Quiero ser una fiscal que dé pocas opiniones: habla Luz Adriana Camargo
En entrevista con El Espectador, la recien nombrada fiscal habló del hecho de que sea una mujer quien llega a lo más alto del búnker, así como del enfoque de género que implementará. También se refirió a casos sensibles como el de Nicolás Petro y a un asunto que quiere evitar a toda costa: la política.
A Luz Adriana Camargo Garzón aún le cuesta decir: “La nueva fiscal”. Por tradición y costumbre, sigue diciendo: “El fiscal”. Eso sí, es consciente de la responsabilidad y compromiso que tiene por haber sido elegida de una terna de solo mujeres para llegar hasta lo más alto de la cúpula de la Fiscalía. A estos retos se refirió en entrevista con El Espectador, donde también habló de un momento en el que se sintió en desventaja solo por ser mujer. Camargo tiene claro que no será una fiscal política y que, contrario a lo que dicen sobre su relación con el ministro de Defensa, Iván Velásquez, es una funcionaria completamente independiente.
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A Luz Adriana Camargo Garzón aún le cuesta decir: “La nueva fiscal”. Por tradición y costumbre, sigue diciendo: “El fiscal”. Eso sí, es consciente de la responsabilidad y compromiso que tiene por haber sido elegida de una terna de solo mujeres para llegar hasta lo más alto de la cúpula de la Fiscalía. A estos retos se refirió en entrevista con El Espectador, donde también habló de un momento en el que se sintió en desventaja solo por ser mujer. Camargo tiene claro que no será una fiscal política y que, contrario a lo que dicen sobre su relación con el ministro de Defensa, Iván Velásquez, es una funcionaria completamente independiente.
¿Qué representa para usted que haya sido elegida por primera vez de una terna exclusiva de mujeres?
Soy la primera fiscal elegida de una terna de mujeres, pero la segunda fiscal general (la primera fue Viviane Morales). Para mí es un gran orgullo y un gran reto, porque a las mujeres se nos juzga con mayor rigor en cargos de alta responsabilidad. Yo tengo un compromiso con las mujeres: tengo que hacer muy bien la tarea, ser muy seria, muy competente y ese es mi propósito. Para lograrlo ya tengo un plan. Yo no llego a la Fiscalía ver qué voy a hacer, pues desde que fui incluida en la terna me tracé un plan sobre cómo hacer esta tarea tan difícil que es la persecución penal.
¿Cuál es esa idea con la que espera llegar?
Desde el momento en que inició la Fiscalía, hasta hoy, han pasado muchas cosas con la criminalidad: se ha vuelto cada vez más compleja y las organizaciones criminales ya no se dedican a un solo delito. Sí, algunas se especializan en algo, pero prestan servicios a otras de mayor calado. Mi visión y aproximación hacia ese fenómeno es con un enfoque diferencial. Yo quiero hacer un mapeo de lo que pasa en los territorios, partiendo de su realidad, y no trabajar con fórmulas genéricas globalizantes. Esa es mi aproximación inicial, que demanda una metodología distinta porque se trata de hacer un diagnóstico por regiones de qué es lo que está pasando. Una cosa es lo que sucede en el sur, otra en el norte y otra lo que pasa en Popayán, por ejemplo.
Pero, fiscal, ¿cómo se articula esto con el enfoque de género?
Nosotros tenemos una gama de delitos que son muy complejos y tienen que ver con la violencia contra la mujer. En los últimos años, de hecho, ha habido un esfuerzo por trabajar estos temas desde la Fiscalía y yo lo mencionaba de hecho en mi presentación ante la Corte Suprema de Justicia, pero creo que también hay que avanzar un poco más hacia cómo alimentamos el sistema de prevención desde el sistema de persecución penal.
¿Ya tiene una idea de cómo implementar eso?
