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En la mañana del 5 de julio de 1989, la ya conmocionada Bogotá por la violencia del narcotráfico se estremecía con el rumor de un ataque con granadas y subametralladoras a la residencia del embajador de los Estados Unidos, Tomas McNamara, en el barrio Chapinero. Horas después, las autoridades clarificarían que se trataba de una operación militar en un edificio cercano, Altos del Portal, ubicado en la diagonal 76 #2-70, en la que murieron cuatro presuntos miembros de grupos de justicia privada al servicio de los esmeralderos.
Según la versión oficial, un comando del Ejército, compuesto por seis oficiales y siete suboficiales, llegó a las 10:30 de la mañana al lugar en respuesta a la denuncia de un anónimo que aseguraba que en el 801 había un grupo de hombres armados. Cuando el Ejército ingresaba al edificio para realizar un allanamiento, supuestamente, fueron recibidos con disparos y granadas. Tal fue la impresión por las detonaciones, que el grupo de marines que cuidaba al embajador se movilizó frente al edificio, pensando que era una toma por parte de un grupo ilegal.
Después de un enfrentamiento que duró alrededor de 20 minutos, los uniformados reportaron que el operativo dejó como resultado la muerte de Carlos Julio Torres Ángel, concejal de Chía que tenía una orden de captura en su contra por los cargos de falsedad; Jorge Humberto León Rubiano, quien estaba siendo investigado por un homicidio; Ricardo Chincara Carreño y una cuarta persona de la que no se conocía la identidad. Los militares también aseguraron, como lo reportó El Espectador en la edición del 6 de julio de 1989, que se habían encontrado tres rockets, 300 tacos de dinamita, fusiles, subametralladoras y documentos que “podrían relacionar el grupo que ocupaba el recinto con el narcotraficante Víctor Carranza”.
Cuando los jueces de instrucción realizaban los levantamientos y las Fuerzas Militares recorrían el edificio en busca de otros miembros del supuesto grupo armado, las personas afuera del edificio vieron a un hombre con el torso desnudo pidiendo auxilio por una de las ventanas del octavo piso. Este, Ángel Gaitán Mahecha, gritaba “yo soy hermano del alcalde de Chía y me van a matar, me están obligando a decir cosas que yo no sé". Al salir del edificio, escoltado por varios agentes del DAS, Gaitán Mahecha dijo a los medios: “Esto lo hizo Gacha. Pagó 200 millones por esto”.
Gaitán Mahecha era un socio de Víctor Carranza en las minas de Muzo que ya había sobrevivido a un atentado asociado a la guerra de las esmeraldas contra Gonzalo Rodríguez Gacha, también conocido como El Mexicano. El 27 de febrero de 1989, un grupo de 20 hombres con prendas militares llegaron a una celebración de Gilberto Molina, esmeraldero, narcotraficante y financiador de grupos paramilitares, y abrieron fuego contra los hombres presentes, entre los que estaba Ángel Gaitán Mahecha. Este se salvó del ataque, que dejó un saldo de 19 personas fallecidas, al tirarse al piso y hacerse el muerto.
Se descubre la verdad
En un principio, las declaraciones del sobreviviente pasaron desapercibidas. Sin embargo, en medio de las investigaciones por el operativo, comenzaron a verse inconsistencias. Un testimonio de un Policía que participó de la toma del edificio declaró que Jorge Humberto León Rubiano había sido asesinado en estado de indefensión por el Capitán Jorge Coy Núñez, comandante de la operación, De acuerdo al uniformado, el oficial hizo que León Rubiano se acostara en el piso y luego le disparó en el pómulo izquierdo.Tras indagaciones de la Justicia Militar, se encontró que en el apartamento solo hubo disparos por parte de la Fuerza Pública y que fueron los uniformados los que activaron las granadas que habían alertado a los marines. Además, la investigación arrojó que los cuatro muertos no hicieron uso de la fuerza y que fueron asesinados con disparos a muy corta distancia. Dentro de todas estas irregularidades, también se supo que el escuadrón del Ejército entró al edificio violentando al celador y sin contar con la orden judicial necesaria para el allanamiento.
Investigaciones realizadas por la Procuraduría revelaron que los oficiales participes de la operación -el mayor Isauro Hernández, comandante de las Fuerzas Especiales Urbanas; Gustavo Oswaldo Rojas, capitán de la Armada; Jorge Milton Coy Núñez, capitán del Ejército; y los sargentos Ricardo Antonio Ramos, Álvaro de Jesús Mazo y Germán Antonio Mena Porras- recibieron dineros del narcotraficante Gonzalo Rodríguez Gacha para asesinar a las personas que estaban en el apartamento, incluyendo a Gaitán Mahecha. Las autoridades judiciales concluyeron que El Mexicano quería silenciar a estos cinco porque estaban trabajando como informantes para la DEA.
Por esta acción, los militares pagados por Rodríguez Gacha fueron condenados a prisión por la justicia penal militar y destituidos por la Procuraduría. Además, la Sección Tercera del Tribunal Administrativo de Cundinamarca encontró a la nación como responsable de la muerte de Jorge Humberto León, por lo que ordenó pagarle una indemnización a la familia. Al final, la operación de Torres del Portal pasó como un suceso violento más en el convulso 1989. No obstante, fue una pequeña muestra de lo que se venía cocinado en el país: la alianza entre grupos paramilitares y miembros de la Fuerza Pública.
Un líder paramilitar en la sombra
Luego de las investigaciones, se perdió el rastro de Ángel Gaitán Mahecha por varios años. Se volvió a saber de él el 11 de diciembre de 1998, cuando lo detuvieron en una fiesta en Bogotá. Fue acusado y enviado a prisión por el secuestro de tres escoltas del narcotraficante Leónidas Vargas y por la conformación de grupos paramilitares. Según testimonios de Jorge Victoria, alias “Capitán Victoria”, ante Justicia y Paz, este fue el enlace entre los hombres de “Martín Llanos” y Víctor Carranza en la incursión paramilitar a los Llanos Orientales.
Ya en prisión, Gaitán Mahecha organizó a los paramilitares capturados para enfrentar a los guerrilleros que también estaban detenidos. Además, fue señalado como uno de los autores intelectuales del secuestro, tortura y ultraje sexual de la periodista Jineth Bedoya, ocurrido el 25 de mayo de 2000, cuando la comunicadora hacía los trámites para ingresar a la cárcel Modelo a entrevistar a unos jefes paramilitares para aclarar veladas amenazas contra varios periodistas de este diario.
En diciembre de 2001, Ángel Gaitán Mahecha, único sobreviviente de dos ataques ordenados por Gonzalo Rodríguez Gacha, fue asesinado en el pabellón de máxima seguridad de La Picota. De acuerdo con las investigaciones, Luis Augusto Bernal, presunto miliciano de las Farc, le disparó en varias oportunidades.