Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
A los paramilitares no les bastó con desangrar a Urabá a punta de masacres. Con acabar con los sindicatos y otros movimientos sociales y extorsionar a los pequeños empresarios hasta acabarlos. Por ello se dieron a la tarea de crear un movimiento con un nombre tan rimbombante como mentiroso: Por un ‘Urabá grande, unido y en paz’. Una fachada para esconder sus atrocidades y revestirlas de legitimidad. Pero no estuvieron solos en esta cruzada. Contaron con el apoyo de decenas de dirigentes que han sido capturados conforme han pasado los años. Al cierre de esta edición, 32 presuntos socios de los paramilitares en esta campaña para apoderarse del Urabá fueron detenidos por la Fiscalía, entre ellos, el alcalde de Turbo (Antioquia), William Palacio Valencia.
El burgomaestre –exasesor del exgobernador de Antioquia, Luis Alfredo Ramos, hoy detenido por sus presuntos nexos con los ‘paras’– fue señalado por Fredy Rendón Herrera, alias El Alemán. El exjefe paramilitar dijo que cuando Palacio fue gerente del hospital de Turbo, “la organización armada le mandaba los enfermos para que fueran atendidos. Además, recibió apoyo cuando fue candidato a la alcaldía de Turbo en el año 2003”.
De acuerdo con las autoridades Palacio y otros dirigentes regionales fueron apoyados por las autodefensas y por el excongresista Ramón Antonio Valencia, ya condenado por sus lazos con este grupo armado, para llegar a la alcaldía. El actual alcalde de Turbo ha manifestado que no conoce a El Alemán y que jamás se ha reunido con paramilitares. A su vez, junto a Palacio cayeron cinco exalcaldes de municipios antioqueños. Se trata de José Leonardo Perea Lenis de Mutatá, Alejandro Verdaza Paternina de Arboletes, Edilberto Antonio Ávila de Carepa, José Hidalgo Banguero de Apartadó y Jorge William Pérez de San Pedro de Urabá.
Según la Fiscalía todos ellos hicieron parte de este cuestionado movimiento que –de acuerdo con la Corte Suprema de Justicia– no fue otra cosa que “un acuerdo, pacto, tratado, confabulación o ‘manguala’, entre los paramilitares del Urabá, bloques Bananero, Arles Hurtado y Élmer Cárdenas, con dirigentes políticos locales, para así, unidos o fusionados, hacerse al poder político de la zona y llegar hasta el Congreso de la República”.
Y lo lograron: obtuvieron una curul en la Cámara de Representantes —que fue ocupada, en menos de cuatro años, por cuatro personas ya condenadas y que fueron conocidas como Los Cuatrillizos: Manuel Darío Ávila Peralta, Jesús Enrique Doval Urango, César Augusto Andrade y Estanislao Ortiz Lara— y una en el Senado, ocupada por Rubén Darío Quintero Villada y Humberto de Jesús Builes Correa. Sentenciados en 2010 y 2009 respectivamente.
Sus logros llevaron a que Rendón Herrera, arquitecto de gran parte de estos proyectos, replicara esta iniciativa en Córdoba y Chocó. En el primero de estos dos departamentos impulsó el llamado Pacto de Marizco (Margen Izquierda de Córdoba) con el que los paramilitares se apoderaron de esta zona y promovieron la llegada al Congreso de Mario Salomón Nader y Reginaldo Montes —ya condenados por sus nexos con los paramilitares—. En Chocó, por su parte, El Alemán promovió un proyecto conocido como Proyecto Político Regional del Darién Chocoano, que llevó al Congreso a Odín Sánchez Montes de Oca y Édgar Eulises Torres.
El método era sencillo: aplacar a la gente a punta de bala y luego ‘sugerirle’ unos candidatos para el Congreso. El exjefe paramilitar Éver Veloza García, alias H.H., sostuvo al respecto que en la región del Urabá “todo el mundo sabía que ese proyecto lo manejó las autodefensas”; que se trabajaba en las comunidades “con las armas”, “con el terror”, “generando masacres y muertes”, a través de lo cual lograban obediencia y “respeto”; que lo que se hizo fue “llamar al orden” y decir “acá se va a sacar una sola lista”, reuniendo todas las fuerzas políticas de la región a través de delegados; que se hicieron votaciones en asambleas públicas para aparentar legalidad en la escogencia, pero se “manipularon” porque los candidatos estaban “escogidos”.
El objetivo no era otro que “acrecentar su poder ilícito desde la política en todas las dimensiones, es decir, crecer, fortificarse, expandirse, para dominar más, violentar más, avasallar más, oprimir más, etcétera. Y quienes tomaron esas ‘banderas’ sumándose a tal propósito, líderes políticos de todos los niveles que se dejaron permear, fueron agentes funcionales al paramilitarismo; les dieron fuerza, los promocionaron”, precisó la Corte Suprema de Justicia.
Es por ello que las autoridades no sólo han capturado excongresistas sino también exalcaldes, exconcejales, dirigentes regionales y varios empresarios que se aprovecharon de esta manguala para sacar adelante sus megaproyectos agroindustriales. Igualmente, no es la primera vez que se da un operativo similar, en 2010, por ejemplo, fueron capturadas 26 personas por nexos con el paramilitarismo, entre ellas, el entonces alcalde de Arboletes (Antioquia), Gustavo Germán Gutiérrez. El ente investigador continúa tras la pista de 23 dirigentes a quienes se les ordenó su arresto. De esta forma se sigue desenredando la maraña que construyeron los paramilitares y sus socios para apoderarse del Urabá a sangre, fuego y corrupción.