“No puedo permitir que mi vida gire en torno a Fabián Sanabria”: víctima
La denuncia que interpuso hace dos años Steven López tiene a Fabián Sanabria, profesor de la Universidad Nacional, en juicio por violencia sexual. En diálogo con este diario, López asegura que, por amenazas y hostigamientos, se va del país, aunque seguirá pendiente del proceso judicial.
Cuando Steven López acudió a la Fiscalía en 2020 tras denunciar que había sido violentado sexualmente por el profesor de la Universidad Nacional, Fabián Sanabria, en 2013, los investigadores que tomaron su testimonio no entendían cómo un hombre podía violar a otro hombre. Ese primer encuentro con la crudeza de la justicia fue un augurio de lo que tendría que vivir los siguientes dos años: su relato ha sido puesto en duda, ha sido revictimizado y amenazado, hechos que, como cuenta en esta entrevista con El Espectador, lo llevaron a decidir irse del país. Aunque muchas personas le han dicho “deje eso así”, López insiste y exige que se haga justicia.
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Cuando Steven López acudió a la Fiscalía en 2020 tras denunciar que había sido violentado sexualmente por el profesor de la Universidad Nacional, Fabián Sanabria, en 2013, los investigadores que tomaron su testimonio no entendían cómo un hombre podía violar a otro hombre. Ese primer encuentro con la crudeza de la justicia fue un augurio de lo que tendría que vivir los siguientes dos años: su relato ha sido puesto en duda, ha sido revictimizado y amenazado, hechos que, como cuenta en esta entrevista con El Espectador, lo llevaron a decidir irse del país. Aunque muchas personas le han dicho “deje eso así”, López insiste y exige que se haga justicia.
(En contexto: Fabián Sanabria, profesor de la U. Nacional, va a juicio por violencia sexual agravada)
¿Por qué se va del país?
En dos años no he hecho absolutamente más que estar sumergido en este proceso. Dos años en los que recibido incontables amenazas, intimidaciones. He tenido muchas situaciones, algunas inocentes y otras viscerales. Me han lanzado tazas de café caliente. Me han atacado físicamente. Hace unos meses fui una cita médica y dentro de las instalaciones me atacó un sujeto. Cada vez que voy a salir de mi casa, que por cierto, cada vez es menos, debo conciliar si vale la pena, o si prefiero quedarme encerrado. Vivo renunciando a tener un día normal. No puedo permitir que mi vida sea dictada por este proceso y mucho menos que mi vida gire en torno a Fabián Sanabria.
Se dice que a las víctimas de violencia sexual ahora sí les creemos, ¿por qué en su caso se ha sentido tan revictimizado?
Por el factor político involucrado. Pareciera que tuviese más él que perder que yo. Pero yo lo he perdido todo. Es como si el criminal fuese yo y yo estuviera pagando la condena. Ahora, el término revictimización es raro. Yo estoy cansado de ir por la vida con el halo de víctima, pero tampoco puedo restarle importancia a lo que ha venido sucediéndome tras denunciar. Desde el momento que denuncio empiezan a circular en redes sociales historias de que yo ejercía la prostitución, que consumía basuco, que era un estafador. Eso es una cosa, porque yo sé que nada de eso es real. Ya otra cosa es cuando publicaron en redes sociales fotos del exterior de mi casa.
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¿Y por qué piensa que su relato de lo que pasó ha sido tan disputado?
Influye mucho que soy hombre, abiertamente homosexual y que tengo una relación de muchos años con un hombre. También influye que esta persona con la que yo llevo dos años enfrentándome, siempre se ha victimizado, pero por ejemplo, cuando mi nombre se hizo público en medios de comunicación, ya él había hecho públicas mis redes sociales, mi número de teléfono. Empecé a recibir mensajes, llamadas en las que se referían a mí como si ejerciera la prostitución. Está ese tabú, sobre todo en Colombia, de que siempre que un hombre habla de abuso sexual, no le creen.
¿Eso cómo lo ha vivido en el sistema justicia, cómo se ha sentido?
Mal. Desde el momento en que fui a Medicina Legal fue terrible: estaba hablando algo tan doloroso ante un funcionario con el que no tenía ninguna relación y mientras me tomaba el testimonio, miraba el celular y bostezaba. Me dijo que volviera el martes, volví y me informan que el funcionario no había ido, entonces que regresara la siguiente semana. Y así. No tengo nada malo que decir de las fiscales que han llevado mi caso. No tengo confianza en la institución como tal de la Fiscalía y se lo he expresado personalmente a las fiscales. Me siento respetado por la fiscal y respaldado dentro de su trabajo. Porque yo necesito eso: que hagan su trabajo.
