Los testimonios que probaron el rol de “Otoniel” en la masacre de Mapiripán
Las autoridades colombianas quieren preguntarle e interrogarlo para esclarecer varios de sus crímenes. El Espectador da a conocer los testimonios que sirvieron para condenarlo por su participación en esta emblemática masacre que aún tiene capítulos sin esclarecer.
David Escobar Moreno
La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) está lista para escuchar a Dairo Antonio Úsuga David, alias Otoniel, el recientemente capturado líder del Clan del Golfo. Esta justicia, surgida del Acuerdo de Paz, lo citó a declarar el 20 y 21 de diciembre de 2021 para que declare en el macrocaso 04, relacionado con la violencia en Urabá, de la cual Otoniel fue uno de los principales perpetradores en las últimas tres décadas y sería un factor clave para esclarecer varios crímenes. Aunque es poco probable que cumpla con esa cita, según fuentes cercanas, lo cierto es que su testimonio podría esclarecer sucesos emblemáticos del conflicto armado colombiano.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) está lista para escuchar a Dairo Antonio Úsuga David, alias Otoniel, el recientemente capturado líder del Clan del Golfo. Esta justicia, surgida del Acuerdo de Paz, lo citó a declarar el 20 y 21 de diciembre de 2021 para que declare en el macrocaso 04, relacionado con la violencia en Urabá, de la cual Otoniel fue uno de los principales perpetradores en las últimas tres décadas y sería un factor clave para esclarecer varios crímenes. Aunque es poco probable que cumpla con esa cita, según fuentes cercanas, lo cierto es que su testimonio podría esclarecer sucesos emblemáticos del conflicto armado colombiano.
(Lea también; Quién es “Otoniel” y por qué es importante su captura)
Entre ellos, la masacre de Mapiripán, gestada en el Urabá pero ejecutada en ese municipio del Meta, en julio de 1997. Otoniel ya fue condenado a cuarenta años de prisión por estos hechos en 2015, año en el que se consolidó violentamente en el narcotráfico. Sin embargo, esa condena pasó de agache y no se conoce mayor información sobre cuál fue el rol de Otoniel en esa masacre paramilitar, que causó un número indeterminado de muertos. El Espectador conoció los testimonios que la Fiscalía recopiló para demostrar que Otoniel fue uno de los que lideraron a 200 paramilitares que asesinaron a varias personas del municipio y revelan que él conocería pormenores ocultos de esa masacre.
Uno de los primeros hombres que empezó a hablar de Otoniel ante la Fiscalía fue José Baldomero Linares, alias Guillermo Torres, paramilitar señalado de crear, en los años 90, el bloque paramilitar Los Carranceros, vinculado al conocido empresario esmeraldero Víctor Carranza. Este último murió en 2013 sin que se le comprobara judicialmente nada. “Para esta fecha de 1997, llegaron los señores del Urabá, primero al mando de alias Otoniel, segundo alias Alcides y tercero alias el Cura (Elkin Casarrubia); ellos llegaron a San José del Guaviare. Luego se desplazaron vía terrestre y fluvial hacia los lugares donde se presentaron las masacres”, dijo Torres en 2008.
(Lea también: Las razones de EE.UU. para pedir a “Otoniel” en extradición)
Ese mismo señalamiento lo hizo otro hombre de confianza de la casa Castaño, quien da cuenta de la cercanía de Otoniel con la cúpula de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc). Se trata de Jesús Ignacio Roldán Pérez, alias Monoleche, jefe de seguridad y mano derecha de los hermanos Carlos y Vicente Castaño Gil, máximos comandantes de las autodefensas y protagonistas de la cruenta guerra que vivió el país desde finales de los años 80 por cuenta de la confrontación entre paramilitares y guerrilleros. Roldán Pérez señaló ante la Fiscalía que los Castaño designaron “a los del Epl”, es decir a Otoniel y el Cura, por su experiencia militar y logística en este tipo de crímenes mientras militaron en el extinto grupo subversivo.
