Relatos sobre la infamia del secuestro en las Farc
Esta semana el antiguo secretariado de las extintas Farc reconocerá su responsabilidad en la práctica abominable del secuestro que perpetraron durante décadas en el marco del conflicto. El Espectador conoció decenas de narraciones de las víctimas que, además, sufrieron el horror del abuso sexual.
Juan David Laverde Palma
@jdlaverde9 / jdlaverde@caracoltv.com.co
Casi cuatro años después de que la JEP empezara a investigar el caso 01 de secuestro —con más de 21.000 víctimas identificadas en seis bases de datos y 3.111 acreditadas en este caso—, los días 2, 6 y 8 de junio se llevarán a cabo las primeras audiencias de reconocimiento del extinto secretariado de las Farc por este crimen perpetrado, en su mayoría, entre 1993 y 2012. Se trata del paso previo para que la jurisdicción profiera el auto de resolución de conclusiones y se puedan emitir las primeras sentencias contra estos integrantes de esa exguerrilla, convertida en partido político. Un expediente en el que también se le imputaron al secretariado otros crímenes conexos en medio siglo de conflicto como tratos crueles e inhumanos, tortura, homicidio, desaparición forzada y violencia sexual. Unas audiencias que marcarán la ruta del perdón y reconocimiento prometidos por las antiguas Farc.
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Casi cuatro años después de que la JEP empezara a investigar el caso 01 de secuestro —con más de 21.000 víctimas identificadas en seis bases de datos y 3.111 acreditadas en este caso—, los días 2, 6 y 8 de junio se llevarán a cabo las primeras audiencias de reconocimiento del extinto secretariado de las Farc por este crimen perpetrado, en su mayoría, entre 1993 y 2012. Se trata del paso previo para que la jurisdicción profiera el auto de resolución de conclusiones y se puedan emitir las primeras sentencias contra estos integrantes de esa exguerrilla, convertida en partido político. Un expediente en el que también se le imputaron al secretariado otros crímenes conexos en medio siglo de conflicto como tratos crueles e inhumanos, tortura, homicidio, desaparición forzada y violencia sexual. Unas audiencias que marcarán la ruta del perdón y reconocimiento prometidos por las antiguas Farc.
En contexto: Así será la primera audiencia de reconocimiento de Farc por secuestro en la JEP
En enero de 2021, en un documento de 322 páginas, la JEP determinó los hechos y conductas atribuibles al secretariado de esa organización como máximo responsable de la toma de rehenes y otras privaciones graves de la libertad. Allí estableció que el secuestro operó bajo tres modalidades: con fines extorsivos para financiar la guerra; como una forma de control territorial en zonas de retaguardia estratégica y, finalmente, como botín político o de canje para presionar el intercambio humanitario y lograr la libertad de guerrilleros presos. En este último grupo aparecen dirigentes políticos y miembros de la fuerza pública que estuvieron hasta catorce años en cautiverio. Para arribar a estas conclusiones, la JEP escuchó 38 versiones individuales y ocho colectivas en las que participaron 257 exguerrilleros, así como los relatos de más de mil víctimas.
Sobre esta audiencia de reconocimiento, Diego Martínez, asesor de este proceso e integrante de la Comisión Jurídica de los Acuerdos de Paz, señaló: “Desde hace cuatro años comparecientes, víctimas, abogados y la JEP hemos venido trabajando en un proceso judicial restaurativo para documentar las atrocidades que generaron el secuestro y otras afectaciones graves al derecho a la libertad. La audiencia que se realizará esta semana representará un paso más en la construcción de este camino en el que se le presentará al país y a la sociedad colombiana el reconocimiento y la aceptación de responsabilidad de estos hechos por parte del antiguo secretariado de las extintas Farc”. Esta audiencia presentará los patrones de este delito en el contexto del conflicto hallados por parte de la magistratura”.
