“Pitirri”: el ventilador de la parapolítica en Sucre que vive exiliado y esquivando amenazas
Jairo Castillo Peralta, alias Pitirri, pasó de vender gallinas y dulces a convertirse en el jefe de seguridad de un poderoso financiador de las AUC en los años 90. Su paso por el grupo paramilitar lo hizo testigo y conocedor de hechos que llevaron al exilio desde hace 19 años.
Las noticias más recientes de Jairo Castillo Peralta, alias Pitirri, están relacionadas con atentados y amenazas contra su vida o la de sus familiares. La más reciente ocurrió en febrero de este año y apuntaba a su hijo. “Estás identificado, sabemos que eres el hijo del Pitirri, si no te contactas con él para que deje el proceso en contra de Álvaro García Romero, te metemos un plomazo, estás avisado”, dice el panfleto dirigido contra el joven que vive en Colombia y quien tenía apenas dos años de edad cuando su padre salió huyendo de la muerte hacia el exilio en Canadá. (Lea también: JEP admite a Álvaro “El Gordo” García a cambio de información nueva sobre parapolítica)
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Las noticias más recientes de Jairo Castillo Peralta, alias Pitirri, están relacionadas con atentados y amenazas contra su vida o la de sus familiares. La más reciente ocurrió en febrero de este año y apuntaba a su hijo. “Estás identificado, sabemos que eres el hijo del Pitirri, si no te contactas con él para que deje el proceso en contra de Álvaro García Romero, te metemos un plomazo, estás avisado”, dice el panfleto dirigido contra el joven que vive en Colombia y quien tenía apenas dos años de edad cuando su padre salió huyendo de la muerte hacia el exilio en Canadá. (Lea también: JEP admite a Álvaro “El Gordo” García a cambio de información nueva sobre parapolítica)
Y es que “Pitirri” se convirtió en el mayor dolor de cabeza para algunos parapolíticos de Sucre que, por cuenta de sus testimonios, terminaron enredados y condenados por las autoridades judiciales. La historia de Jairo Castillo Peralta es la de un campesino analfabeto, oriundo de Pisa (Majagual, Sucre), que terminó como comandante de seguridad de un prestigioso terrateniente y ganadero, catalogado como el mayor financiador de paramilitarismo en la región, Joaquín García Rodríguez.
En ese rol, conoció y participó de los crímenes más atroces promovidos por los paramilitares en su afán de expulsar y exterminar al frente 35 de las Farc, que para época hacía presencia y control en el territorio. En esa cruenta guerra ocurrió una de las masacres más dolorosas y recordadas de la historia del país: la masacre de El Salado, ocurrida en febrero del año 2000, que duró casi cuatro días y dejó cerca de un centenar de personas acribilladas a manos de los paramilitares. Varias veces ha hablado “Pitirri” sobre los determinadores de esta masacre, pero su testimonio ha sido controvertido.
La semana pasada el exjefe paramilitar Salvatore Mancuso lo denunció por falso testimonio y calumnia, luego de que “Pitirri” insistiera ante el programa Los Informantes que la principal promotora de la masacre fue Enilce López, alias La Gata, una poderosa empresaria del chance en la Costa, Sucre y Bolívar que fue condenada a nueve años de prisión por haberse aliado con paramilitares. La versión de Jairo Castillo Peralta es que el móvil del sangriento crimen fue una venganza de “La Gata” por el asesinato de uno de sus hermanos y el robo de 400 cabezas de ganado de su propiedad. (Le puede interesar: Proceso de extinción a “La Gata” debe volver a comenzar por errores de la Fiscalía)
Pero más allá de los cuestionamientos frente a las afirmaciones de alias Pitirri, lo cierto es que este hombre se ha dedicado a ventilar los secretos de la parapolítica en la región y sus testimonios lo han convertido en el principal testigo en investigaciones judiciales contra reconocidos políticos como el exsenador Álvaro García Romero, conocido también como El Gordo García; el exsenador Mario Uribe y el exgobernador de Sucre Salvador Arana. Sus revelaciones fueron también pieza clave en la investigación que adelantó la fiscal Yolanda Paternina quien, antes de concluir una exhaustiva indagación que comprendía todo el aparataje paramilitar en la región, fue acribillada por dos sicarios en 2001.
