“Se puede ser policía satánico y buena persona”: Andrés Parales cuenta su historia
En entrevista con El Espectador, Andrés Parales conocido como el policía satánico, cuenta su historia y explica su manera de ver el mundo y que tiene una investigación en su contra.
Jhoan Sebastian Cote
Andrés Camilo Parales Rueda es el auxiliar de policía satánico de Bucaramanga, que inició un proceso de tutela contra la Policía por su derecho a la libertad de culto. Es creyente de la biblia satánica de Anton Lavey, un texto que lo anima a dejar su cabello tan largo como quiera, como signo de rebeldía ante las ideas socialmente impuestas. Lo único que se lo impide es que está bajo las reglas de una institución tradicionalmente conservadora, a la cual le hace serios cuestionamientos, pues incluso lo han obligado a recitar la oración católica de la Policía. En entrevista con El Espectador, el uniformado pide que no lo miren como un “bicho raro”, pues realmente sí quiere ser policía. Y como la entidad le está haciendo el quite, espera tener una oportunidad en los bomberos, donde lo dejen hacer lo que más le gusta: ayudar.
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Andrés Camilo Parales Rueda es el auxiliar de policía satánico de Bucaramanga, que inició un proceso de tutela contra la Policía por su derecho a la libertad de culto. Es creyente de la biblia satánica de Anton Lavey, un texto que lo anima a dejar su cabello tan largo como quiera, como signo de rebeldía ante las ideas socialmente impuestas. Lo único que se lo impide es que está bajo las reglas de una institución tradicionalmente conservadora, a la cual le hace serios cuestionamientos, pues incluso lo han obligado a recitar la oración católica de la Policía. En entrevista con El Espectador, el uniformado pide que no lo miren como un “bicho raro”, pues realmente sí quiere ser policía. Y como la entidad le está haciendo el quite, espera tener una oportunidad en los bomberos, donde lo dejen hacer lo que más le gusta: ayudar.
¿Cómo explicarles a los lectores que usted es satánico, pero no es una mala persona?
Se puede ser un policía satánico y ser buena persona. Independientemente del concepto erróneo que tiene la gente de las personas que somos satánicas, simplemente, el satanismo lavellano, que es el que practico, es simplemente una filosofía atea que lo que busca es la protección del Estado. El Estado laico. Al fin y al cabo lo que quiere el satanismo lavellano es de que todas las creencias convivamos en paz y el ser humano sea libre, que tenga esa libertad de decidir sobre sus preferencias personales. ¿Qué tiene que ver algo personal o la religión con el servicio de policía?
Es la pregunta que me hago. ¿En qué afecta que un policía tenga el cabello largo? ¿Que sea pentecostal y que tenga aretes? ¿Verdaderamente eso afecta el servicio de policía? ¿Qué es lo que quiere la ciudadanía? La ciudadanía quiere buenos policías. Que defiendan los derechos fundamentales tanto para católicos, evangélicos o pentecostales. Eso es lo que deberíamos ser los policías. Buenas personas. En vez de enfocarnos en temas religiosos, deberíamos garantizar esos derechos de las personas.
Usted en la primera entrevista con El Espectador hablaba de que un intendente lo tenía bajo amenaza, ¿qué ha sucedido con el caso?
Eso fue el 26 de agosto pasado. Ahí yo presenté un derecho de petición al Comando de la Policía Metropolitana de Bucaramanga, por medio de quejas y reclamos. Expliqué que, en guardia, yo le comenté a un señor intendente, de x nombre, que por motivos personales yo no podía cortarme el cabello. ¿Qué fue lo que pasó? Mi expareja me había mandado una carta. Ella meses atrás había tratado de quitarse la vida. Con ella yo tenía algo muy personal y compartíamos el mismo pensamiento filosófico sobre la libertad.
El intendente me empezó a decir que era un sindicalista, que me desnudaba en el alojamiento con pancartas. Esa noche, la del 26 de agosto, me dijo que si seguía así no iba a llegar a nada bueno, y que me van a hacer lo mismo que a Lucas Villa (manifestante asesinato durante el paro nacional de 2021). Días después presenté la primera tutela, a través de un consultorio jurídico. Pero se perdió en primera instancia. Una vez pasó eso, de la Policía me llamaron y me dijeron: “Usted tiene traslado para tal estación”. Y me dijeron que simplemente cumpla órdenes. Me sentí horrible, porque son las consecuencias, y qué más se puede hacer.
