Operación Esperanza: diario de un mes de búsqueda de cuatro niños desaparecidos
Tras un mes de búsqueda aérea, terrestre y fluvial de cuatro hermanos menores de edad, El Espectador hace un recuento de la denominada Operación Esperanza y las razones por las que todavía los niños no han sido encontrados.
La selva del Guaviare es, desde hace un mes, el lugar de búsqueda de cuatro niños que, desde el primero de mayo, desaparecieron cuando cayó el avión en el que se transportaban entre Aracuara (Caquetá) y San José del Guaviare (Guaviare). Desde el 5 de mayo, las Fuerzas Militares desplegaron la que hoy se conoce como la Operación Esperanza. La misión, compuesta por soldados e indígenas, es la encargada de buscar a los menores pertenecientes a los muinanes, etnia del pueblo indígena uitoto. También representan el cuerpo donde está puesta la fe de un país que espera el hallazgo con vida de los menores.
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La selva del Guaviare es, desde hace un mes, el lugar de búsqueda de cuatro niños que, desde el primero de mayo, desaparecieron cuando cayó el avión en el que se transportaban entre Aracuara (Caquetá) y San José del Guaviare (Guaviare). Desde el 5 de mayo, las Fuerzas Militares desplegaron la que hoy se conoce como la Operación Esperanza. La misión, compuesta por soldados e indígenas, es la encargada de buscar a los menores pertenecientes a los muinanes, etnia del pueblo indígena uitoto. También representan el cuerpo donde está puesta la fe de un país que espera el hallazgo con vida de los menores.
Los niños, que día tras día, busca y espera su papá desde el Guaviare, son: Lesly Jacobo Bonbaire, de 13 años; Soleiny Jacobombaire Mucutuy, de 9 años; Tien Noriel Ronoque Mucutuy, de 4 años, y Cristin Neriman Ranoque Mucutuy, de 11 meses (cumplió un año la semana pasada). Por desgracia, los demás ocupantes del avión fueron encontrados sin vida, dos semanas después del siniestro. Se trata del piloto Hernán Murcia; Magdalena Mucutuy Valencia, madre de los niños desaparecidos; y Herman Mendoza Hernández, líder uitoto de la Organización Nacional de los Pueblos de la Amazonía Colombiana (OPIAC).
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Día 1, el siniestro
El último rastro de la aeronave tipo Cessna 206 de matrícula HK 2803 se dio a las 7:45 a.m. del lunes 1 de mayo. El piloto de la avioneta reportó fallas en el motor e indicó que intentaría aterrizar sobre un cuerpo de agua que había en la zona donde se presentó la emergencia, según informó la Defensa Civil. Por su parte, la Fuerza Aérea Colombiana dispuso de un avión fantasma y un helicóptero para apoyar la búsqueda, cerca de donde se obtuvo la última comunicación.
Día 5, nace la Operación Esperanza
Las Fuerzas Militares se unieron a la búsqueda de los pasajeros y el piloto de la avioneta. Según informaron, enviaron a sus hombres mejor entrenados y equipados, pertenecientes al Comando Conjunto de Operaciones Especiales. El director de la Aeronáutica Civil, Sergio París Mendoza, señala que, como hipótesis, creen que el piloto hizo un viraje e intentó arborizar, pero por la altura de los árboles, la aeronave cayó al suelo, en medio de zona rural de Solano (Caquetá).
Día 13, mensajes sonoros
Se cumplen dos semanas desde la desaparición de la avioneta y todavía los rastros son nulos. Un Comando Aéreo de las Fuerzas Armadas comenzó a emitir mensajes sonoros desde un helicóptero que se escuchan con total claridad desde tierra, con el objetivo de dar con la avioneta. “Estamos enviando un mensaje claro y esperanzador a los ocupantes de esta aeronave. Su fuerza aérea colombiana seguirá trabajando de manera persistente en la búsqueda de los pasajeros de esta aeronave”, señala el coronel Iván Meza Cuervo.
Día 15, tres muertos, ¿y los niños?
El primer hallazgo para la esperanza fue la aparición, el 15 de mayo, en horas de la noche, de la avioneta destrozada en una zona rural de Solano (Caquetá). De acuerdo con información suministrada por la Aeronáutica Civil (Aerocivil), la aeronave fue ubicada en la vereda Palma Rosa. Al interior de la misma estaba el cuerpo sin vida de piloto Hernán Murcia; y cerca estaban los cuerpos de Magdalena Mucutuy Valencia, madre de los niños; y de Herman Mendoza Hernández, líder uitoto de la OPIAC.
