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                                                                                                                                Mujer trans víctima de biopolímeros: “Siempre serás Yomaira, nunca serás Hernando”

                                                                                                                                Durante tres décadas, Yomaira fue víctima de la inoperancia del sistema de Salud. Enfrentó el rechazo colectivo, la revictimización y las consecuencias de los biopolímeros. Yomaira nos permitió conocer los testimonios de otras víctimas que hacen parte de un problema de salud público que no se ha podido contrarrestar. Esta es su historia.

                                                                                                                                Dayana Herrera Valbuena

                                                                                                                                Periodista Judicial
                                                                                                                                A los 30 años, Yomaira se inyectó colágeno con aceite Jhonson’s en los pómulos, senos y glúteos. Siete meses después del proceso, su cuerpo comenzó a desfigurarse.
                                                                                                                                Foto: JOSE VARGAS ESGUERRA
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Yomaira creció en una finca en Teruel (Huila), donde imperaba el machismo, rodeada de once hermanos, en su mayoría, hombres. Recuerdo que cuando me contó de su vida lo hizo con dolor. En sus ojos cargaba la aflicción de una vida difícil. Se entregó a las drogas, el alcohol y fue víctima de explotación sexual desde los diez años y al descubrir su gusto por los hombres decidió huir de casa para no ser víctima del maltrato físico. Toda su juventud la transitó en la calle, buscando dinero para subsistir en medio de la soledad. Sus amigas, las travestis, fueron las únicas que la acompañaron. Yomaira, autodeterminada en su identidad de género, prefirió estar sola gran parte de su vida, a ser un hombre que ella no sentía ser. Ese anhelo la llevó a su fin.

                                                                                                                                El 31 de mayo de 2024, justo el día que se tomó esta fotografía, falleció Yomaira. Luchó casi 30 años para que la EPS le retirara los biopolímeros, pero sistemáticamente le negaron la atención.
                                                                                                                                Foto: Jose Vargas Esguerra

                                                                                                                                Pese a que Yomaira estaba hospitalizada, decidimos ir hasta su casa a dejar el mercado. Teníamos la esperanza de que saliera de la clínica. La señora María nos recibió. Nos habló de su hija adoptiva, de las curaciones que le hacía y la citó como un ser más de su familia. No era para menos, María vivió al lado de Yomaira todas las afectaciones que le produjo haberse inyectado colágeno con aceite Johnson’s en todo el cuerpo, a los 33 años. Juntas recorrieron clínicas, organizaciones, juzgados y calles en busca de ayuda para enfrentar el deterioro de su salud. Cuando Yomaira cumplió siete años de haberse inyectado, su piel se convirtió en una erupción de ardor que cambiaba de color, fue cuestión de meses para que la sustancia transparente y espesa saliera del cuerpo. Al acudir al médico, el rechazo fue la respuesta.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                La primera vez que la vi me pregunté cómo hacía para vivir con esas laceraciones en el cuerpo. No había conocido a alguien que transmitiera tanto dolor físico. La enfermedad llevó a que Yomaira se alejara de lo que fue por décadas. Se cortó el cabello y utilizó ropa holgada para prevenir la fricción con las heridas. Le costaba trabajo, caminar y respirar. Su motivo para salir de la casa fue Lulu, un perro que adoptó tres años antes. La señora María nos contó que días antes de quedar hospitalizada, Yomaira le dijo que quería morir. Estaba agotada. Estos párrafos no alcanzan a describir todo el martirio al que se enfrentó por ser una mujer trans.

                                                                                                                                El 2 de junio estaban previstos los actos fúnebres de Yomaira. Por eso decidimos acompañar a la señora María. Sin embargo, ese día no velaron a Yomaira, velaron a Hernando Pastrana Castañeda, un hombre vestido con una camisa verde a cuadros y un pantalón beige. Se parecía a Yomaira, pero no era ella. Después entendimos que su familia siempre negó lo que ella quería ser. Todo su tránsito fue invisibilizado hasta el día de su muerte. Pensábamos que ese lugar iba a estar lleno de mujeres trans que iban a honrar su historia, pero, encontramos a una parte de su familia y en un rincón de la sala a tres amigas. La familia de María, nos contó anécdotas de Yomaira, la recordaron con amor. Todos la llamaban por su nombre, menos su familia de sangre. Para ellos, ese día fueron las exequias de Hernando.

                                                                                                                                Paradójicamente, Yomaira fue quien nos permitió conocer la historia de otras mujeres trans. Falleció justo cuando iniciábamos un camino investigativo. La conocimos justo en su momento más vulnerable, pero fue quien más nos inspiró a contar estos relatos. Si estuviera viva le diría: “siempre serás Yomaira, nunca serás Hernando”.

                                                                                                                                A pesar de luchar toda su vida para ser reconocida como una mujer trans, en el osario de Yomaira quedó grabado su nombre de nacimiento, Hernando Pastrana Castañeda.
                                                                                                                                Foto: Jose Vargas Esguerra

                                                                                                                                Para conocer más sobre justicia, seguridad y derechos humanos, visite la sección Judicial de El Espectador.

