Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Desde hace nueve años nació Aquelarre, un grupo mujeres diseñadoras gráficas que, con una perspectiva de género, han regresado con actividades y juegos a los lugares donde crecieron en zonas periféricas de Cauca. Su objetivo es aportar con información que, para ellas, defienda y proteja los derechos humanos, sexuales y reproductivos de los niños, niñas, adolescentes y mujeres de una región que ha sido violentamente afectada por el conflicto armado.
Ahora, además del diseño, están unidas en un equipo interdisciplinar con artistas plásticas, politólogas, antropólogas, contadoras públicas. “Nosotras no damos por sentado que la gente tiene todas las herramientas para conversar, sino que hacemos el ejercicio de generar un ambiente y material informativo de temas como el aborto, y abordarlos de forma comunitaria. El juego es parte de las dinámicas que nos ayudan a conversar”, explica Daian Alexa Muñoz, quien es una de las diseñadoras del equipo.
Más de Justicia Inclusiva: Mujeres que buscan justicia: historias que desafían la violencia de género
Las primeras integrantes de Aquelarre se conocieron en la Universidad del Cauca cuando todas estudiaban Diseño. Así lo recuerda Natalia Fernández, artista e indígena del pueblo Yanacona. Comenzaron vendiendo accesorios, ilustrando en material reciclable. Cuestionadas por una prohibición de actos profanos en la Semana Santa de Popayán (Cauca), decidieron nacer con el nombre de Aquelarre, como una reunión de brujas contestatarias, que usan de su talento para abrir conversaciones sobre sus derechos.
El Tambo, Caldono, Argelia, Santander de Quilichao, La Vega han sido algunos de los municipios impactados por el trabajo de las jóvenes. Ellas llegan y se reúnen con comunidades, entre las que han incluido pueblos indígenas. “Nuestro material lo que hace es que las personas que participan puedan opinar y hablar, en el marco del respeto, respecto a la temática. No brindamos respuestas correctas concretas de cómo deben ser los derechos sexuales y reproductivos, sino que los ponemos sobre la mesa y los discutimos para que, desde cada contexto, se pueda hablar de las realidades de cada uno”, menciona la diseñadora Fernández de cómo es este trabajo.
Lea también: “Las prácticas que eran cultura las debemos erradicar”: el grito de mujeres indígenas
Para Mónica Quevedo, ilustradora e investigadora, el objetivo del grupo es orientar una apuesta política, atravesada por el feminismo, a través de juegos y materiales pedagógicos para hablar de roles de género y labores del cuidado con niños, de sexualidad, del amor y tipos de pareja con adolescentes, de la familia. De esta manera, Aquelarre “se consolida como un laboratorio precisamente para poder construir esta narrativa con estos materiales, para hablar de derechos humanos, sexualidad, prevención de violencias basadas en género, y de interrupción voluntaria en embarazo”, dice Quevedo.
Ganadoras del primer Premio Lucy Wartenberg
Recientemente, Aquelarre fue reconocido por la Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres, durante su aniversario 25, en la primera versión del Premio Lucy Wartenberg, otorgado en honor a la antropóloga y demógrafa colombiana que trabajó por la libertad y autonomía reproductiva de las mujeres durante más de 20 años. Este premio, único en el campo del aborto, valoró la labor de personas u organizaciones de la sociedad civil al demostrar una acción con impacto social dirigida al cambio cultural relacionada con el aborto.
Le puede interesar: Romper el silencio: así combaten la violencia de género las mujeres en Urabá
El premio, según Ana Cristina González, una de las juradas, destacó que “la organización Aquelarre es una organización feminista que está en el Cauca y realiza trabajos en el territorio con poblaciones indígenas, mujeres rurales, campesinas. Están muy enfocadas en crear metodologías para abrir diálogos sobre temas de derechos sexuales y reproductivos, con un foco especial en el campo del derecho al aborto”, dice González.
“Este premio significa que el trabajo que hemos venido haciendo, retumba y sale del espacio en el que estamos. Motiva mucho. Significa que los materiales sí permiten mantener la conversación sobre estos temas”, expresa Mónica Quevedo. Es así que la meta de este laboratorio es poder ser sostenible económicamente con el tiempo, para estas mujeres es ya un proyecto de vida. “Queremos seguir creciendo, que sea un lugar para vivir de esto y apostarle a más trabajo alrededor del feminismo”, puntualiza la ilustradora Fernández.
¿Sabe qué es la justicia centrada en las personas? Visite Justicia Inclusiva de El Espectador