Por decisión propia, Natalia Ponce de León se convirtió en el rostro que representa la lucha contra los ataques con ácido en Colombia. El 27 de marzo de 2014, un conocido suyo llamado Jonathan Vega la buscó en su apartamento, ubicado en el norte de Bogotá, pidió que bajara a la portería y, al verla, roció su cara con un químico y la desfiguró. Dos años después, un psiquiatra testificaría en juicio que la intención de Vega era en realidad asesinarla, pero que se arrepintió en el camino.
Vega, como ya se sabe, estaba diagnosticado con esquizofrenia y fue condenado en diciembre de 2016 a 21 años de prisión. “Se hizo justicia”, dijo su víctima entonces, al conocer la decisión judicial. Su defensor alegó que se trataba de un hombre inimputable por su enfermedad mental; en el juicio, sin embargo, se demostró que Vega tenía plena consciencia de lo que hacía, pues fue un ataque premeditado: él mismo compró el ácido y la engañó para que ella bajara a su portería y ahí poderla agredir.
::“Hay que dejar de criar princesitas”: Natalia Ponce::
Han pasado cinco años desde ese momento y, hoy, Natalia Ponce de León misma lo conmemora. “Quisieron apagar la luz de mi vida, pero lo único que lograron fue encenderla, empoderarla y llenarla de esperanza (…) la vida renace”, escribió desde su cuenta de Twitter, en la que agregó tres imágenes de ella: una como lucía antes del ataque, una como se veía poco después de que el ácido hiciera efecto en su cara y una actual.
Muchas cosas han pasado en estos cinco años, además de la condena a Jonathan Vega. Ponce de León se volvió promotora de un movimiento para endurecer las penas a quienes usen químicos en sus agresiones y, el 6 de enero de 2016, el Congreso sancionó una ley que se conoce con su nombre. En ella se aumentaron las sanciones para actos de esta naturaleza, especialmente si se deforma el rostro de la víctima, pues se ha entendido que los ataques con ácido tienen el propósito de dejar una lesión permanente tanto física como psicológica.
::Caso Natalia Ponce: una tragedia que cambió las leyes::
Los ataques con ácido no son una tragedia exclusiva de Colombia. En Inglaterra, por ejemplo, se hizo famoso el caso de Katie Piper, una exmodelo que fue agredida por un novio celópata en 2008. Ella, como Ponce de León, se volvió activista para exponer la dimensión de este drama. En India, según la BBC, se estima que cada año hay más de mil ataques de este tipo. En Bangladesh introdujeron la pena de muerte para estos crímenes.
Otro caso conocido mundialmente es el de Ameneh Bahrami, una mujer iraní de 38 años que quedó ciega luego de que un pretendiente despechado –le había propuesto varias veces matrimonio, sin éxito–, le echo ácido en la cara en 2004. Bahrami logró llevar el caso a los estrados judiciales de su país alegando que debía cumplirse la Qisas, la ley del talión, ojo por ojo. Y le dieron la razón. Pero en 2011, cuando ella ya estaba frente a su agresor con un tarro de ácido en sus manos, decidió perdonarlo.
::En video, un testimonio de Natalia Ponce en 2018::
Natalia Ponce de León, por su parte, creó también una fundación que lleva su nombre “para defender, promover y proteger los derechos humanos de las personas víctimas de ataques con químicos”. Con la fundación, busca prestar asesoría y acompañamiento psicológico y legal a personas atacadas con ácido –en Colombia, según Medicina Legal, son hombres y mujeres en igual proporción– para ayudarles a mejorar su calidad de vida y su reinserción en sus distintos entornos.