Memorias de la guerra de “Otoniel” en la JEP
El Espectador conoció todas las versiones del exjefe del clan del Golfo. Además de las alianzas con políticos, relató cómo el bloque Centauros manejó la contratación pública en Meta y Casanare, y dio nombres de patrocinadores de su causa
Los secretos de la guerra en los Llanos Orientales entre dos facciones de las autodefensas; la colaboración de algunas autoridades para patrocinar y proteger al bloque Centauros; la mano larga de esa organización en la contratación de Meta y Casanare; los empresarios y políticos que habrían financiado esa estructura criminal y su apoyo para garantizar curules y elecciones locales; algunas “perlas” del bloque Capital y de cómo el esmeraldero Víctor Carranza les abrió las puertas a las autodefensas en esa región; el supuesto respaldo de corporaciones autónomas regionales y empresas petroleras en operaciones logísticas, y las verdades que se le olvidaron al exjefe paramilitar Jorge Pirata, entre otras revelaciones como testigo y protagonista de la violencia en Colombia, hacen parte de las confesiones desconocidas de Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel.
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Los secretos de la guerra en los Llanos Orientales entre dos facciones de las autodefensas; la colaboración de algunas autoridades para patrocinar y proteger al bloque Centauros; la mano larga de esa organización en la contratación de Meta y Casanare; los empresarios y políticos que habrían financiado esa estructura criminal y su apoyo para garantizar curules y elecciones locales; algunas “perlas” del bloque Capital y de cómo el esmeraldero Víctor Carranza les abrió las puertas a las autodefensas en esa región; el supuesto respaldo de corporaciones autónomas regionales y empresas petroleras en operaciones logísticas, y las verdades que se le olvidaron al exjefe paramilitar Jorge Pirata, entre otras revelaciones como testigo y protagonista de la violencia en Colombia, hacen parte de las confesiones desconocidas de Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel.
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El pasado 16 de mayo, la Unidad Investigativa de Noticias Caracol publicó en un extenso informe parte de estas revelaciones que hizo el extraditado exjefe del Clan del Golfo a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). Allí, el noticiero contó que Otoniel había dado nuevos detalles de la relación entre él y sus hombres con los generales en retiro Mario Montoya y Leonardo Barrero, así como de supuestos vínculos con políticos como el exalcalde Luis Pérez, el hoy senador Miguel Ángel Pinto (quien mantiene su curul para el próximo periodo) y Nebio Echeverry, exgobernador del Guaviare. El Espectador tuvo acceso a toda la versión de Otoniel en la que detalló su recorrido delincuencial, sus aliados en las guerras que libró, su conocimiento sobre algunas ejecuciones extrajudiciales y el exterminio de exguerrilleros del Epl en el Urabá, así como por qué regresó a las armas tras la desmovilización del bloque Centauros.
Según Otoniel, después de la muerte del narcotraficante Miguel Arroyave, en 2004, el bloque Centauros que este comandaba se dividió: una parte quedó al mando de Manuel de Jesús Pirabán, alias Jorge Pirata, y otra en cabeza de Pedro Oliverio Guerrero, alias Cuchillo. De todos ellos solo sobrevivió Pirata. En 2005, ese bloque se desmovilizó con más de 1.400 hombres y quien estuvo allí para la entrega de armas fue el propio Vicente Castaño Gil, entonces máximo comandante de las autodefensas. En medio de las tensiones por el sometimiento de los jefes paramilitares, con la Ley de Justicia y Paz como marco jurídico, los narcos que terminaron colándose y comprando franquicias, y la presión de Estados Unidos por extraditarlos —como ocurrió en mayo de 2008—, Otoniel se puso a trabajar como cooperante del Ejército, el DAS y la Policía en el Llano.
“Yo me quedé bregando con los proyectos productivos y se formó una empresa de seguridad. Trabajaba con la red de cooperantes, con la brigada, el DAS, la Policía. En esa época me llamaban mucho a reuniones cuando empezó el Erpac (grupo criminal de Cuchillo), porque yo conocía mucho la región y había muchachos que les servían de guía a ellos. Yo me puse a ayudar porque era desmovilizado legal; entonces comenzó a armarse Cuchillo y esa gente del Loco (Barrera) en Guaviare y supieron que nosotros estábamos colaborándole a la Fuerza Pública, y ahí fue en donde nos empezaron a matar a los muchachos. Muchos los mataron con la misma ley. Yo vi la cosa maluca y me fui para el Urabá, para el lado de Necoclí”, relató. En esa época, 2007, ya Daniel Rendón, alias Don Mario, se estaba rearmando y arrancó una guerra entre antiguas facciones paramilitares.