¿Hubo otros casos que lo llevaran a presentar la tutela?
Voy a colocar el ejemplo de una compañera mía, que es pentecostal. Ella no puede usar aretes o usar maquillaje. Sin embargo, la Policía la obligó. Le dijo que las normas institucionales están primero. Pero me pongo a pensar: ¿una norma disciplinaria de la Policía puede ir más allá de la Constitución? Que sepa, la Constitución es norma de normas. ¿Por qué la Policía tiene que favorecer a una sola religión? En el comando de la Metropolitana de Bucaramanga hay literalmente una Iglesia (católica) ahí metida. Hay un cura y hay un auxiliar de Policía que, al fin y al cabo, es un servidor público, acompañando al cura. Se está gastando dineros públicos para el acompañamiento de alguien religioso. Ese es su trabajo todo el día, estar pendiente de las ceremonias.
Después de darse a conocer su historia la Policía abrió un proceso disciplinario contra usted. ¿En qué va eso?
La investigación que tengo prácticamente dice que todo es por haberme negado a cortar el cabello por temas religiosos. Y ya cumplí la orden. Independientemente de lo que pase o de lo que me lleguen a acusar, esto va a mostrar un precedente gigante. Da un poco de presión, pero si acepté todo esto, también tengo que aceptar las consecuencias. Se me está señalando de desobediencia en la Policía. Y todo eso es una contradicción porque en mi folio de vida tengo una positiva de mi general, James Roa Castañeda, en donde me felicitan en Radio Policía por haber encontrado una maleta con dinero y unos documentos médicos. Con ayuda de los guardianes de la Policía en bicicleta pudimos dar con el paradero del señor y le entregamos el maletín. Fue una historia muy bonita, la verdad. Me acuerdo de que ese señor nos dio de todo, hasta un raspado. Eso fue increíble.
O también la vez que una pareja de dos mujeres que se estaban besando en el parque se estaban sintiendo incómodas porque había unas personas de cierta religión con un megáfono y les decían que los homosexuales son pecadores. Lo que siempre se dice en los parques. Se me acercaron esas personas y me dijeron: “Mire, señor agente, para que usted corra estas personas, que hay niños. Se están besando”.
Yo les dije: “¿Y por qué los voy a correr? Si los niños ven eso, están viendo una muestra de amor. Ahora, si están haciendo algo malo, algo sexual o diferente, eso sí se entiende. Pero en ningún momento están yendo más allá de la norma”. Yo les dije: “No lo voy a hacer nada. Es más, si ustedes llegan a decirles algo más a ellas, eso es discriminación y eso es un delito”. Y me les acerqué a las damas y les dije que, si les llegaba a pasar algo, yo respondía. Para algo tuve entrenamiento, porque al fin y al cabo esa es mi labor como policía: defender los derechos fundamentales.
Explíquenos mejor el tema de su cabello y cómo está relacionado con su religión…
Lo que dice la biblia satánica es que nosotros tenemos la libertad de decidir sobre nuestras propias decisiones. En lo que tiene que ver con los hombres, el cabello siempre se ha asociado a que debe ser corto porque es un estándar, cuando no debería ser así. Entonces, ¿las mujeres deben tener el cabello largo solo por ser mujeres? Lo que dice la biblia satánica es que nosotros debemos ser libres, auténticos, que debemos tener nuestros propios pensamientos, que nadie nos obligue a que tenemos que pensar así o asa. Que simplemente seamos nosotros, como nos sintamos más cómodos.
¿Cómo inició en el satanismo?
