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¿Cómo llegó Aída Merlano a ser su paciente?
Hace más o menos un año empecé a trabajar en el consultorio 317 (de un centro médico en Usaquén). Ahí no sucedieron los hechos; todo pasó fue en el 318. Ahí me conoció el doctor Mauricio Arango, quien me pidió el favor, después de ver mi trabajo, de que le hiciera un diseño de sonrisa a él. Posterior a esto, después de trabajar durante un año en el consultorio 317, me retiré a descansar un tiempo. Luego de unos meses, el doctor Mauricio me llamó y me dijo que tenía una paciente a la cual, dentro de su consultorio, le habían realizado dos diseños de sonrisa y que no le había gustado. Me preguntó si la podía atender y si me podía quedar trabajando con él para realizarle todos los tratamiento de rehabilitación. Yo le propuse que analizáramos las posibilidades de hacerlo.
¿O sea que el consultorio no es suyo?
No. No es el mío. Es uno al que yo esporádicamente iba a trabajar y en donde además hay más odontólogos.
Y entonces usted aceptó hacerle el tratamiento...
Sí, no tenía ningún inconveniente. Mis capacidades profesionales son muy buenas y me le medí a hacerle el diseño a la paciente. Yo no tengo que ver absolutamente nada con las fechas y horas de las citas de mis pacientes. Él, el doctor Arango, tiene un equipo y ellos son los que coordinan y cuadran todas las consultas. A mí solo me informaron el día y la hora. A la primera cita con la señora llegué puntual. No recuerdo la fecha, pero sí que ella nunca llegó. La esperé una hora y me fui. Me dijeron después que finalmente ella no venía y que iban a reprogramarla. Debió ser los primeros días de septiembre tal vez.
¿Para cuándo quedó programada la cita?
Me avisaron que sería el 24 de septiembre, si no estoy mal. Esa cita es de primera vez en la que empiezo a trabajar en el diseño.
¿A esa sí llegó Merlano?
Sí. Ese día se presentó con varios funcionarios del Inpec, uno de los cuales pidió una silla y se quedó adentro del consultorio durante las más de tres horas que duró la cita. Terminé, me despedí de ella y le pedí que coordinara con las personas de la recepción la próxima cita. A mí me avisaron que debía volver el 1° de octubre. Yo soy muy puntual y ese día llegué faltando un cuarto para las diez a alistar todo lo que necesitaba.
Y esa fue la cita en la que se fugó...
Ella llegó faltando un cuarto para las doce con una funcionaria del Inpec. Yo le pregunté a la guardiana que si necesitaba una silla mientras se realizaba la consulta. Lo hice porque había visto que en la cita anterior la funcionaria se había sentado en el consultorio. En esa oportunidad, ella me contestó que no había problema, que se sentaba en la puerta y salió. No son puertas que tengan cerradura ni nada así. Son de vidrio que se corren sin nada. Los medios dicen que fue que yo cerré. Yo no cerré nada porque no había nada qué cerrar. La atendí y llegaron dos personas. Me dijeron que eran sus hijos, a quienes yo nunca antes había visto. Se sentaron a su lado a acompañarla y ver el tratamiento.
¿En algún momento de la consulta notó algo extraño?
Absolutamente nada. Yo estaba completamente concentrado en mi diseño, porque es un procedimiento de mucha precisión. Fuera de eso, yo estaba un poquito tensionado porque era una paciente a quien ya le habían hecho dos diseños y no le habían gustado. Necesitaba que mi trabajo fuera perfecto y ella saliera satisfecha. La atendí, como atiendo a cualquier paciente, y me retiré del consultorio. Muchas personas me preguntan que por qué me salí y ella se quedó. Repito: ese consultorio no es mío. Yo terminé mi labor y me retiré inmediatamente porque tenía otra cita.
¿Por fuera de ese edificio?
Sí. Eso lo explicó mi defensa. Salí, tomé un taxi para ir a la otra cita y unos quince o veinte minutos después, me llamó el doctor Mauricio Arango y me dijo: “Esa señora se voló”. Le pregunto que cuál señora y él me dijo que era la paciente que estábamos atendiendo. Yo cancelé la cita que tenía porque me tenía que regresar. Me devolví al sitio de los hechos a poner la cara y mirar cómo podía ayudar. Ya había Policía y Fiscalía. Me tomaron una declaración y me fui a mi casa. Después de analizar lo sucedido, me puse en contacto con mis abogados.