Otoniel sostuvo que sus antiguos aliados le pagaron al Gaula para que lo asesinaran en Urabá, pero que lo salvó un soldado que lo conocía. “Ellos querían el exterminio de la gente de Vicente (Castaño). Ahí fue donde otra vez volví a las autodefensas porque me tocó tirarme fue para donde Don Mario”, añadió. La versión de Otoniel se circunscribe a dos tiempos específicos: cuando estuvo en Urabá entre 1987 y 1997, años antes de convertirse en el máximo líder del Clan del Golfo, y cuando ofició como jefe militar del bloque Centauros en los Llanos. Sobre esta última etapa narró que ellos controlaban toda la contratación en Meta y Casanare y que cuando debía adjudicarse un negocio, el 5 % de ese dinero era para la organización. Ahí mencionó a las universidades de Cartagena y Sergio Arboleda como beneficiarias de contratos que manejaba el bloque Centauros.
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Alejandro Ramelli, magistrado de la JEP, y su magistrado auxiliar Hugo Escobar indagaron por la relación entre la política y la financiación paramilitar en Casanare. Otoniel respondió: “Desde que eran candidatos [a la Gobernación] se hablaba con ellos del impuesto de la contratación, entonces el que ganara quedaba responsable del tema (...) Cuando asignan el contrato es porque ya está el contratista, eso toca pagar la anticipación, el 10 % al gobernador y el 5 % a la organización”. Hubo varios contratos que les dieron directamente a la organización. El testigo habló en específico de un millonario negocio que el hospital de Yopal les entregó a las autodefensas. “Ese contrato fue directamente el gobernador que lo dio para que las utilidades le quedaran a la organización”. Se refería al exmandatario Miguel Ángel Pérez, condenado por la justicia.
Buena parte de esa contratación pública era para financiar la guerra entre el bloque Centauros y los hombres de alias Martín Llanos. “Cuando eso hubo mucho muerto y la mayor parte de esa gente se la llevaban para la zona de San Martín (Meta)”, dijo Otoniel y agregó que en esa guerra tuvieron el apoyo del general (r) Leonardo Barrero, cuyo “compromiso era atacar a los Buitragos, la gente del Casanare, y por el otro lado dejarnos operar a nosotros, el bloque Centauros, que no nos atacaran las tropas. Ese era el compromiso que tenía el hombre”. Incluso señaló que la Fuerza Aérea los ayudó para realizar bombardeos contra los hombres de Martín Llanos y que Miguel Arroyave coordinaba esos ataques, que se desplegaban desde aviones y helicópteros oficiales. “Ellos ya cuadraban con don Jorge (Pirata), don Miguel Arroyave y la gente aquí en Bogotá”, añadió.
Sobre el trabajo político, Otoniel describió cómo garantizaban que sus aliados fueran elegidos en el Congreso, asambleas, concejos y alcaldías. “La organización les colaboraba mucho con las comunidades para que salieran elegidos (...) Para que apoyaran las regiones allá donde estábamos. En el Casanare nos reunimos con diputados y a veces con todos los concejales”. En la diligencia le preguntaron por el narcotraficante Juan Larrison Castro, alias Matamba, cuyo nombre ha sido noticia nacional por la infiltración de su organización a la Fuerza Pública en Nariño, su fuga de la cárcel y posterior muerte. “A Matamba nunca lo conocí ni hizo parte de la organización. Él mandó una vez una razón que quería ser parte del Clan del Golfo, pero no se llegó a ningún arreglo”, relató. Otoniel también habló de los vínculos entre un director de la Corporación Autónoma Regional de la Orinoquia con ellos.
En ese momento, Otoniel señaló que funcionarios de Ecopetrol les colaboraron con dinero y logística. Según él, la petrolera le daba a la organización $75 millones mensuales por prestar seguridad en dos pozos petroleros en Casanare. “Yo viajé en una avioneta de ellos, en un helicopterito que tenían. Ese era el aporte que daba Ecopetrol”. De acuerdo con Otoniel, ellos podían usar esa aeronave para mover comandantes. “El beneficio de ellos era la seguridad que había en la zona, había control de toda esa área, entonces por trabajar en la zona y que no los molestaran ese era el impuesto que le daban a la organización”, recalcó el testigo. Consultado por El Espectador, Ecopetrol rechazó estas acusaciones con vehemencia y declaró: “La empresa no tiene ni ha tenido helicópteros y aviones propios y no ha puesto ni pondrá sus activos al servicio de quienes cometen actos ilícitos”.
