“Me van a asesinar”, alcalde amenazado y desplazado por disidencias de las FARC
Edilberto Molina, alcalde de Cartagena del Chairá (Caquetá), habla sobre cómo se siente ser uno de los alcaldes exiliados por la violencia en Colombia. Pide respuestas al Ministerio de Defensa y protección, una vez termine su mandato.
El alcalde Edilberto Molina, de Cartagena del Chairá (Caquetá), terminará su periodo sin poder siquiera acercarse a su oficina. Desde hace año y medio, por las amenazas de las disidencias de las FARC de Iván Mordisco, tuvo que exiliarse en Florencia. El grupo armado tiene controlada la zona rural y una de las principales rutas de tráfico de marihuana del país. Y, además, le pidió más de $10.000 millones para dejarlo trabajar estos últimos años, tiene controlada la zona rural y una de las principales rutas de tráfico de marihuana del país. A días de terminar su complejo periodo, Molina habló con El Espectador y dio detalles de la violencia, la política y los acuerdos ilegales con los que los violentos dominan esa zona, justamente en época de búsqueda de paz total.
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El alcalde Edilberto Molina, de Cartagena del Chairá (Caquetá), terminará su periodo sin poder siquiera acercarse a su oficina. Desde hace año y medio, por las amenazas de las disidencias de las FARC de Iván Mordisco, tuvo que exiliarse en Florencia. El grupo armado tiene controlada la zona rural y una de las principales rutas de tráfico de marihuana del país. Y, además, le pidió más de $10.000 millones para dejarlo trabajar estos últimos años, tiene controlada la zona rural y una de las principales rutas de tráfico de marihuana del país. A días de terminar su complejo periodo, Molina habló con El Espectador y dio detalles de la violencia, la política y los acuerdos ilegales con los que los violentos dominan esa zona, justamente en época de búsqueda de paz total.
¿Cuál fue la última amenaza que le llegó?
Me la entregó una persona conocida. Me lo entregó un electricista que me dijo: “Oiga Molina, a mí me enviaron esto, pero usted sabe que yo no tengo nada que ver”. En una hoja, los disidentes me pidieron $10.000 millones por dejarme trabajar en estos últimos años de alcaldía. Todos creen que yo soy enemigo de la paz, pero eso es ilógico, porque todos queremos vivir en paz. Sin embargo, si ustedes me dicen que estamos firmando un proceso de paz con un grupo al margen de la ley y siguen extorsionando, siguen matando, siguen secuestrando, siguen haciendo de todo, ¿entonces en qué estamos? Siempre se toman decisiones desde Bogotá y acá en el territorio nosotros, los mandatarios de turno, nos toca vivir toda esta problemática y no nos dicen nada.
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Su escritorio en la Alcaldía está vacío, ¿qué sensación le deja?
Proyecta un mensaje: ausencia. No hay una cabeza en el municipio. Ha sido muy difícil, este año ha sido el más duro de gobernar. Yo estoy en esto porque me gusta y el ejercicio de la política es estar con la gente, escucharlos, solucionar los problemas. Yo recuerdo que en mayo de este año inauguramos una pista de patinaje y tocó hacerlo virtual. Yo soy consciente de que termino el 31 de diciembre. El 1 de enero, si no tengo esquema de seguridad, muy posiblemente me van a asesinar. Eso lo tengo claro. Yo en Cartagena no me puedo quedar. Porque allá me van a asesinar y ya lo están diciendo: “Tranquilos que ese lo dejan de cuidar ahorita en enero, nos lo dejan ahí”.
¿Cómo afronta eso?
Es muy triste, yo tengo familia, tengo mis hijos. Desafortunadamente, mi papá fue asesinado por grupos al margen de la ley cuando yo tenía cinco años y pues uno dice: nadie quiere repetir la historia y lo que yo viví de no tener mi papá. No quiero que se repita con mis hijos. Yo se lo expresé al Comisionado de Paz: aquí pareciera que la vida de nosotros no vale nada.
¿Cómo están extorsionando los disidentes?
En Cartagena del Chairá la extorsión se ha presentado por muchos años, pero se hacía una denuncia y la fuerza pública tomaba acciones, lanzaban operaciones, capturaban a disidentes, algunos comandantes fueron dados de baja, pero aproximadamente hace un año y medio esta situación ha empeorado muchísimo. Se tiene un control en el territorio por los grupos al margen de la ley. Se inició con un proceso de carnetización en Cartagena del Chairá. Todas las personas pertenecientes a las Juntas de Acción Comunal deben tener un carné, pero es una orden directa del Estado Mayor Central de las FARC. La persona que no tenga carné no puede ingresar al territorio. En cualquier vía terciaria y secundaria, las disidencias hacen retenes y si usted no lleva carné, es objeto de multas de hasta un millón de pesos o de sanciones que son representadas en trabajo.
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¿Cuál fue el momento en el que arreciaron las amenazas contra usted y decide salir del municipio?
La situación mía con las disidencias de las FARC ha sido desde campaña. Por allá en el 2015 presenté unas extorsiones y denuncié, pero no fueron cosas tan drásticas. Pero cuando decido participar en política en 2019, me avala el Partido Liberal, pero yo hago coalición con varios partidos, entre esos el Centro Democrático y eso fue la gota que derramó el vaso. Yo antes trabajaba con el ministerio de Minas y Energías, yo tengo una empresa que opera a todos esos centros poblados, donde el ministerio me pagaba por tener esas plantas prendidas.