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Reconstruir tantos años de horrores en este conflicto tan degradado no fue un camino de rosas para nadie. El secuestro humilló a las víctimas de formas inenarrables mientras el narcotráfico maniobraba en la tras escena. A pesar de la crudeza de esas formas de violencia, la exigencia de las víctimas siempre ha sido una: conocer toda la verdad sobre esa infamia. En las audiencias de los próximos días, que se harán en la biblioteca Virgilio Barco, de Bogotá, se encontrarán los siete miembros del antiguo secretariado —eran ocho, pero Juan Hermilo Cabrera, alias “Bertulfo”, falleció durante la pandemia— y algunas de sus víctimas, como el exdirigente Óscar Tulio Lizcano. La esencia del encuentro será el perdón. Pero este sería imposible sin memoria. El Espectador conoció 37 relatos de víctimas de secuestro y violencia sexual que reposan en la JEP. Aquí algunos de ellos:
Tenía solo 14 años
En julio de 1994 fui vendida a un grupo de las Farc, que me mantuvo secuestrada. Allá me abusaron sexualmente y me obligaron a portar uniforme y armas hasta que pude escapar. Tenía solo 14 años. Me tuvieron encadenada y encerrada durante meses para que accediera a tener relaciones con el comandante alias “Pincha”. Eso fue en Caquetá. “Pincha” abusó varias veces de mí y dijo que a mí me habían vendido para ser su mujer y que le pertenecía. Quedé embarazada. Por esa época una guerrillera me ayudó a escapar hacia Florencia. Tuve a mi hija después del cautiverio. Me gustaría que ese señor pagara por todo lo que me hizo y que la JEP me ayudara.
Un hijo desaparecido
Fui abusada por “el Negro Acacio”, alias “Caballo”, “Cepillito” y otros cuando fui secuestrada en el Vichada, en marzo de 2003, por las Farc. Mi secuestro fue porque fui a preguntar por un hijo que había desaparecido cuatro meses atrás. Me dijeron que yo había llegado donde ellos para darles información a los paramilitares y por eso me retuvieron durante cuatro años. Mi liberación se dio por orden de “Rodrigo Cadete”.
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Los sueños rotos
Estaba con mi hermano en Tolima cuando nos secuestraron en 2001. Me dijeron que yo sabía por qué me estaban reteniendo. Me requisaron, me amarraron y me subieron vendada a la cajuela del carro. Me sacaron del pueblo y una vez allí me bajaron del carro en una parte oscura. Uno de ellos me hizo desnudar y empezó a tocarme todo el cuerpo apuntándome con un arma. Me hacía muchas preguntas sobre la Sexta Brigada.
Estuvo varias horas presionándome y en un momento eyaculó sobre mi espalda. Resistí y no di ninguna información. Me llevaron después donde el comandante “Jerónimo”. Con una filmadora y un portátil me entrevistó. Así pasé varios días amarrada del cuello y de los pies. Solo me podía levantar para hacer mis necesidades. El párroco del pueblo hizo gestiones para liberarme, pero tuve que retirarme del trabajo de la Sexta Brigada donde me desempeñaba llevando la contabilidad de los casinos. Salí viva, pero con todos los sueños rotos. Sin trabajo, sin poder seguir estudiando y sin la familia, porque no pude volver a ese pueblo del Tolima.
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Afectada toda la vida
En 1991 el frente 17 nos obligó a participar en una marcha campesina a todos los comerciantes de Caquetá. Estábamos reunidos en un parque del pueblo cuando se me acercó un guerrillero de civil y me hizo subir a una moto. Yo tenía 7 meses de embarazo. Salimos de allí y el tipo se desvió por un camino destapado hasta que llegamos donde alguien al que le decían “jefe”.
El señor me dijo que mi esposo no había pagado las vacunas y yo le contesté que él estaba fuera de la región por el sepelio de un hermano. Le dije que vivía con mis dos hijos y que lo buscaran a él. Esa noche el tipo de la moto me empezó a violar. Yo sentía que mi estómago se movía por todos lados. Él le dijo a alias “el Diablo” que me tuviera de las manos. Luego de terminar ese tipo también me violó. Me dejaron tirada ahí y al día siguiente me llevaron al pueblo para seguir la marcha. Esos guerrilleros se fueron y yo quedé con esta afectación para toda la vida.
Truncaron mi proyecto de vida
Ocurrió en 2005 en el Cauca. En esa época vivía con mis padres y hermanos y me dedicaba a la agricultura. Allí hacía presencia la columna Jacobo Arenas. Uno de sus integrantes, “Uriel”, empezó a acosarme. Me mandaba razones, me vigilaba. Un sábado después de un partido de fútbol apareció y me apuntó con un arma. Me dijo que tenía que ser su mujer o él atentaría contra mi familia. Ese día fui violentada sexualmente. Eso se repitió durante tres meses.
Después me obligó a irme con él a un campamento en Huila. Me tuvieron secuestrada junto con otras personas durante meses. Ahí les dije que necesitaba irme y que si no que me mataran. Me dejaron ir, me dieron algo de ropa y plata, pero me advirtieron que debía volver al campamento porque estaba vigilada. Logré llegar a Popayán y hablé con la Policía, pero no encontré apoyo. Me agarraron nuevamente, me maltrataron y dijeron que me iban a matar por “sapa”. Al final logré volarme y llegué a Cali. Allá supe que el Ejército había hecho un operativo en esa zona donde murieron esos tipos. Ellos me hicieron mucho daño, truncaron mi proyecto de vida y el de mi familia. Todavía me siento amenazada.
