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Los crudos relatos sobre reclutamiento de menores en las Farc

Un detallado informe de la Fiscalía revela la atroz radiografía de este delito. El documento cobra relevancia hoy, a propósito de la postura de algunos líderes de esa organización política.

27 de julio de 2020 - 11:53 p. m.
De acuerdo con la Unidad de Víctimas, al menos 8.624 menores de edad han sido vinculados forzosamente a grupos armados. / Archivo El Espectador.
De acuerdo con la Unidad de Víctimas, al menos 8.624 menores de edad han sido vinculados forzosamente a grupos armados. / Archivo El Espectador.
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“La ‘vinculación y utilización’ forzada de Niños, Niñas y Adolescentes (NNA) fue un fenómeno criminal constante en la historia de las Farc que se remonta a comienzos de los años 70 (…) En ocasiones, el grupo guerrillero apeló directamente a la violencia física y a las amenazas hacia los menores y sus familiares; pero, en otros casos, las Farc también se aprovecharon de la inmadurez de los menores y de las difíciles condiciones socioeconómicas y familiares que atravesaban, haciendo uso de estrategias persuasivas y de engaños para lograr su incorporación. En cualquier caso, la ‘vinculación’ de menores fue un hecho violento que siempre tuvo latente la amenaza de fusilamiento a aquellos que consideraran desertar”. Así comienza un extenso reporte de la Fiscalía sobre este crimen de guerra que hoy en esa organización política nadie quiere reconocer. (Reclutamiento forzado: un delito que ningún grupo armado ha reconocido en Colombia)

El documento, conocido por El Espectador, fue entregado a la Jurisdicción Especial para la Paz en junio de 2018, pero hoy cobra toda relevancia por las recientes declaraciones de exjefes guerrilleros que negaron el reclutamiento de menores como política de guerra. En particular, Sandra Ramírez, excompañera del histórico jefe de las Farc Manuel Marulanda Vélez, y el propio presidente de esa colectividad Rodrigo Londoño, más conocido como Timochenko. Ambos deslizaron la tesis de que si hubo menores en la antigua guerrilla fue porque voluntariamente ingresaron a las filas. Una explicación que va en contravía de las pesquisas judiciales y los crudos relatos de excombatientes reclutados consignados en este informe de la Fiscalía. En total, 5.252 menores fueron víctimas de este delito y de ello quedó constancia en 4.219 expedientes.

“El 61 % de estas investigaciones se concentran entre 1998 y 2010; siendo los años 2000 y 2007 los de mayor afectación, con 614 investigaciones (…) Hasta finales de los años 90 el reclutamiento no fue un delito visible y solo hasta el año 2000 se registró la primera denuncia en los sistemas misionales de la Fiscalía”, recalca el reporte. Con una particularidad: el tiempo promedio de denuncia de este delito por parte de excombatientes era de unos 10 años. La llamada Operación Berlín, ocurrida en el año 2000, fue clave para visibilizar lo que estaba ocurriendo al interior de esa organización insurgente: el Ejército reportó la muerte en combate de 94 guerrilleros de la columna móvil Arturo Ruiz, 19 de los cuales eran menores de edad. Hasta entonces no se hablaba del tema y las noticias las protagonizaban los diálogos del gobierno Pastrana con las Farc en el Caguán.

“La denuncia más antigua registrada en los sistemas de información de la Fiscalía –dice el informe–data de 1973, aunque dispositivos incautados en operaciones militares evidencian casos que no se encuentran reportados a la Fiscalía. Lo anterior revela un subregistro ocasionado muchas veces por el temor a denunciar por represalias en contra de las víctimas y sus familiares. También ocurrió que algunos menores ‘vinculados’ nunca desertaron de las filas y de otros no se volvió a tener noticia alguna. De acuerdo con los sistemas de información de la Fiscalía, entre 2012 y 2016 se concentró el 83% de denuncias y el punto más alto fue el año 2012 con 907 denuncias”. El mayor porcentaje de víctimas fue de sexo masculino, con 3.350 casos, mientras que el femenino alcanzó 1.790. Las menores, sin embargo, sufrieron muchos más delitos contra su libertad y formación sexual.

