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Julio Reyes Copello ve las adversidades de la vida de la misma manera como identifica una disonancia en la música. Sin complicaciones la existencia sería aburrida y sin disonancias no podría haber consonancia. Por eso hace su trabajo como productor con tranquilidad y con la convicción de que lo que salga primero de su cabeza, y luego de su estudio de grabación, estará completo cuando consiga alegrar el rostro de quien lo recibe. “Los productores somos como payasos que deben hacer que los días de nuestros semejantes no sean tan crueles”, afirma el colombiano.
Recibió toda la formación académica de la Universidad Javeriana. Fue docente en la misma institución y durante una de sus asignaturas pensó que el poder transformador de la música debía tener más de los mismos mil asistentes que colman un auditorio en cada ciudad para disfrutar de un concierto, cuyo repertorio incluye las creaciones de los grandes compositores clásicos. El impacto del arte debería tener un eco mayor y eso sólo lo podría conseguir con estilos mucho más masivos.
Un 50 por ciento de la decisión de cambiar la clásica por el pop fue que siempre le ha gustado vivir dignamente, y el camino a partir de la música clásica era mucho más complejo. El porcentaje restante fue su intuición innata, una voz interior y andrógina, que le expresó que todo funcionaría mejor si pensaba para el gusto universal.
“La presión más grande en el momento creativo es, precisamente, sacarse de la cabeza la idea de que uno está haciendo algo para que le guste al público general. Lo importante es que uno siga su intuición, ese es el mejor regalo para un creativo y por eso se marcan tendencias. Creo que esa es la batalla más difícil de ganar y por eso es que la música suena tan homogénea, porque hay un grupo que cree saber qué es lo que la gente debe escuchar”, comenta Reyes Copello, quien realizó una maestría en Media Writing and Production en la Universidad de Miami.
Su primer trabajo en eso que los demás llaman grandes ligas y que él prefiere ignorar, fue por descarte. Un profesor de la maestría no alcanzó a terminar la musicalización de unas piezas navideñas para Plácido Domingo y Tony Bennett, y le endosó esa responsabilidad. Al comienzo pensó que todo sería así, majestuoso, pero no fue así. El proceso para que llegaran a él personajes como Alejandro Sanz, Marc Anthony, Jennifer López, Chayanne, Nelly Furtado y Kany García fue bien largo. Producir aquí y allá.
“Para mí, la definición de productor es aquel que está listo para capturar los momentos más brillantes de un artista. Yo no llego a imponer nada, yo soy cómplice solamente y me gusta hacer sentir bien a las personas que trabajan conmigo. Creo que he podido establecer cuándo es que hay que defender a las estrellas de ellas mismas porque son, por excelencia, autodestructivas”, dice Julio Reyes Copello, quien le acaba de producir un disco a Alejandro Sanz y a la puertorriqueña Kany García, y está en conversaciones con el italiano Zucchero y con Pedro Capó, una de las revelaciones de la música latina.
El productor colombiano está de vacaciones en el país y durante este tiempo de receso confirma que sus doce apóstoles son doce notas, porque la música ha sido como su biblia. A través del arte, Reyes Copello ha tenido acceso al paraíso. Ha ido hasta allá para hacer retratos sonoros y compartirlos con la mayor cantidad de gente posible.