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Víctimas de la guerra en municipios PDET recibirán atención psicosocial y física

Una medida de reparación ha llegado a los municipios PDET en donde 140.000 víctimas, que llevan esperando años alguna decisión judicial a su favor, depositan su esperanza en que la justicia llegue a través del apoyo psicosocial y la rehabilitación física.

16 de septiembre de 2024 - 10:42 p. m.
De acuerdo con el Registro Único de Víctimas, en Colombia hay cerca de 10 millones de personas que han sido afectadas, directa o indirectamente por la guerra.
De acuerdo con el Registro Único de Víctimas, en Colombia hay cerca de 10 millones de personas que han sido afectadas, directa o indirectamente por la guerra.
Foto: Mauricio Alvarado Lozada
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Mientras miles de procesos judiciales avanzan lento en los tribunales para ofrecer justicia a las víctimas de la guerra, una forma de reparación empieza a tomar forma en los municipios donde más se escucharon los estruendos de la violencia.

Desde 2014, la cooperación internacional y algunas instituciones del Estado definieron que mientras el dolor de las víctimas del conflicto está en vilo a la espera de una sentencia judicial, debe ser la atención psicosocial y la rehabilitación física la que llegue a sus vidas para alivianar el sufrimiento.

Este diario conoció un proyecto en el que desde la cooperación internacional la apuesta es ofrecer justicia mediante la atención psicosocial y la rehabilitación física para las víctimas de la guerra. La apuesta ha logrado construir desde sus cimientos 36 centros de salud de salud o salas de atención psicosocial y rehabilitación física que, según explicaron a El Espectador, podría llegar a beneficiar a 140.000 personas.

El programa es organizado por la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) en alianza con la Organización Internacional de Migración (OIM) y durará al menos otros dos años. “El programa tiene pensado, entre 2025 y 2026, poner en funcionamiento 27 nuevos servicios para alcanzar un total de 70 salas de apoyo psicosocial y rehabilitación física”, explicó Usaid.

Está dirigido a algunos municipios del país que, de acuerdo con las cifras del conflicto, fueron de los que más violencias sufrieron y en los que, a hoy, más pendiente está el pedido de justicia por parte de las víctimas. Por ejemplo, el programa ha llegado a Buenaventura (Valle del Cauca), Cajibío y Piendamó (Cauca), tres zonas donde la guerra ha estado latente no solo en el pasado, sino en tiempos recientes.

Por ejemplo, los registros de Indepaz demuestran que Cauca se ha convertido en la última media década en un centro de guerra en Colombia. Así lo dicen las cifras que demuestran que, desde 2016 hasta la actualidad se han documentado más de 300 líderes sociales asesinados, 33 masacres, y más de 24 desplazamientos y/o confinamientos forzados.

“Estas obras son de vital importancia para cumplir con las medidas de reparación a las que tienen derecho las víctimas. La rehabilitación física y psicoemocional es fundamental para garantizarles una atención integral sin tener que desplazarse largas distancias y gastar grandes sumas de dinero. Esto es esencial para el bienestar de las familias y el futuro de la comunidad”, explicó a este diario Eric Raymond, subdirector de la oficina de construcción de paz de Usaid.

Formas de justicia

Estas otras formas de reparación han sido abordadas por expertos y organizaciones, incluso el Instituto Nacional de Salud y el Ministerio de Salud, reconocen que “los daños producidos a las víctimas son diversos y entre ellos están los morales, emocionales, daños a la salud y todos ellos están relacionados con la salud mental (...) y esto infiere también en su proyecto de vida, la esfera individual y colectiva”.

Un caso que ilustra las secuelas que la violencia y la guerra dejan en los cuerpos y proyectos de vida de las víctimas es el de las mujeres buscadoras. Estas madres, esposas, hijas o hermanas de quienes fueron desaparecidos forzosamente han encontrado que el estrés y el sufrimiento de no saber ninguna pista sobre el paradero de sus familiares ha repercutido en graves condiciones de salud, especialmente cáncer de seno u otros cuadros clínicos derivados del estrés crónico, como diagnósticos intestinales o depresión.

Todas esas enfermedades deben ser tratadas, pero son contados los escenarios en que las víctimas del conflicto cuentan con conocimiento o recursos para poder acceder a atención médica o sesiones de ayuda psicosocial para contar sus traumas y aliviarlos.

“Estos servicios son muy importantes para avanzar en procesos de paz, porque permiten que las victimas accedan a ellos en sus lugares de residencia y mejoran sus condiciones de vida”, aseguró Salvador Gutiérrez, director de programas de paz de la OIM. Ese aporte es al que, precisamente, le apuntan estas aperturas.

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