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Me hicieron abortar
En 1992 me encontraba en la finca de mi hermana, en Norte de Santander. Eran las cuatro de la tarde y llegaron las Farc. Nos llevaron a la fuerza y nos dijeron que si nos resistíamos nos mataban la familia. En un campamento nos daban órdenes y decían que al primero que desertara lo mataban. Empezaron a decirnos cómo debíamos manejar las armas que nos dieron. Encontrándome en este escuadrón comandado por “Rubén Zamora” fui víctima de un subalterno de nombre “Otoniel” que me abusó nueve veces. Quedé embarazada y me hicieron abortar. Después me pasaron a otro escuadrón del comandante alias “el Mocho”, donde un subalterno suyo abusó de mí en dos ocasiones. De ese abuso quedé embarazada de mi hija hoy. Fui reclutada contra mi voluntad.
Tengo un hijo producto de estos hechos
Vivía con mis padres en una vereda del Tolima en 1990. Las Farc llegaron a la zona e impusieron el miedo. Un día llegaron a mi casa y empezaron a golpear a mi papá. Mi mamá se puso a llorar y a gritar y la violaron en la cocina. Yo estaba aterrorizada. Tenía 15 años.Entonces me cogieron a mí, me sacaron de la casa a la fuerza y me hicieron caminar toda la noche. Yo les suplicaba que no me hicieran nada. Cerca de un río se detuvieron y me quitaron la ropa mientras me insultaban. Empezaron a violarme. Yo nunca había tenido novio. Así pasaron varios días. Finalmente me dejaron ahí. Yo deseaba estar muerta. Me volví una indigente y pidiendo limosna llegué a Bogotá. Estaba embarazada, pero no lo sabía entonces. Tengo un hijo producto de estos hechos tan atroces. A raíz de esto me vi obligada a entrar al mundo de la prostitución. Hoy soy madre de tres hijos.
Quiero saber la verdad
Fue en 2004. Yo estaba realizando un taller de prevención de minas antipersonales. Al terminar me manifestaron que estaba privado de la libertad por hacer parte de las Fuerzas Militares, pero yo era civil. Me llevaron a la selva, con cadenas. Fui abusado sexualmente en cautiverio por varios integrantes. Seis meses después fui liberado por gestión de la Cruz Roja. Como víctima, quiero saber la verdad y deseo algún día encontrarme con mis victimarios en un acto simbólico. Hoy tengo medidas de protección de la UNP, porque he recibido panfletos amenazantes.
Me empalaron
Fui secuestrada en mayo de 1997 en Guaviare. Yo era enfermera de un hospital. Ese día me montaron a una camioneta y me llevaron a un campamento de la guerrilla. Allá tenían un hospital y había secuestrados. Eso había una epidemia de hepatitis. Me dijeron que debía ponerme el camuflado. Me llevaban a combates como enfermera. Me violentaron sexualmente. Me empalaron. Me llevaron hasta el Estado Mayor del Bloque Oriental para atender heridos. En junio del año 2000 logré volarme del campamento en una reunión de cocaleros y mafiosos en la que había muchas lanchas parqueadas en la orilla. Tomé una y agarré río arriba hasta Miraflores. Luego vinieron las amenazas. Me declararon objetivo militar.
Terminé en Venezuela
En 1996, a la casa de mis padres llegó el grupo armado. Luego de una conversación con mi papá, él me dijo que me tenía que ir con ellos, que había cosas que no entendería. A los pocos días llegó un señor para llevarme. Al poner resistencia me dijeron que la vida de mi familia corría peligro. Mis padres se quedaron llorando y es la última imagen que tengo de ellos. Terminé en Venezuela, pero primero me llevaron para La Gabarra, luego a Cúcuta y al final al estado Bolívar. Allá abusaron de mí. Después de un tiempo me escapé. Estaba indocumentada, era menor de edad y no tenía comunicación con mi familia. Duré secuestrada más de un año. Durante ese tiempo yo intenté suicidarme.
Fueron nueve
Pasó en 1983. Tenía 17 años y vivía Caquetá. Mis padres les pagaban la vacuna a las Farc. Ese sábado iba a un curso en la mañana cuando me metieron a un carro y me vendaron los ojos, luego me montaron en una bestia y anduvimos mucho tiempo hasta que llegamos a un campamento, donde me pusieron cadenas en las manos y los pies. Alguien dijo: “Ahí trajimos a esa perra porque el viejo no ha pagado la vacuna”, refiriéndose a mi papá.