Pero ¿de dónde salió “Pitirri” y cómo llegó a codearse con la élite paramilitar? La verdad es que Jairo Castillo Peralta no era un hacendado resentido con la guerrilla, ni mucho menos y, tampoco era un político que buscó alianzas para llegar al poder. Era un campesino analfabeto que lo único que quería era hacer plata para salir de pobre y ayudar a sus papás y a sus ocho hermanos. Por eso decidió no estudiar y ponerse a trabajar en cuanto pudo. Trabajó en un bar, en una casa de citas en Sincelejo (Sucre) y vendió gallinas, marranos y dulces.
Cuando la vida le estaba sonriendo y parecía que los esfuerzos daban frutos, montó una gasolinera llamada “Pitirri”, como le decía su familia y que luego se convirtió en su alias. En esa época conoció a muchas personas adineradas de Magangué (Bolívar) que luego se convirtieron en poderosos políticos y hacendados, según contó en su más reciente entrevista en Los Informantes. Para acercarse a ellos y “hacerse amigo” les llevaba una gallina y esa era su forma de relacionarse con quienes llevaban la vida que él soñaba. Sin embargo, la situación de “Pitirri” se complicó.
La guerrilla empezó a vacunarlo. Lo extorsionaron hasta dejarlo en la quiebra, tuvo que cerrar la gasolinera y buscar escondedero. Según cuenta, lo veían como objetivo militar porque él se sentaba a beber con policías, entonces creían que era “un sapo”. Pero resultó que mientras se escondía de la guerrilla, lo encontraron los paramilitares. Le aseguraron que él su familia eran guerrilleros y que la orden de arriba era asesinarlos, pero que le tenían un negocio “para dejar a su familia quieta”. Fue así como en 1996 “Pitirri” pasó a ser parte de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).
Asegura que el general Rodrigo Quiñonez, quien para entonces era coronel de la Infantería de Marina, le ordenó que trabajaría como informante para la institución, por lo que debía darles razón de los guerrilleros que se movilizaban en la zona, sin embargo, a los dos días, su función cambió. Cuenta que un poderoso ganadero de Sucre lo requería como guardaespaldas, entonces pasó a cuidarle el paso a Joaquín García Rodríguez, un hombre catalogado como armador y financiador de las AUC en la zona. (Noticia relacionada: ‘La Policía de San Onofre dejó pasar a las autodefensas’)
“Yo necesito un hombre resentido con la guerrilla que trabaje conmigo, de jefe de mi seguridad, que si tienes que matar, mates; que dé la vida por mí. Tiene $300.000 pesos de sueldo mensual”, le dijo el ganadero a “Pitirri”, tal y como este lo aseguró en dicho programa. El caso es que alias Pitirri pasó llegó a ser el jefe del esquema de seguridad de su patrón quien lo llevó a conocer a importantes figuras políticas como el exgobernador de Sucre, Miguel Nule Amín (padre Miguel y Manuel Nule), condenado a más de 28 años de prisión como determinador de la masacre de Macayepo, en la que murieron 12 campesinos.
“Pitirri” explica que para los paramilitares era clave quedarse con el dinero de las regalías y el control del departamento, de ahí su interés por posesionar a los mandatarios locales de su conveniencia quienes les garantizaban impunidad, financiación y movilidad. En esa carrera por quedarse con los puestos políticos a costa de lo que sea, afirma “Pitirri”, los paramilitares asesinaron a los candidatos que representaban una amenaza. Así, contó, fue como el exrepresentante Eric Julio Morris, se quedó con la Alcaldía de Sincelejo (Sucre). Morris fue el primer congresista condenado a seis años de prisión por parapolítica.
Pero la historia de “Pitirri” en las AUC fue más bien corta. Para finales del año 2000 ya se había convertido en un informante clave de la Fiscalía para avanzar en desvelar los verdaderos alcances del paramilitarismo en Sucre. Jairo Castillo Peralta prendió el “ventilador” y sus escandalosas declaraciones contra la dirigencia política de esa región le causaron innumerables amenazas que lo llevaron a salir del país exiliado hacia Canadá. Aunque el testimonio de “Pitirri” se había convertido casi en una “revelación divina”, en 2001, durante la administración del exfiscal Luis Camilo Osorio, su testimonio fue desechado.
