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Andrés Felipe Arias está detenido a raíz de una solicitud de extradición desde el pasado 24 de agosto en Estados Unidos, país al cual le pidió asilo porque, asegura, él es un perseguido político. En Colombia pesa contra él una sentencia de 17 años de prisión por las irregularidades en el programa Agro Ingreso Seguro, que se ejecutó mientras era el ministro de Agricultura de Álvaro Uribe. Arias huyó con su familia a Estados Unidos poco antes de ser condenado en julio de 2014 y desde entonces no había dado entrevistas. Hasta ahora. A través de sus abogados, recibió y respondió estas preguntas que le envió El Espectador. Su esposa hizo lo mismo. (Lea la entrevista con Catalina Serrano).
¿Confía en que la justicia de EE.UU. va a resolver su solicitud de asilo antes que la de extradición?
Ese sería el orden de las cosas. Son muchas las evidencias que hemos enviado, así como otro cúmulo de pruebas que han surgido en los últimos dos años, que tenemos listas para presentar.
¿Cree que haber apoyado incondicionalmente al expresidente Uribe fue un error?
Nunca será un error el haber trabajado, sin descanso y durante casi ocho años, para que Colombia pudiera debilitar el narcotráfico y el terrorismo. Cada hectárea de frontera agrícola que conquistábamos era una hectárea menos de coca y de más trabajo para las zonas rurales. Es decir, menos combustible para las Farc y los demás grupos ilegales. ¿Cómo arrepentirme de apoyar y haber participado del cambio positivo que Colombia vivió durante nuestro gobierno?
¿Se siente correspondido por Uribe?
El presidente Uribe, mi partido y todos mis compañeros de gobierno saben que lo que la Corte Suprema de Justicia hizo conmigo es una de las más atroces injusticias cometidas en Colombia en su historia reciente. Así las cosas, es natural que el apoyo del presidente Uribe, mi partido y mis compañeros de Gobierno haya sido permanente. De la misma forma, yo apoyo y respaldo a mis otros compañeros que están injustamente encarcelados o perseguidos con cualquier cantidad de acusaciones falsas.
¿Cree que el gobierno Santos está usando su caso para presionar al uribismo?
La injusticia cometida en mi contra ha sido utilizada para golpear a Uribe, para sacarme a mí del camino, para afectar la elección de Óscar Iván Zuluaga y, naturalmente, para debilitar a nuestro partido. Sin embargo, esto también nos fortalece para seguir luchando. Y a quienes insisten en que no hay persecución y que esto fue un fallo en derecho de la Corte Suprema de Justicia, yo los invito a que lean la sentencia cambiando mi nombre por el de cualquier otra persona. Se darán cuenta, ya sin la resistencia que pueda generar mi nombre o la asociación mental que hagan con Uribe, de que ni siquiera en la propia sentencia hay sustento alguno para condenarme. Por ejemplo, allí leerán que a la Fiscalía no se le puede exigir que demuestre el plan criminal porque, según la Corte, en este tipo de delitos generalmente no quedan testigos que lo corroboren o documentos que lo comprueben. Mejor dicho, me condenan por sospecha. Si eso no es persecución de un sector en el poder contra de otro por fuera del poder, ¿qué lo puede ser?
¿Esta detención suya, o la deportación de María del Pilar Hurtado, podrían ser interpretadas como gestos de la comunidad internacional en contra del uribismo?
La reversión del asilo de María del Pilar es un atropello brutal del derecho internacional al refugio y los derechos humanos. Ahora bien, en el caso mío los Estados Unidos no han tomado una decisión de fondo. Además, la cantidad de mensajes de apoyo y solidaridad de expresidentes, parlamentarios, líderes de opinión, perseguidos políticos y ciudadanos del común de tantos países me hace pensar que el apoyo de la comunidad internacional, por lo menos la que no está dispuesta a mirar para otro lado ante esta injusticia, es muy fuerte.
¿Por qué cree que la justicia de EE.UU. cambió de postura frente a su caso y, después de dos años de vivir allí legalmente, lo detuvo?
