Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Patricia Ariza es una de las mujeres más importantes del teatro en Colombia. Ha representado al país en casi todos los escenarios del mundo, donde es reconocida también por su tesón, trabajo a favor de las artes y del público. Junto con Santiago García y otros teatreros, también con reconocimientos y pergaminos, es una de las fundadoras del teatro La Candelaria en 1966, grupo que es reconocido universalmente por sus creaciones colectivas.
Han sido largos caminos por los que ha atravesado en la vida. Empezando porque desde muy temprana edad decidió ser rebelde con causa, salir de la casa a recorrer el país e irse a Isla Nada, en el Pacífico, donde intentó crear el mundo en paz y sin desigualdades, como lo soñó el ex Beatle John Lennon.
Es precisamente en esos cruces de caminos donde bebió las mieles del nadaísmo al lado de Gonzalo Arango, Jota Mario Escobar, Helena Escobar, Elmo Valencia, Helena Restrepo y Eduardo Escobar. Pero no sólo estuvo buscando una flor para mascar y gritando “más poesía y menos policía”.
Pasó del hipismo y de ahí se refugió en Juventud Comunista (Juco). Tres formas de lucha y pasado que la tienen hoy contra la pared, pues según informes de inteligencia policial, su trabajo artístico y social, al lado de madres de sectores vulnerables de la ciudad, hombres y mujeres de la calle y raperos no es más que una mampara para hacer movimiento de masas a favor de la guerrilla de las Farc.
¿Cómo recibió ese informe que terminó en manos de la Unidad Nacional contra el Terrorismo de la Fiscalía General de la Nación?
Me parece una infamia, no tengo la menor idea de dónde sale eso, pero me parece tenaz.
Dentro del informe de inteligencia a usted la sindican de hacer trabajo de masas para la guerrilla de las Farc.
Es una cosa tan absurda que a mí no me queda un minuto en la vida si voy a estar en esas cosas, como dice ese expediente. Es una estupidez de la más grave del mundo. Seguramente porque trabajo en reparación psicosocial de las víctimas del conflicto y como defensora de los Derechos Humanos con la Corporación Reiniciar. Por eso no voy a renunciar a lo que soy y a lo que hago. Es una actitud de dignidad y de respeto por lo que hago, porque amo lo que hago. ¡Muchísimo¡ Amo al teatro La Candelaria, que es uno de los grupos más importantes del mundo.
¿Y la otra sindicación?
Imagínese que otra de las acusaciones es que yo he sido hippy y nadaísta. Además de que son dos estados del alma, porque soy poeta también. Son dos momentos en mi vida de los cuales me siento orgullosa y feliz.
En algún momento de la vida el hipismo y el nadaísmo se encontraron por el mismo camino. Era también la revolución de los poetas y los locos.
Por supuesto, pero sigue siendo. Casi que éramos poetas, escritores y, en general, gente del arte y de la cultura. Recibí el año pasado el Premio de Poesía del concurso María Mercedes Carranza.
Hay quienes sostienen que desde la cultura se puede hacer revolución, ¿es verdad eso?
La cultura transforma la vida. No digo que sea totalmente desde la cultura, un cambio estructural de un país requiere muchas fuerzas, pero la cultura es muy importante. Este país necesita grandes transformaciones hacia la democracia.
¿Por qué las primeras víctimas de algunos países en crisis son los artistas?
No sé por qué, pero me parece tan absurdo porque soy artista, pero además una defensora de los Derechos Humanos de manera vehemente. Entonces, a lo mejor en este momento el país tiene ese precio: el que te inventen esas cosas tan fuera de lugar y estúpidas, porque no es otra la palabra.
Dentro de los informes de inteligencia pesa mucho el hecho de haber pertenecido a la Juventud Comunista.
Seguramente, no sé. Esa es una cosa como tan absurda. Sí he estado y soy una persona de izquierda, no lo niego, y me siento muy orgullosa de eso. Pero una cosa es eso y otra son esas acusaciones e invenciones que salen en ese expediente que no tienen ni pies ni cabeza. Soy una militante y activista del Polo Democrático, y han hecho todo lo posible para tratar de demostrar que el Polo Democrático es subversivo y no han podido. Ese es el gran problema.
La posición crítica frente al Estado desde el arte, ¿también pesa igual?
El arte verdadero siempre es crítico. Toda la vida, desde que es arte, es casi como un sinónimo. El arte debe ser crítico, porque trabaja sobre las heridas y fallas geológicas de la sociedad.
Usted habla de que es muy difícil deslindar la política del arte, ¿por qué?
Claro que sí. Pero lo que pasa es que son cosas diferentes. La práctica política busca siempre los consensos y la artística trabaja más sobre lo singular. Son dos momentos distintos. No me siento esquizofrénica para nada. Soy una persona política, una ciudadana que tiene todo el derecho a ejercer como política, soy militante del Polo Democrático y es un derecho que se me debe respetar. Al mismo tiempo soy artista de teatro. Hago esas dos cosas como un ejercicio de las libertades que nos quedan.
