Persiguiendo los bienes de Vicente Castaño
La Fiscalía le arrebató las propiedades a Bayron Jiménez Castañeda, alias ‘Gordo Pepe’, y a Jesús Alfonso Berrío, alias ‘Pocho Berrío’.
Redacción Judicial
Varios han sido los intentos de la Fiscalía para dar con el paradero de la gran cantidad de bienes que estaban a nombre de los hermanos Castaño y también de las tierras despojadas que terminaron a nombre de terceros. El más reciente paso que logró la Unidad Especializada de Extinción de Dominio fue el proceso de embargo de 22 bienes muebles e inmuebles que estaban a nombre de dos de los testaferros del extinto comandante paramilitar Vicente Castaño. Se trata de Bayron Alfredo Jiménez Castañeda, alias Gordo Pepe o Buñuelo, y de Jesús Alfonso Berrío, alias Poncho Berrío, y su núcleo familiar.
Después de rastrear más de 20 propiedades, entre apartamentos, lotes y fincas en Antioquia, Córdoba y Bolívar, las autoridades hallaron irregularidades en la adquisición de catorce bienes, siete vehículos —entre ellos un camión, un bulldózer y cuatro buses— y en la composición de dos sociedades. Asimismo, al analizar las declaraciones de renta de Gordo Pepe, Poncho Berrío, y la esposa de este último, Adriana María García, se encontraron incrementos injustificados de sus recursos. Por ejemplo, de Jiménez Castañeda se halló que en 1992 tenía un patrimonio de $31 millones, en 2003 alcanzó un pico de $1.262 millones y ya en 2011 le disminuyó a $555 millones.
De Berrío se encontró que de 1992 hasta 2004 —después no se encontraron más registros de este hombre, quien es considerado una de las manos derechas de Vicente Castaño— pasó de tener una fortuna de $92 millones a una de $2.200 millones. En cuanto a Adriana García, quien comenzó a declarar renta desde 2004, evidenció que su patrimonio no tuvo grandes variaciones entre 2004 y 2011, siempre osciló ente $138 millones y $400 millones. Sin embargo, la hipótesis de la Fiscalía, y por el cual ordenó el secuestro de las propiedades de la esposa de Poncho Berrío, es que la mujer manejó las finanzas de la familia después de que él entrara en el radar de las autoridades por sus vínculos con paramilitares.
Pero la historia de estos dos hombres, quienes eran manos derechas de Vicente Castaño, es bastante particular. En diciembre de 2007 Gordo Pepe fue capturado en Orlando (Estados Unidos) por delitos relacionados al narcotráfico y por el secuestro de un agente encubierto del ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos), ocurrido en Medellín el 13 de diciembre. Según se estableció, Jiménez Castañeda participó en un ‘juicio’ contra el agente que, al parecer, había sido el culpable de la pérdida de un cargamento de droga. Las autoridades norteamericanas afirmaron en su momento que Gordo Pepe fue quien pidió US$2 millones para liberarlo.
Sin embargo, para Gordo Pepe su captura fue una especie de salvavidas. Poco le importó que en EE.UU, además del secuestro, lo procesaran por pertenecer a una red de narcotráfico que enviaba desde Colombia toneladas de cocaína a Puerto Rico —por su colaboración recibió una condena a más de 10 años de cárcel—. Antes de que se radicara en Orlando, Jiménez Castañeda supuestamente estaba siendo perseguido por distintos jefes paramilitares que lo querían silenciar, ya que conocía, al parecer, la causa real de la muerte de Vicente Castaño.
Gordo Pepe se desmovilizó en 2006 junto con 200 paramilitares. Informes del CTI de la Fiscalía establecieron que este hombre, que vivía en Medellín, tuvo que salir del país, porque para esa época recibió amenazas de varios de sus comandantes, como Diego Fernando Murillo, alias Don Berna, y Jesús Ignacio Roldán Pérez, alias Monoleche, ya que al haber sido el administrador de los bienes de Vicente Castaño, conocía muchos secretos que debían permanecer ocultos. Supuestamente quien lo ayudó fue Poncho Berrío.
Este último le brindó posada y protección en uno de sus apartamentos en Guayaquil (Ecuador). Sin embargo, su paradero dejó de ser anónimo y fue cuando por recomendación de Berrío partió a Estados Unidos. En ese momento Poncho Berrío era uno de los jefes paramilitares que permanecían ocultos, pero que tenía gran importancia por sus cercanos lazos con la familia Castaño. Luego se conoció que este comandante ‘para’ rindió varias declaraciones contra políticos que tuvieron nexos con las autodefensas.
Por ahora la muerte de Vicente Castaño sigue siendo un misterio. Hay versiones encontradas sobre la realidad de los hechos, como que el Gobierno estuvo detrás de su ejecución. Pero algo claro para la Fiscalía es que en el tema de bienes las investigaciones están muy avanzadas. Este golpe contra dos de sus grandes testaferros es una muestra de que las haciendas y fincas, de las que se apropiaron a sangre y fuego —especialmente en Córdoba— no seguirán ocultas y en manos de terceros.