(Lea también: El efecto de la captura de “Otoniel” en el corazón del Clan del Golfo)
Del 15 al 20 de julio de 1997, en el municipio de Mapiripán (Meta), el grupo paramilitar de las Autodefensas Unidas de Colombia, liderado por Carlos Castaño, ingresó a esta localidad, mientras los agentes militares abandonaron a su suerte a la población. El resultado fueron diversas torturas a los habitantes y una masacre que terminó con la muerte de 20 a 47 personas (el número exacto nunca se ha podido saber, pues el grupo armado arrojó los cuerpos al río Guaviare). El Estado aceptó su responsabilidad por la participación del Ejército en los hechos violentos y la Corte Interamericana de Derechos Humanos lo condenó por estos hechos.
Lo que ha documentado la Fiscalía es que varias decenas de paramilitares abordaron dos aviones militares en el Urabá y viajaron hasta San José del Guaviare, donde fueron recibidos por Luis Hernando Méndez, alias René, jefe de los paramilitares en el Guaviare y que, según la Policía, fue instruido por el mercenario israelí Yair Klein y era hombre de confianza de los Castaño. Es por este episodio que, en 2017, la Fiscalía vinculó a la investigación al general (r) Rito Alejo del Río, quien era el alto oficial del Ejército a cargo de las operaciones militares en 1997 en Urabá. El uniformado retirado, que es procesado en la JEP, negó ante esa justicia, en agosto pasado, tener relación con la masacre.
El exparamilitar alias Capitán Victoria, socio de Víctor Carranza, le dijo en su momento a la Fiscalía que meses antes de la masacre se reunió con emisarios de los hermanos Castaño y el jefe paramilitar Martín Llanos para planear la incursión armada. Un hecho que da fe de que los paramilitares de Llanos también participaron de la masacre es el testimonio que entregó, en septiembre de 2010, Javier Antonio Ruiz Ordóñez, quien hacía parte de ese grupo paramilitar y, además, habló de Otoniel. Este señaló que el antiguo líder del Clan del Golfo y alias el Cura tenían las listas de las personas señaladas como colaboradoras de la guerrilla de las Farc en Mapiripán y terminaron asesinadas o desaparecidas.
Sin embargo, Ruiz Ordóñez se refirió a “Otoniel” con otro alias que, según la Policía, solo lo conocen sus hombres más cercanos o quiénes lo conocieron cuando militó como uno de los hombres más importantes del Bloque Centauros de los paramilitares en el Meta. “‘Otoniel’ también era conocido como alias ‘Mauricio’, este alias también se lo daba a los emisarios de los carteles mexicanos o de otros países cuando planeaban el envío de alijos de cocaína a varios puntos del mundo”, dice un capitán de la Policía que estuvo la última década siguiéndole los pasos a “Otoniel” hasta su captura, a finales de octubre de 2021, en el Urabá.
El pasado domingo, 12 de diciembre, Úsuga fue notificado en los calabozos de la Dijín en Bogotá de que su proceso de extradición ya está en trámite en la Corte Suprema de Justicia, más precisamente en manos del magistrado Diego Eugenio Corredor. El recientemente capturado líder del Clan del Golfo también se enteró de que le fue designado un defensor público y que su caso tendrá especial vigilancia por parte de la Procuraduría. El Ministerio Público actúa en ese mismo sentido en otros 16 procesos contra él, que han sido priorizados, entre ellos en el que se le acusa de ordenar matar a un cantante de música popular.
El fiscal general, Francisco Barbosa, señaló que los interrogatorios a Otoniel se darán antes de que sea extraditado a Estados Unidos, pero de esas diligencias no se conoce mucho más. Aunque algunas víctimas señalan que Otoniel no aportará nada de información en la JEP ni ante la Fiscalía, hay otras que mantienen la esperanza de que el antiguo líder del Clan del Golfo y uno de los hombres que era más buscado por las autoridades colombianas entregue información. Su aporte a la verdad podría esclarecer preguntas que no han tenido respuesta durante décadas, en especial para resolver incógnitas sobre quiénes fueron los verdaderos perpetradores y hasta qué punto agentes del Estado participaron en capítulos tan sombríos del conflicto armado colombiano como la de Mapiripán.
Para conocer más sobre justicia, seguridad y derechos humanos, visite la sección Judicial de El Espectador.