                                                                                                                                A los 30 años, Yomaira se inyectó colágeno con aceite Jhonson’s en los pómulos, senos y glúteos. Siete meses después del proceso, su cuerpo comenzó a desfigurarse.
                                                                                                                                Foto: JOSE VARGAS ESGUERRA
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Yomaira creció en una finca en Teruel (Huila), donde imperaba el machismo, rodeada de once hermanos, en su mayoría, hombres. Recuerdo que cuando me contó de su vida lo hizo con dolor. En sus ojos cargaba la aflicción de una vida difícil. Se entregó a las drogas, el alcohol y fue víctima de explotación sexual desde los diez años y al descubrir su gusto por los hombres decidió huir de casa para no ser víctima del maltrato físico. Toda su juventud la transitó en la calle, buscando dinero para subsistir en medio de la soledad. Sus amigas, las travestis, fueron las únicas que la acompañaron. Yomaira, autodeterminada en su identidad de género, prefirió estar sola gran parte de su vida, a ser un hombre que ella no sentía ser. Ese anhelo la llevó a su fin.

                                                                                                                                El 31 de mayo de 2024, justo el día que se tomó esta fotografía, falleció Yomaira. Luchó casi 30 años para que la EPS le retirara los biopolímeros, pero sistemáticamente le negaron la atención.
                                                                                                                                Foto: Jose Vargas Esguerra

                                                                                                                                Pese a que Yomaira estaba hospitalizada, decidimos ir hasta su casa a dejar el mercado. Teníamos la esperanza de que saliera de la clínica. La señora María nos recibió. Nos habló de su hija adoptiva, de las curaciones que le hacía y la citó como un ser más de su familia. No era para menos, María vivió al lado de Yomaira todas las afectaciones que le produjo haberse inyectado colágeno con aceite Johnson’s en todo el cuerpo, a los 33 años. Juntas recorrieron clínicas, organizaciones, juzgados y calles en busca de ayuda para enfrentar el deterioro de su salud. Cuando Yomaira cumplió siete años de haberse inyectado, su piel se convirtió en una erupción de ardor que cambiaba de color, fue cuestión de meses para que la sustancia transparente y espesa saliera del cuerpo. Al acudir al médico, el rechazo fue la respuesta.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                La primera vez que la vi me pregunté cómo hacía para vivir con esas laceraciones en el cuerpo. No había conocido a alguien que transmitiera tanto dolor físico. La enfermedad llevó a que Yomaira se alejara de lo que fue por décadas. Se cortó el cabello y utilizó ropa holgada para prevenir la fricción con las heridas. Le costaba trabajo, caminar y respirar. Su motivo para salir de la casa fue Lulu, un perro que adoptó tres años antes. La señora María nos contó que días antes de quedar hospitalizada, Yomaira le dijo que quería morir. Estaba agotada. Estos párrafos no alcanzan a describir todo el martirio al que se enfrentó por ser una mujer trans.

                                                                                                                                El 2 de junio estaban previstos los actos fúnebres de Yomaira. Por eso decidimos acompañar a la señora María. Sin embargo, ese día no velaron a Yomaira, velaron a Hernando Pastrana Castañeda, un hombre vestido con una camisa verde a cuadros y un pantalón beige. Se parecía a Yomaira, pero no era ella. Después entendimos que su familia siempre negó lo que ella quería ser. Todo su tránsito fue invisibilizado hasta el día de su muerte. Pensábamos que ese lugar iba a estar lleno de mujeres trans que iban a honrar su historia, pero, encontramos a una parte de su familia y en un rincón de la sala a tres amigas. La familia de María, nos contó anécdotas de Yomaira, la recordaron con amor. Todos la llamaban por su nombre, menos su familia de sangre. Para ellos, ese día fueron las exequias de Hernando.

                                                                                                                                Paradójicamente, Yomaira fue quien nos permitió conocer la historia de otras mujeres trans. Falleció justo cuando iniciábamos un camino investigativo. La conocimos justo en su momento más vulnerable, pero fue quien más nos inspiró a contar estos relatos. Si estuviera viva le diría: “siempre serás Yomaira, nunca serás Hernando”.

                                                                                                                                A pesar de luchar toda su vida para ser reconocida como una mujer trans, en el osario de Yomaira quedó grabado su nombre de nacimiento, Hernando Pastrana Castañeda.
                                                                                                                                Foto: Jose Vargas Esguerra

                                                                                                                                Para conocer más sobre justicia, seguridad y derechos humanos, visite la sección Judicial de El Espectador.

                                                                                                                                Por Dayana Herrera Valbuena

                                                                                                                                Comunicadora Social y Periodista de la Universidad Central. Me interesan los temas relacionados con derechos humanos, conflicto armado, paz y memoria.DayanaMHVdherrera@elespectador.com
                                                                                                                                Ver todas las noticias
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