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El extraditado exjefe del Clan del Golfo manifestó que el bloque Centauros compartía toda la información de inteligencia y operaba con los batallones de infantería Serviez y Pantano de Vargas. También criticó a su exjefe Jorge Pirata cuando le preguntaron si había contado toda la verdad sobre la guerra en los Llanos. “Ellos estaban vinculados a Justicia y Paz, y estaban aportando, pero mucha gente aporta muy poquito. Para poder que haya una paz verdadera toca hablar realmente con la verdad. Yo creo que don Jorge sí sabe mucha cosa”, agregó. Otoniel contó, por ejemplo, que en la guerra del Llano lograron hasta que les enviaran el avión fantasma. “Don Jorge lo llamaba a uno por el Avantel y ahí llegaba apoyo aéreo, llegaba hasta la plataforma a apoyar directamente al fantasma, el avión sonso ese que llamaban a rafaguear todas esas cordilleras cuando se peleaba con la gente de Romaña”.
También aseguró que el bloque Centauros alcanzó a tener 5.000 hombres, pero que la génesis de este bloque se remonta a 1997, cuando la casa Castaño envió a los primeros noventa hombres desde Antioquia hasta San José del Guaviare. De allí se movieron a Mapiripán, Meta, y ejecutaron la masacre, aunque Otoniel sostuvo que durante esa incursión mataron a seis personas (la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó a Colombia por el crimen de veinte civiles). En ese contexto, Otoniel mencionó al esmeraldero Víctor Carranza, fallecido en 2013. El ingreso de las autodefensas a los Llanos y al Vichada, en 1997, fue patrocinado por Vicente Castaño, quien dio la orden, y estuvo coordinado “con la gente de Martín (Llanos), con la gente de Víctor Carranza y ganaderos que querían que a la región llegaran las autodefensas, y con la misma Fuerza Pública, porque había mucha guerrilla”.
Sobre la masacre de Otoniel explicó que desde que salieron de Urabá para perpetrarla todo estaba coordinado con la Fuerza Pública, pues a su llegada a Guaviare ya les habían mandado los fusiles y todo había sido dispuesto para no dejar rastros. Al preguntarle si sabía de fosas o ejecuciones extrajudiciales durante sus años en la guerra, Otoniel refirió algunos crímenes en Urabá de supuestos colaboradores de la guerrilla o de civiles que uniformaban. Sobre la Brigada 17, que queda en Carepa (Antioquia), relató que hubo toda la colaboración cuando él estuvo en el Urabá en los años 90, que el jefe paramilitar Carlos Mauricio García, Doble Cero, era el que manejaba las relaciones con altos oficiales, pero que él, en una ocasión, estuvo reunido con el coronel (r) Jorge Eliécer Plazas Acevedo. “Era el de la inteligencia de la brigada”, dijo.
Plazas Acevedo fue condenado a cuarenta años de prisión por el secuestro y asesinato del empresario israelí Benjamín Khoudari, que evidenció la relación entre los paramilitares y la Fuerza Pública. Alias Otoniel también contó que supo de tratos de los paramilitares con muchos políticos de Urabá y mencionó a alguien apodado Piñuela, que supuestamente manejaba las Convivir en la región. Del bloque Capital agregó que lo manejaba Henry de Jesús López, alias Mi Sangre, y Miguel Arroyave, y que sí tuvo influencias de políticos, aunque no mencionó a ninguno en particular y aclaró que nunca oyó hablar del vicepresidente Francisco Santos. Por último, narró que tuvo que irse al Urabá cuando comenzaron los crímenes contra desmovilizados del Centauros que realizaron, según él, el Gaula y el DAS. “Los cogían y los mataban. En esa época murió mucho pelado”.
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Estas son algunas de las memorias inconclusas de alias Otoniel. Su extradición a Estados Unidos, en criterio de las víctimas, demorará su colaboración con la justicia y la verdad que tanto le debe a Colombia. Mientras la Corte Suprema de Justicia anunció la apertura de indagaciones contra varios excongresistas mencionados por él, poco se sabe de los avances de la Fiscalía en este caso. La JEP envió a esa entidad estas versiones y algunos documentos entregados por el exjefe del Clan del Golfo. Hoy todos los salpicados por él reclaman su inocencia y buen nombre, mientras Otoniel ajusta su defensa ante una corte federal que lo procesa por narcotráfico. Mientras se define su suerte en Estados Unidos, el señalado capo dejó varias pistas sobre lo que vivió en las últimas tres décadas como protagonista de la violencia. Queda en manos de la justicia poder seguir atando los cabos sueltos.