Sí. En ese tema, lo que me parece muy importante es leer las alertas. Necesitamos un sistema de correlación con otras organizaciones del Estado, pues esto no es solo una tarea de la Fiscalía, sino que involucra a otros actores, como el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y las Comisarías de Familia. La Fiscalía no es propiamente una entidad dedicada a la prevención, pero nosotros sí podemos generar mucha información que permita hacerla, no solo en delitos relacionados con violencia de género, sino también en otras conductas punibles.
¿Qué prejuicios alrededor de ser mujer la han afectado en su vida?
Esa pregunta es durísima porque yo no soy un buen ejemplo en ese sentido.
¿Cómo así?
No he sentido discriminación por razones de género. Cada cual habla de cómo le va en la película, y la verdad es que la Rama Judicial tiene muchas mujeres. Yo pedí la información de cuál es la distribución de mujeres y hombres. Por ejemplo, en la Fiscalía me reportan que hay alrededor de 11.500 hombres y 10.800 mujeres. Está parejo. Pero a medida que la pirámide se achica, la participación de la mujer en la Rama Judicial suele ser menor y eso es una realidad. Esto de la terna de mujeres fue toda una novedad, pues casi siempre eran ternas de hombres y eso no sorprende a nadie. Las ternas de hombres son perfectamente naturales, pero la terna de mujeres es la gran innovación. Yo creo que esto debería ser algo más, no algo destacable. El poder judicial y la comunidad jurídica tienen mujeres destacadas que pueden estar en una terna sin que se vuelva ningún acontecimiento, pero lo fue y eso de alguna manera indica que sí hay una mirada distinta respecto a la participación de las mujeres en estos cargos de alto poder.
Entendemos que no ha sido protagonista de esa película de los prejuicios, pero ¿se ha sentido encasillada de alguna forma en su carrera como abogada, fiscal, magistrada o en su rol de mamá?
Es difícil combinarlas. No deja de existir ese síndrome del abandono. La Rama Judicial es muy exigente y demandante en tiempo, entonces probablemente en el desarrollo del trabajo alguna vez uno sí ha podido decir: “Oiga, ¿y qué pasa con mi familia y mis hijos?”. Yo quisiera también mencionar que esa gran cantidad de mujeres en la Fiscalía, por ejemplo, demandan también un ambiente laboral amable que sea razonable con los roles que cumplimos diferencialmente hombres y mujeres. El rol de la crianza, por ejemplo. Por fortuna, ya lo asumen también los hombres, pero seguimos asumiéndolo mucho más las mujeres. Entonces, hay que generar espacios donde las mujeres que tienen hijos menores de edad puedan tener acceso a guarderías dentro de las instalaciones. Eso es algo que la Fiscalía puede hacer. Yo le pregunté esto a la administración saliente y ellos sí hicieron un esfuerzo en esto. Sigue siendo un esfuerzo pequeño para el tamaño de la entidad y la cantidad de mujeres que trabajan en ella, pero seguramente será un propósito mío.
¿Cómo cree que se podría involucrar a los hombres en las luchas contra las violencias basadas en género?
El mejor aliado que tenemos nosotros en esto son los hombres con perspectiva de género. Es fácil hacer la tarea cuando las mujeres son parte de esas luchas, pero creo que genera más impacto cuando quien las abandera hace parte del supuesto género dominante. Entonces sí, yo creo que la participación de hombres puede aportarnos mucho en que esas luchas resulten acertadas y victoriosas.
¿Ha sentido alguna desventaja en otros procesos o momentos de su carrera profesional por ser mujer, por ejemplo en la Fiscalía o en la Corte?
Tal vez sí, y curiosamente no en la Fiscalía ni en la Rama Judicial. Hay escenarios que parece que son muy abiertos, como las organizaciones sociales. En ese ambiente, donde hay una presencia femenina tan fuerte, a veces es muy curioso que la palabra termina siendo no tan importante. Hay ciertos paradigmas respecto a quién tiene la verdad y me parecía muy curioso por la proximidad de poder de algunos hombres muy empoderados dentro de ese ámbito. Ellos eran quienes mandaban la parada. Me pareció curioso, porque era un ambiente bastante influido por una fuerte presencia femenina.
