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Uno de los datos más inquietantes que se filtraron sobre la Operación Bastón (una serie de misiones secretas de contrainteligencia en el interior del Ejército para sacar a los militares contra quienes había serios indicios de corrupción) es el de un general que les habría vendido información militar a las Farc. Según la investigación clasificada, una guerrillera desmovilizada, que acompañó varios años al temido jefe guerrillero Grannobles (hermano del Mono Jojoy), declaró que ese alto oficial tuvo vínculos con las Farc desde los noventa y habría recibido al menos $2.000 millones a cambio de información de las tropas en Arauca.
Aunque la revista Semana, publicación que informó sobre estos hechos, omitió el nombre del general, en redes sociales y en un artículo del portal Periodismo Sin Fronteras se mencionó que el general en cuestión era de apellido Murcia, que estuvo a cargo de la octava división del Ejército (la opera, entre otros departamentos, en Arauca), y que antes de salir de la institución castrense estuvo en inteligencia y contrainteligencia. Un perfil que encaja específicamente con el general (r) Luis Danilo Murcia, a quien llamaron a calificar servicios en mayo de 2019. El Espectador habló con él. (Bastón continuará: ministro de Defensa sobre polémica por misiones de contrainteligencia)
El general (r) Murcia rechaza tajantemente los señalamientos de que tuvo reuniones con ese jefe guerrillero o con el Eln y las disidencias de las Farc. Asegura que jamás recibió dineros de ningún grupo al margen de la ley y que solo estuvo en Arauca hasta 2012 (no en los años 90 como dice la investigación) y que su hoja de vida es impecable. También expresa que sus declaraciones de renta están sobre la mesa para que las autoridades las investigue. Antes de esta entrevista, el uniformado se presentó ante la Fiscalía para denunciar amenazas de muerte a raíz de la publicación de los artículos y para ponerse a disposición de cualquier investigación que exista en su contra.
Cuando la revista “Semana” publicó datos de la Operación Bastón hace poco, lo relacionó a usted con las Farc, aunque sin decir su nombre. ¿Por qué decidió conceder esta entrevista?
Luego de que saliera la publicación de ese medio de comunicación sobre la Operación Bastón, a los pocos días salió otro artículo del periodista Ricardo Puentes Melo en la página web Periodismo Sin Fronteras haciendo referencia al artículo de Semana de un general que tenía relación con las Farc. Allí dicen que es un general Murcia. El único general Murcia del Ejército soy yo. Además se habla de que ese general fue comandante de la Octava División del Ejército, ocupé ese cargo entre 2016 y 2017.
Cuéntenos sobre su vida, poco se sabe de usted.
Nací en Chiquinquirá (Boyacá). Entré a mi Ejército en 1983 para prestar el servicio militar. Después ingresé a la Escuela Militar. En 1985 salí como subteniente y fui trasladado al batallón Colombia, que queda en Tolemaida, en una zona difícil de orden público para entonces. En esa época no existían batallones de contraguerrilla. En 1986 salí para el Cauca, donde estaba la guerra contra el M-19. Un año después, estuve con el mismo batallón en Urabá y ahí combatimos al Eln y el Epl. De ahí salí para la península del Sinaí como premio a mi desempeño. Regresé a Colombia y me enviaron a Norte de Santander, por los resultados que obtuvimos allá también me condecoraron. Posteriormente, me incorporé a las Fuerzas Especiales del Ejército con las que participé en grandes operaciones. Hice curso para capitán en el Batallón Timanco de contraguerrilla en Cundinamarca. Ya siendo mayor regresé a Bogotá como jefe de suboficiales bajo el mando de mi general (r) Mora Rangel. En diciembre de 2002 ascendí a teniente coronel y pasé a ser el comandante del batallón Miguel Antonio Caro en Villeta, Cundinamarca. Ahí llevamos a cabo la operación contraguerrillera Libertad 1, en esa zona delinquían los frentes 22 y 42 de las Farc. Fuimos en ese momento uno de los mejores batallones. De ahí pasé como comandante de la Escuela de Lanceros en Tolemaida, otra vez. Asumí como segundo comandante de la Brigada Móvil en Puerto Rico (Meta). Volví a Bogotá a la Brigada XIII, como oficial de operaciones. Después recibí como director de la Escuela de Armas y Servicios. (El reporte de lo que se halló en el Batallón de Ciberinteligencia de Facatativá)
¿En qué momento usted llegó a dirigir la octava división del Ejército?
