Yo perdono a Aida Merlano: odontólogo absuelto por la fuga de la excongresista
Javier Cely fue vinculado por la Fiscalía como cómplice en la fuga de la condenada Aida Merlano. Pese a que había evidencia de que nada tuvo que ver, el ente investigador mantuvo su tesis durante tres años y ayer, por fin, fue declarado inocente. El odontólogo habló con El Espectador sobre lo que vivió durante estos años y aseguró que perdona a Aida Merlano.
Daniel Osorio Posada
Mientras la influencer Aida Victoria Merlano Manzaneda fue condenada a más de siete años por la fuga de su mamá, la excongresista condenada Aida Merlano Rebolledo, ocurrida en octubre de 2019, el odontólogo Javier Cely fue absuelto de toda culpa. La Fiscalía lo vinculó al proceso y lo acusó de ser cómplice de la fuga, pese a que las protagonistas de la historia dijeron desde el primer día que él nada tuvo que ver. Luego de tres años de audiencias, un juez le dijo a la Fiscalía que lo que hizo con Cely fue un hecho “repudiable para el derecho penal” y lo declaró completamente inocente.
En diálogo con El Espectador, por segunda vez desde que comenzó todo el proceso penal, el odontólogo Cely volvió a llorar. Pero esta vez, de felicidad. En 2019, días después de que recobrara su libertad, luego de la captura ordenada por la Fiscalía, le dijo a este diario que estaba muerto en vida. Hoy, su situación es completamente opuesta. Pese al calvario que vivió, que no solo afectó su vida profesional, sino también su salud mental y personal, aseguró que no va a demandar a nadie y que perdona a quienes lo vincularon al proceso penal, por el que Aida Victoria Merlano Manzaneda sí fue condenada.
Usted siempre dijo que era inocente. ¿Qué siente sobre que la justicia le haya dado la razón?
Darle gracias a Dios, a mi abogado, el doctor Sergio Ramírez, a mi esposa, a mis hijos, mis hermanos y mis padres que fueron un pilar y un apoyo total para poder llevar esta pesadilla que tuve durante tres años.
¿Cómo recuerda el día de la fuga?
Lo recuerdo como el día en el que yo no tenía que estar en ese lugar y el día en que empezó mi pesadilla durante tres años.
¿Cuál fue el momento más difícil durante estos tres años?
Fue muy complicado porque tuve la necesidad de pedir ayuda psicológica. Me sentía atacado y vulnerado. Me sentía mal ante la sociedad porque me acusaban de algo que yo no había hecho. Los medios de comunicación fueron bastante fuertes contra mí. La mitad del gremio (odontología) me apoyó y la otra mitad también me juzgó. Pero gracias a Dios, a mi familia y a mis amigos, tuve esa red de apoyo. Sin ellos de pronto hubiese sido todo más terrible. No sé qué hubiera podido suceder, sobre todo los días antes de las audiencias, no comía, no dormía, me daba vómito
Hace tres años usted le dijo a El Espectador que estaba muerto en vida. ¿qué ha cambiado de esa época a hoy?
A partir de hoy vuelvo a nacer. Creo que hoy empiezo realmente una nueva vida, porque en ese momento efectivamente le dije a El Espectador que estaba muerto en vida. Eso sucedió hasta el día de ayer.
Su vida laboral y personal se vieron afectados durante este proceso, ¿considera que la absolución remedia el daño que ha tenido?
De pronto no todo el daño, pero eso era lo que buscábamos y gracias a Dios soy inocente y me absolvieron de toda culpa el día de ayer. Mi vida profesional también cambió mucho por todo eso y porque psicológicamente no me sentía bien para seguir viendo a mis pacientes.
¿Cómo está su vida profesional en este momento?
Cada día mejora muchísimo. Afortunadamente, mis pacientes sabían de la persona o el profesional que tenían y ellos me apoyaron mucho, siempre creyeron en mi inocencia. Poco a poco estoy retomando nuevamente mi vida profesional.