No se cambia de postura cuando nada se ha decidido aún. Una de las razones por las cuales elegí buscar refugio en Estados Unidos es porque desde muy pequeño, y debido a la educación que recibí, me interesé mucho por la vida de sus padres fundadores. Pienso que fueron personas iluminadas por Dios, porque fundaron un país diferente a la mayoría de países en este continente. Diferente porque lograron diseñarlo de tal manera que la libertad y la justicia siempre prevalecen. Lograron un país en donde es imposible perpetuar una injusticia como aquella que la “justicia” de mi país cometió conmigo.
¿Cómo interpreta que su captura se haya dado justo al mismo tiempo en que se daba el cierre de las negociaciones de paz en La Habana?
Hay “coincidencias” tan dicientes, tan elocuentes, que es difícil no concluir que ocurren por diseño y premeditación. Y ha sido tan impecable el diseño, que hoy en Colombia salen mejor librados quienes intentaron arrodillar al resto de la población con masacres, secuestros y extorsión que quienes quisimos mejorar a Colombia honorablemente desde la legalidad y el servicio público. Para ellos (las Farc), curules; para nosotros, cárcel o exilio. ¿Será sostenible así la paz de La Habana?
¿Qué hace si aprueban su extradición a Colombia?
Esta lucha no es solo mi lucha o la de mi familia. Es una lucha por Colombia. Es una lucha por acabar con las injusticias en nuestro país. Sé que mi sacrificio no puede ser en vano, pues cada vez son más y más las personas que se dan cuenta de lo absurda e injusta que fue mi condena. Y pase lo que pase, siempre tendré la frente en alto, porque soy inocente. Hasta el último día de mi vida así lo voy a sostener y a seguir probando.
¿Volvería a participar en la política?
Nunca dejaré de soñar en una Colombia con justicia y libertad. En una Colombia en la cual hasta el último inocente encarcelado, condenado o extraditado recupere su libertad. En una Colombia en donde no se sigan destruyendo familias por esa necesidad frenética de perseguir, encarcelar y querer callar a quienes pensamos diferente que el Gobierno. En una Colombia en donde la política se realice debatiendo las ideas y no asesinando o encarcelando al opositor.
¿A qué se dedicaba en Estados Unidos?
A trabajar sin descanso, a sostener a mi familia, a estar con mi esposa y mis hijos disfrutando cada minuto de libertad que me regaló la vida.
¿Habría considerado quedarse en Colombia si su pena hubiera sido menor?
No me cansaré de decirlo: soy inocente. Y no lo digo solo yo. La Procuraduría General de la Nación pidió mi absolución y ha pedido una y otra vez a las altas cortes que revisen mi caso. El Tribunal Administrativo de Cundinamarca absolvió a mi director jurídico por los mismos convenios por los cuales me condenaron a mí. Todos los que se han tomado el tiempo de leer esa sentencia kafkiana en mi contra, encuentran que la condena no tiene sustento y menos semejante pena tan desproporcionada. ¿Ustedes realmente creen que unos jueces verdaderamente imparciales y sin odio de venganza me habrían condenado a más de 17 años de cárcel por unos convenios jurídicamente idénticos a los que han celebrado todos los ministros de Agricultura y por un peculado en favor de unos terceros que ni conocía ni me dieron nada? Repito: un solo día de cárcel es injusto para mí y para mi familia y por eso mi decisión de buscar refugio en otro país.
¿Por qué escogieron huir en vez de acatar la justicia colombiana?
No es huir cuando, ante semejante injusticia y el riesgo al que quedaban expuestos mis hijos, se busca refugio en otro país al tenor del derecho internacional y de las garantías que se conceden bajo la figura de asilo. Menos aún cuando la Embajada de Estados Unidos estuvo siempre al tanto de todo. No solo porque así se los informé y consulté, sino por la permanente comunicación de ellos con uno de mis abogados, con el presidente Uribe y con mi partido.
Si pudiera votar el plebiscito, ¿cómo votaría y por qué?