¿Fue en Colombia?
Sí.
¿Podría ser más específica sobre el lugar?
Prefiero no referirme a eso.
Su elección estuvo marcada por varios momentos críticos. El asedio al Palacio de Justicia, por supuesto, pero también la renuncia inesperada de Amelia Pérez. ¿Cómo vivió ese momento en el que se dio cuenta de que podía ganar?
Yo estaba con mi esposo y unos excompañeros de trabajo de la Corte, y no lo vi como un momento en el que podía ganar, sino como uno en el que todo se podía enredar. Fue exactamente lo contrario a verme elegida. Fue un momento de mucho estrés, porque no sabíamos qué decisión iba a tomar la Corte frente a la renuncia que presentó la doctora Amelia, a la cual no me quiero referir porque me parece totalmente respetable. Lo que podía decidir la Corte era algo muy incierto que podía alargar el proceso. Yo celebro… ¿cómo no celebrar la decisión que tomó la Corte? Mi nombramiento ya está demandado y se discutirá ante el Consejo de Estado su legalidad, aunque creo que es perfectamente legal y que fue una muy buena decisión para el país.
Y otro momento fue cuando se hicieron evidentes los sesgos machistas y la intromisión de su vida privada en la elección. ¿Cómo vivió este asunto?
Creo que cada candidata tuvo su problema a cuestas. A mí se me tildó de poco independiente porque tenía “cercanía” y había trabajado con el ministro de Defensa, Iván Velásquez. Lo que quiero decir es que todo esto es una narrativa que no necesariamente está conectada a lo que pasa en la Corte. Es decir, aquí hay un mundo de especulación a partir de lo que está sucediendo y de la lectura que hacen ciertos sectores de cómo transcurre este proceso de elección. La verdad es que en la Corte el proceso es muy complicado, porque esto es mucho más que presentar una hoja de vida para un cargo de gerente de una empresa. Uno tiene que demostrar, no frente a una persona, sino frente a 23, que le cabe el país en la cabeza, que entiende una entidad tan compleja como la Fiscalía y que es capaz de manejarla con independencia. Esa no es una tarea que se logre de la noche a la mañana.
Aparte de eso, tengo que reconocer que, al menos hablo por mí, no soy una persona conocidísima. Yo soy una persona que se la ha pasado en la Rama Judicial, que estaba en Colombia trabajando con un bajo perfil. De hecho, no me atribuyo ninguna investigación como mía. Trabajo en colectivo y he dirigido equipos de investigación grandes y siempre he considerado que esas investigaciones, buenas, regulares o malas, son de equipos de trabajo y no solo mis investigaciones. Tengo también que reconocer que era necesario darme a conocer y explicar quién soy, para que, a partir de mis actos, puedan entender si soy o no una buena candidata. Creo que logré persuadir a la Corte y eso es lo único que tengo que decir, porque también ha habido una serie de especulaciones y narrativas que me parecen francamente irrespetuosas e irresponsables.
Usted ha mencionado que su única bandera es “defender la autonomía de la Rama Judicial”, pero también se ha hablado de su cercanía con el ministro Velásquez. ¿Cree que esto pueda afectar su discurso de independencia e imparcialidad?