La familia Merlano siempre dijo que usted no tenía nada que ver en la fuga. Sin embargo, la Fiscalía insistió durante tres años en que había sido cómplice. ¿Ellas le pidieron perdón en algún momento por haberlo metido en semejante problema?
Desde el primero de octubre de 2019, que fue el día que los conocí, hasta hoy 14 de septiembre del 2022, yo nunca he tenido ningún tipo de contacto con ellos.
¿Quisiera decirle algo a ellas?
Sí. Yo quiero decirles que las perdono, o la perdono (a Merlano Rebolledo) porque me nace del corazón. También que ojalá en este momento difícil que está pasando ella y su hija se puedan pegar o unir más a Dios y a la virgen y que les dé mucha fortaleza para pasar estos momentos difíciles.
Ellas mismas han mantenido la hipótesis de que la fuga la orquestaron poderosos políticos. Sin embargo, el juez del caso rechazó esa tesis. ¿Usted se siente víctima de ellas o de esa idea de una fuga planeada por políticos?
Bueno, yo realmente no tengo ni idea de que por quién fue planeada la fuga, pero fui víctima. Me dejó muerto en vida durante estos últimos tres años.
Desde que comenzó el proceso, las dos mujeres Merlano dijeron que usted no tenía nada que ver en el caso. ¿Por qué cree que la Fiscalía insistió y lo mantuvo vinculado al caso hasta el final?
Porque creo que necesitaban un chivo expiatorio y pues era el trabajo de la Fiscalía. Yo también entiendo que era su trabajo, pero afortunadamente se pudo mostrar mi total inocencia.
Salió absuelto, pero ¿sigue creyendo en la justicia?
Sí, claro. Sobre todo en la justicia divina. Dios me mostró, junto con la justicia colombiana y mi abogado, mi total inocencia.
¿Las lágrimas que corren por su mejillas son de felicidad o de tristeza?
De felicidad. Esto que me sucedió no se lo deseó a nadie y creo que debe haber muchas personas que las han juzgado y son inocentes en muchas cosas.
¿Va a buscar alguna reparación?
No. En ese momento, no. Quiero pasar la página, disfrutar, seguir con los sueños que tuve que posponer esperando que se diera lo que tenía que darse y era mi absolución completa.
¿Quiere decirle algo al país?
Sí. Yo quisiera que las personas aprendieran a no juzgar y que se pusieran en los zapatos de los otros y entendieran un poco desde esa orilla: uno no debe juzgar a las personas.
¿Cómo consideró que los medios de comunicación manejaron su caso?
Para los medios, dos horas después de que sucedió eso, yo era cómplice. No sé qué más dijeron de mí. Acabaron con mi buen nombre y con mi honra. Pero bueno, como todos en esta vida, podemos cometer errores y hoy ya pasé la página y empezaré una nueva vida.
¿Su familia y sus hijos qué le dicen después de todo el proceso?
Están igual o más felices que yo porque vuelven a tener un esposo y un papá pensando en otras cosas y no todos los días en un juicio de una persona que era totalmente inocente.
¿Aunque tenía su conciencia tranquila en algún momento desfalleció y desconfió de la justicia?
No, siempre estuve de la mano de Dios y de la fe y sabía que yo tenía que llegar a este momento. Cada vez que empezábamos una audiencia, le pedía a Dios que estuviera también. Cada audiencia fue una batalla y cuando salíamos de ellas, salía más fortalecido porque cada vez se mostraba más mi inocencia.
¿Se arrepiente de haber tenido de paciente a Aida Merlano?
Es que no es que sea Merlano. Yo recibí una llamada de una paciente, como cualquier otro. Gracias a Dios la gente recomendaba mi trabajo. Entonces hubiera podido ser ella, Pedro, Juan, Clara o Luisa, pues esa es mi profesión. Es lo que me gusta hacer: diseñar sonrisas y que la gente sonría. Pero con ella se me dañó mi sonrisa.