Por eso, en 2003, la Fiscalía engavetó el expediente del exgobernador sucreño Salvador Arana, quien poco después fue favorecido con un auto inhibitorio. Años más tarde, Arana, quien fue ficha política del hacendado y exsenador Álvaro García Romero, sería condenado por la Corte Suprema de Justicia a 40 años de prisión. El alto tribunal determinaría que García y Arana no fueron simples políticos que tuvieron nexos con los paramilitares, sino que ellos mismos crearon e impulsaron estos grupos criminales.
En todo caso la Fiscalía se ensordeció frente a las palabras de “Pitirri”, pero su detallada confesión caló en la Corte Suprema de Justicia que empezó a escarbar en la espinosa trama del paramilitarismo y la política colombiana. Hoy sus investigaciones tienen al ex parlamentario Eric Morris condenado a seis años de prisión; al excongresista Jairo Merlano condenado en julio de 2011 a ocho años y tres meses de prisión; al exsenador Álvaro García condenado a 40 años de prisión; al exgobernador Salvador Arana, quien estuvo prófugo de la justicia hasta 2008, a 40 años de prisión; y al exsenador Mario Uribe (primo del expresidente Álvaro Uribe), condenado a siete años y medio.
El ventilador de “Pitirri” obligó a la Fiscalía a revisar sus decisiones respecto de las masacres de Pichilín-Colosó (diciembre del 96), El Salado (febrero de 2000), Macayepo (octubre de 2000), Chengue (enero de 2001) y el asesinato de la fiscal Yolanda Paternina Negrete (agosto de 2001). Todos estos crímenes fueron cometidos por las autodefensas. Todos estaban casi en la impunidad y sólo el testimonio de Castillo Peralta sembró nuevas luces en los investigadores para direccionar los expedientes. Fue gracias a su testimonio que se conocieron los múltiples homicidios que dejó la barbarie paramilitar en Sucre.
Muchos de estos cadáveres —se calcula que por lo menos 500— fueron enterrados en fosas comunes en la finca El Palmar, por orden del desaparecido paramilitar Rodrigo Mercado Peluffo, alias Cadena (condenado a 37 años y nueve meses de prisión por el asesinato de la fiscal Paternina). De igual modo, Pitirri señaló que Jorge Luis López, hijo de la empresaria del chance Enilse López, alias La Gata, era quien se encargaba “de sobornar a los bajos mandos del departamento y a algunos miembros del CTI”, de tal manera que cuando llegaban las órdenes de captura, se las entregaban primero a él, quien alertaba a los demás miembros de las autodefensas.
Jorge Luis Alfonso López fue alcalde de Magangué y también se encuentra en la cárcel purgando una condena de 29 años de prisión por el crimen del periodista Rafael Enrique Prins Velásquez perpetrado el 19 de febrero del año 2005. El comunicador venía develando detalles sobre el mandatario regional y su familia —incluida su madre— y fue baleado por dos sicarios contratados por el exalcalde en inmediaciones del Parque de la Energía, en ese municipio de Bolívar. El fallo que lo condenó concluyó que “Alfonso López no solo era integrante de las autodefensas en Magangué, sino que las lideró y promovió”. (Noticia relacionada: JEP le cierra sus puertas al hijo de Enilce López “La Gata”)
Castillo Peralta le ha dicho a la justicia que que el ex parlamentario Álvaro García Romero fue el autor intelectual del asesinato del ganadero Juan Carlos Cure Ramírez, y que los paramilitares dieron muerte al comerciante Samuel Restrepo, socio de las Apuestas Permanentes de Sucre, para quedarse con esa empresa y extender el poderío paramilitar bajo la legítima fachada de ese negocio. En todas sus declaraciones siempre ha resaltado, con nombres propios, la protuberante colaboración de miembros de la Fuerza Pública con las Autodefensas. Según él, también Mario Uribe Escobar se benefició del paramilitarismo para hacerse a varios predios en el Bajo Cauca antioqueño.
Lo cierto es que para las autoridades en Colombia, Jairo Castillo Peralta es un testigo veraz y todas sus declaraciones han puesto en aprietos a reconocidos políticos. Por eso, no es increíble que sicarios hayan llegado hasta Canadá con el objetivo de silenciarlo, más porque “Pitirri” ha dicho tener más información, aun sin revelar, sobre el homicidio de la fiscal Yolanda Paternina. Mientras tanto, vive de un lavadero de carros en su lugar de exilio, dice estar arrepentido y promete seguir colaborando con la justicia colombiana como forma de purgar sus “pecados”.