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Son niñas, no madres: un murmullo hecho grito (Opinión en el Día de la Niña)

En el Día Internacional de la Niña, Marianny Sánchez, de Planned Parenthood Global, explica la forma en que considera que los gobiernos latinoamericanos les han fallado a las niñas sometiéndolas a distintas revictimizaciones sin garantizar sus derechos.

11 de octubre de 2023 - 08:08 p. m.
"Se les falla a las niñas sometiéndolas a distintas revictimizaciones: puertas cerradas, solicitudes no escuchadas, agresores en libertad, ausencia de redes de apoyo psicosocial; una combinación cruel que termina con niñas cuidando niños".
"Se les falla a las niñas sometiéndolas a distintas revictimizaciones: puertas cerradas, solicitudes no escuchadas, agresores en libertad, ausencia de redes de apoyo psicosocial; una combinación cruel que termina con niñas cuidando niños".
Foto: Mauricio Alvarado Lozada

No es una realidad lejana. Tenía yo 17 años y cursaba el primer semestre de la universidad cuando una de mis amigas más cercanas lo contó: un tío abuelo la había acosado cuando niña. Pocos segundos después, otra amiga del grupo lo dijo: un medio hermano mayor de edad había abusado de ella, de nueve años, una noche de vacaciones familiares.

Y es que la violencia contra las niñas, especialmente la violencia sexual, es una epidemia silenciosa que año tras año le arrebata su infancia a miles de niñas de América Latina. Esta realidad es profundamente dramática cuando también comprendemos que muchas de esas niñas, tras sobrevivir al infierno de la violencia sexual, quedan embarazadas y se ven forzadas a continuar con esos embarazos producto de una violación.

Se puede forzar de muchas formas, por acción u omisión. Por ejemplo, cuando un proveedor de atención médica se niega a interrumpir el embarazo de una niña que pone en peligro su salud, cuando un gobierno prohíbe el aborto, o cuando no se cree a las niñas y no se les permite tomar decisiones sobre su propia salud y sus proyectos de vida.

Se les falla a las niñas sometiéndolas a distintas revictimizaciones: puertas cerradas, solicitudes no escuchadas, agresores en libertad, ausencia de redes de apoyo psicosocial; una combinación cruel que termina con niñas cuidando niños.

Comprender las consecuencias no solo en la salud física, sino también en la salud mental y social de las niñas que habían sido forzadas a ser madres luego de haber sobrevivido a la violencia sexual fue lo que motivó la investigación que publicamos en 2016 en Planned Parenthood Global: Vidas robadas.

Las dolorosas revelaciones contenidas en Vidas robadas nos mostraban más detalles sobre las maternidades forzadas en la región: La mayoría de los casos eran casos de violaciones reiteradas perpetradas por familiares y hombres cercanos a las familias; un importante número de sobrevivientes consideró el suicidio como alternativa a llevar a término los embarazos resultado de las violaciones, y las niñas ya convertidas en madres rara vez regresaban a la escuela, lo que las dejaba expuestas a un futuro incierto.

Vidas robadas no fue solo una investigación, sino el inicio de un proceso que movilizó a Planned Parenthood Global y a una decena de organizaciones globales, regionales y locales para dar forma al movimiento latinoamericano Son Niñas, No Madres, con el que no sólo recordamos la prevalencia de la violencia sexual, las consecuencias y profundas secuelas de las maternidades en niñas sobrevivientes, sino también ofrecemos a la ciudadanía en pleno una ruta para sumar: un camino para pasar de la indignación a la acción, cualquiera que sea su espacio de lucha, su experticia o formación.

Y el poder de la acción se refleja en el núcleo de son niñas, no madres: el litigio internacional con el que cinco valientes sobrevivientes forzadas a la maternidad: Norma, de Ecuador, Fátima, de Guatemala, Susana y Lucía de Nicaragua, y Camila, de Perú, compartieron sus historias ante Naciones Unidas entre 2019 y 2020, exigiendo se reconozca que fueron vulnerados sus derechos, también medidas de reparación y no repetición para evitar que ninguna otra niña deba despedirse para siempre de su infancia por una maternidad forzada.

Hace solo un par de meses, Camila en Perú, allanó el camino a la justicia para las otras cuatro sobrevivientes, gracias a la decisión histórica de la ONU ante su caso, que incluye un llamamiento al gobierno peruano para que despenalice el aborto en casos de embarazo infantil.

La valentía de estas cinco niñas al romper el silencio y contar sus historias puede cambiar el mundo. Los dictámenes emanados en sus casos pueden generar estándares para el abordaje de la violencia sexual en más de 170 países firmantes del Pacto de Derechos Cívicos y Sociales.

Estas cinco niñas han hecho grito lo que a mis 17 años escuché entre murmullos, de boca mis amigas. Hoy, como mujer adulta, sueño con que la realidad de la violencia sexual y las infancias truncadas se convierta en realidad lejana, extraña, ajena, hasta desaparecer. Hoy, más que nunca, reafirmamos que son niñas, no madres.

*Marianny Sánchez es directora de comunicaciones para América Latina en Planned Parenthood Global.

Para conocer más sobre justicia, seguridad y derechos humanos, visite la sección Judicial de El Espectador.

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MHGLOPEZ(85314)20 de octubre de 2023 - 03:03 p. m.
He visto que los artículos sobre este horrendo tema quedan sin comentarios. Qué se puede decir frente a esto, prefiere uno quedarse callado, en silencio, arrebatado por la rabia y la indignación. Qué impotencia y qué dolor.
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