El jefe era alias “Chivo”. Luego de ocho días “el Chivo” y “el Botas” dijeron que se iban a cobrar conmigo. En ese momento me empezaron a violar. Hasta donde me acuerdo fueron nueve personas. Quedé inconsciente. Después me violaron otras tres veces. Duré secuestrada hasta diciembre. Me liberaron porque mi papá pagó las vacunas. Nunca los vi a ellos, porque todo el tiempo estuve con los ojos vendados.
El pánico no me dejaba gritar
En marzo del año 2000 fui secuestrada en el Valle. Un joven me tomó del cuello y me puso un arma en la cabeza. Me llevaron a una zona despoblada, me hicieron cambiar de ropa y me obligaron a subir a una camioneta blanca. Luego empezamos a caminar por mucho tiempo. Ya era de noche, me caí y me tronché el tobillo. Llovía mucho y me cargaron. A medianoche llegamos a un rancho donde un hombre de camuflado se me presentó como comandante del frente sexto de las Farc. Me dijo que estaba retenida y que pedían por mí $1.000 millones para comprar armas.
Me encerraron en un cuarto frío y dormí en un colchón viejo. Al día siguiente este hombre abusó de mí y se fue. Me quedé con cinco hombres que durante cinco días me dieron agua y me cambiaban de lugar en las noches. Ese comandante venía cada semana y abusaba de mí y no podía ni gritar por el pánico. Vivía enferma por el frío y los que me cuidaban me torturaban psicológicamente. Finalmente, el 30 de abril me dejaron libre por una operación de persecución del Gaula.
Una bandera blanca
Éramos un grupo de personas que íbamos a votar. Llegamos a Bojayá (Chocó) en octubre de 2004, pero desde la mañana había enfrentamientos entre el Ejército y la guerrilla. Arrancamos en un bote, pero antes de llegar al caserío la guerrilla nos retuvo. Éramos siete hombres y yo la única mujer. Me metieron a un monte y a los hombres los dejaron en una escuela. Me llevaron donde un señor gordo al que los guerrilleros le decían “jefe”. Yo le decía que me dejara ir y él decía que no. Abusó de mí. Yo me resistía y él me pegaba. Cuando se cansó, pasó el avión fantasma, iniciaron los disparos y yo corrí y me metí al colegio. En el pueblito colocaban una bandera blanca y una guerrillera nos decía que cuando pasara el avión tomáramos la bandera y la batiéramos para que vieran que éramos civiles.
Le dije que no sabía de enfermería
En 2002 fui víctima de secuestro y violación sexual. Fue en Antioquia. Yo me encontraba con mis papás y una noche un guerrillero llegó a la casa y me sacó porque necesitaban gente para curar unos heridos. Le dije que no sabía de enfermería, pero igual me llevó a otro lugar, una casa. El tipo tenía un fusil y me obligó a entrar con él a un cuarto y me pidió que me desnudara. Le dije que él me había llevado a curar unos heridos y que para qué me tenía que quitar la ropa. Me dijo que tenía que obedecer y me golpeó en la cara. Me resistí. Entonces me amenazó con el fusil y abusó de mí. Me dejó retenida toda la noche preguntándome por el Ejército y por la gente de la vereda.
Pagar la vacuna
Fue en 1997. Estaba en la finca de mi esposo extranjero en el Meta. A las 8 de la noche tiraron la puerta y me encañonaron. Me dijeron que eran del frente 27. Reclamaban que no habíamos pagado la vacuna y que por eso nos iban a secuestrar. Ellos querían $500 millones. Nos metieron por el río Ariari, nos vendaron los ojos y a mi esposo se lo llevaron para otro lugar. Me amarraron las manos, me pusieron botas y me taparon la cara. Esa noche me metieron a un lugar para dormir sobre un plástico y ahí había dos tipos. Me dieron ganas de orinar y ahí abusaron de mí.
Al otro día me sacaron de ahí. Yo me sentía destrozada. Me montaron a un campero, llegamos a una vereda y allá seguían exigiéndome dinero. Al final me soltaron, me dieron $10 mil para el transporte, pero antes me amenazaron, que no podía decir nada. Después de un tiempo logré llegar a la finca. La esposa del encargado me ayudó con las heridas que tenía, pues me habían cortado el estómago. Posteriormente fui al médico y estaba embarazada. Tuve que practicarme un aborto ya que no quería tener un hijo fruto de una violación.