Así es que la ‘Comunicación Noviolenta’ cambia territorios golpeados por la guerra
La Red de Sembradores de Comunicación Noviolenta, conformada por más de un centenar de personas, está poniendo en práctica, al interior de sus territorios, la premisa de que la paz empieza por lo que hagamos en la cotidianidad. Esta es la historia.
Las cosas no estaban bien en la Institución Educativa Policarpa Fernández, ubicada en la vereda El Turco, de Santander de Quilichao (Cauca). La situación era esta: había dos décimos, pero al pasar a once, tenían que convertirlo en uno solo. Siempre habían estado separados y se habían visto como competencia, pero ahora tenían que compartir salón y clases.
“Es que hay unas peladas muy creídas”, decían unos. “No podemos mezclarnos con ellos”, decían otros. Este problema llegó a oídos de Lorena Albani Vergara, una lideresa de la vereda, que lleva a sus nietos a este colegio. Lorena se había formado como Sembradora de Comunicación Noviolenta con la organización Resuena, con lo que no dudó de que podría aplicar lo aprendido.
“Invitamos a los muchachos a conectarse desde el corazón con sus necesidades. Un décimo expresó las suyas, luego escucharon las del otro grupo, y después hablamos de las necesidades de los dos. Ahí ellos se dieron cuenta de que tenían las mismas, y que si se unían habría más posibilidades de satisfacerlas”, explica Lorena.
Esta formación que usó la sembradora, la había adquirido en el marco de un proyecto de la organización Resuena, apoyado por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), con su programa Hilando Vidas y Esperanza, y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), quienes crearon la Red de Sembradores de Comunicación Noviolenta. Hoy son más de 124 integrantes que como Lorena ayudan a sus comunidades.
La Comunicación Noviolenta fue iniciada por el psicólogo Marshall Rosenberg en Estados Unidos y poco a poco se ha dado a conocer en el mundo, en Colombia, esta unión de organizaciones fue pionera hablar de ella y aplicarla. “Este es solo uno de los ejemplos de cómo este tipo de comunicación está transformando territorios históricamente afectados por la violencia. A través de la ‘alfabetización del corazón’, se está aprendiendo a construir paz en las relaciones entre padres con hijos, de migrantes y locales, y parejas”, comentó Camila Reyes, fundadora de Resuena.
La capacitación de los líderes
Recientemente, se reunieron 25 personas de la Red, en Restrepo, Valle del Cauca, para reforzar sus conocimientos. En uno de los ejercicios, un grupo se sentaba en un círculo, y estudiaba un caso hipotético de un conflicto en una Junta de Acción Comunal por un tema de adjudicación de tierras.
“El ejercicio es interesante porque lleva a los participantes a identificar cuáles son los patrones de comportamiento que les dividen y debilitan su proceso organizativo, y a reemplazarlos por una mirada que pone el foco en actuar desde lo común, identificando sus necesidades, aprendiendo a expresarlas y a tomar responsabilidad por sus sentimientos y acciones”, indica Camilo Leguízamo, Coordinador del programa Hilando Vidas y Esperanza.
Tras recibir formación durante una serie de escuelas presenciales, y organizar planes de trabajo municipales, los participantes de municipios de Antioquia, Cauca, Valle del Cauca, Sucre y Bolívar han realizado casi 200 sesiones de réplicas en sus comunidades logrando llegar con este mensaje a más de 4.600 personas de zonas altamente impactadas por el conflicto armado.
Pasar de ‘querer dominar’ a ‘querer colaborar’
Los sembradores han aprendido que la Comunicación Noviolenta enseña que necesitamos aprender a tratarnos de otra manera, donde nos reconozcamos todos como humanos, donde no sean más importantes las necesidades de ciertos grupos: ‘los hombres’, ‘los blancos’, ‘los profesionales’, ‘los que tienen dinero’, ‘los que tienen un cargo’, sino donde todos seamos importantes, sin discriminación.
De esto da fe Mariana Fernández, migrante venezolana que vive en San Juan Nepomuceno, en los Montes de María. “Por mucho tiempo me dijeron que por mi nacionalidad no tenía ni voz ni voto en nuestra comunidad, pero ahora he logrado hacerme escuchar y consolidarme como lideresa. He logrado grandes cosas tanto para los colombianos como para los venezolanos de la vereda”, cuenta con orgullo.