En 2009 me designaron como comandante de la Brigada 29 en el Cauca. Dos años más tarde me mandaron de agregado militar a la OEA en Washington. En 2013 llegué a la Escuela Superior de Guerra. En noviembre de ese año me uní al comando de la Fuerza de Tarea Quirón (que opera en Cauca). En 2015 llegué a dirigir la Octava División del Ejército, la cual comprende el 22 % del territorio colombiano (Casanare, Arauca, Vichada y Guainía). Por orden del comandante del Ejército, el general (Sergio) Mantilla, duré dos años en este cargo. Mi último cargo fue como jefe de inteligencia y contrainteligencia de las Fuerzas Militares (J2). En diciembre de 2018 me sacaron a vacaciones y en mayo de 2019 salí de baja.
¿Cómo fueron sus años de la guerra contra el M-19 en el Cauca?
En 1986 llegué a ese departamento como comandante de pelotón. Allí combatimos al batallón América de esa guerrilla. Fue una guerra terrible durante ese año porque tuvimos varias situaciones difíciles, era una época diferente porque luchábamos un batallón contra otro. Allá también me distinguí por mis resultados y la valentía que tuvimos con nuestros soldados. Un año después fuimos al Urabá, donde también la situación era inquietante. Por los resultados que tuvimos al combatir al Epl me premiaron enviándome al Sinaí.
Usted es conocido como uno de los generales más troperos, sobre todo en Arauca. ¿Cómo fueron esos años combatiendo a la guerrilla?
Para esa época, en 2013, estábamos en plena guerra con el Décimo Frente de las Farc y con el Eln. Ahí iniciamos con una situación difícil, tuvimos momentos complicados. Arauca siempre se ha caracterizado por ser un área compleja. Sin embargo, tuvimos buenos resultados. Cuando salieron estos artículos que dicen que estoy traicionando a mí Ejército y a mis soldados los recibí con extrañeza, porque en ese momento recibí condecoraciones por los éxitos que se tuvieron allá. ¿Tuvimos enfrentamientos? Claro. ¿Murieron soldados? Por supuesto. Muchas veces me tocó apartarme a llorar por mis soldados heridos y muertos. Pero nunca tuve un fracaso de una masacre de mis soldados.
Según la Operación Bastón, cuando usted estuvo en la Octava División, la guerrilla estuvo un paso adelante y se empezó a sospechar de fuga de información. ¿Qué pasó?
En 2013, la Fuerza de Tarea Quirón del Ejército, que opera en Arauca, venía de unos descalabros operacionales. Luego, con mi general Gómez Nieto trasladamos la planeación de las operaciones a Yopal (Casanare). En ese año, entre julio y agosto, hubo cerca de 10 soldados del Ejército muertos por las Farc, que realizaron un copamiento y una emboscada a nuestras unidades. Hay que aclarar que yo llego a la comandancia de la Octava División en diciembre de 2015. Desde noviembre de 2013 estuve en esa fuerza de tarea. (En las “carpetas secretas” también hay perfilamientos de periodistas venezolanos)
En 2015 vinieron los avances en el proceso de paz con esta última guerrilla. Sin embargo, se siguió la guerra contra el Eln, que siempre ha estado allí, afectando los tubos del oleoducto Caño Limón-Coveñas. Nunca bajamos la guardia. Sobre esas fugas de información, incluso, cuando llegué se hizo una burbuja de inteligencia para evitar que esto sucediera. A partir de ahí empezaron los éxitos.
Según la investigación de la Operación Bastón, usted habría tenido relación con las Farc desde los años noventa. ¿Qué dice al respecto?
Para esa época, años noventa, yo no estaba en Arauca. Vine a conocer a Arauca y el Casanare en 2012, cuando era coronel. Lo que dice la revista es que eso sucedió cuando era capitán, cuando yo tenía ese grado estaba en Cundinamarca, en el batallón Timanco y en la Escuela Militar en Bogotá.
¿Usted se reunió con alias “Grannobles”, el hermano del Mono Jojoy?
