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El municipio de Necoclí, en el Urabá, es un paraíso natural que guarda secretos criminales: los negocios, en la última década, del núcleo familiar de Otoniel y dos de sus narcos invisibles más poderosos. Se trata de la tierra del futbolista Juan Guillermo Cuadrado, a quien el conflicto armado le quitó a su padre en 1992. En ese entonces, guerrilleros y paramilitares se medían frente a frente por las rutas del narcotráfico y el control social, sin importar que los campesinos quedaran a la merced del fuego cruzado. Hoy, el Clan del Golfo es capaz de paralizar todo el municipio, como sucedió el año pasado, en una tierra que escondió por años decenas de bienes estratégicos que ayudaron a mantener su imperio criminal.
En contexto: Los bienes ocultos del Clan del Golfo en Antioquia al descubierto
Entre 2011 y 2018, como lo prueban certificados de la Superintendencia de Notariado en poder de El Espectador, narcos y presuntos testaferros del Clan adquirieron hasta 8,8 kilómetros cuadrados de tierra en Necoclí. Algo así como 1.200 canchas de fútbol. Operaciones registradas ante las Notarías Únicas de Turbo, Carepa, San Juan de Urabá, la Notaría 19 de Medellín, en las que dejaron sus nombres y cédulas, como cualquier ciudadano del común, el extraditado Ramiro Caro Pineda, alias Nolasco; el extraditado Jhon Fredy Zapata, alias Messi; Fernando Umbeiro Úsuga, alias Palillo y hermano de Otoniel; y Juan de Dios Úsuga, ganadero y padre del líder narcotraficante.
Como contó El Espectador en la edición del pasado domingo, el Clan del Golfo consiguió camuflar decenas de bienes en Antioquia y Chocó, que no solo fueron adquiridos con dinero del narcotráfico, sino que por años sirvieron para blanquear el dinero del grupo armado ilegal. Según la fiscal Liliana Donado, directora especializada de Extinción de Dominio, se trató de una estrategia organizada: apoderarse de tierra y comprar grandes extensiones, pero siempre como predios estratégicos para sus planes criminales. Por eso, gran parte de los terrenos se ubicaron en el Urába, por su doble salida al océano Pacífico y Atlántico, pero también en lujosos barrios de Medellín.
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A finales de la década pasada, alias Nolasco era un exitoso empresario, ante los ojos de la comunidad antioqueña, capaz de dedicarse a la cría y venta de reses de razas Gyr, Brahmán, Guzerá y Wagyu, considerada una de las más exquisitas del mundo. En septiembre de 2012, en una carrera por legalizar dinero del narcotráfico, Nolasco compró una finca de 140 hectáreas en zona rural de Necoclí, por $60 millones. La operación fue por el predio con matrícula 034 - 4585 que era propiedad de los hermanos Garcés López, entre quienes se encuentra Alberto Enrique Garcés López, exalcalde de Necoclí en 1995. Un funcionario público reconocido por denunciar la guerra entre guerrillas y paramilitares en los 90, en el Urabá.
El Espectador contactó a la familia Garcés López y aseguró que, por esa finca, preguntó un tal Alfonso Moreno. Que este último fue a quien se le entregó escritura y que nunca conocieron a Nolasco. “Uno vende de buena fe. Uno cuando va a vender no dice, ¿usted de dónde viene o quién es? Los comisionistas nunca dicen a quién le están comprando. Nosotros ni siquiera estamos en Necoclí. Abandonamos la tierra como mucha gente del Urabá y con dolor hemos tenido que sobreponernos como muchas familias de Colombia”, dijo un vocero. Lo cierto es que esa finca fue embargada por la Fiscalía en 2017 y está bajo administración de la Sociedad de Activos Especiales (SAE). Ninguno de los Garcés López es investigado.
Nolasco, además, le compró a la empresa Industrial Pecuaria la finca Nuevo Paraíso, de 106 hectáreas, ubicada en la vereda El Bobal. Otro predio secuestrado por el Estado, que estuvo en manos de una cuestionada empresa, relacionada con el paramilitarismo en los años 90, y que tiene su matrícula activa en la Cámara de Comercio de Medellín. Su representante legal es Adriana Lucía Parra, exesposa del investigado ganadero José Antonio Ocampo Obando, quien fue asesinado en 2017. La Comisión de la Verdad, en su capítulo sobre las Autodefensas de Córdoba y Urabá, recopiló que, para la Fiscalía, Ocampo era un “narcotraficante del antiguo cartel de Medellín. Se le conoce como ganadero. Cercano a las ACCU del norte de Urabá”.
Parra, sin requerimientos judiciales, atestigua que tal señalamiento es mentira y quiere dejar constancia de que su familia habría sido perseguida. “No conocí a Ramiro Caro Pineda. Uno no sabe la persona que está comprando quién es. Yo personalmente, que soy el que hago las ventas, no me puedo poner a buscar por la Fiscalía para ver si ese señor tiene antecedentes. Ellos se presentan como comerciantes que están interesados en un predio para la ganadería, turismo o lo que sea. Hace muy poco eso fue abandono total del Estado. Allá los que realmente han mandado son los grupos al margen de ley. No sé por qué el gobierno, en una zona tan bonita y tan prospera, nos deja a la merced de todos estos grupos”.
Asimismo, Parra sostiene que su familia y la empresa Industrial Pecuaria han sido históricamente perseguidos judicialmente por la Fiscalía. Sin embargo, el expediente 34986 del ente investigador sostiene que esa empresa fue una de las que se encontró información en 1998 en el Parqueadero Padilla, de Medellín. Se trataba del centro de contabilidad de la Casa Castaño, donde había pruebas del presunto apoyo de empresas a las Autodefensas Unidas de Córdoba y Urabá. Asimismo, el fallecido Ocampo Obando es reconocido en la región por ser el antiguo propietario de la finca de la Virgen del Cobre, en Necoclí, donde lo capturaron en 1989, cuando fue vinculado por primera vez con el crimen. Hoy la finca es un sitio turístico.