No. Creo que el hecho de que haya trabajado con el ministro representa una ventaja para el trabajo de colaboración armónica que tenemos que desarrollar cada uno desde sus competencias. El Ministerio de Defensa tiene a cargo a la Policía y yo tengo a cargo la Fiscalía, que tiene la función de Policía Judicial. Ahí necesitamos trabajar muy de la mano y creo que ese trabajo previo que tuvimos nos va a ayudar. El trabajo de colaboración no significa que haya alguien que tira línea y dice cómo va a ser el trabajo. Lo que va a hacer la Fiscalía será con un equipo mío basado en lo técnico y en fortalezas jurídicas para que tengamos una Fiscalía mucho más eficiente. El tema ahí son los “cómo” porque los “qué” son lo más fácil. Ahí es donde estamos concentrados, sobre todo con una visión de modernización de la entidad que no significa reingeniería, porque la Fiscalía es lo suficientemente fuerte. Lo que buscamos es una reorientación de sus focos de atención desde este enfoque regional que pretendemos impulsar.
Esta semana se supo que el Clan del Golfo aceptó la invitación del presidente Petro a un proceso de paz. ¿Cree en estos diálogos sin sometimiento a la justicia?
Ese proceso está en eso: en proceso. Yo lo que he dicho es que el Gobierno tiene la competencia de mantener el orden público, eso es de su entero resorte y de definir cuándo el orden público está alterado y cuáles son los mecanismos para superar esas dificultades, que en nuestro caso son muy profundas. La Fiscalía juega un papel ahí que es bastante paradójico, creo yo. Frente al Clan del Golfo, y otras organizaciones criminales que operan en los territorios, el trabajo de la entidad es ser un disuasor que lleve a esos grupos a los procesos de sometimiento cuando ese sea el mecanismo.
Entonces usted cree en un proceso con sometimiento…
Creo en un proceso con salidas alternas. El sistema acusatorio que yo tengo que poner a funcionar en la Fiscalía se basa en eso, en que la mayoría de los casos terminen por acuerdos, negociaciones, principios de oportunidad, mediación o conciliación, y que la minoría de procesos lleguen vía acusación a un juicio. Por eso yo creo en los acuerdos, creo que esa es una forma y no la veo como una mala salida. No hay sistema judicial que sea capaz de procesar el 100 % de los delitos que se cometen, ni siquiera los sistemas que tienen una delincuencia baja. Nosotros, que tenemos una criminalidad tan nutrida, pues tenemos que fortalecer esos mecanismos.
¿Ya sabe en qué casos va a declararse impedida?
No. La fiscal general no lleva casos y no dirige directamente investigaciones. En cuanto a la dirección global, por así decirlo, de las pesquisas, yo diría que no tengo impedimentos. No he pescado ninguno aún, pero tendría que revisarlo y me comprometo a ello.
Como jurista, ¿ve viable una constituyente?
Yo quiero ser una fiscal que dé pocas opiniones como Luz Adriana. Creo que necesitamos una moderación en los pronunciamientos. El fiscal tiene una labor constitucional que es investigar delitos. Además de todo, esta mención del presidente Petro sobre la constituyente no está decantada. No creo que sea responsable referirme en este momento a este tema. Sí hay una mesa de reforma, que lidera el ministro de Justicia. Yo me reuní con él, me invitó a ser parte de ese trabajo y me parece importante, porque hay unas reformas necesarias para el sistema penal acusatorio y la jurisdicción penal. Son reformas que voy a apoyar.
Usted llega a lo más alto de la Fiscalía, luego de tres fiscales cuyas administraciones se vieron manchadas por escándalos de supuestos favorecimientos o cercanía con el gobierno. Eduardo Montealegre, con el caso Saludcoop; Néstor Humberto Martínez, con Odebrecht, y Francisco Barbosa, con su cercanía al gobierno Duque y luego como protagonista de la oposición al actual gobierno. ¿Cree que le dejaron la vara muy baja?
Prefiero no pronunciarme.
Teniendo en cuenta esas tres administraciones, ¿el país puede esperar algo diferente de Luz Adriana Camargo?
Yo espero y voy a poner todo mi empeño en que sí. Yo le pido al país un acto de fe. Quiero ser una fiscal sin agenda política, estar dedicada al trabajo y tener más Fiscalía y menos fiscal. Espero que los fiscales trabajen con independencia, buenos métodos y buena priorización. Espero que se haga de forma seria, ordenada y controlada. Sí va a haber responsabilidades desde los territorios, como yo lo quiero, porque quiero a un director que esté empoderado, pero también debe haber un ejercicio de control respecto a esa actividad desde el despacho de la fiscal.