Jamás me reuní con esos personajes. No los conozco. Mientras fui capitán siempre estuve en Bogotá y Cundinamarca. Lo dice mi hoja de vida. Ahí están mis traslados. Ni siquiera en el proceso de paz, porque yo estuve a cargo de la seguridad de la zona veredal de concentración de las Farc en Arauca. Allí estuve reunido con el gobernador del departamento, Procuraduría, Fiscalía y el representante de la Iglesia católica, monseñor Jaime Muñoz. Estuvimos con los mandos medios de la guerrilla, pero nunca con Grannobles. Recuerdo un alias Arturo, que era uno de los ideólogos. Sé quién es él (Grannobles), conozco su historial porque estuve más de 30 años estudiando al enemigo, nada más. (‘Grannobles’ fue fusilado confirma Arco Iris)
Hay una exguerrillera que trabajó con “Grannobles” y asegura que usted recibió por lo menos $2.000 millones de las Farc. ¿Recibió ese dinero?
Eso es una calumnia, pongo a disposición mis declaraciones de renta y las de mi familia. He sido un hombre trabajador toda mi vida. Jamás le he recibido un peso a alguna persona o grupo al margen de la ley. Me pongo a disposición de la Fiscalía para que se me investigue. Me han tocado mi honor y mi nombre, es lo que más me duele, es el único capital que tengo y los soldados lo saben. Fui un soldado tropero, toda la vida me caractericé por ir a la vanguardia y no en la retaguardia. Siempre al pie del cañón.
La UIAF encontró un presunto incremento patrimonial en sus finanzas. ¿Cómo lo explica?
Con el estudio que hagan de mis finanzas. Vivo de un sueldo de retiro. Trabajo en el campo, en las fincas, lo que me enseñaron mis padres. No más.
¿Qué propiedades y negocios tiene?
Tuve una finca en Puerto Lleras (Meta) y la tenía en sociedad, no era solo mía. Esa finca la compré con el dinero que recibí luego de vender el apartamento que me dieron del subsidio militar. Lo hice para tener una opción de trabajo para cuando me retirara. Esa finca la vendí el año pasado. Tengo una propiedad en Chiquinquirá, una finca que adquirí entre los años 2003 y 2004, producto del trabajo en el Sinaí. Y tengo la compraventa de un lote en Guamal (Meta). Ni siquiera tengo un apartamento en Bogotá, lo tengo es para mis hijos y su mamá. No tengo nada que esconder, mis cuentas están a la luz pública para que se estudien. No tengo negocios ni cuentas en el exterior. Vivo de la compra y venta de ganado, que es lo que sé hacer. (Los principales escándalos de la Fuerza Pública en 2019)
¿Cómo se dio su salida del Ejército? ¿Quién se lo informó y qué razones le dieron?
El 20 de diciembre de 2018, el comandante general de las Fuerzas Militares , mi general (Luis Fernando) Navarro, que estaba recién llegado al cargo, me llamó a su oficina y me dijo que para mí no había cargo y que ya era hora de descansar. El 6 de mayo de 2019 me llegó el decreto en el que me llamaron a calificar servicios. No me dijeron nada más.
¿Cómo recibió esa información?
Con tristeza, pero también uno tiene que ser sincero. Uno sabe que en cualquier momento se acaba la carrera militar. Lo tomé con el honor de un soldado.
Usted dirigió la Jefatura de Inteligencia y Contrainteligencia Militar Conjunta (J2), nombrado por el general (r) Alberto José Mejía. ¿Supo entonces que era investigado?
Nunca. Estaba tranquilo porque venía de ser un combatiente y me dieron la confianza de estar en terreno a raíz de los resultados que se dieron. A ningún perdedor le dan como premio dirigir una división del Ejército. Además de los resultados operacionales desarrollé la parte social con la población civil en Arauca. Esto lo puede confirmar el gobernador de la época, Facundo Castillo.
General, pero usted estaba en un cargo en el que prácticamente se podía enterar de todo lo que sucede en las Fuerzas Militares.
En el año que duré como J2, por órdenes del general (r) Mejía, jamás me informaron de esas investigaciones. Si me investigaban, no entiendo por qué me mandaron a un cargo tan importante. (“No seremos indulgentes, ni temerarios”: Mindefensa sobre posible corrupción en el Ejército)
Entonces, ¿qué explicación le da a los señalamientos en su contra?
Que se trata de un montaje, una falsedad. Esto es lo más bajo que pueden decir de uno: que tuve vínculos con la guerrilla y les recibí dineros. Me entregué a mi patria 37 años y nunca me importaron familia o vacaciones.