Para conocer más sobre justicia, seguridad y derechos humanos, visite la sección Judicial de El Espectador.
Mientras la influencer Aida Victoria Merlano Manzaneda fue condenada a más de siete años por la fuga de su mamá, la excongresista condenada Aida Merlano Rebolledo, ocurrida en octubre de 2019, el odontólogo Javier Cely fue absuelto de toda culpa. La Fiscalía lo vinculó al proceso y lo acusó de ser cómplice de la fuga, pese a que las protagonistas de la historia dijeron desde el primer día que él nada tuvo que ver. Luego de tres años de audiencias, un juez le dijo a la Fiscalía que lo que hizo con Cely fue un hecho “repudiable para el derecho penal” y lo declaró completamente inocente.
En diálogo con El Espectador, por segunda vez desde que comenzó todo el proceso penal, el odontólogo Cely volvió a llorar. Pero esta vez, de felicidad. En 2019, días después de que recobrara su libertad, luego de la captura ordenada por la Fiscalía, le dijo a este diario que estaba muerto en vida. Hoy, su situación es completamente opuesta. Pese al calvario que vivió, que no solo afectó su vida profesional, sino también su salud mental y personal, aseguró que no va a demandar a nadie y que perdona a quienes lo vincularon al proceso penal, por el que Aida Victoria Merlano Manzaneda sí fue condenada.
Usted siempre dijo que era inocente. ¿Qué siente sobre que la justicia le haya dado la razón?
Darle gracias a Dios, a mi abogado, el doctor Sergio Ramírez, a mi esposa, a mis hijos, mis hermanos y mis padres que fueron un pilar y un apoyo total para poder llevar esta pesadilla que tuve durante tres años.
¿Cómo recuerda el día de la fuga?
Lo recuerdo como el día en el que yo no tenía que estar en ese lugar y el día en que empezó mi pesadilla durante tres años.
¿Cuál fue el momento más difícil durante estos tres años?
Fue muy complicado porque tuve la necesidad de pedir ayuda psicológica. Me sentía atacado y vulnerado. Me sentía mal ante la sociedad porque me acusaban de algo que yo no había hecho. Los medios de comunicación fueron bastante fuertes contra mí. La mitad del gremio (odontología) me apoyó y la otra mitad también me juzgó. Pero gracias a Dios, a mi familia y a mis amigos, tuve esa red de apoyo. Sin ellos de pronto hubiese sido todo más terrible. No sé qué hubiera podido suceder, sobre todo los días antes de las audiencias, no comía, no dormía, me daba vómito
Hace tres años usted le dijo a El Espectador que estaba muerto en vida. ¿qué ha cambiado de esa época a hoy?
A partir de hoy vuelvo a nacer. Creo que hoy empiezo realmente una nueva vida, porque en ese momento efectivamente le dije a El Espectador que estaba muerto en vida. Eso sucedió hasta el día de ayer.
Su vida laboral y personal se vieron afectados durante este proceso, ¿considera que la absolución remedia el daño que ha tenido?
De pronto no todo el daño, pero eso era lo que buscábamos y gracias a Dios soy inocente y me absolvieron de toda culpa el día de ayer. Mi vida profesional también cambió mucho por todo eso y porque psicológicamente no me sentía bien para seguir viendo a mis pacientes.
¿Cómo está su vida profesional en este momento?
Cada día mejora muchísimo. Afortunadamente, mis pacientes sabían de la persona o el profesional que tenían y ellos me apoyaron mucho, siempre creyeron en mi inocencia. Poco a poco estoy retomando nuevamente mi vida profesional.
La familia Merlano siempre dijo que usted no tenía nada que ver en la fuga. Sin embargo, la Fiscalía insistió durante tres años en que había sido cómplice. ¿Ellas le pidieron perdón en algún momento por haberlo metido en semejante problema?