¿Qué le recomendaron hacer?
Tomamos la decisión de decirle a la Fiscalía que estaba dispuesto a colaborar con todo. Quiero aprovechar y darle las gracias a Dios, que me puso a mis abogados en mi camino, la firma Soto Ramírez, los cuales me escucharon e inmediatamente tomamos la decisión de enviarle a la Fiscalía un comunicado diciendo que yo estaba presto a que me escucharan y ver cómo podía ayudar en el proceso. Esto sucedió al día siguiente, el 2 de octubre. Hacia las nueve de la mañana la Fiscalía ya tenía el documento.
¿Y nunca lo contactaron?
No. Les pedí que hablaran conmigo antes de tomar cualquier medida. El 4 de octubre no pasó nada. Y al día siguiente, a primera hora en las noticias dijeron que el odontólogo estaba fugado. ¡Yo estaba pendiente de que la Fiscalía me llamara! Los abogados me avisaron y me fui al búnker. Ahí me capturaron. La prensa me juzgó y me condenó, siendo yo una persona llena de valores y principios. Creo que esto ha sido lo más difícil que he tenido que vivir. Pasé tres noches sin mi libertad. Gracias a Dios, a mi familia y a mis amigos, que siempre fueron un soporte para que esto no hubiera terminado en una tragedia. No puedo dormir. Me siento muerto en vida.
¿Cómo califica lo que hizo la Fiscalía?
Yo no soy absolutamente nadie para juzgar a nadie en este mundo. La única persona que nos puede juzgar es Dios y yo vivo de la mano de él y de mi familia.
¿Qué le gustaría decirle a la Fiscalía?
Que soy inocente y que van a probar mi inocencia.
Con respecto a la primera cita que tuvo con Merlano, ¿qué cambió con la segunda?
Para mí era una paciente como cualquier otra. En mi cabeza nunca pasó si estaba detenida o no o por qué lo estaba. Yo estaba concentrado en darle el 100 % de mi trabajo, como lo hago con todos mis pacientes, para que salgan satisfechos. Yo no me fijé en nada más. La traté como trato a todos los demás pacientes, dándoles tranquilidad y seguridad, porque a nadie le gusta ir al odontólogo.
¿Qué opinión le merece que dos jueces hayan rechazado la solicitud de la Fiscalía de capturarlo, pero que de todas maneras se haya hecho?
Yo no soy nadie para juzgar al juez ni a los fiscales. No sé qué pudo haber pasado; pero sí sé que yo no he debido perder mi libertad.
¿Qué ha hecho desde que recuperó su libertad?
No he podido hacer nada porque no he podido dormir. Me siento angustiado y nervioso. En este momento no sé qué va a ser de mi vida. No tengo cabeza para pensar en absolutamente nada. Tengo que pedirle a Dios que me ilumine y pedirle que me diga qué debo hacer. Tengo que seguir respondiendo por una familia y por todo lo que ella necesita. La vida me dio un giro de 180 grados.
¿Qué piensa de cómo los medios han trabajado su caso?
Los medios acabaron conmigo y también con mi familia, con mis papás, mis hermanos, mi esposa, mis hijos y mis amigos. Sé que de la mano de Dios tendrán que venir cosas mucho más grandes para mi familia. Me parece que ha sido terrible cómo los medios amarillistas juzgan y condenan a una persona sin tener bases. Simplemente porque ellos creen que sí. Es muy duro.
¿Qué quisiera decirle al país?
Que soy inocente. Que no tengo absolutamente nada que ver con esto. Era una señora que la he visto dos veces en mi vida. ¿Cómo pueden pensar que yo estaba metido en una trama para algo? Sepan que soy inocente. Quiero decirles que siempre estén con Dios porque cuando están con él no les sucede nada.
¿Considera que usted es víct ima de un sistema judicial fallido?
Fui una víctima y espero que a nadie le suceda lo que a mí me pasó. Pero no soy nadie para juzgar.