Cuando empiezo yo a hacer mi campaña, el comandante disidente Humberto Mora me llama y me dice que, si quiero seguir haciendo campaña y moverme con tranquilidad, debo pagarle $1.000 millones. Me citó a una vereda, pero, yo no fui. Me llama a los tres días a decirme que le quedé mal, entonces le pregunto que quién es él, me cuenta que es el comandante. Contrato un escolta cuando estoy empezando campaña y me llama el comandante y me dice “con escolta y todo lo traigo”. Terminé con cuatro escoltas.
¿Qué pasó después?
La gente me decía: “Oiga es que Humberto Mora está diciendo en tal vereda que si sale a campo lo matan”. Finalmente, la Fuerza Pública hace una operación y lo dan de baja. Creí que me había quitado ese problema de encima, pero llega otro familiar, el hermano de él, alias El Gato, y le dicen que yo hice matar a Humberto Mora, que soy paramilitar y que trabajo con el Ejército. El Gato me mandó alias Pequeño y él ya me pide $300 millones. En las prohibiciones y todo pasan las elecciones, gano, y de una vez me llama y me dice: hermano no querernos a pelear más, queremos negociar con usted, denos $300 millones para dejarlo sentar en enero en la silla del alcalde.
Al final, capturan a alias Pequeño, y a alias el Gato, en una operación por acá cerca a Florencia (Caquetá), lo dan de baja. Ya después viene el más complejo de todos que fue alias Robledo. Ese fue el que me hizo salir de Cartagena del Chairá. Robledo saca de una reunión a una persona que lava carros, le pone la pistola en la cabeza y le dice que me diga a mí que me va a dar plomo hasta por debajo de la planta de los pies. Robledo era una persona muy sanguinaria. Hacia ocho o 15 días había matado a dos personas al frente de todo el mundo. En una reunión, de esas que hacen en el campo, dijo: “Usted y usted se quedan”. Y los mató, dizque por sapos de la ley.
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¿Las autoridades le dijeron algo sobre estos hechos?
A través de un informe de inteligencia, en 2021, me dicen: “Alcalde, es que tenemos una información que va a haber un atentado simultáneo para el batallón y para la Alcaldía”. Que el comandante alias Robledo me iba a hacer un atentado. Entonces viene una persona de la comunidad, de una vereda, y me dice que Robledo estuvo en el sector del 12 de octubre, hizo una reunión y dijo que a mí me mataba, porque me mataba. Entonces salgo. Me vengo para acá para Florencia, pongo la denuncia en la Fiscalía, hago todo el ejercicio. Salí por no tener garantías de seguridad.
Y a los ocho días dieron de baja a Robledo. ¿Se imagina a todos esos comandantes que yo hoy supuestamente tengo encima por no quedarme callado? ¿Por haber denunciado? Y los que han llegado, han llegado con la misma tónica: que soy el enemigo, a pedirme plata, etc. El último comandante que llegó empezó a pedirme una cantidad absurda de dinero.
Expertos señalan que las disidencias quieren incrustarse en la política a través de las JAC, ¿cómo funciona esto?
Las FARC en su momento crearon una estructura que se denomina núcleos, que es un grupo de veredas. Cartagena tiene hoy aproximadamente 23 núcleos, cada uno se compone de diferentes veredas dependiendo de las distancias. Los comandantes se sentaban con los coordinadores de núcleos y les decían: “hay que votar por x candidato”. Ese coordinador venía y se reunía con los presidentes de sus juntas y les decía “la orientación es votar por ‘x’ candidato”. Esos presidentes iban y se reunían en su vereda y decían por quién tocaba vota, y el que no tenga el certificado electoral, pues tendría que salir de la región.
Eso siempre ha pasado. Yo denuncié cuando Iván Mordisco salió a decir que no podían hacer campaña sino los candidatos que ellos dieran la bendición. Yo hasta jocosamente le dije al Registrador Nacional, Alexander Vega, que le dijera al presidente Petro que delegáramos a Iván Mordisco en el Consejo Nacional Electoral, para que él determine quién compite. A los candidatos de estas elecciones los sentó alias Juan Carlos y alias Tornillo, y les tocó hacer compromisos. Todo tiene que ser articulado con las disidencias. Usted va a hacer una obra y tiene que pedirles permiso, tiene que organizar la extorsión para la guerrilla. Ese negocio está organizado ya.
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En esta región también hay plantaciones de coca, ¿de quién son y cómo se mueve esa economía ilegal?
En el bajo Caguán todavía la economía depende en un 80 o 90% de la coca. Hay otro sector que es más para los lados de San Vicente del Caguán, que la gente lo denomina los baldíos, donde sigue habiendo cultivos de coca. Hoy realmente lo que está movimiento la economía del narcotráfico en un 90% es una ruta que hay de marihuana que viene del Cauca, pasa por Cartagena del Chairá y va a conectarse con Amazonas y Brasil.
¿Qué ha hecho la Fuerza Pública ante ello?
Cartagena del Chairá es uno de los municipios con más Fuerza Pública, pero desafortunadamente, así todo el mundo lo niegue, la Fuerza Pública está en los batallones y en los territorios están las disidencias. El único que dice que no es el ministro de Defensa. Nunca hay una orden a la Fuerza Pública. No hay una orden directa. Hoy la inteligencia de la Policía, del Ejercito, de la Armada, saben dónde están los disidentes, pero para mover un dedo tienen que pedirle permiso al ministro de Defensa y nunca les va a dar la orden, nunca lo va a hacer.