¿No cree que hay cierta pasividad del resto de artistas frente a lo que está sucediendo en el país?
No sé si se puede hablar de pasividad, pero a raíz del artículo que sacó El Espectador he recibido de una manera impresionante una cantidad de cartas solidarias, de llamadas. Se han comunicado conmigo desde varios países, hay una gran solidaridad y un afecto. No diría que es pasividad, lo que sucede es que en este país pasan cosas tan graves, ha habido acusaciones tan duras contra gente de la cultura y los periodistas que se han tenido que ir, entonces cualquier movilización que haga la gente a veces la mide. Algunas personas somos quizá más arrojadas y estamos siempre en la calle en la defensa de los Derechos Humanos. Firmé la carta de Piedad Córdoba para que haya un acuerdo humanitario en este país, no sé si eso tendrá algo que ver. Sigo peleando por eso, no me van a quitar mi derecho de opinar y crear.
Ha existido la tendencia de cuestionar el trabajo suyo y el del teatro La Candelaria en campos como el político.
Fui fundadora de la Unión Patriótica en 1987 y a mí me la montaron, allanaron el teatro La Candelaria. No sé si fue en el 87 o el 88, no me acuerdo bien, esas cosas uno quiere olvidarlas, son tan lamentables. Allanar para encontrar qué. Una cosa tan ridícula que también se cae de su peso.
¿Eso fue cuando decomisaron los fusiles de madera?
Eso fue cuando los fusiles horribles y artesanales de madera que se los llevaron. Siempre terminan haciendo el oso.
Ha dicho que los medios tienen responsabilidad en todo lo que viene sucediendo en el país.
Por supuesto. De ninguna manera toda la responsabilidad ni todos los medios, tampoco todos los periodistas, no se puede generalizar.
A propósito de todo lo que está sucediendo dentro del país, ha afirmado que aquí nadie es inocente, ¿por qué?
Diría que todos tenemos responsabilidad en ayudar a transformar la situación que tenemos. Todos tenemos responsabilidad, no podemos evadirnos de la responsabilidad que tenemos de transformar este país hacia una democracia verdadera. Creo que tenemos que aliarnos todos, liberales, personas de izquierda, el Polo, tenemos que de verdad hacer una alianza por la democracia, el acuerdo humanitario y porque se reabra un proceso de paz en Colombia.
¿Alguna vez ha pensado en salir del país por todo lo sucedido?
No. Jamás. No lo hice en la época de la Unión Patriótica y no lo haría ahora. Este es mi país y voy a pelear mi derecho a vivir aquí, a pensar y a crear como quiero. Ese derecho no me lo quitan. En este momento es cuando más se necesitan las personas verdaderamente demócratas.
La sindicación contra la directora de teatro
El siguiente es parte del texto del informe de inteligencia de la Sijín de la Policía: “Asimismo se logró establecer que Patricia Ariza tras problemas familiares durante su juventud practicó el nadaísmo y el hipismo, fue estudiante de filosofía y artes en la Universidad Nacional, perteneció a la Juventud Comunista (Juco) y se casó con Santiago García, ambos vinculados al teatro La Candelaria y al grupo de teatro llamado Rapasoda Teatro. Patricia además dirige otros grupos como Flores de Otoño y Corporación Colombiana de Teatro”.
“Patricia igualmente desarrolla actividades culturales con Carlos Satizábal y lidera un proyecto con niños abandonados, ancianas, mujeres jóvenes y raperos, lo que podría relacionarse con el trabajo de masas que estaría desempeñando desde su rol para el PC3 cultural de las Farc”. Luego de conocerse este texto, se están recolectando firmas en todo el mundo defendiendo a Patricia.
Una historia de reconocimientos
Premio Casa de las Américas como coautora de las obras Guadalupe años sin cuenta y Los diez días que estremecieron al mundo (1975). Mención especial de Colcultura en el Año Internacional de la Mujer por su trabajo como promotora cultural y social (1989). Mujer de Teatro, otorgado por el CELCIT y entregado en el Festival Iberoamericano de Teatro (1990). Honor al mérito otorgado por la Alcaldía Mayor de Bogotá durante el VI Festival Nacional de Teatro. Bogotá 450 años (1988). Premio Reconocimiento Casa de las Américas, como directora de la Corporación Colombiana de Teatro (1990).
Premio Anna Magnani Brasil en el Concurso de Dramaturgas Latinoamericanas (1992). Medalla al Mérito Artístico en Dramaturgia, Instituto Distrital de Cultura y Turismo (1993). 1er. Premio de Focine en Cortometraje con “Mutaciones”, para el cual elaboró el guión (1995). Homenaje por su trabajo en la construcción de ciudad con los habitantes de la calle y Festival Internacional de Teatro de São Paulo (2000). Y siguen más reconocimientos por su trabajo.