El 77 % de todos los reclutamientos de niños ocurrieron en 10 regiones: Meta, Antioquia, Guaviare, Putumayo, Caquetá, Tolima, Cauca, Cundinamarca, Chocó y Nariño. El reporte contiene hallazgos así de fuertes: “Con relación a la edad de ‘vinculación’ a las Farc, de las 1.896 víctimas que reportan esta información, se encontró que la edad más recurrente corresponde a los 14 años. Sin embargo, hay que señalar que en total se encontraron 910 víctimas entre diez y 14 años. También se conoció el caso de unas hermanas de uno y 4 años que fueron vendidas a la organización, según el relato del padre y se conoce un caso de una menor que nació al interior de las filas de las Farc”. Una radiografía que reconoce fallas monumentales de justicia: tan solo hay 10 sentencias condenatorias contra miembros del antiguo secretariado de las Farc y su Estado Mayor. Un crimen impune. (Reclutamiento forzado, un cáncer que está avanzando)

Salvo en San Andrés, en los demás 31 departamentos las extintas Farc reclutaron niños desde su fundación en 1964, aunque este delito tan solo se tipificó en 1997. El informe de la Fiscalía caracterizó cuatro periodos históricos del conflicto para explicar la evolución de este crimen. El primero va entre 1964 y 1981, donde los casos de reclutamiento no se dieron de manera generalizada “y la participación de menores en la confrontación fue difusa”. En la década del 70 tan solo se registraron 7 casos, el primero de los cuales ocurrió en 1973 con una niña de 14 años reclutada en el municipio La Esperanza, en Norte de Santander. El segundo periodo corresponde a 1982 y 1997, cuando la guerrilla reorientó su plan estratégico y dejó por escrito en sus estatutos que la incorporación de insurgentes podía darse a partir de los 15 años.

No obstante, dicha directriz no se cumplió. De hecho, la Unidad de Análisis y Contexto de la Fiscalía encontró reportes de las Farc en donde se mencionan los roles de niños de 10 años en esa organización. Fue en esa época en donde el narcotráfico multiplicó sus frentes y la expansión del paramilitarismo los obligó a redireccionar sus objetivos en la VIII Conferencia, en 1993. En ese lapso (1982-1997) se registraron 500 investigaciones por este delito. El tercer periodo caracterizado en este informe se concentra entre 1998 y 2010, es decir, lo ocurrido en la zona de distensión del Caguán, en tiempos del gobierno de Andrés Pastrana, y luego la arremetida de la seguridad democrática de los dos gobiernos de Álvaro Uribe. La Fiscalía registró 2.610 expedientes por este delito en ese lapso. Los ecos del Plan Colombia detuvieron la expansión militar de las Farc.

El cuarto y último periodo de este crimen se dio entre 2011 y 2016, cuando el proceso de paz promovido por el gobierno de Juan Manuel Santos derivó en el acuerdo del teatro Colón que permitió el salto a la política de esa organización. En medio de los diálogos exploratorios en Cuba y sus posteriores avances en la mesa, el 15 de mayo de 2016 las delegaciones del Gobierno y las Farc llegaron a un “Acuerdo sobre la salida de menores de 15 años de los campamentos” y suscribieron una hoja de ruta para la salida de todos los demás adolescentes. Así, 124 menores de edad, 68 niñas y 56 niños, cuyo promedio de edad fue de 17 años, se desvincularon de la guerrilla. La Fiscalía registró 928 investigaciones sobre reclutamiento en estos cinco años. Los relatos de este crimen se encuentran desde 1966, con el propio Jacobo Arenas, un histórico de esa organización.