De la misma manera, Dumar Monsalve, líder social de Tarazá, Antioquia, narra cómo pasó de ‘querer dominar’ a ‘querer colaborar’ en su casa. “El Bajo Cauca es muy machista. Yo vengo de una cultura donde uno a veces cree que tiene la razón en todo. Yo sentía a mi señora cansada, pero nunca iba más allá. Ahora veo las necesidades de mi familia y entiendo que hay unos roles en la casa que podemos compartir y eso nos ha llevado a una paz tan buena”, afirma.
Dumar está tan convencido del potencial de la Comunicación Noviolenta que logró incorporarla en el Plan de Desarrollo de su municipio, como estrategia para mejorar la convivencia. “Creemos que la guerra simplemente la hacen los alzados en armas, pero en realidad todos participamos en ella. Una persona que no es entendida en su casa, por ejemplo, un joven que siente que la mamá lo trata mal y le dice ‘tú no sirves para nada’, es mucho más probable que sea reclutado por los grupos armados”, explica.
¿La clave? entender al otro
La Comunicación Noviolenta afirma que es necesario aprender a humanizar nuestras relaciones a partir del reconocimiento de las necesidades propias y las del otro, en vez de juzgar y de reaccionar. En ese proceso es muy importante aprender a salir de la reactividad para actuar desde un lugar de conexión consigo mismo.
Camila Reyes, fundadora de Resuena, lo explica así: “En el paradigma de la dominación hemos aprendido a expresar nuestras necesidades insatisfechas buscando quién hizo algo mal, por ejemplo: una mamá le dice a un hijo ‘tú eres un inútil’. Si conociera la Comunicación Noviolenta podría hacer dicho, ‘me siento molesta porque tengo una necesidad de consideración’, ‘ayúdame por favor, necesito que me colabores’”. Una clave de esta comunicación, añade, es aprender a traducir juicios, quejas y exigencias en necesidades. Así se ponen en el centro los factores que conectan a los seres humanos, en lugar de los que nos desconectan.
“Yo antes me la pasaba juzgando a algunos miembros de la Junta porque creía que solo pensaban en sus propios intereses, después de esta escuela busco entender las necesidades detrás de sus acciones y expresar las mías porque entiendo que mantenernos unidos es lo esencial. Entonces revisamos las acciones que dejan por fuera las necesidades de los demás, y las reemplazamos por otras que cuiden de las de todas las personas”, dice uno de los sembradores.
*Artículo realizado con la colaboración del proyecto Hilando Vidas y Esperanza de USAID y la OIM
¿Sabe qué es la justicia centrada en las personas? Visite Justicia Inclusiva de El Espectador
Las cosas no estaban bien en la Institución Educativa Policarpa Fernández, ubicada en la vereda El Turco, de Santander de Quilichao (Cauca). La situación era esta: había dos décimos, pero al pasar a once, tenían que convertirlo en uno solo. Siempre habían estado separados y se habían visto como competencia, pero ahora tenían que compartir salón y clases.
“Es que hay unas peladas muy creídas”, decían unos. “No podemos mezclarnos con ellos”, decían otros. Este problema llegó a oídos de Lorena Albani Vergara, una lideresa de la vereda, que lleva a sus nietos a este colegio. Lorena se había formado como Sembradora de Comunicación Noviolenta con la organización Resuena, con lo que no dudó de que podría aplicar lo aprendido.
“Invitamos a los muchachos a conectarse desde el corazón con sus necesidades. Un décimo expresó las suyas, luego escucharon las del otro grupo, y después hablamos de las necesidades de los dos. Ahí ellos se dieron cuenta de que tenían las mismas, y que si se unían habría más posibilidades de satisfacerlas”, explica Lorena.
Esta formación que usó la sembradora, la había adquirido en el marco de un proyecto de la organización Resuena, apoyado por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), con su programa Hilando Vidas y Esperanza, y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), quienes crearon la Red de Sembradores de Comunicación Noviolenta. Hoy son más de 124 integrantes que como Lorena ayudan a sus comunidades.
La Comunicación Noviolenta fue iniciada por el psicólogo Marshall Rosenberg en Estados Unidos y poco a poco se ha dado a conocer en el mundo, en Colombia, esta unión de organizaciones fue pionera hablar de ella y aplicarla. “Este es solo uno de los ejemplos de cómo este tipo de comunicación está transformando territorios históricamente afectados por la violencia. A través de la ‘alfabetización del corazón’, se está aprendiendo a construir paz en las relaciones entre padres con hijos, de migrantes y locales, y parejas”, comentó Camila Reyes, fundadora de Resuena.