Usted mencionaba que no quiere ser una fiscal política. Sin embargo, ¿qué tan independiente se siente de un presidente que públicamente siempre está presionando por decisiones a su favor, en especial en los casos de su hijo y de Laura Sarabia?
Muy independiente. Esos casos, como todos los demás, tienen que adelantarse bajo la premisa de que se tienen que tomar las decisiones que sean, pero todo bajo la evidencia. Además, en el caso del hijo del presidente, el expediente ya está en juicio.
Usted vuelve a la Fiscalía tras 20 años de haberse ido y la impunidad sigue alcanzando cifras críticas. Es probable que regrese y muchos de los casos que usted tuvo siguen abiertos o fueron archivados, y esas víctimas nunca tuvieron justicia y quizá nunca la tendrán. ¿Qué les dice a esas personas que siguen esperando respuestas de un sistema de justicia que les ha fallado?
Les digo qué vamos a hacer un gran esfuerzo para resolver esos problemas, empezando por unos diagnósticos bien juiciosos. Creo que también hay que fortalecer los mecanismos alternativos para resolver un caso, pues no todo tiene que llegar hasta un juicio o una sentencia condenatoria. Esa no puede ser siempre la salida. También creo que hay que sincerar un poco más el discurso sobre qué estamos haciendo y qué no. Claro que somos susceptibles a la crítica, indudablemente tenemos mucho por mejorar. Por eso va a ser muy importante el ejercicio que queremos hacer en el empalme para saber en qué estado estamos recibiendo a la Fiscalía. Puede que sea peor de lo que creemos, pero puede ser mejor. Yo no quiero hablar del tema hasta cuando hayamos tenido el empalme. Y probablemente tampoco hable, sino que actúe, ¿no? Mi intención no es poner un espejo retrovisor para tirar culpas. ¿Eso para qué sirve? Lo importante es ver cómo podemos trabajar. No me parece una tarea imposible.
¿Qué es lo que más le preocupa?
Ay, todo me preocupa. El tamaño del país y el tamaño de la criminalidad. Me preocupa ser asertivos a la hora del diagnóstico, porque del buen diagnóstico puede depender en buena parte el éxito de la tarea que tengo. Me preocupa ser también muy asertiva sobre mi equipo de trabajo, pues quiero tener el mejor al lado mío. Quiero a un equipo serio, responsable en lo técnico, con buen fundamento jurídico que en verdad permita que hagamos cosas buenas.
¿Cómo va la conformación de ese equipo?
Está el vicefiscal que, será Gilberto Guerrero, un excelente jurista y tal vez quien más conoce el sistema penal acusatorio en el país. Yo trabajé con él en la Corte Suprema en la época de la parapolítica, cuando ambos éramos magistrados auxiliares. Luego pasó a la Fiscalía, porque ganó el concurso para fiscal delegado ante tribunales, sacando el primer puesto; además, es profesor universitario. Es una persona con toda la trayectoria y todos los quilates para ser el vicefiscal. Por otra parte, tengo a un compañero, un excelente jurista, que es Hernando Barreto Ardila, hoy magistrado auxiliar de la Corte. Es profesor de Derecho Penal del Externado y es una persona muy ponderada que será el delegado ante la Corte Suprema. Y la otra persona clave será Deicy Jaramillo, delegada para los territorios, quien tendrá una responsabilidad muy grande. Es una persona que lleva toda la vida en la Fiscalía, tiene experiencia en el sistema de Justicia y Paz y hoy está en la Dirección especializada contra las Violaciones a los Derechos Humanos.
¿Martha Mancera, actual fiscal encargada, volverá a su cargo ante el Tribunal de Cali?