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¿Qué tipo de intimidaciones ha recibido?
Es común que me llamen personas cercanas a Sanabria a ofrecerme cosas. Era muy usual, en lo que transcurrió de diciembre hasta antes de la segunda vuelta, que recibiera ese tipo de llamadas. O me decían: ‘si tan sólo guardas silencio hasta las votaciones, te ayudamos a salir del país’. Ofrecimientos económicos, que nunca he aceptado. Lo he dejado muy claro: A mí no me interesa nada de Sanabria. Ni sus disculpas, ni su perdón, ni un centavo.
Una de las defensas de Sanabria es que todo es una persecución política, ¿cómo le responde?
¿Qué podría responder a una mentira? Yo no soy uribista, no soy petrista. Cuando decían que no sé qué sector uribista me había pagado, yo le dije a la Fiscalía: ‘este es mi celular, mi computador, estas son las cuentas bancarias que manejo, revisen’. Justo por esos días, que fue para la época de la imputación de cargos, me hackearon la cuenta.
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¿Qué más pasó esos días?
El día de la imputación llegaron cuatro hombres en dos motos al frente de mi casa y empezaron a gritar: ‘toda Colombia apoya a Sanabria’. En esa zona donde estaba viviendo, nadie sabía que yo estaba involucrado en este proceso. Llamamos a la Policía, pero nunca llegaron. Se supone que yo tengo una medida de protección, pero de todos los episodios que han ocurrido, la Policía solo llegó en uno. Comencé a ignorar lo que sucedía, hasta que llegaron los disparos.
¿Cuáles disparos?
Fue el 11 de abril. Días antes habían filtrado fotos del exterior de mi casa: me las enviaron por Whatsapp, de un número que luego desactivaron. Esa noche dormía con la cama pegada a la ventana y dispararon. Haz de cuenta que se pararon en la puerta de la casa y dispararon hacia arriba, dos veces. Las ventanas vibraron. Los tipos arrancaron y la gente comenzó a asomarse. Alejé mi cama de la venta, y luego me asomé. Yo pensaba: lo más lógico es que entrevisten a las treinta personas presentes. Una funcionaria de la Alcaldía hizo un listado de los que podían das testimonio, pero nunca los llamaron. Nunca se investigó, ni fueron a ver si había rastros de pólvora.
¿Qué pasa por su cabeza cuando le dicen que usted se le tiró la vida a Sanabria?
Cuando pasó lo de Sanabria y yo empecé a hablar, porque siempre he hablado abiertamente con mis amigos, mi familia, mi compañero sentimental, recuerdo que todo el mundo me decía: ‘deja eso así’. Si yo me le hubiera querido tirar la vida a él, lo hubiese denunciado hace nueve años. Pero yo me he castigado a mí mismo por nueve años y es hora de que deje de castigarme y él reciba el castigo que se merece.
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¿Por qué decidió emprender este camino?
Un día que estaba en mi casa, me puse a ver noticias a media noche, cuando lancé un grito y mi exnovio me dice: ‘¿qué pasó?’. Le mostré el celular y le dije: ‘¿te acuerdas de lo que te conté?’. Después de lo que me pasó con Sanabria, yo no quise saber más de él, pero resulta que ese día estaba en el noticiero porque lo había vuelto a hacer. Eso fue lo que me llevó a denunciar. Yo me había convencido todos estos años de que fue algo que había pasado sólo a mí, pero cuando vi que lo estaban investigando, decidí hablar. Llegué a Mónica Godoy, quien tomó mi testimonio en audio, lo firmé y se lo envió a la Fiscalía. Y aquí estamos hoy.
¿Qué quisiera que ocurriera con el proceso ahora?
Personas como Sanabria merecen estar tras las rejas. Hay personas que me dicen que él es una persona ejemplar, que lo conocen hace veinte años, y nunca les ha hecho nada. ¿Cómo puedo explicarle a alguien que eso no borra lo que me pasó a mí? Seguiré con el proceso hasta las últimas instancias, hasta la Corte Suprema. Ya no se trata sólo de mí. Si Sanabria tiene cinco víctimas, o tiene 25, se trata de las demás víctimas de abusos que están en silencio.
A usted lo llevó a denunciar haber visto que había pasado nuevamente y justo por su proceso, sabemos que hubo más denuncias...
Desde 2002 tiene denuncias y simplemente las fueron archivando. La Universidad las archivó y no las investigó. Se hicieron de la vista gorda. De hecho, la persona encargada del caso en la Veeduría de la U. Nacional me quería obligar a que diera mi testimonio con Sanabria sentado en frente. ¿Qué imparcialidad me ofrecía la Universidad? Yo no me siento respaldado en absoluto.
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