso’. Salí llorando. Desde ese día nunca volví a hablar con él y lo bloqueé”. El primero de noviembre presentó una renuncia motivada. La junta de Asobancaria empezó a indagar; Gómez Restrepo tuvo que renunciar y la Asociación remitió el caso a la Fiscalía.
Desde entonces, María Clara ha tenido que sortear un camino azaroso y difícil. El acecho de un hombre tan poderoso la marcó y aunque Asobancaria le permitió volver a trabajar en la entidad, nada fue lo mismo. En marzo renunció nuevamente para emprender otros proyectos y agarrar nuevos aires. “Nunca me había sentido acosada en mi vida, tuve que empezar un proceso de acompañamiento para salir de ahí, todo es muy doloroso”. Ya mejor en su proceso personal, hoy levanta su voz para advertir que la tragedia del acoso sexual es una realidad que sigue oculta en los pasillos del poder. “Hago esto porque las mujeres tienen que saber que no es normal recibir ese tipo de mensajes de tu jefe, que no tenemos por qué sentirnos mal por ser acosadas, que no somos las culpables. ¿Que qué opino hoy de Hernando José Gómez? En los términos más primarios, opino que es un viejo hijueputa”.
El Espectador consultó al expresidente de Asobancaria. Vía Whatsapp contestó esto: “Cuando se presentó el episodio del 31 de octubre asumí que se trataba de un malentendido que podía aclararse, pero que no debía hacerlo desde Asobancaria como presidente, sino desde afuera, por lo cual presenté mi renuncia. Esto para no tener una posición privilegiada y para no trasladar a la entidad que respeto un asunto de carácter personal. Hay quienes opinaban que estaba actuando ingenuamente, pero estoy convencido de que era lo correcto. No he logrado comprender el verdadero origen y alcance de esta situación, pero he asumido una actitud de absoluto respeto hacia la persona involucrada, hacia Asobancaria y hacia las autoridades. Entiendo el interés de los medios y en su momento conocerán mi versión y mi opinión sobre la forma en que ha evolucionado este suceso”. Gómez Restrepo tiene 66 años.
Ocho meses pasaron ya desde ese aciago 31 de octubre y María Clara Sarmiento solo ha sumado decepciones. No solo tuvo que abandonar una entidad en la que estaba creciendo profesionalmente, no solo terminó estigmatizada por algunos personajes en el gremio que dudaron de su denuncia, no solo fue rechazada en un par de ocasiones en procesos de selección con otras compañías porque, según le dijeron, “representaba un riesgo reputacional”, no solo encaró ese pozo de la culpabilidad inmerecida durante meses, sino que hace pocas semanas se enteró por accidente que la Fiscalía había archivado el caso en favor de su exjefe el 21 de marzo de 2023. Lo más indignante es que la entidad justificó el cierre del proceso achacándole la culpa a ella por, supuestamente, no haberlo impulsado. “Es absurdo”, dice ella.
Pero del capítulo de la Fiscalía hablaremos este lunes en El Espectador. Una aclaración final: tras las averiguaciones de este diario al ente investigador por las lagunas en este caso, la entidad contestó, al cierre de esta edición, que el expediente había revivido súbitamente el viernes pasado.
Si conoce casos como estos, escríbanos a lasigualadasoficial@gmail.com