Luego de que encontraron los restos de la aeronave y de los tres adultos que también se movilizaban en ella, los comandos hallaron un tetero y, horas más tarde, a cuatro kilómetros de donde se encontró la avioneta, los restos de una maracuyá que podrían haber comido los menores. Este es el primer hallazgo que alimentó las esperanzas de encontrar con vida a los niños.
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Día 17, el refugio y la incertidumbre
Gracias a la orientación del perro Ulises, un animal entrenado en labores de búsqueda, las Fuerzas Especiales encontraron, en una especie de refugio improvisado con palos y ramas, unos elementos que, dijeron, pertenecerían a los menores: unas tijeras y unas “moñitas” que, usualmente, son empleadas para sujetar el cabello. Después del hallazgo, llegó la incertidumbre a cargo del presidente Gustavo Petro, quien publicó un trino asegurando que los cuatro niños fueron encontrados con vida. Sin embargo, bastó con un par de horas para que las Fuerzas Militares aseguraran que esa información no había sido confirmada.
Día 18, las primeras huellas
En la mañana de 18 de mayo, el presidente Petro borra el trino en el que aseguraba que habían encontrado a los niños. Como respuesta, el mismo mandatario publica otro mensaje en el que aclara que la información no había sido corroborada. Los niños no habían aparecido. Este día, el equipo de búsqueda encuentra el otro indicio de que los niños estarían con vida. Según las Fuerzas Militares, hallaron huellas, de unas 48 horas, ubicadas cerca de un pequeño riachuelo, a seis kilómetros del accidente.
Día 19, refuerzos
El Ejército refuerza al equipo terrestre de búsqueda con 50 hombres más de las fuerzas especiales para sumarse a las labores de búsqueda. “En la espesa selva, con megáfonos y otros elementos, hombro a hombro, junto a los organismos de socorro, la búsqueda no cesa”, escribe en su cuenta de Twitter las Fuerzas Militares. De igual manera, en helicópteros del Ejército Nacional y la Fuerza Aérea emiten mensajes sonoros, en perifoneo, para orientar a los menores y que sepan que la búsqueda no se ha detenido.
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Día 20, emisoras y kits de supervivencia
A la Operación Esperanza se le suma el trabajo de cinco estaciones radiales de esa zona al suroriente del país. Según el Ejército, la idea es que a través la red de emisoras de Colombia Estéreo, los soldados que ejercen como locutores transmitan constantemente mensajes sobre la búsqueda y reúnan información para encontrar a los menores.
Además, el Ejército lanza, desde un helicóptero, 100 kits de supervivencia que fueron suministrados por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. Esos paquetes contienen fariña, un alimento típico de la región, agua, bocadillos, galletas, sueros y un encendedor; su propósito es permitirles alimentarse a los menores, y que puedan dejar un rastro en el bosque, sirviendo así de indicio para sus rescatistas.
Día 23, la esperanza en objetos
Los grupos combinados de búsqueda, compuestos por las Fuerzas Militares e indígenas nukak, después de dos días de haber ingresado en la selva, ubican en dos lugares diferentes cuatro objetos que podrían pertenecer a los menores. El primer hallazgo se realiza a una distancia de 560 metros al occidente del lugar del siniestro. Allí, una mujer nukak, quien iba con otro grupo de indígenas y Comandos de las Fuerzas Especiales, encuentra un par de tenis que, por su talla, pertenecerían al menor de cuatro años, un pañal usado pequeño y una toalla de color verde.
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El segundo rastro es localizado por un Comando de las Fuerzas Especiales, quien iba con otros indígenas nukak, hallando otro pañal, una tapa rosada de un tetero y un marco negro de un celular. Estos estaban a 428 metros de distancia al noroccidente del punto donde la aeronave se accidentó. “Por el estado de estos elementos, los menores habrían estado allí entre el 3 y 8 de mayo aproximadamente, lo que permite deducir que existe la posibilidad de que los cuatro niños hayan salido con vida del accidente”, informó el Ejército.
Día 24, el dolor de un padre
Manuel Ranoque, con el dolor de la búsqueda que ha traído algunas pistas de que sus hijos podrían estar con vida, camina al lado de indígenas de Caquetá, Putumayo, Guaviare y Cauca, quienes llegaron a apoyar las labores de búsqueda y rescate. El padre buscador habló desde esa selva, diciendo que mantiene la fe de encontrar pronto a sus hijos. Asimismo, agradece el trabajo de los Comandos de las Fuerzas Especiales.
