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A finales de los años 80, Nule era un apellido que expedía olor a poder en la Costa Caribe y prometía continuar así por mucho más tiempo. No había razón para pensar lo contrario. Miguel Ángel Nule Amín, quien había sido gobernador en Sucre cuando los gobernadores todavía eran designados por el presidente de la República, era un reconocido ganadero de Sucre. A sus hijos Miguel y Manuel los había enviado a Bogotá a estudiar en la Universidad de los Andes, en donde ambos se habían inscrito para cursar ingeniería civil. Hacia 1992, ellos ya habían fundado una empresa junto con su primo Guido Nule, hijo del exministro Guido Nule Amín, para construir redes de gas natural en la Costa. Los negocios, en apariencia, prometían para todos.
Pero luego vinieron los paramilitares. Una masacre. La corrupción. El saqueo a las arcas de Bogotá. Antes de este jueves 16 de junio, tanto el padre como los hijos ya sabían lo que era ser buscado con orden judicial, pasar un tiempo tras las rejas, entrar en el radar de la justicia. Y ahora, a partir del jueves 16 de junio, tanto el padre como los hijos tienen un prontuario judicial a cuestas. De ser una promesa de prosperidad y poder regional, los tres pasaron a conocer la sensación –probablemente de desespero– que debe embargar a cualquier hombre que escucha, de boca de un juez de la República, que estará privado de la libertad por muchos años.
Hace cuatro días fue que se hizo público el fallo que el Tribunal de Cartagena emitió el pasado 6 de abril contra Miguel Ángel Nule Amín, en el cual resultó condenado a 28 años de prisión por haber instigado una de las masacres más tristemente recordadas en la Costa: la de Macayepo. Es un corregimiento de El Carmen de Bolívar (Bolívar) en el que los paramilitares irrumpieron entre el 9 y el 16 de octubre de 2000, ocho meses después de haber hecho lo mismo en otro corregimiento de ese mismo municipio, El Salado, en donde más de 60 pobladores fueron asesinados. En Macayepo la incursión “para” dejó un resultado de entre 12 y 15 muertos y más de 200 familias que huyeron despavoridas.
En febrero de 2010, los paupérrimos avances de Transmilenio sobre la avenida El Dorado en Bogotá eran ya una alarma encendida de que algo estaba ocurriendo con el consorcio de los hermanos Miguel y Manuel Nule y su primo Guido, quienes apenas seis años atrás hasta habían ocupado una portada en la revista Semana en la cual los llamaban “los nuevos cacaos”. Sus más de 30 empresas facturaban unos US$200 millones anuales y, aun así, el proyecto de Transmilenio estaba varado. Al tiempo, la Corte Suprema emitió la condena de 40 años contra el excongresista Álvaro García Romero, en la que se leía que ya la justicia había documentado cómo Miguel Ángel Nule Amín había tenido que ver con la expansión de los paramilitares en la Costa Caribe.
En la sentencia se habló, por ejemplo, de una reunión que en 1997 se realizó entre Álvaro García Romero, el ganadero y “reconocido auspiciador” de los paramilitares Joaquín García Rodríguez, Salvatore Mancuso, promotor de los “paras” en la Costa Norte; Salomón Feris Chadid, Miguel Ángel Nule Amín y casi 60 personas más. El encuentro fue en la hacienda Las Canarias, propiedad de Nule Amín.
Para 2011, el escándalo del carrusel de la contratación ya había reventado. Miguel Nule declaró ante la Corte Suprema cómo su consorcio había aceptado, a cambio de conseguir contratos del Distrito, pagar sobornos a los hermanos Samuel e Iván Moreno Rojas, los nietos del general Gustavo Rojas Pinilla, quienes entonces eran alcalde de Bogotá y senador, respectivamente. A finales de ese año los hermanos Manuel y Miguel Nule, junto a su primo Guido Nule, ya habían recibido la primera condena en su contra: siete años y medio de prisión y una multa superior a los $10.000 millones. En junio de 2012 la pena aumentó a 14 años y el Tribunal Superior de Bogotá les indicó que nunca en su vida podrían volver a contratar con el Estado.
En febrero del año siguiente su padre, Miguel Ángel Nule Amín, se enteraba en el aeropuerto de Cartagena de que no podría seguir con su plan de viajar a Miami porque se había abierto una investigación formal en su contra por la masacre de Macayepo. El exgobernador, el ganadero, el hombre que estaba acostumbrado a figurar en las páginas sociales de los medios de Cartagena y Barranquilla junto a su familia, pasó a ocupar las páginas judiciales y de investigación de los periódicos. Fue detenido y en octubre de 2014 recobró la libertad, cuando el Juzgado Único Penal del Circuito Especializado de Cartagena lo absolvió. Él siempre sostuvo que era inocente.
Sus hijos, para ese momento, ya habían pasado por las casas fiscales de la cárcel La Picota, en Bogotá, donde ingresaron lujos como camas dobles, celulares y licor que luego les decomisaría el Inpec. En mayo pasado, Miguel Nule consiguió que un juez avalara su detención domiciliaria por razones médicas como apnea del sueño y sobrepeso y fue trasladado a una enorme casa blanca ubicada en el lujoso barrio Venecia, en Sincelejo. Su primo Guido, también por razones médicas, logró que le otorgaran la casa por cárcel y vive en un lujoso barrio de Barranquilla. Manuel Nule es el único que permanece en prisión y ahora su padre, Miguel Ángel Nule Amín, uno de los responsables de la masacre de Macayepo según el Tribunal Superior de Cartagena, tendrá el mismo destino.