“Los jóvenes de 10 años en adelante juegan labor en tareas propias de su edad, como la organización de la juventud revolucionaria. Un muchacho educado en la escuela de las luchas armadas revolucionarias es casi seguramente un buen guerrillero. Aquí en Marquetalia hay muchos guerrilleros que son peposos, que no temen en nada a los chulos y que dominan la táctica guerrillera a la maravilla. Desde niños han peleado contra nuestro enemigo”, escribió Arenas ese año en el Diario Resistencia de Marquetalia. El propio Elí Mejía Mendoza, alias Martín Sombra, contó que ingresó a las Farc a los 11 años. “Yo a la edad de 13 años ya era capitán de guerrilla, tenía como 25 muchachos al mando mío, que le pusieron los Alpargatunos (…) una cantidad de combatientes, de jóvenes”. Dicha práctica se fue refinando a medida que la guerrilla fue desdoblando sus operaciones. (Primer informe hecho por víctimas de reclutamiento forzado llega a la JEP)

Relatos espeluznantes

El informe recoge, por ejemplo, la narración que le entregó a la justicia la primera niña de la que se tiene noticia que fue reclutada por las antiguas Farc en Norte de Santander. Ocurrió en 1973, pero solo hasta 2015 contó su versión ante fiscales de la Unidad de Justicia y Paz. Calló 42 años por miedo. “Me dieron un uniforme verde y me lo tenía que poner todos los días, me dieron cinco granadas, un fusil y una pistola con proyectiles, yo recibí entrenamiento para disparar (…) Me pusieron el alias de Karina, así era como me llamaban esos hombres. Me decían que tenía que entender al llamado de Karina, que si no lo hacía me encenderían a pata (…) Yo recibí entrenamiento para disparar. Siempre me decían que, si no era capaz de disparar, ellos lo harían contra mí para que me tragaran los chulos del Ejército”.

La declarante añadió: “Me obligaban a dormir con el comandante alias Cruz, así le decían. Este hombre me manoseaba y me obligaba a tener relaciones sexuales. Como me resistía me golpeaba. (…) Fui violada por este comandante durante todos los días una o dos veces al día. Durante los seis meses que estuve reclutada me convirtió en su mujer”. Otra mujer, también en Justicia y Paz, relató su calvario: “En el año de 1976, cuando tenía 11 años, fui reclutada forzadamente por parte del grupo Farc. En ese momento me encontraba en la finca Las Mil, en la vereda del mismo nombre, y un hombre llegó y me reclutó llevándome a la selva durante 3 años (…) hasta que en el año 1979 en San José del Guaviare pude escaparme”. En muchas ocasiones se utilizaba el factor económico como estrategia de reclutamiento. Así lo contó una madre que jamás volvió a ver a su hijo.

“Para junio de 1981 mi hijo Martín Guerra vivía conmigo en la finca Matacaña, jurisdicción de Aracataca (Magdalena) y para esa época comenzó a entrar a la zona la guerrilla y comenzaron a endulzar a mi hijo diciéndole que si se iba con ellos le pagaban dinero para que nos entregaran a nosotros. De esa manera lo engañaron y se lo llevaron siendo menor de edad, ya que tenía 15 años (…) Como a los cuatro meses logró volarse, pero los miembros de las Farc lo fueron a buscar a la casa y se lo llevaron obligadamente y desde esa fecha no he vuelto a saber nada de él”. Otra mujer, que en 1975 tenía 12 años, contó: “Yo me dejé convencer porque en esa época uno vivía mal, se sufría mucho porque había mucha pobreza, en la casa a veces no había para la comida y el comandante Richard decía que en la guerrilla no iba a faltar nada, que uno iba a tener de todo”.

Curiosamente el reporte judicial detalla que dos de los principales protagonistas de la violencia en Colombia fueron reclutados por las Farc siendo menores de edad. Se trata de Miguel Botache Santanilla, alias Gentil Duarte, hoy mandamás de las llamadas disidencias en el sur del país, quien en 1981 fue reclutado por las Farc en Valparaíso (Caquetá) a sus 17 años, y Henry Castellanos Garzón, alias Romaña, quien comandó las llamadas pescas milagrosas en Colombia a finales de los años 90 y que hoy integra la organización ilegal que lideran Iván Márquez, Jesús Santrich y alias El Paisa. Por su parte, Abelardo Caicedo Colorado, alias Solís Almeida, exjefe del Bloque Martín Caballero, fue reclutado en 1989 a sus 16 años y una década atrás, en 1979, Luis Alejandro Cuadras, alias Leonardo Guerra, excomandante del Frente 59, ingresó a las Farc a sus 10 años.