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Como una muestra de gratitud por el esfuerzo que han realizado los uniformados las comunidades indígenas, helicópteros de la Fuerza Aérea brindan cerca de 250 porciones de arroz chino y comida caliente. “Estos alimentos, que en la civilización pueden parecer un plato común y corriente en el día a día, ahora se convertirán en un verdadero manjar en medio de la adversidad y las dificultades de esta espesa y alejada selva, lo que llenará, aún más, de energía, a los hombres y mujeres que están en la zona de búsqueda”, expresa el comunicado de prensa del Ejército.
Día 26, el duende y el primer cumpleaños de Cristin
La pequeña Cristin Ranoque Mucutuy cumple su primer año de vida el 26 de mayo. “Desde todos los rincones de la geografía nacional, los colombianos nos unimos en oración para que ella y sus tres hermanos estén bien y que pronto podamos celebrar la vida juntos. Desde el Comando de las Fuerzas Militares invitamos a todo el país para que celebremos su cumpleaños con una oración por ella y sus hermanitos, con la esperanza de que pronto puedan reunirse con su familia y para que permanezcan fuertes mientras los hallamos”, expresa el Ejército de Colombia un día después de que la ONU se sumara con un nuevo helicóptero a la búsqueda.
Además, este día, un familiar de los menores afirmó que los niños no podían ser encontrados por la fuerza de un duende. “La selva tiene un misterio, no es el primer caso que ha pasado. Por ejemplo, en la parte del Amazonas, por las partes del Vaupés, también se han perdido muchachos e indican que son por los misterios de la selva. Cuando una persona se pierde, ellos son los que los cargan”, afirmó el familiar en entrevista con el Periódico Meta.
“El ‘duende’ sale por presencia del ser querido, él es el que los tiene así a los niños. Los menores pierden la voz, por eso ellos botan las tijeras, porque le dicen que lo bote, que lo bote, que eso no le sirve. Los niños en este momento no se pueden encontrar. Uno con gritar, con llamar, ellos no escuchan. Por ese lado ya no se puede”, agregó.
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Día 30, una huella, ninguna respuesta
Las Fuerzas Militares indican que encontraron una huella que pertenecería a Lesly, la menor de 13 años, que se encuentra desaparecida. Luego, estas mismas fuerzas adoptan una nueva estrategia con la que pretenden encontrar a los niños: usar potentes reflectores que serán encendidos en las noches y cabinas de sonido y perifoneo terrestre por los cuales se emitirán mensajes en medio de la espesa selva donde se adelantan las labores de búsqueda. Esta nueva iniciativa será implementada durante el día y la noche para que los cuatro menores, al observar o escuchar las señales, den pistas sobre su ubicación para ser rescatados.
Día 31, un mes de esperanza lleno de dificultades
Las fuertes lluvias en esa zona del Amazonas son tan solo una de las grandes dificultades que afronta el grupo de rescatistas, compuesto por más de 110 comandos de las Fuerzas Especiales, tres perros entrenados, y los cerca de 80 indígenas, que día y noche caminan para encontrar a los menores. A esto se suman los peligros naturales de una selva y las creencias indígenas sobre la misma que explican poder con el que la selva no permite encontrar a los menores (como la historia del duende).
La zona en la que ocurrió el accidente de la aeronave, la vereda Palma Rosa, del municipio de Solano (Caquetá) es una selva poco explorada. Germán Camargo, director operativo de la Defensa Civil del Meta, la describió para este diario como un terreno difícil: “Se trata de una selva virgen, muy tupida y ligada al río Apaporis, por lo que hay partes que se convierte en fangosa y otras que, por los árboles de más de 30 y 50 metros, es difícil de andar por las grandes raíces. A eso se suma el clima, las tormentas, el calor y los animales de la selva”.
“Concluimos que los niños están vivos por las evidencias. Si estuvieran muertos, seguramente sería fácil encontrarlos porque estarían quietos, porque los animales nos orientarían para allá”, le dijo el general Pedro Sánchez a W Radio. Por ahora, tras un mes de la desaparición, la búsqueda no se ha detenido.
La Operación Esperanza continúa avanzando sobre puntos estratégicos con ayuda de equipos satelitales, los cuales guían y orientan a las tropas militares y a los pueblos indígenas con el objetivo de encontrar pronto a los cuatro niños.
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