Desde el primero de octubre de 2019, que fue el día que los conocí, hasta hoy 14 de septiembre del 2022, yo nunca he tenido ningún tipo de contacto con ellos.
¿Quisiera decirle algo a ellas?
Sí. Yo quiero decirles que las perdono, o la perdono (a Merlano Rebolledo) porque me nace del corazón. También que ojalá en este momento difícil que está pasando ella y su hija se puedan pegar o unir más a Dios y a la virgen y que les dé mucha fortaleza para pasar estos momentos difíciles.
Ellas mismas han mantenido la hipótesis de que la fuga la orquestaron poderosos políticos. Sin embargo, el juez del caso rechazó esa tesis. ¿Usted se siente víctima de ellas o de esa idea de una fuga planeada por políticos?
Bueno, yo realmente no tengo ni idea de que por quién fue planeada la fuga, pero fui víctima. Me dejó muerto en vida durante estos últimos tres años.
Desde que comenzó el proceso, las dos mujeres Merlano dijeron que usted no tenía nada que ver en el caso. ¿Por qué cree que la Fiscalía insistió y lo mantuvo vinculado al caso hasta el final?
Porque creo que necesitaban un chivo expiatorio y pues era el trabajo de la Fiscalía. Yo también entiendo que era su trabajo, pero afortunadamente se pudo mostrar mi total inocencia.
Salió absuelto, pero ¿sigue creyendo en la justicia?
Sí, claro. Sobre todo en la justicia divina. Dios me mostró, junto con la justicia colombiana y mi abogado, mi total inocencia.
¿Las lágrimas que corren por su mejillas son de felicidad o de tristeza?
De felicidad. Esto que me sucedió no se lo deseó a nadie y creo que debe haber muchas personas que las han juzgado y son inocentes en muchas cosas.
¿Va a buscar alguna reparación?
No. En ese momento, no. Quiero pasar la página, disfrutar, seguir con los sueños que tuve que posponer esperando que se diera lo que tenía que darse y era mi absolución completa.
¿Quiere decirle algo al país?
Sí. Yo quisiera que las personas aprendieran a no juzgar y que se pusieran en los zapatos de los otros y entendieran un poco desde esa orilla: uno no debe juzgar a las personas.
¿Cómo consideró que los medios de comunicación manejaron su caso?
Para los medios, dos horas después de que sucedió eso, yo era cómplice. No sé qué más dijeron de mí. Acabaron con mi buen nombre y con mi honra. Pero bueno, como todos en esta vida, podemos cometer errores y hoy ya pasé la página y empezaré una nueva vida.
¿Su familia y sus hijos qué le dicen después de todo el proceso?
Están igual o más felices que yo porque vuelven a tener un esposo y un papá pensando en otras cosas y no todos los días en un juicio de una persona que era totalmente inocente.
¿Aunque tenía su conciencia tranquila en algún momento desfalleció y desconfió de la justicia?
No, siempre estuve de la mano de Dios y de la fe y sabía que yo tenía que llegar a este momento. Cada vez que empezábamos una audiencia, le pedía a Dios que estuviera también. Cada audiencia fue una batalla y cuando salíamos de ellas, salía más fortalecido porque cada vez se mostraba más mi inocencia.
¿Se arrepiente de haber tenido de paciente a Aida Merlano?
Es que no es que sea Merlano. Yo recibí una llamada de una paciente, como cualquier otro. Gracias a Dios la gente recomendaba mi trabajo. Entonces hubiera podido ser ella, Pedro, Juan, Clara o Luisa, pues esa es mi profesión. Es lo que me gusta hacer: diseñar sonrisas y que la gente sonría. Pero con ella se me dañó mi sonrisa.
Para conocer más sobre justicia, seguridad y derechos humanos, visite la sección Judicial de El Espectador.