Además, hay documentos históricos sobre los llamados “clubes infantiles bolivarianos” promovidos por esa organización en regiones consideradas como su retaguardia estratégica, como los Llanos del Yarí. Alias Vanesa, capturada por la fuerza pública en 2001, manifestó que en la finca La Tigrerita, en la zona de influencia del Bloque Oriental, existía una escuela para menores de edad. “(En) Esta escuela de formación de niños se encontraban los siguientes menores: alias Edwin, de siete años; alias Yilder, de ocho años; alias Dairo, de 10 años; Alcides, 11 años; Vladimir, Jonier, Luis Carlos, Jhon Esteven, Sandra, Dumar y Omaira, de 13 años; alias Tito, de 12 años; y alias Pomponio y alias Jeferson, de 15 años. Además, la entrevistada manifiesta que en el campamento también se encontraba las niñas Yuri y Briyid, de cinco y cuatro años, respectivamente”, dice el documento. (‘Las versiones de las Farc por reclutamiento, un paso sin precedentes’: organizaciones sociales)

Otra mujer reclutada en Yondó (Antioquia) a sus escasos nueve años, también le contó a la justicia lo que vivió en 1983: “Era obligada a limpiar plataneras y hacer trincheras, estaba sometida a unos horarios terribles, me levantaba a las tres de la mañana para asistir a entrenamiento militar (…) Lo más traumático para mí fue que a los 15 días de estar allá vi el fusilamiento de una muchacha guerrillera de nombre Gloria, de tan solo 14 años, esto no lo puedo olvidar. A mis 11 años el comandante Joaquín me sacó de ese campamento y me llevó para los frentes 36 y 37. A esa edad ya vestía uniforme y un palo que hacía las veces de fusil. Allá duré un año y luego me sacaron para un campamento en el río alicante, en Antioquia (…) Estando en este campamento me hicieron consejo verbal por intentar escaparme y porque había perdido el fusil”.

El informe de la Fiscalía es amplio en detalles y testimonios sobre el reclutamiento de niños. “Yo tenía 14 años y vivía con mis padres –dice otra denunciante– en Ovejas (Sucre). En 1993 fui reclutada por el 37 frente. Comenzaron a adoctrinarme para que me quedara en las filas, yo les decía que no quería estar allí, entonces me decían que si me iba el Ejército me mataba. El comandante Fermín me obligó a estar con él, si no me decía que me mataba. Salí embarazada de un compañero, alias Guillermo. Me hicieron abortar, un legrado me hicieron, y un consejo de guerra: me pusieron una sanción de excavar 15 metros de trincheras, arriar 50 tambos de aguas y 50 tercios de leña. En el año 1998 salí nuevamente embarazada, entonces me les volé y me fui para Turbaco donde un familiar. Me hicieron consejo de guerra porque había desertado y por (un) voto no me mataron”.

También está el relato de una desmovilizada de las Farc que nació en 1988 en Puerto Rico (Meta) y cuya madre era subversiva: “Nací dentro de esa organización armada. Me dejaban en casa de campesinos que eran milicianos. Recuerdo que cuando tenía como cinco años ingresé a una escuela donde solo iban hijos de guerrilleros, yo veía que en muchas ocasiones llegaban personas uniformadas y que eran los padres de los otros niños. Una vez fue a esa escuela un hombre de nombre Ángel Cañón, quien era guerrillero y comandante. Yo le pregunté que por qué estaba allá y me contestó que yo era nacida dentro de esa organización, que me había criado con ellos y que mi mamá era una guerrillera. Para esa época tenía 8 años, quiero dejar presente que en esa escuela no nos daban ninguna instrucción académica sino era pura instrucción militar”.