La capacitación de los líderes
Recientemente, se reunieron 25 personas de la Red, en Restrepo, Valle del Cauca, para reforzar sus conocimientos. En uno de los ejercicios, un grupo se sentaba en un círculo, y estudiaba un caso hipotético de un conflicto en una Junta de Acción Comunal por un tema de adjudicación de tierras.
“El ejercicio es interesante porque lleva a los participantes a identificar cuáles son los patrones de comportamiento que les dividen y debilitan su proceso organizativo, y a reemplazarlos por una mirada que pone el foco en actuar desde lo común, identificando sus necesidades, aprendiendo a expresarlas y a tomar responsabilidad por sus sentimientos y acciones”, indica Camilo Leguízamo, Coordinador del programa Hilando Vidas y Esperanza.
Tras recibir formación durante una serie de escuelas presenciales, y organizar planes de trabajo municipales, los participantes de municipios de Antioquia, Cauca, Valle del Cauca, Sucre y Bolívar han realizado casi 200 sesiones de réplicas en sus comunidades logrando llegar con este mensaje a más de 4.600 personas de zonas altamente impactadas por el conflicto armado.
Pasar de ‘querer dominar’ a ‘querer colaborar’
Los sembradores han aprendido que la Comunicación Noviolenta enseña que necesitamos aprender a tratarnos de otra manera, donde nos reconozcamos todos como humanos, donde no sean más importantes las necesidades de ciertos grupos: ‘los hombres’, ‘los blancos’, ‘los profesionales’, ‘los que tienen dinero’, ‘los que tienen un cargo’, sino donde todos seamos importantes, sin discriminación.
De esto da fe Mariana Fernández, migrante venezolana que vive en San Juan Nepomuceno, en los Montes de María. “Por mucho tiempo me dijeron que por mi nacionalidad no tenía ni voz ni voto en nuestra comunidad, pero ahora he logrado hacerme escuchar y consolidarme como lideresa. He logrado grandes cosas tanto para los colombianos como para los venezolanos de la vereda”, cuenta con orgullo.
De la misma manera, Dumar Monsalve, líder social de Tarazá, Antioquia, narra cómo pasó de ‘querer dominar’ a ‘querer colaborar’ en su casa. “El Bajo Cauca es muy machista. Yo vengo de una cultura donde uno a veces cree que tiene la razón en todo. Yo sentía a mi señora cansada, pero nunca iba más allá. Ahora veo las necesidades de mi familia y entiendo que hay unos roles en la casa que podemos compartir y eso nos ha llevado a una paz tan buena”, afirma.
Dumar está tan convencido del potencial de la Comunicación Noviolenta que logró incorporarla en el Plan de Desarrollo de su municipio, como estrategia para mejorar la convivencia. “Creemos que la guerra simplemente la hacen los alzados en armas, pero en realidad todos participamos en ella. Una persona que no es entendida en su casa, por ejemplo, un joven que siente que la mamá lo trata mal y le dice ‘tú no sirves para nada’, es mucho más probable que sea reclutado por los grupos armados”, explica.
¿La clave? entender al otro
La Comunicación Noviolenta afirma que es necesario aprender a humanizar nuestras relaciones a partir del reconocimiento de las necesidades propias y las del otro, en vez de juzgar y de reaccionar. En ese proceso es muy importante aprender a salir de la reactividad para actuar desde un lugar de conexión consigo mismo.
Camila Reyes, fundadora de Resuena, lo explica así: “En el paradigma de la dominación hemos aprendido a expresar nuestras necesidades insatisfechas buscando quién hizo algo mal, por ejemplo: una mamá le dice a un hijo ‘tú eres un inútil’. Si conociera la Comunicación Noviolenta podría hacer dicho, ‘me siento molesta porque tengo una necesidad de consideración’, ‘ayúdame por favor, necesito que me colabores’”. Una clave de esta comunicación, añade, es aprender a traducir juicios, quejas y exigencias en necesidades. Así se ponen en el centro los factores que conectan a los seres humanos, en lugar de los que nos desconectan.
“Yo antes me la pasaba juzgando a algunos miembros de la Junta porque creía que solo pensaban en sus propios intereses, después de esta escuela busco entender las necesidades detrás de sus acciones y expresar las mías porque entiendo que mantenernos unidos es lo esencial. Entonces revisamos las acciones que dejan por fuera las necesidades de los demás, y las reemplazamos por otras que cuiden de las de todas las personas”, dice uno de los sembradores.
*Artículo realizado con la colaboración del proyecto Hilando Vidas y Esperanza de USAID y la OIM
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