Yo digo que paz sí, pero no así. Hoy votaría No para que, en un futuro, ojalá cercano, pueda votar Sí. Votaré Sí cuando al acuerdo se le elimine esa enorme carga de injusticia. No puede ser que el delito de las Farc ahora se pueda pagar sin cárcel intramuros pero el delito supuestamente cometido por cualquier otro colombiano conlleve muchos años de cárcel. No puede ser que todos los días extraditen colombianos por montones a Estados Unidos acusándolos de narcotráfico y ahora el narcotráfico de las Farc quede sin pena ni extradición. Y no puede ser que se nos confeccionen penas injustas de 17 años de cárcel a quienes defendimos desde la legalidad el Gobierno que debilitó a las Farc cuando todo el mundo los quería derrotados y ahora a esas mismas Farc se les premie con curules en el Congreso.
Si su caso cupiera de algún modo en la Jurisdicción Especial para la Paz, ¿se acogería a ella?
De ninguna manera. Primero, porque yo no he cometido ningún delito. Segundo, porque no voy a someterme a una jurisdicción creada por quienes han sido nuestros adversarios. Es decir, el gobierno actual y las Farc. Sin embargo, sí pienso que podemos empezar a caminar hacia una paz política bajo la jurisprudencia y la Constitución actuales. ¿De qué forma? Que cese la persecución judicial contra mi partido, contra mis compañeros de gobierno y contra el presidente Uribe y su familia. Que a los exministros de Uribe se nos conceda una segunda instancia, pero ante jueces verdaderamente imparciales o independientes o ante un jurado de conciencia conformado por ciudadanos. (Por razones de espacio, encuentre esta respuesta completa en nuestra versión web). Sinceramente pienso que no puede haber paz política si, por un lado, se revelan audios de la Corte Suprema de Justicia en donde se dice que a los ministros de Uribe hay que procesarnos con criterio político y, por otro lado, la Corte Constitucional nos margina a los mismos ministros de Uribe del derecho a una segunda instancia justo después de habérselo concedido a todos los colombianos, incluidos los ministros de Santos en sus futuros procesos penales. ¿Cómo puede haber paz política si a quienes estamos en la orilla contraria al Gobierno se nos aniquila con ese tipo de injusticias? De ahí mi propuesta de dos pilares para avanzar en una paz política: cese de persecución y segunda instancia. Y con paz política, estoy seguro de que el proceso de paz con cualquier grupo al margen de la ley será sostenible en el tiempo.
Al margen de los escándalos y las sanciones, ¿cree que AIS fue exitoso?, ¿por qué?
Fue muy exitoso. Se beneficiaron 386 mil familias del campo colombiano. El 98 % fueron pequeños y medianos productores. El programa ayudó a expandir la frontera agrícola en un millón de hectáreas. La pobreza rural empezó a descender como hacía tiempo no lo hacía. Es más, entiendo que muchos de los mecanismos creados con el programa todavía se usan, aunque con otro nombre. Lo triste es que por el fraude cometido por menos del 0,01 % de quienes accedieron al programa, no sólo se haya enjuiciado injustamente al ministro, sino que hayan satanizado un programa que tanto bien le hizo al campo colombiano. Así lo reconocían en su momento personas que ni siquiera son afectas políticamente a nosotros, como el entonces gobernador de Nariño, Antonio Navarro, o el entonces gerente de la Federación Nacional de Cafeteros, Gabriel Silva.
¿Qué les diría a los beneficiarios de Agro Ingreso Seguro que se apropiaron de recursos del Estado ilegalmente?
A ellos, nada. Pero a los magistrados y fiscales de mi caso, así como a los autores intelectuales de todo esto, sí les diría lo siguiente: “Por lo que ustedes hicieron, un hombre inocente perdió su libertad y dos niños, que nada tienen que ver con la actual confrontación política de Colombia, fueron despojados de su papá cuando más lo necesitaban. Jugar de esa manera con la libertad de un hombre inocente es algo que Dios, como único y verdadero juez, ve”.
¿Un mensaje para sus hijos?
Que los amo con toda mi alma y mi corazón. Que no importa dónde esté yo, siempre estaré junto a ellos, enviándoles luz y paz... Que nunca olviden que Dios siempre nos protege y que el universo es perfecto...