Una menor de 9 años obligada a ingresar a las Farc en 1997 en Putumayo dejó constancia de su infierno: “A los 10 años me pusieron un dispositivo T. A todas las mujeres se les ponía, no importaba la edad, si había tenido relaciones o no, para prevenir los embarazos. Eso me afectó porque me vino sangrado tres meses y casi me muero; después me recuperé y me quedaron secuelas. Cuando tenía 16 años me hice revisar del médico porque cuando tenía relaciones sexuales tenía mucho dolor. El médico me dijo que tenía una infección crónica porque el dispositivo estaba encarnado. Al interior el maltrato era permanente, psicológico y físico. Fui víctima de violación a los 10 años. Normalmente los comandantes accedían a las niñas que estábamos ahí. Luego de planearlo por años decidí fugarme, eso no es tarea fácil porque la organización sabe todo de uno”.

También se presentaron suicidios entre menores reclutados. La Fiscalía documentó el caso de un joven apodado como Richar, en la zona de La Chorrera (Amazonas). “El menor se suicidó porque había sido sancionado con la elaboración de 600 metros de carretera y (por) la persecución de alias Tiberio del mismo frente”. Ocurrió en 1998. El aumento exponencial de la confrontación militar se acentuó en la primera década del siglo XXI y, con ella, el reclutamiento. Para conformar la columna móvil Arturo Ruiz, a finales de los 90, por ejemplo, “vincularon” a 192 menores. Fue esa columna la que se enfrentó al Ejército en la llamada Operación Berlín en octubre del año 2000, donde murieron 19 de ellos. Un menor sobreviviente contó: “Veníamos muy agotados, llegamos a semejante páramo con bultos de papa y sesos de vacas, nos los comíamos crudos del hambre que traíamos”.

Los niños desertores eran fusilados. “En ese campamento del 43, así le decían, fusilaron 5 o 6 niños por desertores o desobedientes; allá en la guerrilla tenía uno que portarse bien”, recordó un exguerrillero. Y la cosa se puso peor después de que arreciaron las operaciones militares durante el primer gobierno de Álvaro Uribe. Los menores reclutados protagonizaron muchos más combates y las secuelas sicológicas fueron muy graves. “La vinculación y utilización de NNA de comunidades afro e indígenas por parte de las Farc también fue consecuencia de su expansión territorial y la necesidad de incrementar su personal. En algunos casos, los asentamientos de estas poblaciones hacían parte de territorios estratégicos a nivel militar y económico para las Farc, razón por la cual esta población fue utilizada”, asegura el reporte.

De tal manera que el fenómeno criminal se fue extendiendo, en medio de los bombardeos y las minas antipersona, así como los golpes militares a históricos de las Farc como Raúl Reyes, Iván Ríos, el Mono Jojoy o Alfonso Cano. Luego vino el proceso de paz y lo demás es historia conocida. Las Farc entregaron sus armas, se convirtieron en partido político y hoy tienen representación en el Congreso. En esa nueva ecuación política, la exguerrillera Sandra Ramírez resultó elegida como segunda vicepresidenta del Senado el pasado 20 de julio. Pero cuando algunos sectores progresistas celebraban su designación, otros recordaron que el delito de reclutamiento es un pendiente que aún no han aclarado en esa organización. Entonces vino el negacionismo de Ramírez y de Rodrigo Londoño y fue Troya. Este reporte judicial aporta luces y descarnados relatos para el debate.

Por ejemplo, los llamados “pisasuave” fue un grupo élite de las Farc integrado por menores entre los 8 y los 16 años que tenía como objetivo “aniquilar y debilitar sicológicamente” a la fuerza pública. Documentos y confesiones de exguerrilleros revelaron cómo fueron entrenados y los cursos que recibieron. “El entrenamiento lo supervisaba el comandante alias Rambo; nos escogieron a la mayoría a hacer curso de pisasuave porque éramos personas delgadas. Como éramos niños, al cuerpo (se) le exige más para correr ya que el físico es mejor (…) El curso lo hicimos 175 guerrilleros, la mayoría menores de edad, entre mujeres y hombres. Los más jóvenes eran mi persona y Felipe, de 13 años. Los otros eran de 16 y 17 años”. Estas son, pues, apenas algunas ayudas de memoria para que la Farc de hoy –es decir, el partido político– cuente la verdad de lo que pasó. ¿Lo hará?

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