Antes de su salida, ¿le hicieron pruebas de polígrafo?
Lo normal. Nosotros tuvimos varias, las cuales eran programadas por el Comando del Ejército y que son usuales en las unidades militares.
Las acusaciones que hay en su contra son muy graves. ¿Qué le dice a quienes estuvieron bajo su mando o a sus colegas?
Que tengo la frente en alto, que todo esto es una mentira. Ellos siempre me vieron en primera línea, nunca atrás escondido. Están tachando mi nombre y mi honra. La lealtad no es gris, es negra o blanca y la mía siempre ha sido blanca con el Ejército, mis soldados, los ministros y gobiernos que pasaron. Nunca recibí dinero, lo que sí recibíamos eran almuerzos o una gaseosa que la gente le ofrecía a mis soldados en agradecimiento.
En la investigación de la Operación Bastón también se menciona que usted tuvo vínculos con el Eln y las disidencias. ¿Qué responde?
Le repito, jamás tuve relaciones con ningún grupo ilegal. Por las cosas del trabajo uno tenía que hablar con los desmovilizados, hablar con la gente que se entrega, pero jamás vínculos. Con disidencias menos, porque estas iniciaron cuando llegué a J2.
¿Cómo era esa guerra interna entre los uniformados que estaban a cargo de la inteligencia y la contrainteligencia del Ejército?
Lo desconozco. Fui un servidor de todos mis jefes. Mi general Mejía, Lasprilla, Rodríguez Barragán o Mantilla pueden dar fe de lo que digo. A todos les cumplí y nunca me enteré de esas situaciones. Siempre fui de la institucionalidad, del Ejército. Tampoco tuve problemas con mi general Navarro en los pocos días que estuve con él.
¿Qué se encontró durante el tiempo que fue el J2 del Ejército?
Me encontré con una investigación que había de gastos reservados. Recibí ese cargo de manos de un coronel de apellido Portillo, los generales Zúñiga y Nieto habían pedido la baja del Ejército. Cuando llegué, la Fiscalía, la Procuraduría y la Contraloría estaban investigando este tema y el Comando del Ejército le ordenó a la Inspección intervenir J2. Seguí con mis labores de inteligencia y contrainteligencia, asuntos que son de alto gobierno. Durante ese año no tuvimos ningún problema, por el contrario, fuimos felicitados en varias reuniones por el trabajo que se hizo en favor de la seguridad nacional. A mi reemplazo llegó el general Oswaldo Peña (quien salió en septiembre de 2019, tras conocerse que incluyó fotos falsas en un informe que el presidente Iván Duque presentó en la ONU).
A raíz de las publicaciones periodísticas usted fue denominado “el general de las Farc”. ¿Qué dice al respecto?
Está circulando una foto mía como si se tratara como la de cualquier delincuente, y eso no es así. Incluso recibí amenazas de muerte. Estoy muy triste por mis soldados, porque siempre confiaron en mí. Es terrible y una falsedad lo que se está diciendo de mí . No soy el general de las Farc, esto es un montaje. No soy ningún delincuente ni traidor de mis soldados.
¿Cómo le llegaron esas amenazas? ¿Qué decían?
Además de la foto que circula por redes sociales, por medio de mensajes de voz se habla de mí y mencionan que hay que matarme. En uno de esos audios mencionan a mis padres. Es delicada esta situación.
¿Cómo llegaron a usted esos audios?
Por redes sociales circulan y, como se sabe, esto es una bola de nieve que crece a cada instante. También los mismos compañeros, que lo quieren y se preocupan por uno, me los compartieron.
¿Ya fue a la Fiscalía a ponerse a disposición y a denunciar estas amenazas?
No he sido requerido por nadie hasta el momento, pero ya presentamos las denuncias sobre las amenazas. Antes de esta entrevista, a través de mis abogados y de manera escrita, me puse a disposición del ente investigador.
¿Cómo ha recibido su familia todos estos acontecimientos?
Muy preocupados por las amenazas que estoy recibiendo. Todavía tengo a mis padres vivos y es terrible que ellos, mis hijos y hermanos escuchen esto. Esto afecta a cualquier familia y más cuando uno no es un delincuente. Mi familia y subalternos saben quién soy yo.
¿De dónde cree que vendría este “montaje”?
Lo desconozco, y por eso salgo a ponerme a disposición de las autoridades, para que investiguen, porque no sé qué está pasando.