Varios han sido los intentos de la Fiscalía para dar con el paradero de la gran cantidad de bienes que estaban a nombre de los hermanos Castaño y también de las tierras despojadas que terminaron a nombre de terceros. El más reciente paso que logró la Unidad Especializada de Extinción de Dominio fue el proceso de embargo de 22 bienes muebles e inmuebles que estaban a nombre de dos de los testaferros del extinto comandante paramilitar Vicente Castaño. Se trata de Bayron Alfredo Jiménez Castañeda, alias Gordo Pepe o Buñuelo, y de Jesús Alfonso Berrío, alias Poncho Berrío, y su núcleo familiar.
Después de rastrear más de 20 propiedades, entre apartamentos, lotes y fincas en Antioquia, Córdoba y Bolívar, las autoridades hallaron irregularidades en la adquisición de catorce bienes, siete vehículos —entre ellos un camión, un bulldózer y cuatro buses— y en la composición de dos sociedades. Asimismo, al analizar las declaraciones de renta de Gordo Pepe, Poncho Berrío, y la esposa de este último, Adriana María García, se encontraron incrementos injustificados de sus recursos. Por ejemplo, de Jiménez Castañeda se halló que en 1992 tenía un patrimonio de $31 millones, en 2003 alcanzó un pico de $1.262 millones y ya en 2011 le disminuyó a $555 millones.
De Berrío se encontró que de 1992 hasta 2004 —después no se encontraron más registros de este hombre, quien es considerado una de las manos derechas de Vicente Castaño— pasó de tener una fortuna de $92 millones a una de $2.200 millones. En cuanto a Adriana García, quien comenzó a declarar renta desde 2004, evidenció que su patrimonio no tuvo grandes variaciones entre 2004 y 2011, siempre osciló ente $138 millones y $400 millones. Sin embargo, la hipótesis de la Fiscalía, y por el cual ordenó el secuestro de las propiedades de la esposa de Poncho Berrío, es que la mujer manejó las finanzas de la familia después de que él entrara en el radar de las autoridades por sus vínculos con paramilitares.
Pero la historia de estos dos hombres, quienes eran manos derechas de Vicente Castaño, es bastante particular. En diciembre de 2007 Gordo Pepe fue capturado en Orlando (Estados Unidos) por delitos relacionados al narcotráfico y por el secuestro de un agente encubierto del ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos), ocurrido en Medellín el 13 de diciembre. Según se estableció, Jiménez Castañeda participó en un ‘juicio’ contra el agente que, al parecer, había sido el culpable de la pérdida de un cargamento de droga. Las autoridades norteamericanas afirmaron en su momento que Gordo Pepe fue quien pidió US$2 millones para liberarlo.
Sin embargo, para Gordo Pepe su captura fue una especie de salvavidas. Poco le importó que en EE.UU, además del secuestro, lo procesaran por pertenecer a una red de narcotráfico que enviaba desde Colombia toneladas de cocaína a Puerto Rico —por su colaboración recibió una condena a más de 10 años de cárcel—. Antes de que se radicara en Orlando, Jiménez Castañeda supuestamente estaba siendo perseguido por distintos jefes paramilitares que lo querían silenciar, ya que conocía, al parecer, la causa real de la muerte de Vicente Castaño.
Gordo Pepe se desmovilizó en 2006 junto con 200 paramilitares. Informes del CTI de la Fiscalía establecieron que este hombre, que vivía en Medellín, tuvo que salir del país, porque para esa época recibió amenazas de varios de sus comandantes, como Diego Fernando Murillo, alias Don Berna, y Jesús Ignacio Roldán Pérez, alias Monoleche, ya que al haber sido el administrador de los bienes de Vicente Castaño, conocía muchos secretos que debían permanecer ocultos. Supuestamente quien lo ayudó fue Poncho Berrío.
Este último le brindó posada y protección en uno de sus apartamentos en Guayaquil (Ecuador). Sin embargo, su paradero dejó de ser anónimo y fue cuando por recomendación de Berrío partió a Estados Unidos. En ese momento Poncho Berrío era uno de los jefes paramilitares que permanecían ocultos, pero que tenía gran importancia por sus cercanos lazos con la familia Castaño. Luego se conoció que este comandante ‘para’ rindió varias declaraciones contra políticos que tuvieron nexos con las autodefensas.
Por ahora la muerte de Vicente Castaño sigue siendo un misterio. Hay versiones encontradas sobre la realidad de los hechos, como que el Gobierno estuvo detrás de su ejecución. Pero algo claro para la Fiscalía es que en el tema de bienes las investigaciones están muy avanzadas. Este golpe contra dos de sus grandes testaferros es una muestra de que las haciendas y fincas, de las que se apropiaron a sangre y fuego —especialmente en Córdoba— no seguirán ocultas y en manos de terceros.