Profesores le apuntan a leer la tierra con ciencia para buscar a los desaparecidos
Un equipo de geólogos e ingenieros de las universidades Antonio Nariño y de Cundinamarca aplican técnicas de sus disciplinas para detectar fosas donde puede haber cuerpos enterrados. Sus investigaciones ya han sido publicadas en revistas científicas, pero hacen un llamado a que las autoridades utilicen estas técnicas en campo.
Felipe Morales Sierra
“Aquí es”, dijo el profesor Carlos Martín Molina, señalando un perímetro de 5x10 metros rodeados por una cerca. A simple vista parecería un corral para animales, vacío. Si no se sabe lo que hay allí, podría pasarse de largo. Pero resulta que debajo de la tierra, en ese punto, el lugar más alto de la sede que tiene en Usme la Universidad Antonio Nariño, podría haber la llave para impulsar la búsqueda de miles de personas desaparecidas durante el conflicto armado colombiano. Lo que está señalando Molina, geólogo de profesión y también formado como antropólogo forense, es un laboratorio forense a cielo abierto. Uno que ya ha dado resultados positivos, revisados por pares.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
“Aquí es”, dijo el profesor Carlos Martín Molina, señalando un perímetro de 5x10 metros rodeados por una cerca. A simple vista parecería un corral para animales, vacío. Si no se sabe lo que hay allí, podría pasarse de largo. Pero resulta que debajo de la tierra, en ese punto, el lugar más alto de la sede que tiene en Usme la Universidad Antonio Nariño, podría haber la llave para impulsar la búsqueda de miles de personas desaparecidas durante el conflicto armado colombiano. Lo que está señalando Molina, geólogo de profesión y también formado como antropólogo forense, es un laboratorio forense a cielo abierto. Uno que ya ha dado resultados positivos, revisados por pares.
(Lea también: JEP ordena a la ANI que garantice búsqueda de desaparecidos en el canal del Dique)
El corral no está vacío. Debajo hay cuerpos de cerdos enterrados, en fosas simuladas, que, como explica el profesor Molina, “recrean las atrocidades cometidas por paramilitares de descuartizamiento. Son fosas de 60 centímetros, por 60, con 50 de profundidad”. Las cavaron en febrero de 2020 y ahora, dos años y medio más tarde, son casi imperceptibles para ojos poco entrenados. Esa es la realidad en muchos sitios donde puede haber víctimas de desaparición en el país. Para eso es este laboratorio. Con drones o aeronaves pilotadas a distancia –RPA, por sus siglas en inglés– y equipos de geofísica, podrían detectarse las fosas en vastas áreas mucho más rápido.
Así, al menos, concluyen los estudios que han hecho el profesor Molina y su equipo, que incluye a otros docentes de la Universidad Antonio Nariño, la de Cundinamarca y Keele University (Reino Unido). En un artículo revisado por pares que publicaron este año en la revista científica Journal of Forensic Sciences, el equipo escribió: “Las implicaciones del estudio sugieren que, a pesar de su pequeño tamaño sobre terreno, las tumbas de víctimas de homicidios desmembradas pueden ser captadas mediante RPA y métodos geofísicos si los datos se recopilan, procesan y visualizan con cuidado”. Un aliciente para Colombia, donde se calcula que hay más de 100.000 desaparecidos.
(Le puede interesar: Para una sociedad democrática, hay que redoblar la búsqueda de desaparecidos: UBPD)
El ingeniero Fernando Ávila, profesor de la Universidad de Cundinamarca y parte del equipo investigador, explica así cómo funciona lo que hacen: “Cuando hay una excavación, por ejemplo, para una fosa, hay una alteración del subsuelo. Cuando se vuelve a rellenar, el suelo se consolida y, en ese proceso, se conforman unos patrones geométricos dónde se excavó”. Es decir, el suelo donde hay un enterramiento no se parece al suelo que lo rodea. Los forenses que buscan a los desaparecidos, por eso, llegan a un terreno donde tienen información de que puede haber un cuerpo, dividen el perímetro y lo escanean visualmente. Si hallan una anomalía, excavan.
No obstante, mucho se les puede escapar en esa labor. Ahí es donde entran los geólogos, como Molina, y los ingenieros, como Ávila. “Nosotros trabajamos la parte de teledetección satelital y la Universidad Antonio Nariño, la parte de geofísica. Ellos trabajan con ondas, analizando el subsuelo. El radar y demás equipos penetran el suelo y analizan su densidad; al hacerlo, van a encontrar anomalías si llegara a haber fosas o elementos extraños. Nosotros trabajamos también con ondas, pero a nivel satelital”. La información que recopilan la analizan en software especializados y les permite inferir que en determinado lugar puede haber una fosa.
(Lea también: En cementerio de Puerto López podrían estar 30 desaparecidos)
Para eso es el laboratorio a cielo abierto. Los siete investigadores y los dos profesores han monitoreado el corral que hicieron en la Universidad Antonio Nariño con drones y con equipos de geología, como el georradar o el tomógrafo eléctrico. Hasta ahora, en sus estudios han podido detectar las fosas, pero el último artículo que publicaron sugiere hacer más estudios similares en otros suelos, con otros climas y ambientes, para mejorar los métodos. A pesar de ello, el profesor Molina es entusiasta: “con el uso de la tecnología vamos a poder evaluar toda un área, sin que queden espacios con incertidumbre, como generalmente sucede cuando esto se hace de forma manual”.
Ávila explica que “estas tecnologías ya se están implementando en otras partes, como Argentina o África. En Colombia a veces somos un poco alejados de esa sinergia entre la academia y la práctica, pero lo que buscamos es precisamente eso: que estas tecnologías se implementen en campo”. Ahora bien, Molina aclara que estas técnicas ya las han utilizado autoridades como la Fiscalía o la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas, aunque lo hacen de manera esporádica. Él mismo ha estado en comisiones de la Fiscalía en las que han empleado métodos de la geología para identificar fosas comunes y han tenido buenos resultados.
(Lea también: ¿Quién protege los bienes de los desaparecidos forzadamente?)
Pero en últimas, depende de la buena intención de un funcionario de sumarse a lo que hasta hace poco, era un experimento. Ahora hay evidencia de que esta metodología puede funcionar. Molina cree que, con el manejo adecuado, los resultados de sus investigaciones pueden servir para acelerar la búsqueda y aliviar el dolor de cientos de miles de personas que desconocen el paradero de sus seres queridos. Y, en ese sentido, el profesor hace una advertencia: “Si solo acudimos a los testimonios y no tenemos en cuenta la geofísica, los drones, la sedimentología, van a quedar muchas personas enterradas en algún lugar del país sin que logremos ubicarlas”.