Por otro lado, en 2011, alias Nolasco le compró el predio Dios Da a Karen Paola Montoya Alvis, por $8,5 millones. Un bien ubicado también en El Bobal, secuestrado por la Fiscalía y actualmente en proceso de restitución de tierras. Montoya Alvis, por su parte, es la representante de la empresa Agropecuaria Panamericana SAS, cuya matrícula está activa y tiene sede en Medellín. Este diario se contactó con los números y correos de contacto de la empresa, pero no obtuvo respuesta. Asimismo, a Nolasco la Fiscalía le quitó $400.000 millones en 2017, repartidos en 98 bienes inmuebles. Entonces, ya había sido condenado a 12 años de cárcel por la Corte del Distrito Sur de Florida, la cual lo mantiene bajo extradición en Estados Unidos.
Las jugadas de Messi
En Necoclí, hay antecedentes por relaciones entre el Clan del Golfo y la alcaldía de ese municipio. Jaime López Pacheco, alcalde entre 2016- 2019, está preso en su casa, pues a finales del año pasado fue imputado por concierto para delinquir e interés indebido en la celebración de contratos. La Fiscalia asegura que direccionó la contratación del municipio a favor de las empresas Jhon Fredy Zapata Garzón, alias Messi. Se trata de un denominado narco invisible del Clan del Golfo, famoso por, al parecer, lavar plata del grupo criminal a través de transferencias de jugadores juveniles de fútbol. Según este expediente, la Fiscalía tendría cómo probar que aportó $410 millones a la campaña de Pacheco, quien le devolvió $1.690 millones en contratos por suministro de combustible.
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Aparte de inyectar supuestos dineros del narcotráfico, Messi tuvo tres fincas en Necoclí. Una de ellas, en la vereda Aguas Claras, de 48 hectáreas y en la que mantuvo posesión entre 2018 y 2020. En la misma vereda, se encuentra la finca Aguas Claritas, que también fue de alias Messi en el mismo periodo, pero compuesta por 50 hectáreas. Con matrícula número 034-17183, en los años 80, fue un terreno baldío entregado a un campesino sin tierra. Por último,tuvo la finca Mariancel #5, de 47 hectáreas, la cual adquirió por $83 millones. Las tres se lascompró a un ciudadano de nombre Jhon Jairo Gómez y hoy están en poder de la Fiscalía.
Las tierras de la familia
Juan de Dios Úsuga Orrego, el padre de Otoniel, alguna vez fue un campesino a quien la reforma agraria benefició con un predio rural, en el que inició negocios de agricultura y ganadería. Sin embargo, a partir de 2004, como lo probó la Fiscalía, comenzó su carrera de adquisición consecutiva de inmuebles, a pesar de no contar con ningún patrimonio declarado u obligaciones bancarias. De hecho, recién en julio de 2014, cuando el Clan del Golfo ya estaba posicionado en toda la costa del Pacífico, Juan de Dios Úsuga abrió su primera cuenta de ahorros en un banco que tenía una sede en Necoclí. En ese municipio, adquirió cuatro bienes en las veredas Miramar y Loma de Piedra.
Una de las tierras del papá de Otoniel, la finca Buena Fe, fue comprada en 2011 a Ana Nisperuza, quien previamente la había adquirido a través de la reforma agraria. Una tierra de seis hectáreas, con matrícula 034-37691, que desde 2019 está bajo administración de la SAE. María Rubiela Úsuga, hermana de Otoniel, estuvo a punto de perder una finca en Necoclí, que le había costado $12 millones y de la que la Fiscalía no pudo probar su origen ilícito, en primera instancia. Al contrario, María Rubiela Úsuga, ante los ojos de la ley, es una empresaria del común que, incluso, cuenta con carnet ganadero de Fedegán, del Comité de Ganaderos de Necoclí, y tiene su propio registro de marca de ganado.
En la vereda Tulapa, por otro lado, Fernando Umbeiro Úsuga compró una finca en 2012. Se trata de alias Palillo, quien fue capturado en diciembre de 2018, justamente en Necoclí, señalado de comprar lujosas fincas en la región de Urabá para legalizar las riquezas del narcotráfico y de llegar a acuerdos de no agresión con otros grupos armados, aprovechando su pasado en el quinto frente de las FARC. Como lo conoció El Espectador, en octubre de 2020, la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) le otorgó la amnistía por el delito de rebelión y le dio la libertad, a pesar de estar vinculado a un crudo proceso: el asesinato de dos niños en Apartadó, cuya madre fue señalada falsamente por la guerrilla como colaboradora de las Autodefensas en 2002.
Este diario se comunicó insistentemente con la Alcaldía de Necoclí, pero no obtuvo respuesta. Sin embargo, la actual administración se ha enfocado en dar tranquilidad a la ciudadanía, impulsando el eslogan “Necoclí, ciudad turismo”. Un lugar de playas paradisíacas y donde se puede disfrutar del volcán de lodo de, justamente, la finca de la Virgen del Cobre. Una región previamente controlada por las guerrillas, retomada a sangre y fuego por los paramilitares y, en la última década, con fuerte presencia del grupo criminal más poderoso del país: el Clan del Golfo. En la selva, patrullan con armas largas. En la cabecera municipal, se hacen pasar por empresarios y, durante años, sumaron tierras para su imperio de narcotráfico.
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