Lo que conozco del tema es que a la doctora Mancera ya le salió su resolución de pensión. Yo esperaría que entre en retiro, pues sería lo ideal, ya que estuvo en la administración pasada y tuvo responsabilidades de gestión. Creo que cumplió un ciclo importante en la Fiscalía.
¿Qué ha pensado en cuanto a que las investigaciones por homicidios de líderes sociales dejen de ser “esclarecidos” con apenas una imputación o captura, y en lugar de ello sean debidamente juzgados y sancionados? Esa tendencia del esclarecimiento la impuso la administración pasada y hasta la Corte Constitucional ha llamado la atención por lo mal que se entiende ese esclarecimiento en crímenes tan graves como estos.
Yo siento que las administraciones pasadas han fluctuado entre dos extremos en el tema de líderes sociales. Por un lado, la persecución penal dirigida contra autores materiales de estos homicidios. Yo tuve la oportunidad de participar en una investigación sobre patrones de sistematicidad para poder determinar si en estos casos existían estos patrones. Pudimos detectar que en una gran cantidad de homicidios de líderes, firmantes de paz y defensores de derechos humanos, durante los últimos seis años, hay una muy buena porción, si no la mayoría, que fueron cometidos por sicarios bajo la modalidad de sicariato. El dato es muy revelador porque la persecución penal se enfocó justamente en eso en detectar a los autores materiales de los crímenes. Eso es un avance.
¿Y el segundo extremo?
Que cuando se tuvo clara esa modalidad de sicariato, se evidenció otro indicador: que detrás de los hechos hay crimen organizado. Ahí es donde nos pasamos al otro extremo: había que mapear la región donde hubiera sucedido el caso, identificar las bandas y los líderes. Ahí está lo preocupante: o se iba en su contra haciendo la imputación de todos los homicidios o declarándolo objetivo militar y dándole de baja. ¿Qué problema causa esto? Que cuando uno desarticula una banda criminal a medias, ellos mismos promueven el ascenso de los mandos medios. Se reacomodan y siguen adelante. Tenemos que ser mucho más consistentes en la lectura del fenómeno y del ataque a ese fenómeno criminal. Por eso creo que hay que fortalecer la Unidad de Investigación Especial, que surgió a raíz de los Acuerdos de Paz de 2016, pues está destinada a desmantelar a las organizaciones sucesoras del paramilitarismo que, precisamente, están presentes en los territorios donde hay más asesinatos de líderes. Este es un compromiso pendiente y hay que impulsar a esta unidad.
El asesinato del fiscal paraguayo Marcelo Pecci mostró cómo el crimen organizado y el narcotráfico son un monstruo de proporciones monstruosas en toda la región que, a pesar de su letalidad, no tiene una respuesta organizada por los organismos de la región. ¿Cómo se podría promover la cooperación internacional en la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico?
Así como decimos que estos fenómenos criminales tiene tantas manifestaciones y que Colombia tiene que verse de diferentes maneras, igual de importante es que entendamos que estas organizaciones macrocriminales no actúan solo en Colombia. Por eso necesitamos plantearnos estrategias serias, primero a nivel regional y probablemente con Norteamérica. Tenemos que establecer lazos de colaboración judicial. Siento que esas relaciones internacionales quedaron muy bien en esta administración saliente. Todo lo que funcione lo voy continuar, porque yo no llego aquí a inventarme la rueda. Hay que fortalecer el trabajo con fiscales de otros países y agencias contra las drogas. Pero creo que hay otras miradas que hay que involucrar. Mientras el narcotráfico sea un delito, por supuesto que la Fiscalía debe perseguirlo. Además, ese es un delito altamente lesivo porque trae consigo otra serie de conductas: corrupción , desplazamiento u homicidios. Creo que en esto, todos los aliados son importantes. Nosotros tenemos una tragedia humanitaria alrededor del narcotráfico.
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