Eso es algo irónico, la verdad. Eso fue a los 15 años, cuando yo estaba en el colegio. En una de las actividades llegó una monja y yo le dije: “Mira, la verdad yo no estoy de acuerdo con estas cosas que pasan en la Iglesia, como curas que están violando, o personas que se escudan en la religión como el Ku Klux Klan, para hacer atrocidades. ¿Eso es Dios?”. Y ella me dijo: “Pues, antes de acercarse a Dios, mire si Dios es para usted”. Eso resonó mucho en mí. De ahí empecé a ver a Dios como un dictador y a Lucifer como una persona que fue rebelde. Que no quería que le impusieran cosas. Y es que uno debe ser bueno por convicción y no por temor a Dios. Eso fue lo que me enseñó el satanismo lavellano. Uno debe ser bueno. Ser una persona que no se mete en los problemas de los demás. Ser una persona que ayude, que contribuya constructivamente, que no ataque. Yo no quiero acabar con la iglesia católica, ni acabar con la misa.
¿Cómo fue la tensión de entrar a una institución tan permeada por el catolicismo?
Cuando nosotros llegábamos a inducción de la Policía, a nosotros nos obligaron a aprendernos la oración patria y la oración del policía. Nos dicen que, si no nos aprendemos eso, pues en un tiempo determinado vamos a tener acondicionamiento físico. O sea, teníamos consecuencias físicas. Nos decían: “Hágame 40 mariposas y 10 flexiones de pecho” simplemente por no querer orar o aprenderse las oraciones.
Y hay otras cosas en la institución que tienen influencia religiosa. O por lo menos decir el “Dios y Patria”, cuando ya la Corte Constitucional determinó que nosotros no estamos obligados a decirlo. Cuando me estaba aprendiendo la oración del policía, pensé que lo mejor era simplemente callarme para después no estar ahí con peleas o que después de estar en inducción me manden a algún lugar bien feo, donde no pueda estar con mi familia.
Sobre los satánicos existe un prejuicio muy fuerte y es que ustedes matan bebés...
No, yo no he matado a ningún bebe, ni nada de eso. Creo que por ahí lo máximo que yo he hecho es accidentalmente cuando piso hormigas, pero de resto no (se ríe) Incluso, la mayoría de personas piensan que los satánicos matamos gatos o hacemos cosas así. Y no. A mí el que me le llegue a hacer algo a mi gato, ahí sí se me sale. Porque mi gato es todo. Además, hay un video en mis redes sociales, donde aparecen dos perritos en la estación de Policía. Ellos llegan y se me acercan porque yo les doy comida cada rato.
Uno de los perros se llama Saúl y yo le digo: “Saúl, ¿cómo está, venga pa acá?”. Una vez un patrullero me dijo: “Uy, con cuidado lo abre o con cuidado lo mata para ir a hacer un ritual”. Yo le digo: “No se preocupe, no lo hago hoy, lo hago después”. Siempre respondo cualquier bobada. Pero la verdad, el que haga eso simplemente es un degenerado, no es un satánico, es un degenerado que quiere escusarse en una religión. Los mandamientos de la iglesia satánica se prohíbe matar bebes. De hecho, hay una parte que me gusta mucho que dice que no se debe hacer avances sexuales a menos de que la otra persona quiera. Creo que es algo que va muy bien alineado a estos tiempos. Por ejemplo, el tema de las mujeres que no quieren que las toquen, ni que las violen.
Y por eso es que, en el satanismo lavellano, yo quiero ser una persona que defiende a las personas, que esté pendiente de ellas. Como ahorita que estoy en la Policía y eso es lo que me encanta de la Policía: estar con el ciudadano, estar atendiéndolo, están motivándolo, explicándolo que haga este procedimiento o simplemente ayudándolo. Ese es el verdadero satanismo y sí, tratar de ser una buena persona, porque uno nunca puede ser 100% bueno, el que se lo diga es falso.
¿Le gustaría dejar una idea para los lectores?
El tema de la salud mental es algo que se debe tocar en la Policía. Hace unos días, un compañero intentó suicidarse. Me acuerdo de que estaba con tres compañeros ahí y la persona cogió y se apuntó la pistola en la cabeza y dijo yo no aguanto más. No lo hizo al final. ¿Cuántos policías se suicidan al año? Sí, es verdad, la Policía ofrece canales para que usted pueda decir: “Vea, me siento mal”. Pero falta algo. Un mecanismo donde se les escuche. Donde cada policía diga cómo se siente, sin tener miedo de tener una sanción disciplinaria o que les vaya a pasar algo por contar sus problemas.
Para conocer más sobre justicia, seguridad y derechos humanos, visite la sección Judicial de El Espectador.